Filosofía Fundamental, Tomo III by Padre Jaime Luciano Balmes - HTML preview

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[113.] Aquel sentimiento grave, profundo, calmoso, que se apodera denosotros en ocasiones semejantes, nada tiene de relativo á objetosindividuales: es una expansion del alma que se abre al contacto de lanaturaleza, como la flor de la mañana á los rayos del sol; es unaatraccion divina con que el Autor de todo lo criado nos levanta de estemonton de polvo en que nos arrastramos por breves días. Así se armonizanel entendimiento y el corazon; así este presiente lo que aquel conoce;así se nos avisa por diferentes caminos que no creamos limitado elejercicio de nuestras facultades á la estrecha órbita que se nos haconcedido sobre la tierra: guardémonos de helar el corazon con el friode la insensibilidad, y de apagar la antorcha del entendimiento con eldesolante soplo del escepticismo.{103}

CAPÍTULO XIX.

ELEMENTOS Y VARIEDAD DE CARACTÉRES DE LA REPRESENTACION

SENSIBLE.

[114.] Examinemos ahora cuáles son los elementos primitivos de lascombinaciones de nuestro espíritu, empezando por los sensibles. En todoacto de sensibilidad representativa, entra la extension: sin ella nadase nos representa, y las sensaciones se reducen á meras afecciones delalma, sin relacion á ningun objeto.

[115.] La extension por sí sola, prescindiendo de su limitabilidad, nose presta á ninguna combinacion: solo ofrece una representacion vaga,indefinida, inmensa, de la cual nada resulta distinto de ella misma.Pero si con la extension se combina la limitabilidad, resulta lafigurabilidad, es decir el campo infinito por el cual se explaya laciencia geométrica.

[116.] Extension, limitable, hé aquí los dos elementos de la intuicionsensible. Estos elementos pueden ofrecérsenos de dos maneras: ó bienligados á sensaciones que nos presentan objetos determinados; ó biencomo producciones de nuestra actividad interna. Si miro el disco de laluna, tengo una intuicion de la primera clase; y si queriendo considerarlas propiedades de un círculo,

{104}produzco su representacion en miinterior, esta será de la segunda clase.

[117.] Esa actividad interior, con que producimos á nuestra voluntad ycapricho, un número indefinido de representaciones, con indefinidavariedad de formas, es un fenómeno importante en que conviene fijar laatencion. Él nos manifiesta que la actividad productiva no está limitadaal órden intelectual puro, pues que la vemos en él sensible; y nó comoquiera, sino desplegada en una escala infinita. Una recta podemosprolongarla hasta lo infinito; á su lado en un mismo plano, podemostirar otras infinitas; la variedad de ángulos en que podemos considerarla posicion de varias rectas, se extiende hasta lo infinito: de suerteque con solas líneas rectas, la actividad productiva en el órden de lasensibilidad no conoce ningun límite. Si apartándonos de la direccionrecta nos fijamos en las curvas, sus combinaciones en tamaño, ennaturaleza, en respectiva posicion, en relaciones con ejes determinados,son tambien infinitas: de suerte que sin salir

del

órden

sensible,encontramos

en

nosotros

una

fuerza

productiva

de

infinitasrepresentaciones, no habiendo menester otros elementos que la extensionterminable ó figurable.

[118.] La facultad representativa sensible se desenvuelve unas veces porla presencia de un objeto; otras, espontáneamente, sin ningunadependencia de la voluntad; y otras por fin, á consecuencia de un actolibre. No es de este lugar {105}el exámen del modo con que el fenómeno de larepresentacion está ligado con las afecciones de los órganos corpóreos;por ahora, solo me propongo consignar y explicar los hechos en la esferaideológica, prescindiendo absolutamente de su aspecto fisiológico.

Entre las representaciones sensibles arriba clasificadas, y quepodríamos llamar pasivas, espontáneas y libres, hay diferenciasnotables que conviene observar.

