Filosofía Fundamental Tomo IV by Padre Jaime Luciano Balmes - HTML preview

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[26.] La idea de substancia, tal como la hemos explicado hastaaquí, envuelve una relacion á los accidentes engeneral (Cap. III). Pero esta idea no es la de una substanciaindeterminada, sino la de substancia corpórea; y preciso esconfesar la dificultad de concebir una substancia corpóreaparticular sin ningun accidente. Si á este papel en queescribo le despojo de todo cuanto tiene relacion con mis sentidos,y hasta prescindo de su figura y de su extension:¿qué me resta para concebir algo particulardeterminado, algo que no sea la idea de ser en general, sino la deeste ser en particular? Claro es que para que el objeto no se medesvanezca completamente, ó para que perdiendo todaindividualidad, no se me confunda en la idea universal, deboreservarme algo por lo cual pueda decir esto; es decir, estoque se halla aquí, ó que me ha afectado de taló cual manera, ó que ha sido el sujeto de talesó cuales modificaciones. Por donde se echa de ver queconsidero cuando menos su posicion con respecto á losdemás cuerpos, ó su causalidad con relacion álas impresiones que me ha producido, ó su naturaleza de{115} sujeto de determinados accidentes.Así pues como la idea de substancia finita en general,envuelve relacion á ciertos accidentes en general,así la de substancia en particular, la envuelve áaccidentes particulares.

[27.] Dicha relacion la encontramos en nuestro modo de concebirla substancia corpórea; no es fácil asegurar si laenvuelve tambien en su naturaleza misma. Esta no la conocemos, y alquerer examinarla, nos hallamos sobre un terreno distinto; sepresentan á nuestra consideracion las cuestiones sobre laesencia de los cuerpos.

[28.] La identidad de la substancia corpórea bajo susdiversas transformaciones, tampoco podemos asegurar hastaqué punto continúa. Los partidarios de lafilosofía corpuscular consideran todas las transformacionescomo simples movimientos locales, y todas las variaciones que vemosen los cuerpos, como simples resultados de la diferente posicion delas moléculas entre sí.

Leibnitz resuelve la materiaen una infinidad de mónadas, que no son los átomos deEpicuro, pero que conducen tambien á la invariabilidadsubstancial de los cuerpos, los cuales segun él, no son masque el conjunto de substancias indivisibles llamadasmónadas. Los aristotélicos creian que de las mudanzasde los cuerpos, unas eran accidentales, como la de figura,movimiento, densidad, calor, frio etc. etc., otras substanciales,como el tránsito de la madera á ceniza. Pero en mediode esta variedad de sistemas, es notable {116} elacuerdo en admitir algo permanente sujeto de las mudanzas. Conrespecto á los atomistas, y á Leibnitz, es claro queadmitian la identidad del sujeto; y por lo que toca á losaristotélicos, aunque la mudanza que inducia una formasubstancial diferente de la primera, transformaba substancialmenteel ser, de suerte que despues de la mudanza de la formasubstancial, no podia decirse que el uno era substancialmente elotro; no obstante opinaban que habia un sujeto comun en esas mismastrasformaciones substanciales, que ellos llamaban materiaprima. Tan claro, tan evidente es, que en medio de lastransformaciones del mundo corpóreo hay algo permanente, quese encuentra reconocida esta verdad en todos los sistemasfilosóficos.

[29.] Si esta substancia corpórea es una realidad, comolo es en efecto, es necesario que no solo exista, sino que sea algodeterminado. A esta determinacion substancial del cuerpo, áesto que le constituye tal cosa, y que le distingue en suíntima naturaleza, en su esencia, de todos los demáscuerpos de otras especies, á esto llamaban losaristotélicos forma substancial; y al sujeto de esa forma,de esa actualidad, á ese sujeto comun á todos loscuerpos, le apellidaban materia prima, que era una purapotencia, una especie de medio entre el puro nada, y el ser enacto.

