El Sombrero de Tres Picos-Historia Verdadera de un Sucedido que Anda en Romances Escrita Ahora Tal y Como Pasó by Pedro Antonio de Alarcón - HTML preview

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como una peonza.—Su rostro era más movible

todavía, y, por tanto, menos escultural. Avivábanlo

donosamente hasta cinco hoyuelos: dos en una mejilla;

otro en otra; otro, muy chico, cerca de la comisura 14-25

izquierda de sus rientes labios, y el último, muy grande,

en medio de su redonda barba. Añadid a esto los

picarescos mohines, los graciosos guiños y las variadas

posturas de cabeza que amenizaban su conversación,

y formaréis idea de aquella cara llena de sal 14-30 15

y de hermosura y radiante siempre de salud y alegría.

Ni la señá Frasquita ni el tío Lucas eran andaluces:

ella era navarra y él murciano. Él había ido a la ciudad

de ***, a la edad de quince años, como medio

paje, medio criado del obispo anterior al que entonces 15-5

gobernaba aquella iglesia. Educábalo su protector

para clérigo, y tal vez con esta mira y para que no careciese

de congrua, dejole en su testamento el molino; pero

el tío Lucas, que a la muerte de Su Ilustrísima no estaba

ordenado más que de menores, ahorcó los hábitos en 15-10

aquel punto y hora, y sentó plaza de soldado, más

ganoso de ver mundo y correr aventuras que de decir

misa o de moler trigo.—En 1793 hizo la campaña de

los Pirineos Occidentales, como ordenanza del valiente

General Don Ventura Caro; asistió al asalto de Castillo 15-

15

Piñón, y permaneció luego largo tiempo en las provincias

del Norte, donde tomó la licencia absoluta.—En

Estella conoció a la señá Frasquita, que entonces sólo

se llamaba Frasquita; la enamoró; se casó con ella, y

se la llevó a Andalucía en busca de aquel molino que 15-20

había de verlos tan pacíficos y dichosos durante el resto

de su peregrinación por este valle de lágrimas y risas.

La señá Frasquita, pues, trasladada de Navarra a

aquella soledad, no había adquirido ningún hábito

andaluz, y se diferenciaba mucho de las mujeres 15-25

campesinas de los contornos. Vestía con más sencillez,

desenfado y elegancia que ellas, lavaba más sus carnes,

y permitía al sol y al aire acariciar sus arremangados

brazos y su descubierta garganta. Usaba, hasta cierto

punto, el traje de las señoras de aquella época, el traje 15-

30 16

de las mujeres de Goya, el traje de la reina María Luisa:

si no falda de medio paso, falda de un paso solo,

sumamente

corta, que dejaba ver sus menudos pies y el

arranque de su soberana pierna: llevaba el escote redondo

y bajo, al estilo de Madrid, donde se detuvo dos 16-5

meses con su Lucas al trasladarse de Navarra a Andalucía;

todo el pelo recogido en lo alto de la coronilla,

lo cual dejaba campear la gallardía de su cabeza y de

su cuello; sendas arracadas en las diminutas orejas, y

muchas sortijas en los afilados dedos de sus duras pero 16-

10

limpias manos.—Por último: la voz de la señá Frasquita

tenía todos los tonos del más extenso y melodioso

instrumento, y su carcajada era tan alegre y argentina,

que parecía un repique de Sábado de Gloria.

Retratemos ahora al tío Lucas. 16-15 17

V

UN HOMBRE VISTO POR FUERA Y POR DENTRO

EL tío Lucas era más feo que Picio. Lo había sido

toda su vida, y ya tenía cerca de cuarenta años. Sin

embargo, pocos hombres tan simpáticos y agradables

habrá echado Dios al mundo. Prendado de su viveza,

de su ingenio y de su gracia, el difunto obispo se lo 17-5

pidió a sus padres, que eran pastores, no de almas, sino

de verdaderas ovejas. Muerto Su Ilustrísima, y dejado

que hubo el mozo el seminario por el cuartel, distinguiolo

entre todo su ejército el General Caro, y lo hizo

su ordenanza más íntimo, su verdadero criado de campaña.