[119.] La representacion pasiva es dada al alma, independientemente desu actividad. Al estar en presencia de un objeto, con los ojos abiertosnos es imposible no verle: y aun el no verle de cierta manera, en noalterando el punto de vista ú otras condiciones de la vision. Por estacausa, parece que en el ejercicio de sus sentidos el alma está puramentepasiva; pues que sus representaciones dependen necesariamente de lascondiciones á que están sujetos sus órganos corpóreos en relacion conlos objetos.

[120.] La representacion espontánea, ó sea la facultad productiva derepresentaciones sensibles obrando independientemente de los objetosexternos y de la voluntad, parece tambien tener algo de pasiva, y que suejercicio depende de las afecciones orgánicas. Así parece indicarlo elque estas representaciones suelen existir sin ningun órden, ó á lo mas,con el que han tenido en otro tiempo, si son recuerdos de sensacionesanteriores. Nótase tambien que algunas veces se {106}nos ofrecen estasrepresentaciones, no obstante los esfuerzos de la voluntad pordisiparlas y olvidarlas; algunas son tan tenaces, que triunfan por muchotiempo de toda la resistencia del libre albedrío.

Este fenómeno no es fácil explicarlo, sino apelando á causas orgánicasque en determinadas ocasiones, producen en el alma el mismo efecto quelas impresiones de los sentidos externos. Lo cierto es que en algunoscasos la representacion interna llega á tal punto de viveza, que elsujeto la confunde con las impresiones de los sentidos; lo que tampocopuede explicarse sino diciendo que la afeccion orgánica interior hallegado á ser tan fuerte, que ha equivalido á la que hubiera podidocausar la impresion de un objeto obrando sobre el órgano externo.

[121.] En esa produccion espontánea es de notar, que lasrepresentaciones no siempre corresponden á otras recibidasanteriormente; sino que se descubre en ellas una fuerza de combinacionde donde resultan objetos imaginarios enteramente nuevos. Estacombinacion á veces se ejerce de una manera completamente ciega; en cuyocaso solo resultan productos extravagantes; pero otras veces laactividad, sometida á ciertas condiciones independientemente del librealbedrío, produce objetos artísticos bellos ó sublimes.

El genio no es otra cosa que la espontaneidad de la imaginacion y delsentimiento, que se desenvuelven con subordinacion á las condiciones {107}delo bello. Los artistas no dotados de genio, no carecen de fuerza devoluntad para producir las obras del genio; tampoco están destituidos deimaginacion para reproducir el objeto bello cuando se les ha presentado;no les faltan discernimiento y gusto para distinguir y admirar losobjetos bellos, ni ignoran las reglas del arte, y cuanto se puede deciren explicacion del carácter de la belleza; lo que les falta es laespontaneidad instintivamente bella; esa espontaneidad que sedesenvuelve misteriosamente en los mas recónditos senos del alma, quelejos de estar pendiente de la libre voluntad de su posesor, le dirige yle señorea, persiguiéndole en el sueño como en la vigilia, en ladiversion como en las ocupaciones, y que consume frecuentemente laexistencia del hombre privilegiado, cual un fuego violento rompe lasparedes del frágil vaso en que se le encierra.

[122.] La produccion libre se verifica cuando las representaciones senos ofrecen por imperio de nuestra voluntad, y bajo las condiciones queesta prescribe, lo que sucede en las construcciones del arte, y en lascombinaciones de figuras que sirven de objeto á la ciencia geométrica.

[123.] Esta construccion à priori, no puede referirse á un tipoexistente en nuestra imaginacion; porque en tal caso, como este tiposeria la misma representacion sensible, no habria necesidad deconstruirla. ¿Cómo es posible, pues, que se construya una representacionde la cual no

{108}tenemos imágen? no basta el que poseamos los elementos,es decir, la extension figurable, pues que con estos se pueden construirinfinitas figuras; luego se necesita algo que pueda servir de norma paraque resulte la representacion deseada.

