25
amenaza con su marido, y Luisa con concluir las relaciones...
[Pg 88]¿Concluir? Quizás esto me conviniera.
Don Juan no parece muy feliz, y quién sabe si me
espera
á
mí
igual
suerte.
JUAN ( Saliendo con unos pantalones negros en la mano).—Nada;
me ha mandado á escardar cebollinos. ¡Qué
remedio! Lo voy á cortar yo y mañana se cose. 5
FELIPE.—Hola,
señor
don
Juan.
JUAN.—Hola, víctima... digo, compañero de
fatigas
sin
glorias.
FELIPE.—¿Compañero?
JUAN.—Hombre, en cuanto se case usted; yo ya lo
10
estoy.
FELIPE.—¡Ah! (Pues señor, me casan sin remedio.)
JUAN.—Con permiso de usted, ¿eh? ( Extendiendo el
pantalón
sobre
una
mesa. )
FELIPE.—¿Va usted á quitar alguna mancha? 15
JUAN.—No; á quitar paño que le sobra á este
pantalón.
FELIPE.—¿Usted? ¿No hay mujeres en la casa?
JUAN.—No; aquí no hay mujeres, son fieras.
FELIPE.—¿Eh?
20
JUAN.—Es decir; hago una honrosa excepción.
(Me
conviene
no
escamarlo.)
FELIPE.—Luisa,
¿eh?
JUAN.—Por supuesto, Luisa, que es un modelo de
bondad
y
de...
mansedumbre.
25
FELIPE.—Ya
me
lo
parecía
á
mí.
JUAN.—Pues es usted listo. En fin, cásese usted con
ella,
que
va
usted
bien.
FELIPE.—¿Cree
usted?...
JUAN.—Cuando le digo á usted que es un
modelo...
30
[Pg 89]FELIPE.—Pero, sin duda ¿la madre?...
JUAN.—¿Mi suegra? ¡Quiá! Después de todo, es
una infeliz. Tiene un carácter... pero no pasa de ahí.
FELIPE.—¿De
dónde?
JUAN.—De ahí; de... Estoy por aconsejarle á usted
5
que
se
la
lleve
cuando
se
case.
FELIPE.—¿Á
la
suegra?
¡Caracoles!
JUAN.—No; si eso no es suegra... eso es... una madre, una... Yo tendría un sentimiento muy
grande;
pero llévesela usted si tiene empeño. 10
FELIPE.—No,
ninguno.
JUAN.—Bueno; pues nos la podemos repartir á
temporadas.
FELIPE.—¿Á
temporadas?
JUAN.—Por ejemplo: puede pasar con usted doce
15
meses
del
año
y
el
resto
conmigo.
FELIPE.—Eso
es:
ó
lo
contrario.
JUAN.—También. El año entero con usted, y lo
que
quede
conmigo.
FELIPE.—Ya
hablaremos
de
eso.
20
JUAN.—(Éste se la ha olido.) Vaya, ya está esto.
( Por el pantalón. ) Mañana lo cosen para que no se deshilache. Lo dejaré aquí hasta que vuelva. ( Lo deja
sobre
la
silla. )
FELIPE.—¿Á dónde están esas señoras? 25
JUAN.—Ahora saldrán. ¿Usted también va de
baile?
FELIPE.—Iba; pero como se han empeñado en que
no
vaya...
JUAN.—¿Y no va usted, yendo la novia?
FELIPE.—¡Cómo!
¿Van
al
baile?
30
[Pg
90]JUAN.—¡Ya
lo
creo!
FELIPE.—¡Demonio! Y me han hecho escribir
excusándome...
JUAN.—¿Sí? Pues como no piensen otra cosa van
á
casa
de
González.
FELIPE.—¡Por vida!... Eso es jugar conmigo y no 5
me
he
casado
todavía.
JUAN.—¡Oh! Eso es ahora; pero en casándose se
cuadra
usted.
FELIPE.—Ya
lo
creo
que
me
cuadraré.
JUAN.—Vaya; voy á comprar unas friolerillas. 10
FELIPE.—¡Después que me he quitado el frac!
JUAN.—Con tal que tenga usted los pantalones
bien
puestos...
FELIPE.—¡Quiá, hombre! Si se me están cayendo;
son
anchos.
15
JUAN.—¿Su
sastre
de
usted
es
profeta?
FELIPE.—No;
es
García.
