Tratado Metódico y Práctico de Materia Médica y de Terapéutica--Tomo Primero by Alexis Espanet - HTML preview

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de

losmedicamentos

y

deduciendo

esperimentalmente los terapéuticos, pues 5 están estos tan relacionados con los primeros, que generalmente nos habastado señalar entre los efectos terapéuticos los principales efectosfisiológicos, á fin de evitar fastidiosas é incesantes repeticiones, sinperjudicar por esto al diagnóstico de la enfermedad, que seguramente esigual al del medicamento.

En fin, así como la patologia natural no es susceptible de clasificacion(á no ser que se haga tan solo para facilitar el estudio) porque laclínica escrita no presenta jamás al observador los cambios fugaces delas enfermedades que la ciencia describe, divide y clasifica, asítambien la patogenesia, que es la patologia artificial, no puedeclasificar los síntomas fisiológicos de los medicamentos, queconstituyen enfermedades artificiales.

Es verdad que un gran número de medicamentos han producido por

suesperimentacion en el hombre sano los dos efectos contrarios: bocahúmeda, por ejemplo, y seca; orinas escasas y abundantes, estreñimientoy diarrea; verdad es tambien, que muchas veces las dos condicionesopuestas son curadas por un mismo medicamento, es decir, que este hacurado su semejante y su contrario, por lo cual se ha querido concluirque la ley de los semejantes era falsa. Esta objecion es puramenteespeciosa; pues si bien la distincion de los síntomas en primitivos ysecundarios, no la resuelve, y ni el mismo Hahnemann que la estableciópudo justificarla; es un hecho que el medicamento, así como la causamorbosa, provoca síntomas diferentes ú opuestos en personas deconstitucion y temperamentos tambien diferentes y opuestos. Esto noobstante, y á pesar que los dos síntomas contrarios, diarrea yestreñimiento, por ejemplo, en el acónito, brionia, cantárida y nuez vómica, etc..... tienen el 6 mismo orígen, esto es, que la accionmedicinal es la causa, ya obre sobre el sistema vascular de la mucosaintestinal, ó sobre la fibra del intestino, es indudable que, segun quese administren á sugetos irritables ó apáticos, biliosos, ó linfáticos,en un estado esténico ó asténico, etc..... así se presentará elestreñimiento ó la diarrea. Esta es la razon por la que hemos queridoindicar para cada medicamento hasta donde la ciencia lo permita, lasdisposiciones orgánicas favorables ó análogas á las que él tiende áprovocar.

¿No confirma la esperiencia el mismo resultado respecto á los efectos delas causas morbosas? Aunque una misma causa obre simultáneamente sobrevarios indivíduos, en uno se desenvuelve una afeccion gástrica condiarrea, mientras que en otro es una cefalalgia con estreñimiento. Todoslos dias observamos que un enfriamiento contraido en las mismascircunstancias, determina en una persona sequedad de la piel condescomposicion de vientre, en otro una irritacion en el pecho; en estedolor de cabeza con estreñimiento, y en aquel, vómitos, neuralgias,etc.....

El genio epidémico y de las constituciones médicas es la causa que hainducido á algunos á no creer en la universalidad de la ley de lossemejantes. Sabemos que el genio epidémico se descubre ó se aclara masespecialmente por la accion benéfica de los medicamentos, que menosresponden á veces á los síntomas mas aparentes de la afeccion, que á sucausa, aun cuando esta sea apenas sospechada por los síntomas pococonocidos en un principio, ó considerados como poco importantes. Reinóhace unos años una constitucion médica seudo-membranosa que se manifestópor anginas diftéricas, contra las que los habituales medicamentos, 7 mercurio, sulfuro de cal, el bromo y la brionia entre otros,fueron tan poderosos como eficaces. Pero estos medicamentos son tambienutilísimos en otras afecciones para las que la ley de los semejantesindica otros distintos. Que la ley es positiva, no se puede negar; peroexige en su exacta aplicacion y para una curacion rápida, toda lasagacidad del médico, como sucede en las neuralgias sifilíticas ysicósicas, en las que el mercurio y la thuya son mas eficaces que el acónito y la belladona..... medicamentos al parecer indicados en elprimer exámen del cuadro sintomático, y que particularidades pocosobresalientes y esenciales inducen mas á favor de los primeros.