Para la inteligencia de esto conviene observar que las intuicionessensibles están ligadas á conceptos generales, con cuyo auxilio sepueden reconstruir. Aunque en la actualidad no se me ofrezca larepresentacion sensible de una figura cualquiera, por ejemplo, unhexágono regular, me basta el concepto formado de las ideas, línea,seis, é igualdad de ángulos, para que pueda producir en mi interior larepresentacion sensible del hexágono, y construirla en lo interior si lonecesito. Por donde se echa de ver que la actividad libre productiva derepresentaciones sensibles determinadas, se funda en conceptos generalesque aunque independientes de la sensibilidad, se refieren á ella de unmodo indeterminado. De esto resulta tambien que el entendimiento puedeconcebirlo sensible indeterminadamente, conservando las condiciones áque están sujetos en sus respectivos casos los elementos suministradospor la sensibilidad, sin que el acto intelectual se refiera á ningunaintuicion determinada.

[124.] Analizando el objeto de estos conceptos generales, referidos á laintuicion sensible, considerada tambien en general, parece que en ellosel entendimiento se ocupa de cosas que no se le {109}ofrecen distintamente,y que solo tiene vinculadas en algunos signos; con la seguridad emperode que le es posible desenvolver lo que en estos se encierra, ycontemplarlo con entera claridad.

CAPÍTULO XX.

SI HAY REPRESENTACIONES INTERMEDIAS ENTRE LA INTUICION

SENSIBLE Y ELACTO INTELECTUAL.

[125.] Ocurre aquí la cuestion de si es necesario que el entendimiento,para recibir las relaciones geométricas ofrecidas en la intuicionsensible, posea algunas representaciones intermedias que le pongan encontacto con el órden sensible (V. cap. VI). A primera vista parece queen efecto hay la indicada necesidad; puesto que siendo el entendimientouna facultad no sensitiva, no pueden ser su objeto inmediato loselementos sensibles. Pero bien examinada la materia, parece mas probableque no hay necesidad de ningun intermedio; excepto un signo que sirva deenlace á los elementos sensibles, y con cuyo auxilio se encuentre elpunto donde se han de reunir, y las condiciones á que se han de sujetar.Como este signo será una palabra, ú otra cosa cualquiera, capaz de serrepresentada sensiblemente, su mediacion tampoco resolveria la{110}dificultad; pues que siempre quedaria la cuestion de cómo elentendimiento se pone en comunicacion con el signo sensible.

La dificultad propuesta dimana de que se consideran las facultades delalma, no solo como distintas, sino tambien como separadas, ejerciendocada cual sus funciones en una esfera propia, exclusiva, enteramenteaislada de la esfera de las demás. Este modo de considerar lasfacultades del alma, aunque favorable á la clasificacion de lasoperaciones, no está de acuerdo con la enseñanza de la experiencia.

No puede negarse que observamos en nuestro interior afecciones,operaciones muy diferentes entre sí, que nacen de distintos objetos, yproducen resultados tambien muy diferentes; esto induce á establecerdistincion de facultades, y á separar en cierto modo sus funciones, paraque no se mezclen y confundan. Pero tampoco cabe duda en que todas lasoperaciones y afecciones del alma, se ligan en un centro comun, como loatestigua la conciencia. Sea lo que fuere de la distincion de lasfacultades entre sí, lo cierto es que la conciencia nos atestigua que esuno mismo el ser que piensa, el que siente, el que quiere, el que hace óel que padece; lo cierto es que esa misma conciencia nos atestigua laíntima comunicacion en que se hallan todas las operaciones del alma.Instantáneamente