JUAN.—Lo mismo da. (¡Pobre chico!) ( Vase. )
ESCENA IX
FELIPE, después DOÑA PAULA
FELIPE.—Después
que
me
hacen
escribir
pretextando
un fuerte dolor de muelas y rogándoles que
busquen
20
otro que toque el piano... salimos con que van ellas.
No;
pues
conmigo
no
se
juega.
PAULA.—¡Hola! Pronto ha dado usted la vuelta.
FELIPE.—¡Claro! Como que por lo visto no había
necesidad
de
la
salida.
25
PAULA.—¡Ah! ¿Sabe usted ya que vamos al baile?
[Pg 91]FELIPE.—Sí; ahora que he escrito á esos
señores
que un fuerte dolor de muelas me impedía ir á tocar
el
piano.
PAULA.—¿Qué, usted toca el piano con las muelas,
por
ventura?
FELIPE.—No, señora; pero toco cielo con las 5
manos
cuando
me
pasan
estas
cosas.
PAULA.—¿Es fuerte el dolor, eh? Arránquesela
usted
si
está
picada.
FELIPE.—Quien
está
picado
soy
yo.
PAULA.—¿Sí?
Pues
enjuáguese
usted.
10
FELIPE.—Si
no
me
duele
nada.
PAULA.—¿En
qué
quedamos?
FELIPE.—Ha sido el pretexto para no ir.
PAULA.—Entonces, yendo, ya no necesita usted
pretexto.
15
FELIPE.—¿Después que me he quitado el frac y el
pantalón
negro?
PAULA.—Se
lo
vuelve
usted
á
poner.
FELIPE.—Eso
es.
PAULA.—¡Ah! Y á propósito: ¿ha visto usted á 20
Juan?
FELIPE.—Salió
ahora.
PAULA.—Me alegro. (Le voy á sorprender cuando
vuelva. ¿Qué me cuesta darle gusto una vez? Le voy
á cortar el pantalón negro. Él dijo que unos cuatro
25
dedos... le cortaré cinco. Puesto que hay tiempo...
¡Ah! Éste debe ser, sí. En mi cuarto tengo tijeras.)
( Coge
el
pantalón. )
FELIPE.—Pero ¿van ustedes al baile, eh?
PAULA.—Sí, hombre; vaya usted á vestirse, vaya
30
[Pg 92]usted. ( Vase por la segunda izquierda. ) FELIPE.—¡Caramba,
Carambita!
¡Nada!
Me
zarandean
como les da la gana. ¡Y todavía dice don Juan que podíamos partirnos á la suegra!... ¡Ya lo creo que
debíamos partirla! Pero por la mitad, y arrojar los
pedazos para que no pudieran aprovecharse...
Porque,
5
vamos á ver. ¿Qué hago yo con esta carta,
( Sacando
una
del bolsillo. ) que le he escrito á la de González, excusándome?
Afortunadamente no la he cerrado, ni se la he
mandado todavía; pero... ¡ah!... ¡qué idea! La
pongo una postdata, diciéndole que después de
escrita
10
esta carta me encuentro bien, y por tanto, que no haga
caso de lo que la digo en ella... eso es. Ya que está
escrita, no me voy á quedar con la carta en el bolsillo.
¡Ay! ¡En qué lío tan gordo te has metido, Felipe!
¡Soy
lo más lila!... ¡Hasta don Juan ha conocido que se
me
15
caen los pantalones, y no me he atrevido á
devolvérselos
al sastre! ¡Ay! ¡Qué carácter tenemos algunos
hombres!
¡Caracoles!...
¡Caracolitos!...
( Sale
por
el
fondo. )
ESCENA X
CARMEN, vestida algo ridícula, sale y se mira al espejo.
luego PEPA
CARMEN.—El espejo de mi cuarto es muy pequeño
y
20
no me he podido hacer cargo de mi vestido.
Vamos;
no
está mal del todo... Pero si dan otro baile es preciso que me haga uno nuevo... ¡nuevo!... ¿Cuándo será
algo mi marido? ¿Cuándo ascenderá al menos?
PEPA ( Con el pantalón negro de Juan en la
mano).—¡Anda,25
[Pg 93]anda!... ¡Y qué maja se ha puesto usted!...
CARMEN.—¿Qué te parece, Pepa, estoy bien?