17-10

Cumplido, en fin, el empeño militar, fuele tan

fácil al tío Lucas rendir el corazón de la señá Frasquita,

como fácil le había sido captarse el aprecio del general

y del prelado. La navarra, que tenía a la sazón veinte

abriles, y era el ojo derecho de todos los mozos de Estella,

17-15

algunos de ellos bastante ricos, no pudo resistir a

los continuos donaires, a las chistosas ocurrencias, a los

ojillos de enamorado mono y a la bufona y constante

sonrisa, llena de malicia, pero también de dulzura, de

aquel murciano tan atrevido, tan locuaz, tan avisado, 17-20

tan dispuesto, tan valiente y tan gracioso, que acabó

por trastornar el juicio, no sólo a la codiciada beldad,

sino también a su padre y a su madre.

Lucas era en aquel entonces, y seguía siendo en la 18

fecha a que nos referimos, de pequeña estatura (a lo

menos con relación a su mujer), un poco cargado de

espaldas,

muy

moreno,

barbilampiño,

narigón,

orejudo

y

picado de viruelas.—En cambio, su boca era regular y

su dentadura inmejorable. Dijérase que sólo la corteza 18-5

de aquel hombre era tosca y fea; que tan pronto como

empezaba a penetrarse dentro de él aparecían sus

perfecciones,

y

que

estas

perfecciones

principiaban

en

los

dientes. Luego venía la voz, vibrante, elástica, atractiva; 18-

10

varonil y grave algunas veces, dulce y melosa

cuando pedía algo, y siempre difícil de resistir. Llegaba

después lo que aquella voz decía: todo oportuno, discreto,

ingenioso, persuasivo... Y, por último, en el alma

del tío Lucas había valor, lealtad, honradez, sentido 18-15

común, deseo de saber y conocimientos instintivos o

empíricos de muchas cosas, profundo desdén a los

necios, cualquiera que fuese su categoría social, y cierto

espíritu de ironía, de burla y de sarcasmo, que le hacían

pasar, a los ojos del Académico, por un D. Francisco 18-20

de Quevedo en bruto.

Tal era por dentro y por fuera el tío Lucas. 19

VI

HABILIDADES DE LOS DOS CÓNYUGES

AMABA, pues, locamente la señá Frasquita al tío Lucas,

y considerábase la mujer más feliz del mundo al verse

adorada por él. No tenían hijos, según que ya sabemos,

y habíase consagrado cada uno a cuidar y mimar al otro 19-

5

con esmero indecible, pero sin que aquella tierna solicitud

ostentase el carácter sentimental y empalagoso, por

lo zalamero, de casi todos los matrimonios sin sucesión.

Al contrario: tratábanse con una llaneza, una alegría,

una broma y una confianza semejantes a las de aquellos

niños, camaradas de juegos y de diversiones, que se 10-10

quieren con toda el alma sin decírselo jamás, ni darse

a sí mismos cuenta de lo que sienten.

¡Imposible que haya habido sobre la tierra molinero

mejor peinado, mejor vestido, más regalado en la mesa,

rodeado de más comodidades en su casa, que el

tío

10-15

Lucas! ¡Imposible que ninguna molinera ni ninguna

reina haya sido objeto de tantas atenciones, de tantos

agasajos, de tantas finezas como la señá Frasquita!

¡Imposible también que ningún molino haya encerrado

tantas cosas necesarias, útiles, agradables, recreativas y 19-

20

hasta superfluas, como el que va a servir de teatro a

casi toda la presente historia!

Contribuía mucho a ello que la señá Frasquita, la

pulcra, hacendosa, fuerte y saludable navarra, sabía, 20

quería y podía guisar, coser, bordar, barrer, hacer dulces,

lavar, planchar, blanquear la casa, fregar el cobre,

amasar, tejer, hacer media, cantar, bailar, tocar la guitarra

y los palillos, jugar a la brisca y al tute, y otras

muchísimas

cosas

cuya

relación

fuera

interminable.—Y

20-5

contribuía no menos al mismo resultado el que el tío

Lucas sabía, quería y podía dirigir la molienda, cultivar

el campo, cazar, pescar, trabajar de carpintero, de herrero

y de albañil, ayudar a su mujer en todos los quehaceres

de

la

casa,

leer,

escribir,

contar,

etc.,

etc. 20-10

Y esto sin hacer mención de los ramos de lujo, o sea

de sus habilidades extraordinarias...