reflexionamos

sobre

la

impresion

sentida,instantáneamente

experimentamos una sensacion agradable ó ingrata {111}áconsecuencia de una reflexion que nos ocurre; pensamos sobre lavoluntad; queremos ó rechazamos el objeto del pensamiento; hay dentro denosotros un hervidero, por decirlo así, de fenómenos de diferentesclases, que se enlazan, se modifican, se producen, se reproducen,influyendo recíprocamente los unos sobre los otros en comunicacionincesante. De todos tenemos conciencia, todos se hallan en un campocomun, en ese yo, que los experimenta. ¿Qué necesidad hay pues, defingir seres intermedios para poner en comunicacion las facultades delalma? ¿por qué esta con su actividad llamada entendimiento, no podráocuparse inmediatamente de las afecciones y representaciones sensibles,y de cuanto halla en su conciencia? Supuesto que esa conciencia, en suindivisible unidad, comprende toda la variedad de los fenómenosinternos, no alcanzo por qué la actividad intelectual del alma no podriareferirse á todo cuanto ella encierra de activo ó de receptivo; sin quesea necesario fingir especies que sirvan como de correos para comunicará unas facultades lo que está sucediendo en las otras.

[126.] El entendimiento agente de los aristotélicos, admisible enbuena filosofía en cuanto significa una actividad del alma aplicada álas representaciones sensibles, no lo parece tanto, si se le suponeproductor de nuevas representaciones distintas del acto mismointelectual. El entender es todo actividad; la receptividad del alma notiene {112}en ello mas parte que el proporcionar los materiales: losconceptos elaborados en presencia de dichos materiales no parecen serotra cosa que el ejercicio de esa misma actividad, sujeta de una parte álas condiciones entrañadas por la cosa entendida, y subordinada por otrolado á las condiciones generales de toda inteligencia.

[127.] No quiero decir que el acto intelectual no se refiera á ningunobjeto: reemplazo la idea por otros actos del alma, ó por afecciones órepresentaciones de cualquiera clase, sean activas ó pasivas. Ahora, sise me pregunta, por ejemplo, cuál es el objeto inmediato del actointelectual perceptivo de una intuicion sensible determinada, diré quees esta misma intuicion. Si se insiste en la dificultad de explicar launion de cosas tan diferentes, replicaré 1.º que esta union existe en launidad de la conciencia, como el sentido íntimo lo atestigua; 2.º que lamisma dificultad objetada, milita contra los que pretenden que elentendimiento elabora una especie inteligible, sacándola de la mismaintuicion sensible; pudiéndose preguntarles cómo el entendimiento, paraelaborar su especie inteligible, se pone en contacto con dichaintuicion. Si este contacto inmediato es imposible en un caso, lo serátambien en otro; y si admiten la posibilidad para el suyo, no podránnegarla para el nuestro.

Cuando el entendimiento no se refiera á ninguna intuicion determinada, ysí únicamente á intuiciones sensibles en general, su objeto {113}inmediatoes la posibilidad de ellas tambien en general, con sujecion á lascondiciones del objeto, considerado en general, y á las de todainteligencia: entre las cuales figura como la primera, el principio decontradiccion.

CAPÍTULO XXI.

IDEAS INDETERMINADAS Y DETERMINADAS.

[128.] A mas de los actos intelectuales que se refieren á objetossensibles en general, debemos admitir otros, so pena de caer en elsensualismo, limitando el entendimiento á la percepcion y combinacion delos objetos que le ofrece la sensibilidad. En este caso ¿cuál es elobjeto del acto intelectual? Hé aquí una cuestion tan difícil comointeresante.

[129.] El entendimiento puro puede ejercer sus funciones por ideasdeterminadas ó indeterminadas: esto es, por ideas que encierren algodeterminado, realizable en un ser que se ofrece, ó puede ofrecerse ánuestra percepcion; ó por ideas que representen relaciones generales,sin aplicacion á ningun objeto. Es preciso no confundir las ideasgenerales con las indeterminadas, ni las particulares con lasdeterminadas. Toda idea indeterminada es general: pero nó viceversa; la{114}idea de ser, es general é indeterminada; la idea de inteligencia, esgeneral, pero determinada. La idea particular se refiere á un individuo;la determinada, á una propiedad; y no deja de ser determinada porprescindirse en ella de toda relacion á un individuo existente. Estadistincion da lugar á consideraciones de la mayor trascendencia.