[30.] Sobre estos puntos se ha disputado desde que hay escuelasfilosóficas y es probable que se

{117}disputará en adelante; pero siempre con escaso fruto. Delmundo corpóreo conocemos su existencia, conocemos susrelaciones con nosotros, conocemos sus propiedades y sus leyes, encuanto está sujeto á nuestra observacion; peroá su íntima naturaleza no alcanzan nuestros sentidos,no llegan nuestros instrumentos. A medida que adelanta el hombre ensagacidad de observacion y fuerza y delicadeza de instrumentos,descubre nuevos misterios, y ve que las barreras que élcreía un non plus ultra, se retiran mas allá,en la inmensidad de un océano. ¿Las alcanzaráalgun dia? ¿Podrá dar la vuelta á ese mundocientífico? ¿Está reservado al porvenir unconocimiento de la íntima naturaleza del sujeto de esainfinidad de fenómenos que nos asombran? difícil escreerlo. El telescopio á medida que se perfecciona, extiendelos límites del universo, y parece caminar á loinfinitamente grande; la perfeccion del microscopio siguiendo ladireccion opuesta, parece caminar hácia lo infinitamentepequeño. ¿Dónde están loslímites? Es probable que el encontrarlos no es permitido aldébil mortal, mientras habita sobre la tierra.

Elespíritu humano, tan activo, tan fecundo, se lanzasucesivamente hácia los dos extremos: pero cuando selisonjea de llegar al último confín, siente que algole detiene antes de alcanzar el objeto de sus nobles deseos; es lacadena que le une al cuerpo mortal, y que no le permite el librevuelo de los espíritus puros. {118}

CAPÍTULO VI.

SUBSTANCIALIDAD DEL YO HUMANO.

[31.] Al considerar las substancias corpóreas, no hemosencontrado la perfecta unidad; todas cuantas se sujetan ánuestros sentidos se resuelven en muchas otras, que á su vezson substancias tambien: resultando que los cuerpos, mas bien sonagregados de substancias, que una sola substancia. La unidad no laencontramos en ellos; nosotros se la atribuimos, ó en cuantoforman un lazo comun de nuestras sensaciones, ó en cuantoesas diversas substancias las consideramos subordinadas áuna que las vivifica y dirige. Así las partes de un cuerpoanimado, constituyen una especie de unidad, en cuanto estánsubordinadas al principio que las anima.

[32.] De aquí no debemos inferir que la unidad verdaderano existe ni aun en los mismos cuerpos; si pudiésemosconocer su esencia misma, la hallaríamos sin duda, ya sea enlas mónadas escogitadas por Leibnitz, ya en otra cosa masó menos semejante. Aunque este conocimiento de las esenciasnos falte, sin embargo el raciocinio nos conduce á estaunidad. Lo compuesto se forma de partes; si este á su vez secompone de otras, y así sucesivamente, al fin hemos dellegar á algo que no se descompone: allí estálo {119} indivisible; ó mejor, laverdadera unidad. Este raciocinio vale, aun suponiendo que lamateria es divisible hasta lo infinito. La divisibilidad hasta loinfinito supondria infinidad de partes en que se podria dividir:estas partes pues existirian; esos elementos infinitésimosserian reales, en ellos estaria la unidad.

[33.] Independientemente del mundo corpóreo, encontramosla idea de substancia, su aplicacion real, su unidad perfecta, ennosotros mismos, en el testimonio de nuestra conciencia. Esta noscerciora de que pensamos, de que deseamos, de que sentimos, de queexperimentamos una infinidad de afecciones, las unas sujetasá nuestra voluntad, y como hijas de la actividad que hayallá en el fondo de nosotros mismos; otras independientes denosotros, que nos vienen sin nuestra voluntad, á vecescontra ella, y cuya reproduccion no está siempre en nuestramano.

