Memoria Histórica, Geográfica, Política y Económica Sobre la Provincia de Misiones de Indios Guaranís by Gonzalo de Doblas - HTML preview

PLEASE NOTE: This is an HTML preview only and some elements such as links or page numbers may be incorrect.
Download the book in PDF, ePub, Kindle for a complete version.

MEMORIA

HISTÓRICA, GEOGRÁFICA, POLÍTICA Y ECONÓMICA sobre la

PROVINCIA DE MISIONES

DE INDIOS GUARANÍS

POR

Gonzalo de Doblas

TENIENTE GOBERNADOR.

—————

Primera Edicíon.

—————

BUENOS-AIRES.

IMPRENTA DEL ESTADO.

———

1836.

Primera parte

Segunda parte

DISCURSO PRELIMINAR

A LA

MEMORIA SOBRE MISIONES

El aislamiento en que vivían los padres de la Compañía de Jesús en susmisiones del Paraguay, cuyo acceso impedían a los mismos españoles, hahecho ignorar hasta ahora el plan de esta singular república, y losarbitrios de que se valían para gobernarla. Las relaciones que sepublicaron para justificar su supresión no merecen crédito, por elespíritu que presidió a su redacción y el objeto que se propusieron losque las divulgaban.

Ninguno de los miembros de aquella orden famosa seempeñó en rebatir estas calumnias; sea que los desalentase la desgracia,sea por la necesidad que sienten los que sufren males inmerecidos debuscar algún alivio en objetos nuevos y fantásticos. Sin desamparar elestudio, y conservando todos los hábitos de una vida laboriosa yarreglada, los Jesuitas perdieron de vista sus neófitos, y tomaron parteen los trabajos científicos y literarios que ilustraron los últimos añosde la pasada centuria. En Roma, en Boloña, en Venecia, se hicieronadmirar en las academias los que habían sido declarados enemigos de lasociedad y del trono.

Estos méritos no bastaron a restablecer su crédito, ni a librarlos delanatema de sus perseguidores. Los hombres más imparciales hacíanjusticia a los individuos, sin aprobar el espíritu de su instituto,sobre todo en lo concerniente a su modo de administrar las misiones delParaguay.

Lo que más contribuyó a acreditar estas calumnias fue lapublicación de una obra, titulada Reino Jesuítico del Paraguay[1], que el padre Bernardo Ibáñez escribió bajo el influjo de sentimientosrencorosos, después de haber sido expulsado de las Misiones por susintrigas con el Marqués de Valdelirios en tiempo de la guerraguaranítica. Este impostor llegó a Madrid cuando se meditaba ladestrucción de su orden, y se coligó con sus enemigos, denigrando a suspropios hermanos. Le salió al encuentro el padre Muriel en su apéndice ala traducción latina de la obra del padre Charlevoix; pero el idioma enque redactó sus notas, y el poco interés que inspiraba entonces estaapología, la dejaron ignorada en el público, para quien el silenciosuele ser prueba de culpabilidad en los acusados.

Con estas prevenciones, que eran generales en Europa, llegó a BuenosAires don Félix de Azara, uno de los comisarios españoles para la últimademarcación de límites. Empeñado en recoger materiales para lapublicación de su obra sobre la historia política y natural de estasprovincias, solicitó del administrador de uno de los departamentos deMisiones, que había examinado con más esmero el carácter de los indios yel de sus instituciones, un informe detallado de su origen y progresos,indicando los arbitrios que, a su juicio, podían emplearse para sacarlosde su abatimiento.

Para formase una idea de los males que acarreó a estos pueblos lasupresión de la Compañía de Jesús, basta echar la vista al siguienteestado comparativo de su situación en 1768, cuando salieron de las manosde sus doctrineros, y en 1772, cuando pasaron a las de don Juan Ángel deLascano, su administrador general.

GAN

BURR

ADO BUE CABAL YEGU POTR MUL BURR OS OVEJ

DE

YES.

LOS.

AS.

OS.

AS.

OS. ECHO

AS.

RODE

RES.

O.

Año de

743,6 44,11

64,35

12,7

225,4

31,603

3,256

6,058 1,411

1768.

08

4

2

05

86

Año de

158,6 25,49

34,60

8,14

93,73

18,149

4,619

5,083

109

1772.