Que el medicamento posee las propiedades de tal de una manera absoluta,es incontestable. Pero la accion de estas propiedades es relativa alestado en que se halla el indivíduo enfermo. Así se observa, quemientras en una epidemia produce buenos resultados un medicamento dado,en otra, al parecer semejante, es otro el mas eficaz.

Para hablar con exactitud, dirémos: que lo que las propiedades de losmedicamentos tienen de absoluto, disminuye á medida que se aproxima ásus especialidades: los efectos físico-químicos son siempre necesarios,sea cual quiera el estado del sugeto; los efectos perturbadores ytóxicos son ya menos necesarios, pero los dinámicos son relativos.

II.—La naturaleza y el médico.

Todo este artículo supone y prueba el axioma que Hipócrates opuso á loserrores de la terapéutica, y que le valió el nombre de padre de lamedicina: Natura 8 morborum medicatrix. Este principio solo puedeejercer su supremacía en el método homeopático basado en la ley de lossemejantes, y que establece la relacion de la enfermedad con elmedicamento.

Tratado

ya

con

bastante

estension

este

asunto,

nos

creemosdispensados en esponerle didácticamente en esta ocasion.

No es indiferente consignar que esta ley se halla espresada porHipócrates y otros médicos de la antigüedad. Los mismos preceptosclínicos la manifiestan de diversas maneras. Los medicamentos obran enel sentido de la naturaleza, ayudan sus esfuerzos, tienden á donde ellatiende: quò natura vergit eò ducendum.

Si la naturaleza no secunda la accion del medicamento, verdad hay encreer que por lo menos se ha dado en vano: natura repugnante irritasunt omnia, porque sobre la naturaleza, sobre la fuerza vital es dondeobra, y esta fuerza es la que le utiliza y le emplea para sus fines,cuando su accion la es análoga y simpática: natura morborummedicatrix.

No creemos á la fuerza vital tan impotente é incapaz de dirigir lassinergias morbosas, como lo han dicho algunos teóricos y Hahnemannmismo. ¿No es la fuerza vital la que dirige el consensus armónico de lasalud y las acciones morbosas? Quæ faciunt in sano actiones sanas,eædem in ægro morbosas. La naturaleza con su ciencia ciega es maspoderosa y mas instruida que nuestra débil razon.

El arte es, pues, la imitacion de la naturaleza: ars imitatio naturæ;verdad que implica el conocimiento de los efectos fisiológicos de losmedicamentos; por cuya razon la importancia del médico consiste eninterpretar la naturaleza: naturæ minister et interpres. Debesubordinar sus medios de accion á la naturaleza 9 para ayudarla, y noemplearlos para contrariar y oprimir sus tendencias.

La increible esposicion que bosqueja Mr. Trousseau de la homeopatía, lainterpretacion singular que da de la ley de los semejantes; de suaplicacion y de la accion de las dósis infinitesimales; la oscuridad ylas sospechas que difunde sobre la ciencia y los trabajos de loshomeópatas, no pueden producir en el hombre erudito mas que la ventajosaopinion en favor de una doctrina que merece tan elevadas animadversionesy á la que, sin embargo, se la hacen incesantes concesiones.

Mr. Trousseau ha dicho, entre otras cosas, que la homeopatía se hallafuera del movimiento científico, que los homeópatas desprecian lafisiologia y las ciencias accesorias á la medicina..... Pero distan yamucho sus convicciones de las espresadas hace treinta años. Confiesadespues que todos los medicamentos han sido ensayados en el hombre sanopor los homeópatas, que han constituido una materia médica pura, en laque hay ideas muy preciosas sobre las propiedades especiales de losmedicamentos y sobre una multitud de particularidades de su accion que ignoramos; ignorancia que conduce á que solo conozcamos de los agentesterapéuticos sus propiedades generales mas groseras; y que en presenciade las enfermedades que ofrecen cambios y tan variadas indicaciones, nosfaltan con mucha frecuencia modificadores apropiados á estos cambios.Mr. Trousseau, que hace estas concesiones desde la altura de su cátedra,arroja á sus discípulos y á los prácticos una terapéutica formada de losantiguos sistemas que él ha criticado, reservándose el desden para unmétodo superior al suyo. 10

III.—Clasificacion.

Mr. Trousseau establece medicaciones que su carácter de generalidadlas hace infecundas, en lugar de atenerse á determinar la especialidadde accion de cada medicamento en sus relaciones con las particularidadesde cada enfermedad. ¡Ah!

