DON RAFAEL. Almacén de carbones, sí. El dueñoes un hombre excelente, muy trabajador... Le355conozco...
MARÍA. ¡Por cierto que pasé un susto...! Comome da por verlo todo, me planté en la puerta mirandoaquella caverna tenebrosa.
De pronto, salió de lo máshondo un hombre horrible, la cara negra, tiznada; los360ojos, como ascuas, relucían sobre la tez manchada decarbón... Después me eché a reír. El hombre me dijo:«Señorita, ¿en qué puedo servirle?» Y yo...
FILOMENA. ( Interrumpiéndola. ) ¡Vaya que ponerte ahablar con un bruto semejante!365
MARÍA. ¡Si es un hombre finísimo; si me quedéasombrada de oírle!
DON RAFAEL. ¡Mucho, mucho! Ya les contaré algode ese y otros vecinos.
MARÍA. Todos me han parecido la mejor gente del370mundo, incluso el negro. ¿Y qué me dices, papá, delespectáculo de esa plaza, hoy día de mercado? Tú nolo has visto; tú, mamá, tampoco.
FILOMENA. Ya nos fijamos al pasar...
MARÍA. Os aseguro que nunca vi cosa que más
me375divirtiera. ¡Esos pobres campesinos que vienen de tanlejos con el fruto de su trabajo!... Venden lo que lessobra, compran lo que necesitan. Abrumados llegan,abrumados parten, con el peso de la vida que va y viene,sube y baja... Unos traen grano, otros panes, otros380hortalizas, cochinitos chicos tan monos...
Aquéllos unacarguita de leña: son los más pobres; éstos cargas delana: son los más ricos... En todos los puestos, entodos los grupos me metía yo con Teresa y Ramona,y a todos preguntaba:
¿De dónde sois? ¿Cuánto os385valen las hogazas?... Por esa carga de leña, ¿qué osdan?... Con esos cinco reales, ¿qué compráis ahora?¿A cómo dais la ristra de cebollas?... Y esas enjalmasrojas para los borricos, ¿cuánto valen?... ¿Habéishecho buen negocio?... ¿Este trigo es toda vuestra390cosecha?...
¿Compraréis cochinito?... ¿Lo engordaréishasta que le arrastre la barriga?... ¿Y vosotrosnunca coméis estos pollos, estos patos?...
¿Qué coméis?...¿Y vuestros nenes se han quedado allá solitos?...Cuando
volvéis
allá,
¿qué
os
dicen
las
pobres395criaturas?
FILOMENA.
¡Vaya,
que
eres
de
verdad
reparona
yentremetida!... un ángel a quien interesan las cosas dela tierra más que las del Cielo.
DON RAFAEL. ( Con calor. ) Más, no, señora; lo400mismo.
MARÍA. Es que gozo lo indecible, me lo pueden creer,viendo este hormigueo de la vida de los pequeños: cómoviven, cómo luchan, cómo se defienden... Y no sé sireírme o llorar cuando pienso que no son ellos más pobres405que yo.
DON PEDRO. ( Melancólico. ) Más ricos... No hayriqueza como la ignorancia.
FILOMENA. Riqueza y pobreza, por nuestros deseosse
miden.410
MARÍA. Ello es que los veo contentos, al menos tranquilos,y su contento y su tranquilidad se me comunican...Vedme alegre, confiada, con muchas ganas de infundirosa todos confianza y alegría.
DON PEDRO. ( Dirígese a la mesa. ) Ven aquí, ven415aquí...
Dime, ante todo, dónde metiste las esquelasde... ( Se sienta. ) MARÍA. ( Aparte, suspirando. ) Corazón mío, pocote duró el contento. ( Abriendo un cajón de la mesa. )¡Si están aquí!420
DON PEDRO. ¡Ah! dame...
DON RAFAEL. Señor Marqués, con su permiso...¿Tiene algo que mandarme?
DON PEDRO. ( Disponiéndose a escribir una carta. )Querido cura: que no nos olvide en sus oraciones.425
DON RAFAEL. ¡Ah! por mí no ha de quedar. ( Viendoescribir a su padre, y sabiendo lo que escribe, María manifiestagran aflicción. )
FILOMENA. ( Aparte a don Rafael al despedirle. ) ¿Seha fijado bien, don Rafael, en lo que le dije de la430distribución...?