99

3

5

5

9

584,9 18,62

29,74

4,56

29,74

Falla

13,454

975 1,302

09

1

7

0

7

La población disminuyó, si no en los mismos términos, al menos de unmodo notable, llegando por último hasta dejar yermos los pueblos ysolitarios sus campos. El de Candelaria, donde residía el autor de esteinforme, una de las principales reducciones de los Jesuitas, es en eldía un montón de ruinas, y el mismo aspecto de desolación presentan losdemás pueblos. Esta decadencia, que no podía atribuirse a los estragosde la guerra, que nunca asoló aquella provincia, era efecto inmediato delos vicios, o más bien de la incompatibilidad del nuevo régimen que seestableció en los pueblos de Misiones con el genio desidioso y apáticode sus habitantes. El autor de la memoria da a esta conjetura toda lafuerza de una verdad, apoyándola en una serie de observaciones sobre lasinclinaciones y hábitos de sus administrados.

Sagaz en sus investigaciones, y exento del espíritu de rutina queprevalecía en su época, descubre con una severa imparcialidad todos losdefectos del nuevo gobierno económico, introducido por España en lospueblos de Misiones, y propone otro en que no supo evitarlos,substituyendo al sistema de comunidad, que formaba la base del régimenJesuítico, el de factoría, que sólo difiere en el nombre.

Las objeciones que le hizo Azara sobre esta parte de su memoria leparecieron tan convincentes que le obligaron a refundirla en un nuevoescrito, que tituló: Disertación que trata del estado decadente en quese hallan los pueblos de Misiones, con los medios convenientes a sureparación. Como estos pensamientos han dejado de ser aplicables a lasituación presente de aquellos pueblos, hemos prescindido depublicarlos, contentándonos con haberlos mencionado para acreditar elcelo perseverante de don Gonzalo de Doblas.

Nacido en 1744, en el seno de una familia distinguida de la villa deIznájar en el reino de Andalucía, abandonó la carrera del comercio, aque lo destinaban sus padres, para dedicarse al servicio público. Pasó aAmérica en el año de 1768, y por una singular coincidencia se embarcó enel mismo jabeque que llevaba al gobernador Bucareli la cédula desupresión de la Compañía de Jesús, cuyas tareas estaba destinado acontinuar en sus establecimientos de Misiones.

Su carácter afable y una razón despejada le ganaron la benevolencia delvirrey Vertiz, que en 1781 le nombró Teniente de Gobernador deldepartamento de Concepción. En la memoria inédita que acabamos de citar,da cuenta él mismo de las disposiciones en que se hallaba cuando tomóposesión de su empleo. «Lo primero que se presentó a mi examen yconsideración fueron las infelicidades y miserias de aquellos naturales,que bajo de un clima excelente y en terrenos fertilísimos, con cuantasproporciones se pueden apetecer por las comodidades de la vida y delcomercio, se hallaban reducidos al estado más infeliz a que pueden bajarlos hombres... Sentía que unos seres inteligentes y racionales, igualesmíos por naturaleza, estuviesen, sin culpa suya, sumergidos en laignorancia y privados de disfrutar de los derechos y halagos de lasociedad, y de las mismas producciones que les prodigaba su suelonatal».

Estas reflexiones envolvían un problema interesante, que emprendió aexaminar, y de cuya solución se ocupó con más fervor para satisfacer losdeseos de Azara. A más de la copia que puso en manos de este jefe, sacóotras para los brigadieres Alvear, Lecoq, Varela, y para los virreyesLoreto y Avilés, que la juzgaron distintamente. Pero Varela a su regresoa España la elevó al conocimiento del Rey, que se manifestó dispuesto aadoptar en gran parte el plan de reforma trazado por el autor.

Mientras esto sucedía en Madrid, Doblas fue reemplazado en sugobierno, y llamado a plantificar la población de Quilmes.

Antes desalir de Misiones fue a reconocer la Isla de Apipé en el Paraná, yllegó a su destino poco antes de la segunda invasión de los ingleses,contra la que presentó también un plan de defensa.

Tantos méritos, contraídos en una larga y laboriosa carrera, no lemerecieron más recompensa que la de recibir los despachos de tenientecoronel; bajando al sepulcro, a principios de 1809, lleno de inquietudessobre la suerte futura de su familia, a quien sólo legaba un nombre sintacha.

Gran parte de estos recuerdos, honrosos para su memoria, se hubieranborrado sin el laudable empeño del señor canónigo doctor don SaturninoSegurola de acopiar en su biblioteca el fruto de tantos trabajos, y defranquearla generosamente a los que quieren aprovecharla.