Ese flujo y reflujo de ideas, de voliciones y sentimientos,tienen un punto en que se enlazan, un sujeto que los recibe, quelos recuerda, que los combina, que los busca, ó los evita,ese ser de que tenemos conciencia íntima, que losfilósofos han dado en llamar el yo. Este es uno,idéntico bajo todas las transformaciones; y esa unidad, esaidentidad es para nosotros un hecho indisputable, un hechoatestiguado por la conciencia. ¿Quién seria capaz dehacernos dudar, que el yo que piensa en este momento, es elmismo que pensaba ayer y años atrás? No obstante{120} la variedad de los pensamientos ydeseos; á pesar del cambio de opiniones y voluntad, y de laoposicion de unos actos con otros, ¿quién nosquitaria la conviccion profunda, incontrastable, de que somosnosotros mismos quienes lo experimentamos, de que hay algoaquí dentro que sirve de sujeto á todo?

[34.] Si en nosotros no hubiese algo permanente en medio detanta variedad, la conciencia del yo seria imposible.Entonces no habria en nosotros mas que una sucesion defenómenos inconexos, y por tanto serian imposibles lamemoria y la combinacion. El pensamiento es un absurdo, si no hayalgo que piense, permaneciendo idéntico bajo la variedad delas formas del pensar. En nosotros pues hay un sujeto simple quetodo lo enlaza, en el cual se verifican esas mudanzas; hay pues unasubstancia. En ella hay una unidad; esa unidad que no encontramosen las substancias corpóreas, sino despues de haberrecorrido una serie infinita de descomposiciones, se nos presentaen la substancia espiritual en el primer momento, como un simplehecho interno, sin el cual son absurdos todos los fenómenosque sentimos en nuestro interior, y nos es imposible todaexperiencia del mundo externo. Sin la unidad del yo, no haysensaciones; y sin estas nada podemos experimentar de los seres quenos rodean. {121}

CAPÍTULO VII.

RELACIONES DE LA PROPOSICION YO PIENSO, CON

LASUBSTANCIALIDAD DEL YO.

[35.] Si no admitimos que el alma es substancia, la proposicion yo pienso, carece de sentido.

Entonces la filosofíapierde su punto de apoyo; todo cuanto experimentamos en nuestrointerior, es una serie de fenómenos inconexos, incapaz deser observada, y de estar sometida á ninguna regla.

[36.] Mi pensamiento de ahora no es individualmente mipensamiento de ayer; como mi pensamiento de mañana, noserá mi pensamiento de hoy; estos pensamientos consideradosen sí, con precision de un sujeto en el cual se hallen, notienen nada que ver el uno con el otro: quizás versan sobreobjetos sin ninguna relacion, quizás son contradictorios;quizás el pensamiento de hoy es negacion del de ayer.

[37.] Lo mismo se verifica en todos los pensamientos, en todoslos actos de voluntad, en todos los sentimientos, en todas lasrepresentaciones imaginarias, en todas las sensaciones, y engeneral en todo cuanto experimento en mí mismo. Fijando laconsideracion en todas las afecciones internas, sean las quefueren, no veo en ellas mas que una serie de fenómenos, unaespecie de {122} rio de existencias que pasan ydesaparecen, unas para no volver, otras para reaparecer de nuevo entiempo diferente, y ofreciéndome expresamente estadiferencia. La reaparicion no es individual, sino de semejanza;esto es, que la afeccion repetida, no es la misma que antes hubo,sino otra semejante. Cuando la afeccion vuelve, tengo conciencia desu actualidad en el momento presente, y conciencia de su actualidaden un tiempo anterior: esta doble conciencia que constituye elrecuerdo, me hace distinguir entre las dos afecciones, éimplica necesariamente el juicio de que la una no es la otra. Laafeccion recordante (permítaseme la expresion) que seidentificase con la afeccion recordada, no seria recuerdo: una cosase presenta á sí misma, mas no se recuerda.

[38.] Luego en nuestro interior todo pasa para no volver; elflujo es real; el reflujo no es mas que aparente; lo que deja deser, no vuelve á ser jamás; habrá una cosasemejante, pero nó la misma; lo que fué, pasó;y el tiempo no vuelve atrás.

[39.] Luego la serie de los fenómenos internos,considerados en sí solos, y prescindiendo de un sujeto enque residan, es por necesidad inconexa, y no hay medio parasubordinar sus términos á una ley ni áningún lazo.

