Cosas Nuevas y Viejas (Apuntes Sevillanos) by Manuel Chaves - HTML preview

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OBRAS DE MANUEL CHAVES

Constancia. —Novela.—Imp. de El Cronista.—1891.— ElPosibilista. —1894.—

Sevilla.

Hablar por hablar. —Colección de artículos literarios, satíricos y decostumbres, publicados de 1890 á 1894.— El Posibilista. —Sevilla.

Bocetos de una época (1820-1840).—Carta-prólogo de don Manuel GómezImaz.—

Librería de Fernando Fe.—1892.—Madrid.—Imp. de Francisco Leal,etc. Sevilla.—

Un tomo en 8.º.—270 páginas.

Pro-Patria. —Homenaje á los heroicos hijos de Sevilla don JoséGonzález Cuadrado y don Bernardo Palacios Malaver.—Primera edición:Tipografía de Díaz y Carballo, etc., etc.—1893.—Segunda edición:Tipografía de Leal y C.ª 1894.—Sevilla.—Folleto en 4.º.—Una lámina.

Páginas Sevillanas. —Sucesos históricos, personajes célebres,monumentos notables, tradiciones populares, cuentos viejos, leyendas ycuriosidades.—Con una carta-prólogo de don José Gestoso y Pérez.—Imp.de E. Rasco, etc. 1894.—Sevilla.—Un tomo en 8.º.—352 páginas.

Pepe-Illo. —Ensayo biográfico, histórico y bibliográfico.—Resuche,impresor, etc., 1894.—Folleto en 8.º.—Dos láminas.

Una carta del rey neto y algunas menudencias para ilustrar un capítulode la historia.—Imp. de Ángel Resuche, etc., etc.1894.—Sevilla.—Folleto en 8.º.—Con un retrato y un facsímil.

La Semana Santa y las Cofradías de Sevilla de 1820 á 1823. —Carta alduque de T'Serclaes.—Imp. de E. Rasco. 1895.—Sevilla.—Cuaderno enfolio.

D. Bernardo Márquez de la Vega. —Memorias de la reacciónabsolutista.—Imp. de El Porvenir, etc., etc. 1896.—Sevilla.—Folletoen 8.º.

Perder el tiempo. —(Versos).-Con una carta de don Francisco RodríguezMarín.—

Imp. de El Porvenir, etc 1896.—Sevilla.—Folleto en 8.º.

Historia y bibliografía de la prensa sevillana. —Prólogo de donJoaquín Guichot y Parody, Cronista oficial de la ciudad.—Imp. de E.Rasco, etc. 1896.—Sevilla.—Un tomo en folio: XLII-380 páginas.

Discurso de recepción leído ante la Academia Sevillana de BuenasLetras el día 11

de Abril de 1899.—Tipografía, Monsalves 17:1899.—Sevilla.—Folleto en 4.º.—82

páginas.

D. Mariano José de Larra (Fígaro). —Su tiempo, su vida y susobras—Estudio biográfico-crítico y bio-bibliográfico.—Imp. de LaAndalucía. 1898-1899.—Sevilla.—

Un tomo en 4.º—244 páginas.

Micer Francisco Imperial. —Siglo XIV.—(Apuntesbibliográficos.)—Tipografía, Monsalves 17.—1899.—Sevilla.—Folleto en4.º.

La Madre y la muerte. —Poesía escrita sobre el pensamiento de uncuento de Hans Cristián Andersen.—Tipografía de «La Industria», etc.,1899.—Sevilla.—Folleto en 8.º.

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El humorismo en la literatura española el siglo XIX. —Trabajo premiadoen los Juegos Florales que celebró el Ateneo de Sevilla en 25 de Abrilde 1900.—Un folleto.

Los teatros de Sevilla en la segunda época constitucional(1820-1823).—Imprenta de F. Marta-García.—1900.—Un folleto en8.º.—80 páginas.

D. Diego Ortiz de Zúñiga. —Su vida y sus obras.—(Estudio biográfico ycrítico.) Premiado en los Juegos Florales que celebró el Ateneo deSevilla el 4 de Mayo de 1902.—Imp. de E. Rasco,etc.—1903.—Sevilla.—Un folleto en 4.º.—VIII-100

páginas.

Cosas Nuevas y Viejas. —Apuntes sevillanos.—Prólogo de don JoséNogales.—

Sevilla: Tipografía, Sauceda 11.—Un volumen en 4.º. francés.