Buenos Aires, noviembre de 1836.

PEDRO DE ANGELIS.

Al señor

D. FÉLIX DE AZARA,

Capitán de fragata de la Real Armada, yComandante de la tercera partida de la demarcación de límites conPortugal por la provincia del Paraguay.

MUY SEÑOR MÍO:

Aunque mi deseo y la obligación de servir a usted me han estimulado aformar con la mayor brevedad la relación de noticias que usted me dejóencargadas cuando se retiraba de estos pueblos después de verificadassus observaciones astronómicas, mis muchas ocupaciones, que le han sidonotorias, me han impedido por algún tiempo el aplicarme a esta gustosaocupación; pero, al fin, en los intervalos que los asuntos de miobligación me dejan libres, y hurtando algunos ratos al preciso tiempode mi descanso, determiné aplicarme con empeño y tesón, para no retardarmás lo que tal vez le estará haciendo falta para perfeccionar su obra.Algo dilatado será este papel; pero, de todas las noticias que yoamontonare en él, podrá usted elegir las que le sean más oportunas, ydesechar las menos necesarias; y si entre ellas encuentra usted algunasque puedan ser útiles al servicio del Rey, bien de estos naturales, oengrandecimiento del estado, podrá usted valerse de ellas en lostérminos que tenga por conveniente; pues me compadezco de ver unaprovincia tan fértil como ésta, y que ni sus habitadores ni el Reydisfruten las conveniencias y adelantamientos que les está ofreciendo.

Si mi intento fuera dar a usted una historia completa de esta provincia,sería preciso comenzar a lo menos desde que fueron reducidos estosnaturales a poblaciones, y describir los diferentes parajes a que endistintas ocasiones han sido trasladados los más de los pueblos, conotras particularidades y noticias que hicieran amena la lectura. Estopedía mucho tiempo para examinar los varios escritos que hay sobre ello,juntar las tradiciones de los naturales y, entresacando lo más conformea la verdad, desechar lo que ha sido introducido por voluntad o interésde los escritores; pero, no siendo mi ánimo otro que el de instruir austed de aquellas noticias que conceptúo pueden convenirle, o redundaren beneficio de estos naturales y aumento del real erario, me ceñiré asolo aquello que me parece conduce a este fin; y si a usted leconviniese para otros particulares algunas noticias más, podrápedírmelas, con la seguridad de que no perdonaré fatiga ni diligenciahasta conseguir el satisfacer a usted.

Su atento y seguro servidor,

Gonzalo de Doblas.

Primera parte

Descripción del país, de sus habitantes y producciones.

Esta provincia de Misiones está situada entre los 26º y 30º de latitudmeridional, y entre los 319º y 323º de longitud, contados desde la islade Ferro. Se compone de treinta pueblos de indios, de la nación Guaraní,comúnmente llamados Tapes; su número en todos los pueblos ascendía elaño de 1717 a 121.168 almas, en treinta y una reducciones que entonceshabía, según lo refiere el padre Juan Patricio Fernández, de la Compañíade Jesús, en su Relación histórica de los Chiquitos. El año de 1744 secontaban en los treinta pueblos que hay al presente 84.606 almas, segúnse hallan numeradas en un mapa de esta provincia impreso en Viena. Altiempo del extrañamiento de los Jesuitas, curas de estos pueblos, sehallaron más de 100.000 almas; y al presente pueden computarse, los queexisten numerados, en 60.000 almas, y en más de 8 o 10.000 los que noestán empadronados, porque andan fugitivos de sus propios pueblos,dispersos en la misma provincia, y fuera de ella, en las jurisdiccionesdel Paraguay, Corrientes, Santa Fe, Buenos Aires, Montevideo, Arroyo dela China, Gualeguay y otras partes. El temperamento es benigno ysaludable, y aunque se distinguen las estaciones de invierno y estío, niuno ni otro son rigorosos, sucediendo en esta provincia lo que es comúna la de Buenos Aires y del Paraguay, de experimentarse muchos días decalor en el rigor del invierno, y otros fríos en el verano. Es el airemás húmedo que seco, a causa de los muchos bosques y ríos, y en lospueblos inmediatos a ellos se experimentan en el invierno frecuentesneblinas, que duran hasta las 10 del día. Son frecuentes los huracanes,y mucho más las tormentas de truenos, en que caen algunas centellas, yno se experimentan terremotos. La tierra es regularmente doblada, no seencuentran cerros de mucha elevación, ni llanuras dilatadas; tampoco hayserranías, y las que principian entre el Paraná y Uruguay, cerca de lospueblos de San José y Santa Ana, pasando por el de los Mártires, ysiguiendo hacia el este, por el del Corpus y el de San Xavier, son depoca elevación, y todas ellas están cubiertas de bosques inaccesiblespor su espesura. En lo restante de la provincia hay muchas isletas deárboles, unas en las cumbres de los cerrillos y otras en los terrenosmás bajos y orillas de los arroyos y ríos, dejando lo demás de la tierraenteramente limpio; de modo que donde hay árboles es tanta la espesuradesde su orilla, y tan cubiertos de maleza, que es muy dificultoso elentrar a ellos, y en los terrenos descubiertos apenas se ve un árbol. Enestos bosques, así en los que se hallan en las alturas como en losvalles o quebradas, se encuentran muchas maderas de varias especies, apropósito para construcción de embarcaciones, fábricas de casas ymuebles; algunas bastante preciosas, que para especificarlas todas senecesitaba una prolija relación que omito, porque hasta con que ustedsepa que en maderas y frutas silvestres son estos montes unos mismos conla provincia del Paraguay. No obstante, si usted necesita la noticiaextensiva de todas ellas, con su aviso la formaré y se la remitiré.