[130.] Parece que el principal objeto del entendimiento, cuando procedepor conceptos indeterminados, es el ser, en su mayor universalidad.Esta es la idea matriz, fundamental, en cuyo alrededor se agolpan yordenan todas las otras. De la idea del ser brota el principio decontradiccion con sus infinitas aplicaciones á toda clase de objetos; deella dimanan tambien las de substancia y accidente, de causa y efecto,de necesario y contingente, y cuantas se encierran en la cienciaontológica, que por esta razon se ha llamado ontología, ó ciencia delente.

[131.] En estos conocimientos, que expresan las relaciones generales detodos los seres, no se contiene nada característico, mientras no salende su esfera puramente metafísica, y no descienden al campo de larealidad.

Para que podamos concebir un ser real, es necesario que se nos presentecon alguna propiedad.

Ser y no ser, substancia y accidente, causa yefecto, son ideas sumamente fecundas, cuando se las combina con algunacosa positiva; pero tomadas en general, sin añadirles nada que las{115}determine, no nos presentan un objeto existente ni aun posible.

[132.] Ser, ¿qué nos ofrece esta idea? la de una cosa en abstracto;pero si queremos concebir que esta cosa existe, ó es posible,necesitamos pensar que esta cosa es algo con propiedadescaracterísticas. Tan pronto como se nos habla de una cosa que existe,buscamos instintivamente qué es, cuál es su naturaleza. Dios es el serpor esencia, es el mismo ser infinito; pero nada representaria á nuestroespíritu, si no lo concibiéramos no solo como ser, sino tambien como serinteligente, activo, libre, y con las demás perfecciones de su esenciainfinita.

[133.] La idea de substancia nos ofrece la de un ser permanente, que noestá inherente á otro, á manera de modificacion. Esta idea, tomada en sugeneralidad, sin mas determinacion que la que añade á la idea de ser, lade subsistente, tampoco nos ofrece nada real, ni realizable. Para queuna substancia exista, ó sea posible, no basta la permanencia engeneral, la subsistencia por sí misma, la no inherencia á un sujeto; espreciso además alguna nota característica, algun atributo; comocorpóreo, inteligente, libre, ú otro cualquiera, que determine la ideageneral de substancia.

[134.] Lo propio se puede decir de la idea de causa ó actividadproductora. Una cosa activa en general nada nos ofrece real ni posible.Para concebir una actividad existente, necesitamos

{116}referirnos á unaactividad determinada: no nos basta la idea de hacer ó poder hacer, engeneral; es preciso que nos representemos la accion ejerciéndose de taló cual modo, refiriéndose á objetos determinados, produciendo, nó seresen general, sino seres con sus atributos característicos. Es verdad queno necesitamos saber cuáles son esos atributos; pero sí necesitamossaber que existen con sus determinaciones. La causa mas universal queconcebimos, es la primera, la infinita, Dios: sin embargo no laconcebimos como causa en abstracto, ateniéndonos á la simple idea deactividad productiva; sino que añadimos á la idea general de causa, lasde inteligencia y voluntad libre. Cuando decimos que Dios es omnipotenteextendemos su poder á una esfera infinita: no conocemos los atributoscaracterísticos de todos los seres que pueden ser criados por aquellaactividad infinita; pero estamos seguros de que todo ser existente óposible, tiene una naturaleza determinada; y no concebimos que pueda serproducido un ser, que no sea mas que ser, sin ninguna determinacion.

[135.] Esta determinacion, indispensable para concebir la existencia óla posibilidad de un ser, no la encontramos en las ideas indeterminadas,y necesitamos tomarla de la experiencia; por cuya razon, si nuestroentendimiento estuviese limitado á la combinacion de las relaciones quese le ofrecen en los conceptos indeterminados, se hallaria condenado áuna ciencia completamente estéril.{117} Ya hemos visto (Cap. XIV) que laabsoluta incomunicacion del órden ideal con el real, es imposible, en nodestituyendo al ser inteligente de toda conciencia de sí propio; pero espreciso no contentarnos con saber que existe semejante comunicacion,procurando averiguar, en qué puntos se verifica, y hasta dónde seextiende.