¿cómo es posible concebir una doctrina que nodé al diagnóstico del medicamento la misma importancia que aldiagnóstico de la enfermedad? Si es preciso conocer las enfermedades porel conjunto de sus síntomas, tambien lo es el conocer al medicamento porel conjunto de sus efectos fisiológicos. ¿Qué significan esas divisionesgenerales de las medicaciones en tónica, escitante, narcótica,etc....

reuniendo bajo la misma denominacion y proponiendo para lograrun mismo fin, sustancias tan diversas y destinadas á llenar indicacionestan diferentes? Lo que Mr.

Trousseau nos dice en seguida tratando de lamedicacion tónica: que «estas analogías genéricas no impiden á cadaespecie del género, á cada indicacion de la especie, el tener suespecificidad y su individualidad;» á lo que nosotros preguntarémos quéha querido decir con esas fórmulas que afectan ó aparentan tener unrigor científico. Si el hierro es el hierro, y la quina la quina; si cada uno de ellos tiene su especialidad de accion, ¿á quéconduce la medicacion tónica? ¿Qué bienes podrán producir esas grandesdivisiones

que

confunden

los

medicamentos

y

falsean

las

aplicaciones?¿Porqué hacer de la belladona un narcótico, cuando al opio, á la cicuta y al acónito se les da la misma denominacion[3]? 11

Mr. Trousseau que anatematiza á Hahnemann, va mucho mas lejos que él enla vía de la especificidad. Nosotros investigamos las indicaciones y losmedios de llenarlas hasta donde es posible; estudiamos cada medicamentoen los caractéres propios y distintivos de su accion, sea fisiológicaó terapéutica.

El profesor Giacomini de Pádua[4] parece no interesarse mas que por lasfuertes dósis, que es el pecado comun de nuestra época; se afana porproducir efectos, sean los que quieran, en lugar de tomarse el tiemponecesario para estudiar los efectos fisiológicos, que, aunque lentos,son mas verdaderamente especiales; efectos característicos de las dósispequeñas, que se adaptan mejor á la sensibilidad orgánica y á lasparticularidades de las enfermedades. Su Tratado peca tambien por suclasificacion, que, bajo otros nombres, adopta las mismas generalidadesy conduce á la misma confusion. Sin embargo, tiene este autor un méritoparticular, que es el de haber fijado en algo la accion electiva de cadasustancia sobre los principales aparatos orgánicos.

En general, los terapeutistas modernos han reconocido la necesidad deintroducir como elemento de la materia médica la observacion de losefectos de los medicamentos sobre el hombre sano. Hé aquí una confesionde los errores del pasado y de los defectos de la antigua materiamédica, y al mismo tiempo un homenaje tributado á Hahnemann, y una basepara el porvenir. Giacomini ha ido mas lejos que ningun otro en este 12 sentido y hubiera ciertamente llegado á obtener resultados mas notables,si hubiese estudiado la accion de las dósis bastante mas pequeñas parano provocar ni los efectos de una perturbacion rápida, ni los esfuerzoseliminadores de la naturaleza previsora.

Por otra parte, creemos que es imposible una clasificacion de losmedicamentos fundada en sus efectos fisiológicos y en sus propiedades,porque estos efectos y estas propiedades, aunque caracterizadas durantela plenitud de accion del medicamento, ofrecen no obstante grados yvariaciones sintomáticas en los diversos períodos de su evolucion.

Esta accion que es una en sus tendencias y en su fin, se multiplica ensus efectos sucesivos; de suerte que el mismo medicamento tienerealmente muchos grupos de efectos fisiológicos, distintas electividadesy varias propiedades, correspondiendo cada una de ellas á variasafecciones simples ó elementos morbosos.

Para confeccionar los autores sus clasificaciones, han debido sacrificaruna parte de los efectos de cada uno de ellos, ó interpretar los demásen un sentido contrario. En la quina por ejemplo, se esplica su accionescitante y tónica por una teoría particular, contradiciéndose en elmismo capítulo, para darse cuenta de los efectos frio y calosfríos,atribuyéndoles por una esplicacion opuesta á una propiedad antivital, áun ataque directo dado á las fuerzas radicales del organismo, hasta elpunto de asimilar este medicamento á la digital y al eléboro blanco(veratrina); se contradicen pues, para esplicar sus efectos neurálgicosy reumáticos por una accion escitante de la circulacion y de lasensibilidad.