DON RAFAEL. ¡Mucho, mucho! Descuide: lo haréa toda conciencia, con plena conciencia de mi deber.( Vase por el fondo. )
DON PEDRO. ( Sin dejar de escribir. ) Filomena, que435me preparen el baño.
FILOMENA. Iré yo misma. No hay que agobiar ala pobre Cirila.
( Vase por la derecha. )
ESCENA VI
MARÍA, DON PEDRO.
DON PEDRO. ( Mostrando a su hija las cartas queésta sacó. ) Cuidarás de que hoy mismo lleguen a su destino.440
MARÍA. ( Angustiada. ) ¡Ay, papá mío! déjame quete diga...
¿No te sientes humillado, degradado, conpedir limosna de esta manera?
DON PEDRO. ( Irascible. ) ¿Y qué he de hacer?¿Estoy en el caso de solicitar un jornal del Ayuntamiento,445y ponerme a picar piedra en un camino, o arecoger las basuras de las calles?
MARÍA. Pues mira tú: yo preferiría eso.
DON PEDRO. ¿Preferirías verme...?
MARÍA. Lo haría yo si pudiera... romper piedras,450barrer las calles de Agramante.
DON PEDRO. Toma las cartas y mándalas esta tarde.He agregado una... para ese Corral...
MARÍA. ( Resistiéndose a tomar las cartas. ) ¡Ay,Dios mío, Dios mío! ( Llorosa, permanece en resistencia 455 pasiva. ) DON PEDRO. ( Con severidad. ) Obedéceme... No meirrites...
MARÍA. Bueno, papá: haré todo lo que me mandes.( Toma las cartas y las guarda en el bolsillo. ) Es mi deber...460Pero di, ¿no hay otro medio? ( Recordando. ) ¡Ah! medijeron que viene Cesáreo. ¿Lo sabías?
DON PEDRO. Sí.
MARÍA. ¿Y no esperas que Cesáreo te traiga...?Aguardemos a que llegue...465
DON PEDRO. Lo que traiga tu hermano, que no serámucho, lo necesitará para sí. Está obligado a conservaraquí cierto brillo y...
No puedo explicártelo.
MARÍA. Sin tus explicaciones lo comprendo. ¿Creesque se me escapan las ideas tuyas, las ideas de toda la470familia? Mi hermano hizo la corte a esa viuda millonaria...Tal vez ahora...
DON PEDRO. No sé... Podría ser...
MARÍA. ( Con agudeza. ) ¿Y no se te ha ocurrido quede estos petitorios podría la dama ricachona enterarse?475¡Qué diría, qué pensaría de nosotros!
DON PEDRO. ( Confuso. ) Sí; pero... Se haría cargo...No obstante, la idea de que la viuda se entere, me inquietaun poco.
MARÍA. Esta mañana, cuando salía yo de la iglesia480con Vicenta Pulido, vi a la millonaria. ¡Ay, qué facha,qué cargazón de sedas, de plumas, de encajes, de joyas!Cuentan por ahí que lleva las ligas recamadas de perlas,y que en su casa de Madrid hay más plata que en unacatedral.485
DON PEDRO. Lo creo...
MARÍA. Y que las mesas de noche son de marfil, yotras cosas... de lápiz-lázuli... Su aspecto es de una rastaquouère tremenda y de una cursi estrepitosa.
DON PEDRO. Nunca la he visto. Dicen que es490hermosa.
MARÍA. Lo fue el año de la Revolución de Septiembre,cuando tú todavía no te habías casado.
ESCENA VII
Los mismos; FILOMENA, CIRILA.
FILOMENA. ( Por la derecha. ) Ya tienes el bañopronto.495
DON PEDRO. Voy... ( Al salir detiénese preocupado. )Si vuelve ese maldito Pocho... le decís... que mañana.( Entra Cirila por el fondo y habla con María. )
FILOMENA. No prometas nunca para mañana...Tómate más tiempo.500
DON PEDRO. Tienes razón... Mejor será el lunes...seguro, el lunes. ( Vase por la derecha. )
CIRILA. La he visto entrar en el patio.
FILOMENA. ¿Quién?