[40.] Sin embargo esta ley existe en todos nuestros actosintelectuales; una razon sin leyes que la gobiernen, es el mayor delos absurdos; {123} este lazo se encuentra en todasnuestras afecciones: el flujo de ellas, con su distincion y susdiferencias y semejanzas, es un hecho presente á nuestrointerior, hecho al cual estamos sometidos como á unacondicion primitiva é indeclinable de nuestraexistencia.

[41.] La proposición: yo pienso,incluyéndose en la palabra pensar todas lasafecciones internas, no se refiere tan solo áfenómenos aislados, sino que implica por necesidad un puntoen que se enlazan, al cual llamamos el yo. Si este punto noexiste, si no es uno, si no es idéntico, el pensamiento dehoy no tiene ningun lazo con el de ayer: siendo dos cosasdistintas, que se hallan en tiempos diversos, y que quizásson contradictorias: cuando hoy digo yo pienso y entiendodecir que este yo es el mismo de la proposicion, yopensaba ayer, mi lenguaje es absurdo; si no hay mas que lospuros fenómenos, los dos pensamientos sin un punto deenlace, el yo no es nada, no puedo decir yo pensaba, yo pienso; debo decir habia pensamiento, hay pensamiento. Si entonces se me pregunta, dónde, en quién, deberé responder que no haydónde, que no hay quién; deberá negar elsupuesto, y limitarme á repetir: habia pensamiento, hay pensamiento.

[42.] Para decir yo, es necesario suponer una realidadpermanente: realidad, porque lo que no es real es nada; permanente,porque lo que pasa desaparece, deja de ser y no puede servir depunto para unir nada. {124}

CAPÍTULO VIII.

CONSIDERACIONES SOBRE LA INTUICION QUE EL ALMA TIENE,

ÓPUEDE TENER, DE SÍ MISMA.

[43.] La realidad permanente del yo, considerada ensí misma y prescindiendo de las cosas que pasan en ella, esun hecho que sentimos en nuestro interior, y expresamos en todasnuestras palabras. Si á esta presencia, estaexperiencia íntima, se la quiere llamar intuicion del alma,nosotros tenemos intuicion de nuestra alma. Esta intuicion se hallareproducida en todas las intuiciones particulares, y en general entodas las afecciones internas; porque si bien son fenómenosaislados, implican la intuicion del yo, por lo mismo queimplican conciencia de sí propio.

[44.] La misma variedad de los fenómenos aislados, lejosde probar nada contra la unidad de la intuicion del yo, laconfirma hasta la evidencia. Si concebimos un pensamiento solo,fijo, idéntico, no necesitamos tanto de unirle la idea de unsujeto en que resida; pero cuando hay muchedumbre defenómenos diversos, y aun contradictorios en sucoexistencia, debemos referirlos á una cosa constante, sopena de convertir el mundo interno en un caos absoluto.

[45.] Hay pues cierta intuicion del alma en sí{125} misma; esto es, hay una presencia desentimiento de su unidad entre la muchedumbre, de su identidadentre la diversidad, de su permanencia entre la sucesion, de suduracion constante entre la aparicion y desaparicion de losfenómenos. O es necesario admitir esto, ó renunciará la legitimidad del testimonio de toda conciencia; lo queproduciria el escepticismo mas completo que ha existidojamás, extendiéndole á los dos mundos externoé interno.

[46.] Encontramos pues que los conceptos indeterminados de ser, unidad, permanencia, sujeto demodificaciones, se hallan realizados en nuestro interior: estarealizacion nos la asegura la conciencia, y nos la confirma elanálisis lógico de la serie de los fenómenosen sus relaciones con un punto de enlace.

[47.] Ser, uno, permanente, sujeto demodificaciones, incluye todo cuanto se encierra en la idea desubstancia finita: esto lo encontramos en el alma, con laexperiencia lo sentimos, nos afecta íntimamente; si áesto se lo quiere llamar intuicion, la tenemos de lasubstancialidad del alma.