Aun hay más: se sacrifican los medicamentos mismos á la necesidad declasificacion. Mas sea por esta 13 razon ó por cualquiera otra, es unhecho notable el abandono casi universal que se hace poco á poco de ungran número de medicamentos, y la facilidad con que se limita ápaliativos en una multitud de males que se ha renunciado á curar, y álos cuales no se opone mas que la paciencia, si las cataplasmas, losbaños é infusiones molestan por su inutilidad. ¿Estará el hombredestinado á padecer esa multitud de enfermedades crónicas, sin haberrecibido del Creador la inteligencia para buscar los medios de curarlas?¡No ciertamente! y si el práctico despues de haber comprendido laimportancia de nuestros estudios para cada medicamento, quierecompletarles mas con las colecciones especiales de patogenesiassirviéndose al efecto de nuestras indicaciones, bien pronto tendrá lasatisfaccion de reconocer que dispone de una multitud de medioseficaces, no solo contra las enfermedades agudas y crónicas que haconvenido tratar, sino tambien contra esa multitud de males que se harenunciado á combatirles, y cuya rebeldía y formas incesantementevariadas, le conducen en su despecho á acusar de incompleta la materiamédica de nuestros dias.

El orden alfabético nos ha parecido preferible á toda otra especie declasificacion, porque ni altera la unidad del medicamento, ni prejuzganada sobre su accion y propiedades. Preciso es convenir en que estaventaja compensa ámpliamente los ligeros inconvenientes que puedanatribuírsela. Porque la clasificacion misma por grupos de medicamentoscorrespondientes á los elementos morbosos, inflamacion, dolor, espasmo,ataxia, reumatismo, etc..... aunque opuesta á las grandes divisiones deque hemos hablado, y no obstante su pretension de dar mucha mas claridaden la apreciacion de 14 la accion de cada sustancia, no es menos imposibleen el estado actual de nuestros conocimientos.

Respecto á la clasificacion por grupos segun la analogía de losmedicamentos, ya ha sido ensayada por la escuela del Brasil[5] y masrecientemente por el doctor Teste[6].

Si los esfuerzos de nuestroilustrado correligionario no han podido vencer las dificultadesinherentes á su objeto, tiene el mérito por lo menos de haber intentadolo que el porvenir realizará.

IV.—Efectos fisiológicos.

En el fondo de todas las patogenesias, se halla siempre una accionprimordial del medicamento sobre el sistema nervioso. Esta accion seespresa por dejadez, por alteracion en la calorificacion y porindisposiciones morales. La referida accion es notable, no solo por suunidad original, sino porque puede representar el período de invasion decasi todas las enfermedades, cuando la sensibilidad, la irritabilidad yla calorificacion son las únicas afectadas.

Muchos medicamentos producen fenómenos de concentracion, de espasmos quepreceden á la reaccion febril, á la cual suelen unirse algunas veces lasneuralgias.

Estos fenómenos difieren esencialmente de los síntomasnerviosos graves, en que estos se presentan en el período sobreagudo deciertas fiebres; fácil es además conocer la distancia que separa á estosdos órdenes de fenómenos, comparando por ejemplo los fenómenos 15 de la brionia, el zumaque venenoso, el acónito, la belladona, el fósforo.....

Otros varios no han desenvuelto fiebre en la esperimentacion y losresultados clínicos permiten afirmar que algunos son apiréticos. Losdemás afectan igualmente á la vida vegetativa ó la plasticidad, que á lacirculacion.

Para los medicamentos piréticos mas conocidos, el segundo período, elperíodo de espansion ó febril tiene numerosos síntomas que espresanfrecuentemente un estado sobreagudo. Estos medicamentos representan lamayor parte de las afecciones graves piréticas en su período clásico dereaccion. En esta ocasion, es cuando el medicamento hace sentir suaccion mas allá de los aparatos de la sensibilidad y de la circulacion,llegando á veces hasta los de la nutricion y de la plasticidad.

Viene despues el estado subagudo, que es el en que la vida ha

resistidoconvenientemente y que se ha sobrepuesto á las causas de descomposicion.Esta faz intermediaria entre la agudeza y la cronicidad sigue la marchaó el período de la crísis, y da lugar al restablecimiento de la armoníafuncional, ó á la cronicidad; pertenece á todos los medicamentospiréticos como el cuarto período.