[136.] Antes de pasar á dicha investigacion, quiero hacer notar que ladoctrina expuesta en este capítulo no debe confundirse con la delcapítulo XIV. Allí se manifiesta que las ideas generales por sí solas,tienen un valor puramente hipotético, y que no conducen á nada real, enno combinando con ellas algun dato positivo, suministrado por laexperiencia; aquí he probado que las ideas indeterminadas de ser,substancia y causa, por sí solas, no bastan á hacernos concebir nadaexistente ni aun posible, si no van acompañadas de alguna ideadeterminada, que dé un carácter á la idea general; allí se daba á lasideas generales un valor hipotético, con respecto á la existencia, aquíse afirma la necesidad de acompañar las ideas indeterminadas, con algunapropiedad que las haga capaces de constituir una esencia, siquiera en elórden posible.

Estas son cosas muy diferentes que importa no confundir,para lo cual es necesario no olvidar la distincion entre las ideasgenerales y las indeterminadas, y entre las particulares y lasdeterminadas[129].{118}

CAPÍTULO XXII.

LÍMITES DE NUESTRA INTUICION.

[137.] Si podemos señalar los límites del campo de la experiencia, ydeterminar exactamente cuanto en ellos se encierra, habremos determinadotambien los atributos característicos con que un ser puedepresentársenos como existente ó posible.

[138.] Sensibilidad pasiva, sensibilidad activa, inteligencia, voluntad,hé aquí, si no me engaño, todo cuanto se contiene en nuestraexperiencia, y hé aquí por qué nos es imposible concebir ningun

atributocaracterístico

de

un

ser,

fuera

de

los

cuatro

indicados.

Examinémoslosseparadamente y con detencion, puesto que así lo exige la importancia delos resultados que consigo trae el hacer bien este deslinde.

[139.] Sensibilidad pasiva. Por este atributo entiendo la forma bajo lacual se nos presentan los seres que llamamos cuerpos. Como ya llevoexplicado en distintos lugares, esa forma se reduce á extensionterminada ó figurada.

Que este atributo encierra una verdadera determinacion, no puedenegarse: para nosotros nada mas determinado que esos objetos que sepresentan á nuestros sentidos, con extension y

{119}figura, y demáspropiedades anejas á esos atributos fundamentales. El movimiento y laimpenetrabilidad, son determinaciones que acompañan á la extension, ómas bien son relaciones de la misma extension. Para nosotros elmovimiento es la alteracion de las situaciones de un cuerpo en elespacio, ó sea la alteracion de las posiciones de la extension de uncuerpo, con respecto á la extension del espacio. La impenetrabilidad esla recíproca exclusion de dos extensiones: las ideas de sólido ylíquido, duro y blando, y otras semejantes, expresan relaciones de laextension de un cuerpo, con respecto á admitir, con mas ó menosresistencia, la extension de otro en un mismo lugar.

Nada importan aquí las cuestiones sobre la naturaleza de la extension;bástanos el que sea para nosotros un objeto determinado, que se nosofrece en intuicion clarísima. El atributo de la sensibilidad pasiva hasido considerado siempre como una de las determinaciones mascaracterísticas; y de aquí es el haber entrado como una clasificacionfundamental en la escala de los seres. Tanto en las escuelas como en ellenguaje comun, son vulgares las divisiones de corpóreo é incorpóreo,material é inmaterial, sensible é insensible; y es fácil notar que laspalabras corpóreo, material, sensible, aunque no enteramente sinónimasbajo ciertos aspectos, se las suele tomar como tales, en cuanto expresanuna especie de seres que tienen por propiedad característica esas formas{120}bajo las cuales se ofrecen á nuestros sentidos.