COSAS NUEVAS Y VIEJAS

MANUEL CHAVES

———

(APUNTES SEVILLANOS)

PRÓLOGO DE

D O N J O S É N O G A L E S

SEVILLA

Tipografía, Sauceda 11

1904

Al Índice

SR. D. ENRIQUE CARREÑO

Mi excelente amigo: Á su bizarría, á su generosidad, se debe que estos Apuntes sevillanos salgan á la luz pública, reunidos y puestos enorden conveniente. ¿Cómo no he de honrarme escribiendo su nombre de Vd.en la dedicatoria de este mi nuevo libro?

Grande, sincero y mil veces demostrado es el amor que Vd. tiene porSevilla, y como de cosas de esta nuestra tierra— viejas unas por suantigüedad y nuevas otras, por no ser muy conocidas,—tratan laspáginas que siguen, á esto atribuyo la predilección que me manifestó porellas, que muy expuesto estuviera á equivocarme si á vanidad de autorpudiera achacar otra cosa.

Siguiendo relativo orden cronológico van esos breves artículos, que enlas columnas de El Liberal gozaron un día cierto favor del público:por eso nada he querido alterar de ellos, pues ampliándolos ó dándolesotra forma, perderían ciertamente el carácter que tuvieron al sertrazados y que he deseado conservar.

La variedad de los asuntos que forman este libro, me hace sospechar queha de mover algo el interés del lector curioso, á quien, como á Vd.,ofrezco ya un detalle de las costumbres de nuestros antepasados, ya labiografía de un sevillano ilustre, ya la descripción de algún monumento,ó ya, en fin, la noticia de cualquier caso interesante, habiendo tenidobuen cuidado de basar todos mis escritos sobre auténticos documentosoriginales ó sobre noticias del más autorizado origen, no ocultandonunca, para mayor crédito, su procedencia.

¿Qué más he de decir á Vd. en estas líneas, que ya para dedicatoriapodrán parecerle largas?.... Pongo punto y reciba una vez más la muestradel reconocimiento y la amistad de su affmo.

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Enero, 1904.

Este es un libro que yo vi nacer: mejor dicho, que contribuí un poco áque naciera.

Por esto me juzgo ligado á él con ciertos vínculosespirituales que me redimen de aquella virginidad de prólogos en quehasta ahora he vivido. Ni los hice para los libros ajenos, ni los pedípara los míos.

Y es que, para los ajenos, creí siempre que me faltaba autoridad; y paralos míos, que me faltaba aquella cualidad excelente que tendrían queponer de manifiesto por anticipado juício de la obra.

Con el presente libro todo aquel propósito casi huraño ha venido átierra, y ya he dicho la razón. Ahora, lo que quiero decir al público escómo debemos alegrarnos de que lo efímero y volandero se haya fijado enmoldes estables y, como ahora se dice, definitivos.

He aquí cómo nació este libro: en Enero de 1901 comenzó la publicaciónde El Liberal en Sevilla, de que fuí Director durante algunos meses,con verdadero regocijo de mi alma. Esta satisfacción tenía dos motivosde índole sentimental: que era El Liberal y se publicaba en Sevilla.

Al empezar, dije á Manuel Chaves:—¿Por qué no haces una sección tuya,en que nos traigas algo de lo mucho que sabes y conoces, acomodándolo alpaladar del público numeroso y al molde especial del público moderno?

Estas invitaciones al trabajo no se le dirijen en balde á Manuel Chaves,uno de los espíritus trabajadores é inquietos que afirman, frente á la Andalucía legendaria y pasiva, la Andalucía productora éinteligente.

Desde el segundo ó el tercer número de El Liberal apareció la seccióntitulada

« Cosas nuevas y viejas». Lo que comenzó en Enero acabó enDiciembre. Un año, día por día, servimos á los lectores la pacientelabor de Chaves, que era, burla burlando, un pedazo de historia,fragmentaria, anecdótica, concentrada, en que había de todo: desde lotrágico á lo exquisito; desde lo terrible á lo picaresco.

Y esto—hay que decirlo lealmente—aun sin tener en cuenta otrasvaliosas condiciones de la producción, revela una profunda cultura y unmagno esfuerzo, que supone por anticipado muchos años de trabajoperseverante y abrumador, no recompensado sino por la estimación delpúblico.