Toda la provincia la atraviesan los dos grandes ríos, Paraná y Uruguay,acercándose entre sí desde Corpus a Candelaria el Paraná, y desde SanXavier hasta cerca de Apóstoles el Uruguay, de modo que entre uno y otroapenas mediará de 15 a 18 leguas comunes. En ellos desaguan muchosriachuelos y arroyos, que dentro de la misma provincia tienen su origeny que son a propósito para fomentar la agricultura con el beneficio delos regados; así estos arroyos, como las muchas fuentes que hay en todaspartes, deben su origen a algún pantano grande o chico, según el caudaldel manantial de que se forma.

La calidad de la tierra es gredosa, mezclada con cieno o tierrahortense, con mucho esmeril y alguna arena; su color es rojo casi comola almagra, y sólo en algunos bajíos se halla tierra negra, que alparecer es compuesta de los residuos de los vegetales que por la humedadde los sitios crecen y se multiplican allí más que en otras partes. Esasimismo muy pedregosa y generalmente fértil, principalmente en lasfaldas de los cerros cerca de los montes y en los rozados; y sin embargode lo poco que los naturales cultivan la tierra para sembrarla, recogenabundantes cosechas, particularmente de toda especie de legumbres. Eltrigo, aunque no rinde tanto como en Buenos Aires, con todo se recogenbuenas cosechas, siendo lo regular dar diez por una. El arroz se críabien, y viene con abundancia, el maíz lo mismo, y todo cuanto se siembraproduce bien. Lo mismo sucede con los demás frutos comerciables. Losárboles de la yerba nombrada del Paraguay, se crían muy bien en losmismos pueblos, y todos tienen inmediatos a ellos algunos yerbales quehan plantado y cultivan, de los que benefician todos los años para sugasto, y remitir a Buenos Aires. A estos naturales les es mucho másfácil y cómodo que a los vecinos del Paraguay el extraer de los yerbalessilvestres grandes porciones de yerba, porque, además de estar no muylejos los montes, tienen la comodidad de traerla por los ríos. Elalgodón se cría bien y produce con abundancia; la caña de azúcar, aunqueno con tanta generalidad como en el Paraguay, en algunos pueblos secosecha mejor que en aquella provincia. El cacao es sin comparación demejor calidad el que se beneficia en estos pueblos que en el Paraguay.El añil se cría muy frondoso, aunque hasta ahora no se sabe su calidad,porque falta quien lo beneficie.

Las batatas y mandiocas son elprincipal renglón para el alimento de estos naturales; y, en fin,cuantas simientes se arrojan a la tierra producen con abundancia; demodo que, si hubiera estímulo que obligara a los hombres a aplicarse ala agricultura, no faltarían en todo el año en las huertas cuantasverduras se recogen en las de los otros países en las varias estacionesdel año. Lo mismo digo de las frutas, todos los frutales se crían yfructifican bien, particularmente los naranjos y limones, que crecenhasta llegar a una corpulencia desmedida. Las vides se crían bien, y danmuy buena uva, y en otros tiempos se ha hecho algún vino en los pueblosque lo han intentado; particularmente en el pueblo de la Cruz, en dondeconsta se hacía bastante y muy bueno en tiempo de los ex-jesuitas. Losganados de todas especies se conservan y multiplican muy bien; y, enfin, por cuantos lados se miren estos terrenos se encontrarán los másfértiles y de mejores proporciones para formar una provincia la máscomerciante; y, por consiguiente, si no la más rica, a lo menos la máscómoda de todo este virreinato.