CIRILA. La señora Alcaldesa. Creo que viene acá.505( Entra Vicenta por el fondo. )
MARÍA. Ya está aquí. ( Vase Cirila. )
ESCENA VIII
MARÍA, FILOMENA, VICENTA; después CIRILA.
VICENTA. Amigas muy queridas: un aviso, una petición,y me voy al instante.
FILOMENA. Ante todo, ¿sabe usted si viene Cesáreo?510Su marido de usted ha recibido un telegrama...
VICENTA. No sé nada. En casa estuve después demisa. Nicolás había salido.
MARÍA. ¿No se sienta? ( Se sientan las tres. )
VICENTA. Un momento... Lo primero, advertir a515ustedes que Teodolinda viene en persona a invitarlas.
FILOMENA. ¿Esta tarde?
VICENTA. No: antes de mediodía. ¿Irán ustedes ala fiesta veneciana?
FILOMENA. La verdad... no quisiéramos...520
VICENTA. ¡Por Dios, Marquesa! Esta pobre niñadebe
distraerse, lucir su belleza...
FILOMENA. Sí, sí... María irá con usted...
VICENTA. Para mí no hay mayor honra... ( A María. )Y me enorgullece llevarla a usted conmigo, aunque a525su lado resultaré una facha.
MARÍA. ¡Por Dios, Vicenta!...
VICENTA. Usted ha traído todo su guardarropa, deúltima moda, elegantísimo, y yo...
MARÍA. ¿No me dijo usted que esperaba hoy el vestido530de garden party que encargó a Madrid?
VICENTA. ( Desconsolada. ) Pero no vendrá, ¡quépena! ( Saca una carta. ) Vean la carta de la modista,que ha sido como un rayo... ( Lee. ) «Imposible remitirhoy...» Este contratiempo me anonada.535
FILOMENA. Lo comprendo. ¡Contar con una cosay...! Las modistas son tremendas.
VICENTA. Pues ahora viene la súplica. En este conflictono veo más que una solución: arreglar un vestidoque estrené año pasado, cuando vino el Ministro de540Fomento y se alojó en mi casa. Pero desconfío de que mihermana y yo podamos arreglarlo con toda la eleganciaque deseo. Ustedes me indicarán...
Perdonen miimpertinencia. El puesto que ocupa Nicolás me obligaa ser la más elegante del pueblo. No quiero hacer mal545papel. Nicolás se disgustaría con esto más que si perdieralas elecciones.
FILOMENA. Enseñaré a ustedes un modelo que traje.( Las interrumpe Cirila entrando presurosa por el fondo. ) CIRILA. Señora... ahí sube.550
FILOMENA. ¿Quién?
CIRILA. Esa señora tan...
VICENTA. ¡Teodolinda!
MARÍA. ¡La rastaquouère...!
VICENTA.
( A
Filomena. )
¡Verá
usted
qué
lujo
tan555desfachatado! ( Entra Teodolinda. Su figura y vestidoson conformes a las descripciones que de ella se han hecho.Vase Cirila. )
ESCENA IX
FILOMENA, MARÍA, VICENTA, TEODOLINDA.
TEODOLINDA. Señora Marquesa, me perdonará ustedque haya sido muy inconveniente en la elección de hora560para mi visita.
FILOMENA. ¡Oh! el honor que recibimos no sabehacer distinción de horas. ( Se sientan: María al extremoizquierda. ) TEODOLINDA. Y hemos de convenir en que la vida
de565campo forzosamente ha de relajar un poco la
etiquetasocial.
FILOMENA. Seguramente.
TEODOLINDA. Perdóneme la señora Alcaldesa si llamocampo a esta preciosa villa, tan culta, modelo de policía570y urbanización.
VICENTA. Campo es... con casas... ciudad... al airelibre.
TEODOLINDA. Y la más hospitalaria que cabe imaginar.Estoy contentísima.
La
casa
que
he
tomado
es
una
preciosidad...575aunque algo pequeña...
MARÍA. ( Aparte. ) ¡Jesús! Pequeña dice. ¡Y laedificaron para convento! Pues que le traigan el Escorial.
TEODOLINDA. El parque muy frondoso. Sería incomparablesi tuviera lago...580
MARÍA. ( Aparte. ) ¡Y mucha agua!
TEODOLINDA. Y una extensión de quinientas hectáreas.