[48.] El sujeto pensante no solo se siente á sípropio, sino que se conoce como un objeto real, al cual aplica pormedio de la reflexion las ideas indeterminadas de ser, unidad,permanencia, sujeto de modificaciones. Luego el alma puede ser unverdadero predicado en proposiciones que tengan el doble apoyo dela conciencia y de la lógica. {126}

[49]. Puede preguntarse si nosotros tenemos otra intuicion delalma que la que acabamos de explicar; á esto respondo quenó, mientras estamos en esta vida; pero pregunto al mismotiempo, si es cierto que en esta materia haya otra intuicionposible, que la del sentido íntimo.

Acostumbrados álas intuiciones sensibles que implican la extension en el espacio,preguntamos

¿qué es el alma en sí misma? yparece que no quedamos satisfechos porque no vemos su retrato.Abstrayéndonos del órden de la sensibilidad,levantándonos á la esfera intelectual pura,¿quién sabe si podríamos decir que no hay otraintuicion del alma que la que tenemos ahora; que ella, en símisma, en su entidad una, simple, es esta misma fuerza quesentimos; que esta misma fuerza es el sujeto de las modificaciones,que es la substancia, sin que sea preciso excogitar otro fondomuerto digámoslo así, en que resida esta fuerza?¿por qué la misma fuerza no podrá sersubsistente? ¿por qué debemos imaginar otro substratum en el cual se apoye? Y si esto fuese así,si fuese aplicable á la substancia del alma lo que pensabade todas las substancias el gran Leibnitz, haciendo consistir laidea de substancia en la idea de fuerza, ¿por qué nopodríamos decir que la presencia de sentido íntimo,la conciencia de sí propia, es toda la intuicion que el almapuede tener de sí misma?

[50]. Me preguntais qué es el alma separada delcuerpo, qué sentirá de sí, quéconocerá de {127} sí, cuando se hallará sola. ¿Acaso en la actualidad no siente y no conoce sola? ¿Acaso los órganos de que se vale,sienten ni piensan? ¿Sabe por ventura de qué manerase sirve de ellos, ni sabria que se sirve de ellos, sino por laexperiencia? ¿No se halla sola en las profundidades de suactividad, con sus pensamientos, con sus actos de voluntad, con sussentimientos, con su alegría, con su tristeza, con susplaceres, con sus dolores? En hora buena, dígase que tal vezno nos formamos ideas bastante claras del modo de concienciaque tendremos de nosotros mismos despues de esta vida;dígase que quizás son posibles otras intuiciones denosotros mismos; pero no se pinte como una cosa inconcebible elalma sola: dejadme el pensamiento, la voluntad, el sentimiento,todo presente en lo íntimo de mi conciencia; para hallarmeá mí propio, no necesito mas: dadme comunicacion conotros seres que me afecten ó á quienes yo afecte, queme trasmitan sus pensamientos y sus voluntades, que me causenplaceres ó dolores, y no necesito nada mas para tener unmundo que concibo muy bien: me falta el conocimiento de la calidadde los pormenores, nó de su posibilidad: el alma muda deestado, nó de naturaleza. {128}

CAPÍTULO IX.

EXÁMEN DE LA OPINION DE KANT SOBRE LOS ARGUMENTOS

CONQUE SE PRUEBA LA SUBSTANCIALIDAD DEL ALMA.

[51]. Los argumentos psicológicos en favor de lasubstancialidad del alma, son meros paralogismos en la opinion deKant, y si bien prueban una substancia ideal, no pueden nuncaconducir á una substancia real. Este filósofo,á mas de las razones con que ataca la pruebapsicológica de la substancialidad del alma, tenia unapersonal, que era muy poderosa para él, atendida la flaquezadel corazon humano: ó debía poner en duda lasubstancialidad del alma, ó consentir en la ruina de todo susistema. «Seria, dice, un grande, y hasta el únicoescollo de toda nuestra crítica, la posibilidad de demostrar à priori que todos los seres pensantes sonsubstancias simples, y que por consiguiente tienen necesariamentela personalidad y la conciencia de su existencia separada de todamateria; porque de este modo habríamos dado un paso fueradel mundo sensible, habríamos entrado en el campo de los noumenos, y nadie nos disputaria el derecho de desmontareste terreno, de edificar en él y tomar posesion del mismo,segun que lo permitiria la fortuna de {129} cadauno» (Dialéctica trascendental, libro 2, cap. 1).