Inmediato al Paraná, en una y otra banda, cerca de los pueblos deCandelaria y Santa Ana, hay minas de exquisito cobre; pero, aunque setrabajaron después de la expulsión, fueron abandonadas, porque noalcanzaban las utilidades a sufragar los costos; y aunque se asegura quelas hay de azogue y de otros metales, hasta ahora no he visto prueba queme convenza de su existencia. También hay en muchos parajes minas decristal de roca muy superior; éste se cría en el corazón de pedernaleshuecos de varios tamaños, y que en mi concepto crecen. Allí estánembutidas las piedras por toda la circunferencia interior como losgranos de una granada, pero dejando hueco en el centro, hacia dondetodas terminan en punta con varias superficies, tan iguales que pareceque con arte han sido colocadas y labradas. Algunas de estas piedras sonmoradas, tan diáfanas y duras que no me queda duda son amatistas finas;y es de creer que, si en los parajes donde se hallan en la superficie dela tierra se buscasen en su interior, tal vez se encontrarían algunas devalor.

En toda la provincia hay canteras de piedra para edificios, muy dócilesde labrar y de mucha consistencia para permanecer. De estas canterassacaron los ex-jesuitas algunas columnas de cuatro y aún más varas delargo, muy sólidas y de superficie muy igual; en algunas son las piedrasde la propiedad de las pizarras, compuestas de varias vetas que sedesunen con mucha facilidad, formándose lozas de superficie tan igualque no es menester labrarlas. En el pórtico de la iglesia de San IgnacioMiní hay tres de estas losas, que la mayor tiene más de quince pies delargo y diez de ancho, y las otras dos son poco menores. Otra especie depiedra hay muy tosca, pero facilísima de labrar, y según su peso yalgunas señales de ella parece vena de fierro, y es la que máscomúnmente se emplea en las paredes de los edificios.

Las yerbas medicinales que se encuentran son muchas; los indios las usanen sus enfermedades, dándoles nombres propios en su idioma, pero elbeneficio de su conocimiento no se podrá lograr con utilidad entretantono se destine un inteligente que descubra sus virtudes y determine sususos.

De los renglones más necesarios a la conservación y comodidad de loshombres sólo faltan dos en esta provincia, que son la sal y la cal; delprimero es preciso abastecerse de Buenos Aires o del Paraguay, y elsegundo se suple, para blanquear las iglesias y habitaciones, concaracoles grandes calcinados, que los hay en los campos con muchaabundancia, y de ellos se hace exquisita cal, pero ésta sólo alcanzapara blanquear y no más.

En esta provincia son muy pocos los insectos que incomodan a loshombres. Las pulgas, chinches y piojos son raros. Mosquitos apenas se vealguno dentro de las habitaciones, aunque en el campo los hay de variasespecies que incomodan a los animales y a los hombres. La única molestiaque hay en los pueblos es la de los que llaman piques, que son unosinsectos que se introducen por el cutis en los pies, allí tomanincremento y multiplican su especie prodigiosamente; pero, además de lafacilidad de extraerlos, en teniendo un poco de aseo en las habitacionesse pasan muchos meses sin experimentar esta molestia.

Hay también víboras de muchas especies, y algunas de mortal veneno, perono son tantas como se dice, y en los poblados raras veces se ve alguna.

En los montes y campos se crían tigres, leopardos, zorras, antas yavestruces, pero por lo regular no molestan a los hombres. Hay asimismomuchas aves particulares, como son loros, que los hay de muchasespecies, guacamayos, cuervos blancos y tucanes; estos últimos son deltamaño de una paloma, y su pico tiene de largo una sesma de vara, y dospulgadas y media

de

grueso;

es

también

muy

abundante

de

palomastorcazas, tórtolas, patos grandes y chicos, y muchos pájaros pequeñoscomestibles.