FILOMENA. A propósito de extensiones de tierra, sedice que usted adquiere pertenencias mineras y bienesraíces en la provincia.585
VICENTA. Y un monte grandísimo, y tres dehesas...
TEODOLINDA. Que me gustaría poder juntar en unasola, para formar una propiedad verdaderamente regia.
MARÍA. ( Aparte. ) ¡Cuatro dehesas juntas! para queesta fiera tenga donde pasearse a sus anchas.590
FILOMENA. Hará usted todo lo que se le antoje, y nohabrá ilusión ni capricho que no pueda satisfacer.
TEODOLINDA. ( Con refinada amabilidad. ) Por lopronto, señora Marquesa, aquí me trae la ilusión de queusted y su linda hija honren esta noche mi casa.595
FILOMENA. Mi esposo y yo agradecemos a usted enel alma su invitación. ( Suspirando. ) Nos hallamos bajoel peso de tristezas y desazones que excluyen todo regocijo.Pero no privaremos a nuestra hija de esa magníficafiesta. Cuente usted con María, que irá con la señora600Alcaldesa.
TEODOLINDA. Amiga mía, del mal el menos... Supreciosa hija será la flor más lucida de mi jardín, y laestrella más brillante de mi noche... quiero decir... dela noche de... ( Embarullándose, no puede acabar el 605 concepto. )
FILOMENA. ( Comprendiendo. ) Sí, sí... ya...
MARÍA. ( Aparte. ) ¡Ay, Dios mío, se le acabó lacuerda!
FILOMENA. María agradece tanta bondad... y tendrá610mucho gusto...
MARÍA. Grandísimo placer... Será una fiesta espléndida,nunca vista en Agramante.
TEODOLINDA. Las señoras de esta culta villa le darántodo su encanto.615
VICENTA. Y encanto mayor usted...
MARÍA.
Usted,
la
amable
dueña
de la
casa, la
opulentaanfitrionisa...
ESCENA X
Los mismos; CORRAL, presuroso, por el fondo.
CORRAL. Señor Marqués, señoras...
FILOMENA. ( Alarmada, se levanta. ) ¿Qué noticias,620Corral?
MARÍA. ¿Viene mi hermano?
CORRAL. Ya está en Agramante... Le vi en la estación.Salieron a recibirle el Alcalde, el Coronel de lazona, el Juez municipal y el Contratista de la traída de625aguas... Al instante vendrá. ¿Y el señor Marqués?( Hace reverencia a Teodolinda. )
FILOMENA. ( A María. ) Ve, hija: dale prisa...( Vase María por la derecha. )
CORRAL. ( A Filomena. ) Debo anticipar a usted que630Cesáreo sólo estará en Agramante algunas horas. Estatarde tomará el tren mixto para llegar a Santamar, lacapital de la provincia, antes que salga de allí el Ministrode la Gobernación, que ha ido a inaugurar el nuevoPresidio.635
ESCENA XI
Los mismos; DON PEDRO; tras él, MARÍA.
DON PEDRO. Ya sé... ya me ha enterado María...( A Teodolinda muy cortés. ) Señora mía, crea usted queme confunde el honor que hace a esta humilde casa...
TEODOLINDA. La casa y familia, dignas son de todoslos honores. La casa es un soberbio palacio. Al venir640aquí, he admirado por tercera vez la hermosa fachadaplateresca. ¡Qué maravilla, señor Marqués!
FILOMENA. ( Con tristeza. ) Esa maravilla y otras¡ay! fueron nuestras.
DON PEDRO. Cuando Dios quería...645
TEODOLINDA. ¡Y quién sabe si volverán, cuandomenos se piense, a su primitivo, a su ilustre dueño!
DON PEDRO. ¡Quién sabe...! Cesáreo tal vez, siadquiere, como yo espero y él merece, una elevada posiciónen la política...650
TEODOLINDA. Ya sabe usted que está aquí.
DON PEDRO. Le esperamos por instantes.
CORRAL. Pronto vendrá. Han querido enterarle delasunto de las aguas...
FILOMENA. ( Impaciente. ) Mucho tardan.655
VICENTA. La culpa es de mi marido.