Por ejemplo: el tío Lucas adoraba las flores (lo mismo

que su mujer), y era floricultor tan consumado, que

había conseguido producir ejemplares nuevos, por medio

20-15

de laboriosas combinaciones. Tenía algo de ingeniero

natural, y lo había demostrado construyendo una presa,

un sifón y un acueducto que triplicaron el agua del

molino. Había enseñado a bailar a un perro, domesticado

una culebra, y hecho que un loro diese la hora por 20-20

medio de gritos, según las iba marcando un reloj de sol

que el molinero había trazado en una pared; de cuyas

resultas el loro daba ya la hora con toda precisión, hasta

en los días nublados y durante la noche.

Finalmente: en el molino había una huerta que producía

20-25

toda clase de frutas y legumbres; un estanque encerrado

en una especie de kiosko de jazmines, donde se bañaban

en verano el tío Lucas y la señá Frasquita, un jardín;

una estufa o invernadero para las plantas exóticas; una

fuente de agua potable; dos burras, en que el

matrimonio

20-30 21

iba a la Ciudad o a los pueblos de las cercanías;

gallinero, palomar, pajarera, criadero de peces; criadero

de gusanos de seda; colmenas, cuyas abejas libaban en

los jazmines; jaraiz o lagar, con su bodega correspondiente,

ambas cosas en miniatura; horno, telar, fragua, 21-5

taller de carpintería, etc., etc.; todo ello reducido a una

casa de ocho habitaciones y a dos fanegas de tierra, y

tasado en la cantidad de diez mil reales. 22

VII

EL FONDO DE LA FELICIDAD

ADORÁBANSE, sí, locamente el molinero y la molinera,

y aun se hubiera creído que ella lo quería más a él que

él a ella, no obstante ser él tan feo y ella tan hermosa.

Dígolo porque la señá Frasquita solía tener celos y

pedirle cuentas al tío Lucas cuando éste tardaba mucho 22-5

en regresar de la Ciudad o de los pueblos adonde iba

por grano, mientras que el tío Lucas veía hasta con

gusto las atenciones de que era objeto la señá Frasquita

por parte de los señores que frecuentaban el molino;

se ufanaba y regocijaba de que a todos les agradase 22-10

tanto como a él: y, aunque comprendía que en el fondo

del corazón se la envidiaban algunos de ellos, la codiciaban

como simples mortales y hubieran dado cualquier

cosa porque fuese menos mujer de bien, la dejaba sola

días enteros sin el menor cuidado, y nunca le preguntaba

22-15

luego qué había hecho ni quién había estado allí

durante su ausencia...

No consistía aquello, sin embargo, en que el amor

del tío Lucas fuese menos vivo que el de la señá Frasquita.

Consistía en que él tenía más confianza en la 22-20

virtud de ella que ella en la de él; consistía en que él la

aventajaba en penetración, y sabía hasta qué punto era

amado y cuánto se respetaba su mujer a sí misma; y

consistía principalmente en que el tío Lucas era todo 23

un hombre: un hombre como el de Shakespeare, de

pocos e indivisibles sentimientos; incapaz de dudas;

que creía o moría; que amaba o mataba; que no

admitía gradación ni tránsito entre la suprema felicidad

y el exterminio de su dicha. 23-5

Era, en fin, un Otelo de Murcia, con alpargatas y

montera, en el primer acto de una tragedia posible...

Pero ¿a qué estas notas lúgubres en una tonadilla tan

alegre? ¿A qué estos relámpagos fatídicos en una atmósfera

tan serena? ¿A qué estas actitudes melodramáticas 23-10

en un cuadro de género?

Vais a saberlo inmediatamente. 24

VIII

EL HOMBRE DEL SOMBRERO DE TRES PICOS

ERAN las dos de una tarde de Octubre.