Acaso porque todos, confesándolo ó no, apreciamos en mucho aquellascualidades en que no abundamos, yo admiro la obra paciente éinteligentísima de los eruditos, de los bibliógrafos, de losescudriñadores de las fuentes vivas en nuestra literatura, en nuestraciencia y en nuestra historia. Y esta obra de perseverancia y sabiduríase realiza con admirable solidaridad. Como en los esfuerzos científicos,estos empeños literarios se enlazan, se completan, se ordenan á travésde los años y de los siglos.

Sevilla fué siempre, y lo es ahora, un admirable taller para estapersistente labor de sabiduría. Yo tengo ganas de decir al «granpúblico», á ese público que está formado por cientos de miles delectores diarios, quiénes son y qué representan en la moderna culturaespañola esos eruditos andaluces cuyos nombres llegaron á él á través delas Academias, de las Corporaciones oficiales, de las referenciasvolanderas de los periódicos en notas fugaces é inexpresivas.

El círculo de lectores se va ensanchando: este es un excelente síntoma;la Prensa, machete en mano, abre sendas claras y ventiladas en elbosque enmarañado de nuestra ignorancia secular. Ella abre el camino; el convoy viene detrás. Es un error el de los que creen que la Prensaabsorbe por completo y para siempre la parte de inteligencia activa condetrimento del más hondo y apacible saber. La Prensa abre camino, hacelectores....

Uno de nuestros propósitos era ese: utilizar la Prensa como vehículo ycargar en ella la cantidad de cosas viejas que admitiese: así se iríanrepartiendo. Para esto—

exigencias inevitables del público—había queescoger lo raro, lo ameno, lo interesante: aún no está el niño grande para ingerir muchas y serias dosis de paciente estudio.

Y Manuel Chaves cumplió su encargo tan liberalmente, que con aquellaserie de Cosas ha podido componer el presente volumen, ya pasado enautoridad de cosa juzgada, y lo que es más, aplaudida.

Seguramente ha de haber alguna flor fresca en el ramillete, pues Chavestenía materia sobrada á mano, y no es hombre que se la reserve, alcontrario de otros eruditos, que todo lo que pueden lo reservan como siganara réditos. Y ¡cuántas otras cosas sabrosísimas, de gran interésliterario é histórico, habrá tenido que reservar y dejar en el fondo delos cajones, por esta ridícula meticulosidad que ahora nos ha entrado,por esta pudibundez externa que destierra todos los desenfados delingenio antiguo, aunque permite toda licencia al ingenio contemporáneo!

No podemos reproducir los felicísimos y audaces rasgos de nuestraliteratura picaresca, moralmente inofensiva, porque el donaire esingenuo, natural y bien encaminado, mientras corren, exquisitamenteencuadernadas, todas las alambicadas porquerías de la literaturafrancesa,—que no tienen acceso en otras naciones—y esto me hace pensaren el antiguo problema de si la moralidad será cuestión de climas...

yde lenguajes.

Me place lo exquisito de esa literatura, aunque se acomoda mi ánimomejor á los sabrosos desenfados de la nuestra.

Y es que adoro nuestras formas castizas, nuestro «modo de hacer», elresplandor de nuestro ingenio solariego, la gracia ingenua, socarrona yadmirable de nuestros grandes escritores. Y es más: pienso en que losseñores franceses venían en los siglos XVI y XVII á buscar comedias, ábuscar Autos, á buscar novelas, á empaparse en nuestro ambiente, para fusilar nuestra producción, hacerse el paladar y revendernos la«lengua de Molière» en nuestra propia salsa...

Era una especie de combinación como la que ahora hacen con nuestrosvinos. Allá van nuestros mostos blancos, fuertes, sensuales,apetecibles. Los tiñen de negro con singular maestría, los perfuman,los aderezan, los disponen con sugestivo bouquet, y nos los revendencon fe de bautismo de Burdeos ó de Borgoña... Total, seis botellas quevienen, representan el valor de una pipa que va. Ni más ni menos. Songastos de nacionalización que nos cargan en cuenta.

Y, ahora que recuerdo: Manuel Chaves también ha pasado la frontera y noslo han devuelto, con un acento de lo más tirano. En los periódicostaurinos del Mediodía, de la Provenza, figura Chavés como unaautoridad in ré taurina, por aquellos folletos sobre Pepe Illó... ydemás documentos del ramo, que ha sacado á luz. Es delicioso.