A medida que la accion del medicamento se estiende y propaga á todo elorganismo, la afeccion de la plasticidad se pronuncia mas y domina; sedeclaran las localizaciones y absorben los movimientos vitales, ó biense presenta una discrasia con síntomas de alteracion de los líquidos ysólidos propios á cada medicamento; se desenvuelven alteracionesdinámicas, y se declaran perturbaciones funcionales, porque son lasrazones de ser en las lesiones de los órganos, ó de su estímulo; se 16 alteran los humores como los tejidos, y se declaran lesiones orgánicas:este es el cuarto período, es decir, el estado crónico.

Este período es estraño á varios medicamentos, sin que se pueda atribuiren todos, á la imperfeccion de los ensayos fisiológicos, puesto que la coloquíntida estudiada esperimentalmente por Hahnemann mismo, carecede este órden de fenómenos crónicos. Los que son susceptibles dedeterminarlos, ofrecen variaciones muy notables en sus espresionessintomáticas, y son poderosas armas para hacer frente á las formidablestribus de las lesiones orgánicas y de las caquexias.

Así como un gran número de enfermedades se confunden en su principiohasta el punto que no es posible saber muchas veces si se presentará unafiebre inflamatoria, intermitente, tifoídea, una neurose, un catarro,etc..... así tambien los síntomas primordiales confunden la mayor partede los medicamentos en cierta alteracion de la inervacion. En este caso,todos los medicamentos se parecen. Por esta razon juzgamos pueril yanticientífica la falta tantas veces lanzada contra la materia médicapura, de dar á todos los medicamentos un gran número de síntomas que seasemejan y parecen confundirlos.

Las enfermedades solo se caracterizan bien en su período de agudeza; elestado crónico conduce á las indecisiones del principio; del mismo modolos medicamentos no son bien conocidos sino por sus síntomas agudos.

La naturaleza pues justifica nuestro método que agrandaconsiderablemente y precisa la accion de los medicamentos; permitecaracterizar los síntomas que se observan en la mayor parte de lasenfermedades, 17 por particularidades de conjunto y de detalle que sirvende base á las indicaciones.

Sabido es que las diferencias que existen entre los síntomas de losdiversos medicamentos, son algunas veces casi inapreciables aun para elobservador mas atento. ¿Pero sabria este observador distinguir mejor lasdiferencias de estos mismos síntomas en muchas enfermedades? Citaré unejemplo: todas las fiebres están acompañadas de alteraciones de ladigestion, del calor, de las secreciones..... en unas, la materia de lasdeposiciones diarréicas es amarilla, verdosa, negruzca, mucosa, acuosa,etc..... en otras, las evacuaciones son precedidas, acompañadas óseguidas de vértigos, de incomodidades, de cólicos. Coexiste tambien,unas veces sed ó adipsia; otras, humedad ó sequedad de la piel,cefalalgia, timpanitis ó flojedad del vientre.....

Pero en todas hayfenómenos sobresalientes: estreñimiento, sudor, neuralgia, vómitos.....cada uno difiere por su espresion y sus accidentes, en cada medicamento,como en cada fiebre. Todos estos cambios de un mismo síntoma y susepifenómenos constituyen el diagnóstico diferencial en patologia como enpatogenesia, y obligan al práctico á hacer el exámen mas minucioso.

V.—Dósis infinitesimales.

Las dósis infinitesimales han suscitado una multitud de cuestiones queestán aun por resolver, relativas á la repeticion, alternacion, duracionde accion y cantidad. Se cree generalmente que es necesario repetir lasdósis de un medicamento con tanta mas frecuencia, cuanto mas aguda seala enfermedad. Está tambien admitido dar dos medicamentos, no mezclados,sino alternados, 18 como por ejemplo, una cucharada de hora en hora, unavez de acónito, y otra de manzanilla.

Respecto á la duracion de accion, há ya mucho tiempo que se la vienedando la misma importancia y aun los mismos límites que marcó Hahnemann.Bueno será advertir que seria injusto olvidar sus preceptos respecto áeste asunto. Que las afecciones agudas gastan rápidamente la accion delos medicamentos, y que exigen una repeticion mas ó menos frecuente; quemuchas crónicas no ceden bien sino á dósis pequeñas dadas á largosintérvalos, es un hecho incontestable adquirido por la esperiencia.

Es natural ciertamente que al abrazar el método que adapta elmedicamento á la enfermedad por la ley de los semejantes, se detenga unmédico ante tan pequeñas dósis; pero nadie ignora, que cuando prácticosdistinguidos las prefieren á las fuertes, arrostrando la injuria ó elridículo, es porque creen y les consta, que son mas útiles.