El esquilón de la Catedral tocaba a vísperas,—lo

cual equivale a decir que ya habían comido todas las

personas principales de la ciudad.

Los canónigos se dirigían al coro, y los seglares a 24-5

sus alcobas a dormir la siesta, sobre todo aquellos que,

por razón de oficio, v. gr., las autoridades, habían pasado

la mañana entera trabajando.

Era, pues, muy de extrañar que a aquella hora, impropia

además para dar un paseo, pues todavía hacía 24-10

demasiado calor, saliese de la Ciudad, a pie, y seguido

de un solo alguacil, el ilustre señor Corregidor de la

misma,—a

quien

no

podía

confundirse

con

ninguna

otra

persona ni de día ni de noche, así por la enormidad de

su sombrero de tres picos y por lo vistoso de su capa 24-15

de grana, como por lo particularísimo de su grotesco

donaire...

De la capa de grana y del sombrero de tres picos, son

muchas todavía las personas que pudieran hablar con

pleno conocimiento de causa. Nosotros, entre ellas, 24-20

lo mismo que todos los nacidos en aquella ciudad en

las postrimerías del reinado del Señor Don Fernando

VII, recordamos haber visto colgados de un clavo,

único adorno de desmantelada pared, en la ruinosa 25

torre de la casa que habitó Su Señoría (torre destinada

a la sazón a los infantiles juegos de sus nietos), aquellas

dos anticuadas prendas, aquella capa y aquel sombrero,—el

negro sombrero encima, y la roja capa debajo,—formando

una especie de espectro del absolutismo; una 25-5

especie de sudario del Corregidor, una especie de

caricatura

retrospectiva de su poder, pintada con carbón y

almagre,

como

tantas

otras,

por

los

párvulos

constitucionales

de

la

de

1837

que

allí

nos

reuníamos;

una

especie, en fin, de espantapájaros, que en otro tiempo 25-10

había sido espanta-hombres, y que hoy me da miedo de

haber contribuido a escarnecer, paseándolo por aquella

histórica ciudad, en días de carnestolendas, en lo alto

de un deshollinador, o sirviendo de disfraz irrisorio al

idiota que más hacía reír a la plebe...—¡Pobre 25-15

principio de autoridad! ¡Así te hemos puesto los mismos

que hoy te invocamos tanto!

En cuanto al indicado grotesco donaire del señor

Corregidor, consistía (dicen) en que era cargado de

espaldas..., todavía más cargado de espaldas que el 25-20

tío Lucas..., casi jorobado, por decirlo de una vez;

de estatura menos que mediana; endeblillo; de mala

salud; con las piernas arqueadas y una manera de andar

sui generis (balanceándose de un lado a otro y de

atrás hacia adelante), que sólo se puede describir con 25-25

la absurda fórmula de que parecía cojo de los dos pies.—

En

cambio (añade la tradición), su rostro era regular,

aunque ya bastante arrugado por la falta absoluta de

dientes y muelas; moreno verdoso, como el de casi

todos los hijos de las Castillas; con grandes ojos obscuros,

25-30 26

en que relampagueaban la cólera, el despotismo

y la lujuria; con finas y traviesas facciones, que no

tenían la expresión del valor personal, pero sí la de

una malicia artera capaz de todo, y con cierto aire de

satisfacción, medio aristocrático, medio libertino, que 26-5

revelaba que aquel hombre habría sido, en su remota

juventud, muy agradable y acepto a las mujeres, no

obstante sus piernas y su joroba.

D. Eugenio de Zúñiga y Ponce de León (que así se

llamaba Su Señoría) había nacido en Madrid, de familia 26-

10

ilustre; frisaría a la sazón en los cincuenta y cinco

años, y llevaba cuatro de corregidor en la ciudad de que

tratamos, donde se casó, a poco de llegar, con la

principalísima

señora que diremos más adelante.