Lo que quise decir—y no es poco—es que Chaves es un escritor que pasóla frontera, precisamente por lo castizo, por lo apegado á nuestroriñón, por lo que tiene de españolizado, por sus cosas viejas, queson nuestras cosas.

Y si esto se estima en el extranjero, ¿cómo no lo habíamos de estimar ennuestra casa!

Sí se estima. Lo sé. He podido apreciarlo precisamente en estas Cosasviejas, en cuyo nacimiento me llamo un poco á la parte. Cartas sobrelas tales Cosas,

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recordatorios, adiciones, rectificaciones, oposición,aprobación, me daban á entender que interesaban.

Si interesaron entonces, ¿cómo no ahora? Ahora y siempre.

Son Cosas incitantes, regocijadas ó trágicas, pero andaluzas. Juntas,no tienen más fin que el de presentar un estado de alma; separadas, notienen más objeto que regocijar al lector ó hacerle sentir la angustiade lo histórico....

Por uno y otro propósito, mi parabién á Manuel Chaves; mi aplauso alconjunto de eruditos sevillanos, de grandes artistas, de pacientestrabajadores en el orden intelectual, que han formado una de las basesde nuestra cultura moderna.

De Sevilla hay que hablar mucho. Pero mucho. Dios dirá.

JOSÉ NOGALES.

LOS ANTIGUOS RELOJES

Tradición es, y aun lo afirman algunos historiadores autorizados, talescomo Méndez Silva y Mariana, que el primer reloj de torre que se conocióen España lo tuvo Sevilla y que éste se instaló en 1400.

Aquel año vino á esta ciudad el rey don Enrique III, que parecepresenció la ceremonia de colocar en la Giralda el reloj, dándose alacto toda la importancia que merecía, como así lo señalan las crónicas.

Construyó la campana del reloj, por encargo del arzobispo don Gonzalo deMena, un maestro llamado Alfon Domínguez, del cual existen diversasmemorias, constando también que el reloj y la campana quedaroninstalados en los comienzos del mes de Julio del citado año de 1400.

Un historiador moderno, al tratar este asunto, escribe: «Que aunque sedice de Valencia que por acuerdo del Consejo general en 16 de Julio de1378 se encargó un reloj de torre á cierto mecánico extranjero de pasopor la ciudad, sólo consta que en 1403 y en 12 de Febrero resolvió aquelmunicipio labrar una campana, y que batiesen las horas dos servidoresasalariados á este propósito.»

Podrán estas noticias ser puestas en duda, pero respecto á que muy á loscomienzos del siglo XV existía en Sevilla un reloj de torre, hay un datoindudable en las palabras del médico Juan de Aviñón, que en su libro Sevillana Medicina, hacia 1418, dice: «Y

como quiera que agora seriagrave de comer á estas horas ciertas, de aqui adelante nonserá grave porcuanto nuestro señor el arzobispo de Sevilla, que mantenga Dios mandófacer un relox que ha de tañer veinticuatro badajadas

Después del reloj de la Catedral, es el más antiguo de los públicos deSevilla, el reloj de la torre de San Marcos, que data de 1553, y sobreel cual existe esta noticia en un acuerdo de las actas capitulares, enel cabildo de 22 de Agosto de 1585, donde se nombró á Francisco Ximénezde Bustillos, mayordomo, para que hiciese aderezar los relojes de SanMarcos y San Lorenzo, «concertándole en el oficial que lo hubiese dehacer, por lo menos que pudiese, informándose, además, de persona hábilque se encargara de su reparo y aderezo, dando de ello cuenta á laciudad para que se le nombrase y señalase salario.»

La campana del reloj de San Marcos tiene grabada una inscripción latinaque traducida al castellano, dice:

« Nada hay más veloz que el tiempo y para que no se malgaste, señala oinsigne Sevilla, á tus moradores las horas.—El Senado y el pueblo deSevilla, cuidó de construir este reloj con sus caudales, para el bienpúblico, el año de Cristo Salvador de 1553. »

Antes de esta fecha, en 1576, era relojero de San Marcos y San Lorenzoel maestro Diego Flamenco, quien percibió por el cargo de concertar losrelojes 18.000

maravedís anuales, y en 1589 pruébase que el Cabildotenía algo abandonado atender á cargo tan importante, por el siguientedocumento inédito:

«Juan Salado y Matías del Monte, relojeros; decimos que por mandato devuestra señoria tenemos encargo de concertar los relojes desta ciudadcomo maestros en dicho arte los cuales habemos concertado, y gastadonuestro dinero en aderezarlos. Y porque cada dia se ofrecen cosas queaderezar en ellos en que es necesario gastar dinero. Y

pedimos ysuplicamos a vuestra señoria atento lo susodicho nos mande librar... acuenta de nuestro salario porque cualquier otro maestro que losaderezase se le había de pagar lo que gastara en ello, por estar muchaspiezas quebradas las cuales se han de nuevo y nosotros no pedimos se nosmande librar sino por cuenta de nuestro salario y por ello...

Matiasdel MonteJuan Salado».—(Escribanía de Cabildo, siglo XVI).

La campana lleva además grabadas las armas de la ciudad y bajo ellas sehace constar que aquel es escudo hispalense.

En 1776 se quitó la primitiva máquina de San Marcos, estrenándose elnuevo reloj en 13 de Junio del citado año, habiendo sido construído enLondres por Tomás Hatton, según se lee grabado en la esfera interior,que es de metal, encontrándose además en dicha esfera el nombre deEugenio Escamilla, que fué nombrado relojero del Ayuntamiento de Sevillaen 25 de Febrero de 1789.

El reloj de la torre de San Lorenzo fué también colocado á fines delsiglo XVI y el que actualmente existe se puso en 1853 siendo construídopor José Manuel Zugasti en Bilbao, que hizo además el de la torre de laplaza del Altozano.

De otros antiguos relojes de Sevilla he de recordar también el de laAudiencia, el del Oratorio de San Felipe Neri, el del convento de losRemedios, el de los Jerónimos, que ya no existen, el de La Cartuja y elde San Agustín, que se estrenó en 27 de Junio de 1749.

CÓMO LAS GASTABA UN REY

En el viaje que en 1455 hizo á Sevilla Enrique IV, El Impotente,acompañábale con su corte—dicen los autores—un número considerable demoros principales y ricos, los cuales gozaban de gran favor con elveleidoso monarca.

Mandóse alojar á aquéllos en las casas de nobles y de acaudaladossevillanos, tocando á D. Diego Sánchez de Orihuela, hospedar uno llamadoMonjarras, que era hombre joven, apuesto y de violento carácter, y elcual hubo de enamorarse de una hija soltera que D. Diego tenía.

Esta parece que correspondió al fin á los deseos del hijo del Profeta:pero el bueno de Monjarras, no contento con ello, la robó de la paternacasa y la sacó de Sevilla casi por la fuerza, y sin pararse enmelindres, como persona apasionada y de alientos que era.

Y sucedió luego que, cuando Sánchez de Orihuela y su esposa acudieron alAlcázar á pedir justicia al rey, éste los recibió con enojo y tuvo lafrescura de decirles que, en vez de venir á quejarse, debieran haberguardado más á la hija: contestación villana que causó la indignación decuantos la oyeron.

Mandó luego D. Enrique que nunca más volviera á su presencia la afligidamadre, y divulgadas las noticias de estos actos por la ciudad, el pueblose irritó muchísimo y comenzóse á reunir gente delante del Alcázar enactitud nada pacífica; mas esto, lejos de variar la opinión del rey, lellevó hasta querer salir á desafiar al pueblo, cosa de que le hizodesistir el prudente consejo del conde de Benavente.

El resultado de todo fué que Monjarras quedó sin ningún castigo, puesninguna diligencia se hizo contra él; que los padres quedaron sinrecibir satisfacción á su deshonor, y que el monarca procedió en aquellaocasión de la más indigna manera: lo cual no era extraño, tratándose,como se trataba, de un rey cuya figura es de las más antipáticas en lahistoria.

LOS PRIMEROS INQUISIDORES

Y SUS HAZAÑAS

Al año de 1480 se remonta la fundación en Sevilla del tribunal de laInquisición, año en que el Papa dió, á instancia de los Reyes Católicos,la bula autorizando aquel establecimiento, y en 27 de Diciembre mandóFernando V á las autoridades de nuestra ciudad, que protegiesen á losseñores del Santo Oficio, que se disponían á pasar á ésta para purgar deherejía á cuantos cogiesen por delante.