Estaconducta merece ser tomada en consideracion por tres razones: laprimera, porque han estudiado los efectos fisiológicos de losmedicamentos; la segunda, porque su reputacion está interesada en lacuracion; la tercera, porque emplean los medicamentos por la ley de lossemejantes.

Los principiantes no deben fiarse en las dósis miasmáticas,imponderables, infinitesimales, dinamizadas, como quieran llamarlas, sinestar antes convencidos por sí mismos de su eficacia en los casos en quela accion del medicamento esté en relacion con la enfermedad. La últimailusion que les abandona, es la que les hace recordar el gran podercurativo de las dósis fuertes. Poco á poco y con la fuerza de los hechoses como llegan á creer en el poder de las pequeñas. 19

No hay perjuicio en que empiecen por dósis mas sensibles. Les dirémos alefecto, que pueden en general emplear con ventaja en las enfermedadesagudas y en las recrudescencias de las crónicas, algunas gotas al dia dela tintura del medicamento indicado, ó algunos decígramos de sutrituracion.

Se puede con mas frecuencia que la que muchos médicos creen, administrardósis mas fuertes aun. No afirmarémos que sea posible dar hoy reglaspara este objeto, pero multiplicados hechos atestiguan la exactitud deesta asercion para cierto número de casos. Por otra parte, segun Koch,«cuanto menos análogo sea el medicamento, mas frecuente debe ser larepeticion,» y Gross agrega, «y mas puede elevarse la dósis.»

Esteúltimo pretende, que lo que falte al medicamento de analogía, desemejanza, debe compensarse con aumentar la cantidad. Debemos consignarque estos casos son escepciones.

Añadamos que en la época en que Hahnemann proclamaba la necesidad de lasdósis muy débiles, las llamadas infinitesimales, exigia imperiosamenteun régimen rigoroso, mejor dicho, imposible. La esperiencia hademostrado que es preciso descender de las alturas especulativas en queaquel se mantuvo, y dar mas latitud al régimen sin que sea necesarioaumentar las dósis, porque las infinitesimales gozan de ciertaindependencia, es decir, que se escapan á las combinaciones químicas, yque sus moléculas se sustraen á las acciones y reacciones de lassustancias gástricas y de los elementos químicos de la economía[7].

La accion de las dósis muy débiles cuenta hace mucho 20 tiempo connumerosas adhesiones, y es el objeto de sérias preocupaciones desde quelas ideas de Hahnemann invadieron las escuelas.

Mr. Trousseau ha podido decir sin causar admiracion: «Si se quiereobtener los efectos especiales de los medicamentos, es necesarioadministrarlos generalmente á pequeñas dósis, porque entonces susefectos comunes son poco sensibles.»

Este profesor al proclamar las dósis mínimas y de ningun modocomparables á las dósis de los compuestos actuales, ha conmovido eledificio de la posologia ordinaria y cada dia mas condenada por algunórgano de la ciencia.

El director del Moniteur des sciences médicales et pharmaceutiques[8],con motivo de los hechos sometidos á la Academia por el doctor Rillietsobre la accion de las dósis muy débiles, manifiesta una vivaimpaciencia por ver resueltas las cuestiones de posologia, y dice: «Espreciso que la discusion se establezca sobre este punto de una maneracategórica. La oscuridad que se deje sobre esto, puede tenerconsecuencias mas tristes en el espíritu de la ciencia que lo que áprimera vista aparece.»

El doctor Bossu dice por su parte[9]: «¿Es necesario refugiarse con Mr.Velpeau en la singularidad de los efectos de las pequeñas dósis de losmedicamentos sobre el organismo? Cuestion es esta que merece una formalatencion y que está llamada á provocar, mas tarde ó mas temprano, unaesperimentacion concienzuda y sostenida de los principales agentesterapéuticos.» 21

Y Mr. el doctor Diday[10] esclama á propósito de las pequeñas dósis:«Cuestion candente que se ha procurado evitar, pero que será precisoabordar, mas ó menos pronto, con todo el cuidado que exige.»

Es necesario muchas veces llegar á dósis tan débiles, que no tienen otroelemento de conviccion que la propia esperiencia, la cual demuestra bienpronto: 1.º que cuanto mas irritables y dotados de fuerza de reaccionson los sugetos, tanto mas atenuadas deben ser las dósis; 2.º que estasdósis, en las enfermedades crónicas, tienen una accion de mayorduracion, hasta dos y tres semanas para algunos medica