Las medias de D. Eugenio (única parte que, además 26-15

de los zapatos, dejaba ver de su vestido la extensísima

capa de grana) eran blancas, y los zapatos negros, con

hebilla de oro. Pero luego que el calor del campo lo

obligó a desembozarse, vídose que llevaba gran corbata

de batista; chupa de sarga de color de tórtola, muy 26-20

festoneada de ramillos verdes, bordados de realce; calzón

corto, negro, de seda; una enorme casaca de la

misma estofa que la chupa; espadín con guarnición de

acero; bastón con borlas, y un respetable par de guantes

(o quirotecas) de gamuza pajiza, que no se ponía nunca 26-

25

y que empuñaba a guisa de cetro.

El alguacil, que seguía a veinte pasos de distancia al

señor Corregidor, se llamaba Garduña, y era la propia

estampa de su nombre.—Flaco, agilísimo; mirando

adelante y atrás y a derecha e izquierda al propio tiempo 26-

30 27

que andaba; de largo cuello; de diminuto y repugnante

rostro, y con dos manos como dos manojos de disciplinas,

parecía juntamente un hurón en busca de criminales,

la cuerda que había de atarlos, y el instrumento destinado

a su castigo. 27-5

El primer corregidor que le echó la vista encima,

le dijo sin más informes: « Tú serás mi verdadero

alguacil... »—Y ya lo había sido de cuatro corregidores.

Tenía cuarenta y ocho años, y llevaba sombrero de 27-10

tres picos, mucho más pequeño que el de su señor (pues

repetimos que el de éste era descomunal), capa negra

como las medias y todo el traje, bastón sin borlas, y una

especie de asador por espada.

Aquel espantajo negro parecía la sombra de su vistoso 27-

15

amo. 28

IX

¡ARRE, BURRA!

POR dondequiera que pasaban el personaje y su

apéndice, los labradores dejaban sus faenas y se descubrían

hasta

los

pies,

con

más

miedo

que

respeto;

después de lo cual se decían en voz baja:

—¡Temprano va esta tarde el señor Corregidor a ver 28-5

a la señá Frasquita!

—¡Temprano... y solo!—añadían algunos, acostumbrados

a verlo siempre dar aquel paseo en compañía

de otras varias personas.

—Oye, tú, Manuel: ¿por qué irá solo esta tarde el 28-10

señor Corregidor a ver a la navarra?—le preguntó una

lugareña a su marido, el cual la llevaba a grupas en la

bestia.

Y, al mismo tiempo que la pregunta, le hizo cosquillas,

por vía de retintín. 28-15

—¡No seas mal pensada, Josefa! (exclamó el buen

hombre). La señá Frasquita es incapaz...

—No digo yo lo contrario... Pero el Corregidor no

es por eso incapaz de estar enamorado de ella... Yo he

oído decir que, de todos los que van a las francachelas 28-20

del molino, el único que lleva mal fin es ese madrileño

tan aficionado a faldas...

—¿Y qué sabes tú si es o no aficionado a faldas?—

preguntó

a su vez el marido. 29

—No lo digo por mí...¡Ya se hubiera guardado,

por más corregidor que sea, de decirme los ojos tienes

negros!

La que así hablaba era fea en grado superlativo.

—Pues mira, hija, ¡allá ellos! (replicó el llamado 29-5

Manuel). Yo no creo al tío Lucas hombre de

consentir...¡Bonito

genio

tiene

el

tío

Lucas

cuando

se

enfada!...

—Pero, en fin, ¡si ve que le conviene!...—añadió

la tía Josefa, retorciendo el hocico. 29-10

—El tío Lucas es hombre de bien...(repuso el

lugareño); y a un hombre de bien nunca pueden convenirle

ciertas cosas...

—Pues entonces, tienes razón...¡Allá ellos!—¡Si

yo fuera la señá Frasquita!... 29-15

—¡Arre, burra!—gritó el marido, para mudar la

conversación.

Y la burra salió al trote; con lo que no pudo oírse

el resto del diálogo. 30

X

DESDE LA PARRA

MIENTRAS así discurrían los labriegos que saludaban

al señor Corregidor, la señá Frasquita regaba y barría

cuidadosamente la plazoletilla empedrada que servía de

atrio o compás al molino, y colocaba media docena de

sillas debajo de lo más espeso del emparrado, en el cual 30-

5

estaba subido