
Francisca, extrañada porque no me encuentra en ninguna parte, ha venidoa buscarme esta mañana.
Vamos a ver, Magdalena—me gritó desde el umbral de la puerta,—vengo asaber por qué desapareces así de la circulación.
¿Por qué no has ido acasa de Petra ni a la de Paulina?... Te hemos echado mucho de menos...Si supieras cómo nos hemos reído... La de Brenay se cree ya suegra delBarón de Erinois; habla de él con un orgullo extravagante y mima a laschiquillas cuanto puede...
—¡Ah!—dije aparentando interés.
—Simona de Erinois dijo el otro día una frase que no tiene precio.Figúrate que se atrevió a decir a la de Brenay: «Eres amable porquequieres a papá...» Imagínate el cuadro...
—¡Ah!...
—Lo que me parece que va bien es el matrimonio de Paulina.
Según lo quecuenta la de Aimont, el joven que tiene tan bonita fortuna en Martimpreyexige 20.000 pesos de dote. La de Aimont
protesta...
«¡Quéexigencia!—murmura;—es
draconiano...»
—Y ella, ¿no se encuentra exigente?
—Nada de eso—respondió Francisca con una burlona carcajada.—Ella esnatural que tenga las pretensiones que quiera, eso es permitido... Loque no lo es, es que el caballero haga lo mismo.
—¡Ah!—respondí pensando en otra cosa.
Francisca se acercó a mí y me levantó la cabeza cogiéndome por labarbilla.
—¿Me quieres decir qué significan esas distracciones?—me preguntómeneándome.—La verdad es que no te conozco...
Vamos, no me mires así,porque creeré que no tienes la conciencia tranquila...
Por toda respuesta me eché a llorar sin poder más que decir débilmente:
—No sé lo que tengo... Creo que estoy enferma...
Francisca me miró un instante en silencio, registró mi escritorio,descubrió mi diario y leyó las últimas páginas sin que yo pensasesiquiera en oponerme.
—¡Vamos! esto es... Estás cogida, mi pobre amiga...
—¿Cómo cogida?...
—Sí, estás chiflada por el señor Baltet.
—Chiflada...
—Ciertamente... Le amas... ¿Comprendes ahora?
—No, no, Francisca, no te figures eso—exclamé espantada y sin llorarya esta vez;—estoy enferma...
—Enferma... ¿Dónde?
—Por todas partes...
—Una especie de angustia, ¿eh?...
—Sí.
—Falta de interés hacia todo... Una idea fija...
—Sí, sí...
—Accesos de tristeza... Ganas de llorar...
—Sí, sí—dije sintiendo que las lágrimas se me escapaban conabundancia.
—Pues bien, eso es el amor—exclamó Francisca con entonacióntriunfante.—Te aseguro, hija mía, que eso es el amor...
—No es posible—respondí indignada.—No conozco siquiera a ese señor yquieres que le ame...
—No es necesario conocer para amar—dijo Francisca con vivacidad.—Enlas novelas no se conoce más que a los amigos.
Con los enamorados lacosa es más rápida... Una chispa, y brota el amor...
—En las novelas, Francisca, pero en la vida...
—En la vida pasa como en las novelas... Créeme, Magdalena, he leídobastante para conocer la materia...
—¿Crees entonces?...—pregunté un poco influida por la convicción deFrancisca.
—Sí... Con tus ideas y tu educación, tenía que suceder...
¡Ah!Magdalena, la solterona se transforma en una enamorada...
Esgraciosísimo...
Sonreí débilmente.
—No te burles, Francisca... Piensa que te puede suceder lo mismo...
—¿A mí?—exclamó indignada;—jamás... ¿Yo enamorada?...
El amor, amigamía, no es de mi cuerda.
—¿Y lo es de la mía?...
—Completamente... Tú eres cariñosa, Magdalena, y yo no...
Por otraparte—añadió,—prefiero mi carácter al tuyo...
—Cada cual es como Dios le ha hecho—suspiré, envidiándole su filosofíay su buen humor.
—Desgraciadamente para ti. Teniendo corazón se sufre... Con un corazónde similor como el mío, todo importa poco... ¡Viva el similor!...
—¡Viva el amor!—respondí por lo bajo.
—¡Qué gusto!—exclamó Francisca muy contenta.—Va a ser divertido ver auna enamorada de carne y hueso... ¿Me lo contarás todo, eh,Magdalena?...
La niñada de Francisca me hizo reír, y prometí todo lo que quiso. Heaquí a la buena Francisca elevada al papel de confidente... Se calumniaal decir que no tiene corazón, y todo el mundo es injusto con ella...Es, sin embargo, la única que me ha comprendido... Qué buena y seguraamiga...
—¡Pensar que estoy enamorada!... Es lindo el amor, pero triste... Yhasta hace un poco de daño...