CORRAL. ( Que ha mirado por el fondo. ) Ya vienen,ya suben, ya están aquí. ( Corren Filomena y Maríaal encuentro de Cesáreo. Le abrazan y besan cariñosamente.Tras de Cesáreo entran el Alcalde, Roldán y Bravo. Don 660 Pedro ha permanecido junto a Teodolinda. )
ESCENA XII
Los mismos; CESÁREO, el ALCALDE, ROLDÁN, BRAVO. Roldánes
ordinario, de mediana edad; Bravo, persona fina, abogadojoven.
CESÁREO. ( Con emoción. ) Mamá, te encuentro bien.Tú, Mariucha, te has repuesto... Estos aires... ( Avanza.Ve a don Pedro y se abrazan tiernamente. )
ALCALDE.
Nos
hemos
permitido
secuestrarle
por
unos665minutos.
ROLDÁN ( Contratista). Perdonen los señoresMarqueses...
BRAVO ( Juez municipal). Los intereses del pueblo noshan hecho olvidar la felicidad de la familia.670
DON PEDRO. ¡Qué sorpresa, hijo; qué alegría!( Indicando la presencia de Teodolinda. ) Y no es unasorpresa sola.
CESÁREO. ( Dirigiéndose a Teodolinda. ) Ya me dijoel Alcalde... ( Corral habla con María; Roldán y Bravo 675 con Filomena. )
TEODOLINDA. ¿Que estaba yo aquí? ( Alargándolesu mano. ) Pues ha sido de lo más casual... Yo nosospechaba...
DON
PEDRO.
Con
piedra
blanca
marco
esta
coincidencia680felicísima. La alegría de verte y el honor de estavisita.
TEODOLINDA. Ya ve usted, Cesáreo, cómo no se puedenhacer
profecías.
CESÁREO. Ya, ya... ( Don Pedro habla con el 685 Contratista. ) TEODOLINDA. La última vez que estuvo usted en micasa salió diciendo que ya no nos veríamos más.
CESÁREO. Antes profetizó usted otra cosa, Teodolinda,que no fue confirmada.690
TEODOLINDA. Tal vez... Lo que prueba que todossomos muy malos profetas. Aleccionada por la pícararealidad, que así nos desmiente, ya no profetizo, Cesáreo.( Se levanta. ) DON PEDRO. ( Desconsolado. ) ¿Tan pronto?695
TEODOLINDA. ¡Oh! no desconozco lo que son estosmomentos
para una familia cariñosa...
FILOMENA. ( Acudiendo a despedirla. ) Señora, amigamía...
CORRAL. ( Aparte a María, con galanteo meloso. ) Si700usted va, ¿cómo he de faltar yo? Iré tras el lucero buscandoen su brillo un rayito de esperanza.
MARÍA. ¡Ay, qué empalagoso!
TEODOLINDA. ( Despidiéndose de María. ) Que no mefalte, por Dios. No tendría yo consuelo.705
MARÍA. Mil y mil gracias.
TEODOLINDA. ( A Cesáreo. ) Y usted ¿no querrá darun vistazo a mi fiesta?
CESÁREO. Imposible, Teodolinda.
DON PEDRO. Quédate, hijo...710
CESÁREO. Imposible.
TEODOLINDA. Ya no le ruego más. ¡Cuando se obstinaen hacerse el interesante...!
CESÁREO. Es absolutamente preciso que yo salga enel tren de las cinco.715
TEODOLINDA. Ya: tiene que conferenciar con elMinistro. De ello dependerá la salvación de la patria.
CESÁREO. No salvaré a la patria... Quizás salve auna parte de ella.
TEODOLINDA. En fin, adiós y buen viaje. Si quiere720comer conmigo... A la una en punto... ¡Pero quétonta! El corto tiempo de que dispone pertenece a lafamilia.
DON PEDRO. Antes que nosotros está la cortesía.Irá, Teodolinda; aceptará su amable invitación.725
CESÁREO. No, no...
TEODOLINDA. Verá usted, Marqués, cómo nos dejamal a todos. Adiós, adiós. ( Las señoras la acompañanhasta la puerta.
Corral, con oficiosa galantería, va trasella ofreciéndole el brazo para conducirla hasta la 730 calle. ) VICENTA. ( Al Alcalde. ) Nicolás, vámonos.
ALCALDE.
( Despidiéndose. )
Señor
Marqués,
muy
suyosiempre. Luego
le explicaremos
este
asunto
de
lasaguas...735
ROLDÁN. El giro que quieren dar al expediente esde lo más desatinado...