El clima es tan saludable que apenas se encuentra otro que lo sea más,aun para los forasteros; sólo los que se entregan al vicio de laincontinencia experimentan los estragos del mal venéreo de que losnaturales están bastante tocados, aunque en ellos no se experimentan losfuertes efectos que en los españoles; y aunque en algunas estaciones delaño, particularmente en el otoño, se experimentan fiebres intermitentes,que aquí llaman chuccho, son de tan poca malicia que si alguno muerees por falta de asistencia. Sólo las viruelas y el sarampión son los quecausan estragos horrorosos; bien es que éstos provienen en parte de que,pasándose muchos años sin experimentarse estas epidemias, cuandoacometen, como son pocos los que viven que las hayan tenido, y seextiende prontamente el contagio, no se halla quien asista a losenfermos, porque todos huyen de que se les comuniquen, con que no esmucho que mueran casi todos, siendo maravilla el que escape alguno aesfuerzos de la naturaleza. Yo me compadezco mucho de la miseria quepadecen en sus enfermedades; y aunque he procurado proporcionarles losauxilios que me han parecido oportunos para su alivio en todas susdolencias, no lo he podido conseguir como lo he deseado, porque cuantose destina para los enfermos lo consumen los mismos por cuya mano se lesuministra, sin que hayan bastado cuantas providencias y arbitrios heimaginado para evitarlo.

En toda esta provincia no he visto ni tengo noticia haya ningún loco nidemente; son raros los paralíticos y defectuosos y no se experimentanmuchas enfermedades crónicas.

Esta provincia se compone de pueblos, todos ellos tan semejantes losunos a los otros que visto uno están vistos los demás; y aunque ustedlos tiene observados, le mando el plano del de Candelaria y el deConcepción, para que pueda satisfacer la curiosidad de otros. Sus casasson de teja, a excepción de los de San Cosme y Jesús, que la mayor parteson de paja. La figura de los edificios o casas de los indios es la deun galpón de 50 a 60 varas de largo y 10 de ancho, inclusos loscorredores que tienen en contorno; son muy bajas, y cada galpón sedivide en 8

o 10 divisiones. Las iglesias son bastante suntuosas ygrandes, pero de irregular arquitectura y poca duración, por locorruptible de sus materiales que son de madera. Los ornamentos, vasossagrados, alhajas de plata y oro de que son servidas, son tantas, y enalgunas tan preciosas, que pueden competir con las mejores catedrales deAmérica. Las casas principales, llamadas comúnmente

colegios,

son

muycapaces

y

cómodas,

regularmente situadas en parajes de deliciosa vista.

Son estos naturales de regular estatura y disposición; su color esmoreno algo pálido, particularmente las mujeres, las que, sin embargo deandar todas descalzas y casi desnudas, y estar ordinariamente ocupadasdesde niñas en los trabajos de agricultura, como son carpidos y otros,se admira lo pequeño y bien formado de sus pies y manos, y buenadisposición de sus cuerpos. Son todos de regular habilidad y comprensiónen cuanto se les aplica; comprenden más por la vista que por el oído;cualesquiera cosa que se les pone por delante, la imitan con bastanteperfección; pero, por más que se les explique lo que no ven, no aciertancon ello. Son tan humildes y obedientes, particularmente a losespañoles, y a los que reconocen superiores, que obedecen ciegamente ysin examen cuanto se les manda. Son tenidos comúnmente por perezosos,fundándose en que es preciso compelerlos con rigor al trabajo, no tansólo para lo que es de comunidad, sino también para lo que es propio deellos. También son tenidos por ladrones diestros, y, en efecto, el menosnotado de este vicio es el que no busca la ocasión, porque al que se lepresenta no la pierde.

Es grande la inclinación que tienen estos indios a saber, de modo quesiempre que se les proporciona ocasión de instruirse la aprovechan. Todoaquello que ven ejecutar a los españoles procuran imitarlo, y ponenatentos oídos cuando en su idioma se los refieren algunos puntos dehistoria, o se les hace relación de algunas particularidades de Europa,refiriéndolas ellos entre sí con gusto y admiración. Pero la lástima esque tienen cerradas las puertas a toda instrucción; ellos no entiendennuestro idioma, y en el suyo no hay quien les dé noticia de nada, sinoúnicamente de las cosas más precisas de la religión; no tienen libros enque aprender, ni objetos que mirar, con que es preciso que suimaginativa esté perpetuamente en inacción, y por consiguiente vivanenvueltos en las tinieblas de la ignorancia.

Asimismo es grande en ellos la inclinación a tratar y contratarcontinuamente, cambiar unas cosas por otras; pero, como no tienenconocimiento del verdadero valor de ellas, por casualidad se verifica untrat