[52.] En concepto de Kant, el primer paralogismo de lapsicología pura en favor de la substancialidad del alma, esel siguiente. «Aquello cuya representacion es la substancia absoluta de nuestros juicios, y que no puedeservir de determinacion á otra cosa, es substancia. El yo, como ser pensante, es la substancia absoluta de todossus juicios posibles, y esta representacion de sí mismo nopuede ser el predicado de otra cosa; luego el yo como ser pensante,es substancia.»

En estos términos presenta en la primera edicion de su Crítica el discurso psicológico que se proponecombatir; en la segunda edicion, queriendo ser mas claro, óquizá mas obscuro, expresa el mismo raciocinio en otrostérminos. «Lo que no puede ser concebido sino comosujeto, no existe sino como sujeto, y por consiguiente essubstancia; es así que el ser pensante, consideradosimplemente como tal, no puede ser pensado sino como sujeto; luegono existe sino como tal, es decir, como substancia.» Precisoes confesar que si la psicología no tuviese expositores masclaros que Kant, y en sus demostraciones hubiese de emplear lasformas de que se vale este filósofo en los pasajes que seacaban de ver, haria muy escasos prosélitos, por la sencillarazon de que pocos entenderian su lenguaje. Estoy seguro que lamayoría de los lectores no queda convencida por lossilogismos {130} favorables á la substancialidaddel alma, tales como los presenta Kant: de este modo la posiciondel filósofo es muy ventajosa, porque debe probar que notiene fuerza un argumento, cuya fuerza en verdad no se ha sentido.Pero supongamos que un filósofo se digna descender delolimpo de las abstracciones incomprensibles, y no se desdeñade hablar el humilde lenguaje de lo mortales, presentando elargumento psicológico bajo una forma mas sencilla,¿quién sabe si la conviccion producida seria algo masdifícil de destruir?

ensayémoslo.

[53.] Por substancia entiendo un ser ó una realidadpermanente, en la cual se verifican diferentes modificaciones,continuando ella idéntica á si misma. Es asíque en mi interior hay esa realidad, que permaneciendoidéntica, tiene variedad de pensamientos, de actos devoluntad, de sentimientos, de sensaciones, como me lo atestigua laconciencia; luego esto que hay en mi interior es substancia.

Creo que se puede desafiar á todos los filósofosdel mundo, á que señalen en este silogismo unaproposicion falsa, ni dudosa, ó indiquen un vicio en laconsecuencia, si no quieren ponerse en abierta contradiccion, poruna parte con el testimonio de la conciencia, y por otra con todaslas leyes de la razon humana.

[54.] Pretende Kant que el raciocinio en favor de lasubstancialidad del alma no es concluyente, porque las purascategorías, y por consiguiente {131} la dela substancia, no tienen absolutamente ningun valor objetivo, sinoen cuanto son aplicadas á la diversidad de una intuicionsometida á las mismas; esto es, que el concepto desubstancia es una pura funcion lógica que no vale nada nisignifica nada objetivamente, sino en cuanto se refiere ácosas sensibles; y que tan pronto como sale de la esfera de lasensibilidad, no puede conducir á ningun resultado. Esevidente que la substancialidad del alma no puede ser objeto de laintuicion sensible; y por consiguiente, aplicar al alma la idea desubstancia es extender el concepto mas de lo que permite sunaturaleza.