[140.] La sensibilidad activa es la facultad de sentir. Esta es paranosotros objeto de experiencia inmediata; pues que la tenemos ennosotros mismos. Con esa presencia clarísima de los actos sensitivos,concebimos muy bien lo que es el sentir en los sujetos distintos denosotros; aunque no tengamos conciencia de lo que pasa en otro sujetosensitivo cuando ve, sabemos muy bien lo que es el ver: es en los demáslo que en nosotros: en la conciencia propia, está retratada la ajena.Cuando se nos habla de un ser sensitivo, sabemos muy bien de qué setrata, y nó por medio de una idea vaga, sino determinada perfectamente.Al ofrecerse la cuestion de si son posibles otros sentidos, entonces laidea del ser dotado de ellos, pierde un tanto de su determinacion;nuestro entendimiento no tiene intuicion de lo que aquel seria; discurresobre la realidad ó la posibilidad por medio de conceptos generales.

[141.] La inteligencia, ó bien la fuerza de concebir y combinarindependientemente del órden sensible, es otro dato suministrado por laexperiencia propia. Como que este es un hecho de conciencia, no leconocemos por ideas abstractas, sino por intuicion: es el ejercicio deuna actividad que sentimos en nosotros, en ese yo que somos nosotrosmismos; esa actividad está presente para nosotros de un modo tan íntimo,que si alguna dificultad tenemos en percibirla, es á causa {121}de su mismaunion, de su identidad con el sujeto que la ha de percibir.

La idea de la inteligencia no es para nosotros indeterminada sinointuitiva, puesto que ofrece un objeto dado inmediatamente á nuestrapercepcion en el fondo del alma. Cuando hablamos de inteligencia,tenemos fija la vista en lo que pasa dentro de nosotros: la mayor ómenor perfeccion en la escala de los seres inteligentes, la vemosretratada en la gradacion de conocimientos que experimentamos ennosotros; y cuando queremos concebir una inteligencia mucho mayor,agrandamos, perfeccionamos el tipo que hemos encontrado en nosotros; dela propia suerte que para representarnos objetos sensibles mas grandes,mas perfectos, mas hermosos, que los que tenemos á la vista, no salimosde la esfera de la sensibilidad, sino que nos valemos de los mismoselementos que ella nos suministra, agrandándolos y embelleciéndolos paraque lleguen al tipo ideal preconcebido en nuestra imaginacion.

[142.] La voluntad, compañera inseparable de la inteligencia, y que nopuede existir sin ella, es sin embargo una facultad muy diferente de lamisma; porque ofrece á nuestra intuicion una serie de fenómenos muydiversos de los intelectuales. Entender no es querer; se puede entenderuna cosa sin quererla; con el mismo acto de inteligencia en variostiempos, ó en distintos sujetos, pueden enlazarse actos de la voluntad,{122}no solo diferentes sino contradictorios: querer y no querer, ó seainclinacion y aversion.

El conocimiento de esta serie de fenómenos que llamamos actos devoluntad, no es un conocimiento general, sino particular; nó abstracto,sino intuitivo. ¿Quién necesita abstraer, ni discurrir, para tenerconciencia de que quiere ó no quiere, de que ama ó aborrece?

Esteconocimiento es intuitivo en lo tocante á los actos de nuestra voluntad;y con respecto á la de los demás, aunque no tenemos una intuicioninmediata, conocemos perfectamente lo que pasa en ellos, viéndolo encierto modo retratado en lo que experimentamos en nosotros. Cuando senos habla de actos de voluntad ajena ¿tenemos por ventura ningunadificultad en concebir el objeto de que se trata? ¿necesitamos procederdiscursivamente por ideas abstractas? nó por cierto: lo que pasa en losdemás, es lo que pasa en nosotros: cuando quieren ó no quieren,experimentan lo mismo que nosotros cuando queremos ó no queremos; laconciencia de nuestra voluntad, es el retrato de todas las demásexistentes ó posibles. Concebimos una voluntad mas ó menos perfecta, enla que reune en grado mayor ó menor las perfecciones actuales ó posiblesde la nuestra; y al proponernos concebir una voluntad de perfeccioninfinita, elevamos á un grado infinito la perfeccion actual ó posibleque encontramos en la finita.