Y en efecto, á los pocos días llegaron á Sevilla los primerosinquisidores, que fueron el provincial fray Miguel, el vicario frayJuan, del orden de Santo Domingo, y el doctor Medina, clérigo de SanPedro, los cuales eran tres mozos como escogidos de intento para lamisión que se proponían llevar á cabo.

Tan listos anduvieron éstos en sus diligencias, que el 2 de Enero de1481 se dieron ya las primeras providencias emanadas de la Inquisición,y las cuales eran nada menos que mandar prender á los cristianos nuevos,amenazando también á los títulos de Castilla con la privación de ellossi no acataban al Santo Oficio.

Por entonces era asistente de Sevilla D. Diego de Merlo, y como estebuen señor era fervoroso devoto de las órdenes religiosas, se dispusocon todo el peso de su autoridad, á proteger á los inquisidores,tomándoles en mayor afecto y prestándose á ayudarlos cuanto pudiese ensus diligencias.

Así lo consigna un testigo contemporáneo tan autorizado como elbachiller Andrés Bernáldez, cura de Los Palacios, el cual escribe á estepropósito en su Crónica de los Reyes Católicos:

«En muy pocos días, por diversos modos y maneras, supieron (losinquisidores) toda la verdad de la herática pravedad malvada, écomenzaron de prender hombres é mujeres de los más culpados émetiéronlos en San Pablo: é prendieron luego algunos de los más honradosé de los más ricos, Veinticuatros y Jurados, bachilleres é letrados, éhombres de mucho favor: á éstos prendía el Asistente, é des que estovieron huyeron de Sevilla muchos hombres é mujeres: y viendo que eramenester, demandaron los inquisidores el Castillo de Triana, donde sepasaron presos, é allí ficieron su audiencia, é tenían su Fiscal, éAlguacil é Escribano, é cuanto era necesario, é hacía proceso, según laculpa de cada uno, é llamaban Letrados de la ciudad seglares, é á elProvisor, al ver de los procesos é ordenar de las sentencias, porqueviesen cómo se hacía la justicia é no otra cosa: é comenzaron desentenciar para quemar en fuego, é sacaron á quemar la primera vez áTablada seis hombres é mujeres que quemaron: é predicó Fray Alonso deSan Pablo, celoso de la fe de Jesucristo, el que más procuró en Sevillaesta Inquisición: é él no vido más de esta quema, que luego dende ápocos días murió de pestilencia, que entonces en la ciudad comenzaba deandar.»

El primer auto de fe, de condenados á las llamas, se celebró, pues, enSevilla el 6 de Enero de 1481 y el segundo el 26 de Marzo, en queperecieron en la hoguera diez y siete reos, yendo tan en aumento el celode los inquisidores, que durante siete años fueron quemadas más deseiscientas personas y penitenciadas unas cinco mil.

El ya citado Bernáldez apunta en su crónica algunos de los nombres delas personas más señaladas que aquí fueron las primeras víctimas de lainquisición, citando entre otras al rabí Diego Susón, padre de lacélebre y hermosa judía conocida por la Susona, y á los acaudaladoshebreos Manuel Sauli y Bartolomé Torralva, al alcalde de la justiciaJuan Fernández Albolasia, al doctor Savariego, fraile de la Trinidad, yá otros muchos, apuntando también «que quemaron infinidad de huesos delos corrales de San Agustin é San Bernardo, de los confesos que allíhabía enterrados sobre sí, al uso judaico.»

El edificio que hoy ocupa la plaza de abastos de Triana, está destinadaá este uso desde 1825, y hasta 1785 ocupó aquel lugar el sombríocastillo de San Jorge, donde estableció el tribunal la Inquisición.

La antigüedad del castillo era grande, pues se dice que á raíz de lareconquista lo entregó Fernando III á los Caballeros de la Orden de SanJorge, que allí tuvieron largo tiempo su alcaide, que tenía á su cargola inspección del edificio.

Establecido en él el tribunal odioso, fué teatro de las más espantosasescenas, y hasta poco antes de su derribo, existían en los muros treslápidas con inscripciones latinas, las cuales recordaban los horroresdel tribunal.

Decía así en la primera:

« Este santo tribunal de la Inquisición contra la perversidad de losherejes en los reinos de España tuvo principio en Sevilla en 1481,ocupando la silla apostólica Sixto IV, quien la concedió á instancia deFernando V é Isabel, que reinaban en dichos reinos. Fué el primerinqu