Menester es confesar que el raciocinio de Kant esconcluyente, si se admiten sus principios; y en esto tenemos unaprueba de la necesidad de combatir ciertas teorías queá primera vista parecen inocentes por estar en el mundo delas abstracciones, pero que en realidad son funestísimas porlos resultados á que conducen. Tal es el sistema de Kantsobre la falta de valor objetivo de las categorías puras; ypor esto le he combatido (Lib. IV, Cap. XIII, XIV, XV, XVI, XXI,XXII) demostrando: 1.° Que los conceptos indeterminados y losprincipios generales que en ellos se fundan, tienen un valorobjetivo fuera del campo de la experiencia sensible, con respectoá los seres que de ningun modo están sujetos ánuestra intuicion. 2.° Que no es verdad que solo tengamosintuicion sensible; pues que conocemos intuitivamente unórden intelectual {132} puro, superior á la esfera dela sensibilidad. Con esta doctrina queda arruinado el argumento deKant, porque se deshace el fundamento en que estriba.

[55]. El filósofo aleman parece que sentia el punto flacode su discurso; y así es que procura exponer el argumentopsicológico en términos tales que ofrezca untránsito del órden ideal al real, sin que se vea elpunto que une cosas tan distantes. Su lenguaje es puramenteideológico: «aquello cuya representacion es lasubstancia absoluta de nuestros juicios y que no puede servir de determinacion á otra cosa, es substancia,»nótese bien: define la substancia por la representacion y por la incapacidad de servir de determinacion á otra cosa, es decir, por atributospuramente ideológicos ó dialécticos. La formade que se vale en la segunda edicion, adolece del mismo defecto.«Lo que no puede ser concebido sino como sujeto, no existe sino como sujeto, y por consiguiente essubstancia.» ¿Por qué no nos dice que lasubstancia de que se trata aquí, es un ser permanente en quese realicen las modificaciones sin dejar de ser idénticoá sí mismo? ¿Por qué nos habla solo dela representacion, del concepto, de ladeterminacion ó predicado? porque le convenia presentarel argumento como un sofisma en que se hace tránsito de unórden á otro muy diferente; le interesaba una formaobscura que le permitiese decir lo que sigue. «En la mayor setrata de un ser, que en general puede ser concebido {133} bajotodos los respectos, y por consiguiente tal que puede ser dado enintuicion; en la menor no se habla del mismo ser, sino en cuanto seconsidera á sí propio como sujeto, yúnicamente con relacion al pensamiento y á la unidadde la conciencia, mas nó á la intuicion por la cualla unidad seria dada como objeto al pensamiento; por consiguientela conclusion está sacada por el sofisma figurædictionis, ó por un falso raciocinio. . . . . . . . . .. . .

»El pensamiento presenta en las dos premisas un sentidototalmente diverso; en la mayor es considerado en relacion áun objeto general, y tal por consiguiente, que puede ser dado enintuicion; pero en la menor no consiste sino en la relacioná la conciencia de sí propio, donde no se piensaningun objeto, sino que se encuentra uno representado ásí mismo con relacion á sí, como sujeto, comola forma del pensamiento; en el primer caso se trata de cosas queno pueden ser pensadas sino como sujeto, en el segundo por elcontrario, no se habla ya de cosas, sino del pensamiento,pues que se hace abstraccion de todo objeto; y en el pensamiento,el yo sirve siempre de sujeto para la conciencia. No se puede puesllegar á la conclusion: yo no puedo existir sino comosujeto; solo se tiene esta otra: yo no puedo, en el pensamiento demi existencia, servirme de mí sino como sujeto del juicio;proposicion idéntica que nada absolutamente dice sobre elmodo de mi existencia.» Indignacion {134} causaque con semejante embrollo de ideas y de palabras se pretendaarrebatar al espíritu humano su existencia, pues queá esto equivale el negarle que sea substancia; indignacioncausa el que con una confusion tal se quiera hacer vacilar uno delos argumentos mas claros, mas evidentes, de fuerza masirresistible, que ofrecerse puedan á la razon humana. Yopensaba ayer, yo pienso hoy; en toda la variedad de mis situacionesme hallo que soy el mismo, nó otro; á esa realidadque permanece idéntica en medio de la diversidad, la llamomi alma; luego mi alma es una realidad permanente, sujeto de lasmodificaciones; luego es substancia. ¿Se puede encontrarnada mas claro?

[56.] La psicología para demostrar la substancialidad delalma, se vale, es cierto, de la idea general de substancia; maspara aplicar legítimam