BRAVO. A todos nos preocupa hondamente...
DON PEDRO. A mí también... a mí también... Nose aparta de mi pensamiento la traída de los diez millones...740digo, de las aguas, la traída de aguas...
VICENTA. ( A Filomena. ) Volveré esta tarde... Veréese modelo...
MARÍA. ( Despidiendo a Vicenta. ) Adiós... hastaluego...745
ROLDÁN.
( Despidiéndose
del
Marqués. )
Siempre
a
susórdenes...
BRAVO. ( Ídem. ) Repito...
ALCALDE. ( Ídem. ) Felicidades. ( Salen Vicenta, elAlcalde, Roldán y Bravo. )750
FILOMENA. ( Cogiendo a Cesáreo del brazo. ) Ven yverás cómo nos hemos instalado.
DON PEDRO. ( Reteniéndole. ) Luego irá. Dejadle unrato conmigo. ( Les hace seña de que se alejen. )
MARÍA. Pero que sea cortito. También nosotros755tenemos que charlar...
FILOMENA. Déjale ahora. Tienen que hablar a solas.( Se va, llevándose a María. )
ESCENA XIII
DON PEDRO; CESÁREO, que se sienta, pensativo, apoyadala frente en la mano.
DON PEDRO. ( En pie. ) Acepta, hijo, acepta la invitaciónde esa señora.760
CESÁREO. Convéncete, papá, de que Teodolinda esuna
esperanza inmensamente remota, un sueño...
DON PEDRO. Pero... en Madrid, el invierno último,dijiste a tu madre...
CESÁREO. Sí, lo dije... yo soñaba... creí poder traer765a casa la lámpara de Aladino.
DON PEDRO. Tú le hacías la corte.
CESÁREO. Sí.
DON PEDRO. ¿Hubo rompimiento?
CESÁREO. Absoluto.770
DON PEDRO. ¿Iniciado por ti?
CESÁREO. Por ella.
DON PEDRO. Al invitarte ahora, quizás deseareanudar...
CESÁREO. No la conoces. Teodolinda no es toda
vanidad:775tiene inteligencia, sentido práctico, que aprendióde los yankees. Conoce bien nuestra desgracia, el abismode descrédito en que hemos caído... Teme el ridículo...Coquetea con sus millones, como otras coquetean consus gracias...780
DON PEDRO. ( Suspirando, con gran desaliento. )Bien... no digo nada.
CESÁREO. Pero con todo... ( Dudando. ) ¿Iré acomer? ( Con resolución súbita. ) Iré. ¿Qué pierdo enello? ( Se levanta. )785
DON PEDRO. Nada pierdes... ¡Y quién sabesi...!
CESÁREO. No, papá: hoy, pensar en eso es un delirio.Podría no serlo... ( Meditabundo. )
DON PEDRO. ¿Cuándo? ¿En qué caso?790
CESÁREO. En el caso de que yo adquiriese la posiciónpolítica que busco, que creo tener ya... casi casien la mano.
DON PEDRO. Entendido. ( Impaciente. ) Vete, hijo,vete. Toma el tren. Por Dios, habla con el Ministro795esta noche, mañana...
CESÁREO. Esta noche sin falta.
DON
PEDRO.
Yo
espero,
tragando
amargura,
sufriendohumillaciones,
devorando
sonrojos.
¿Pero
quéimporta?...800
CESÁREO. ( Echando mano al bolsillo para sacar sucartera. ) Y
a propósito, papá... Tengo muy poco dinero,poquísimo...
DON PEDRO. Pues déjalo para ti, que lo necesitarásmás que nosotros...805
CESÁREO. Tengo lo preciso para llegar a Santamary volverme a Madrid... Pero en Santamar está JacintoMondéjar, que me ha ofrecido prestarme unacantidad...
DON PEDRO. Pues a la vuelta me la darás.810
CESÁREO. ¿De veras podréis pasar...? ( Mostrandola cartera, en ademán de abrirla. )
DON PEDRO. Pasaremos... Más pasó Jesucristo.Adelante, hijo... Por delante siempre tú, el únicoredentor posible de la familia.815
ESCENA XIV
DON PEDRO, CESÁREO, MARÍA; después FILOMENA.
MARÍA. ( Por la d