PEPA.—Mejor que la sobrina del médico de mi
pueblo, cuando salía en la procesión del Jueves Santo.
CARMEN.—No me satisface mucho el elogio; pero,
en
fin...
5
PEPA.—¡Pues si es la más rica de Alcobendas!
CARMEN.—¡Ah! Entonces... ¿Qué llevas ahí?
PEPA.—El pantalón del señor, que me lo ha dado su
mamá de usted para que lo lleve al cuarto.
CARMEN.—¡Ah! ¿Lo has cortado tú?
10
PEPA.—¿Yo?...
Yo
no
lo
he
tocado.
CARMEN.—¡Pobre Juan! Voy á darle gusto
siquiera
una vez; ¿qué me cuesta? Dame ese pantalón. Se lo
cortaré para que pueda ir al baile. ( Vase por la primera
izquierda. ) 15
ESCENA XI
PEPA y LUISA también vestida para la reunión PEPA.—¡Digo! ¡Quién fuera señora para poder
llevar todos esos perifollos! ( Viendo á Luisa. )
¡Anda!
¿También
usted
está
compuesta?
LUISA.—¿Qué te parezco? ¿Me encuentras bien?
PEPA.—¡Ya
lo
creo!
Parece
usted
Santa
Fislomena,
20
la
de
la
iglesia
de
mi
pueblo.
LUISA.—¡Qué
ocurrencia!
PEPA.—Que sí señora; que está usted pintiparada.
LUISA.—¿Cómo? ¿Pintada? ¿Se conoce mucho el
colorete?
25
PEPA.—¿El
clorete?
[Pg
94]LUISA.—¿Se
ve
mucho?
PEPA.—Pero
¿ aonde
tiene
usted
eso?
LUISA.—¡Aquí,
en
la
cara,
mujer!
PEPA.—¡Ah! Ahí no se conoce nada. Parece una
rosa.
LUISA.—¡Qué
susto
me
has
dado!
5
PEPA.—Yo
quisiera
vestirme
así.
LUISA.—¡Buena estarías! ¿Has visto al señorito
Felipe?
PEPA.—Sí; volvió hace poco; pero se fué otra vez.
LUISA.—¡Ah! ¿Hablaría con mi madre, eh? 10
PEPA.—Creo que sí. Voy... ( Contestando á la voz de Carmen, que llama á Pepa. ) Que sí, que está usted
muy guapa, vamos. ( Sale primera izquierda. )
ESCENA XII
LUISA, después PEPA
LUISA.—Si no fuera por el pobre Felipe, esta
noche
era ocasión de coquetear un poco con el teniente y
darle
15
una lección. Pero Felipe es de los que se casan, y el
otro
es
un
trucha.
PEPA.—Bueno;
en
su
cuarto,
ya
sé.
LUISA.—¿Dónde
vas?
PEPA.—Á dejar el pantalón negro del señor en su 20
cuarto.
LUISA.—¡Ah! (¡Qué trabajo me cuesta darle
gusto!) Yo lo llevaré. Allí habrá tijeras. ( Vase por
el
foro. )
PEPA.—¡Oh! Todas se llevan el pantalón. Por eso 25
dice el señor que aquí todos llevan pantalones
menos
él.
¡Y yo que no sabía por qué lo decía![Pg 95]
ESCENA XIII
PEPA y JUAN trayendo varios paquetes
JUAN.—Cuarenta y ocho reales de gasto un
hombre
que no tiene más que treinta diarios. ¡Por vida de los
bailes!
PEPA.—Señor, ¡si viera usted qué guapas están las
señoritas!
5
JUAN.—¿Sí, eh? Pues si vieras cómo estoy yo...
PEPA.—¿Qué? ¿También se va usted á poner
disclotao
como
la
señorita?
JUAN.—Sí, me voy á poner en guardia contra todos
estos
despilfarros.
10
PEPA.—¿Qué
traje
es
ése?
JUAN.—Bueno; anda á fregar, hija mía, anda á
fregar.
PEPA.—¿Está
usted
mal
humorado?
JUAN.—No,
cuestión
de
carácter.
15
PEPA.—¡Pues si es usted más bueno que el pan!
JUAN.—¿Que
el
pan
bueno,
eh?
Sí,
desgraciadamente.
¿Has
visto
tú
mi
pantalón
negro?
PEPA.—Sí; la señorita Luisa lo llevaba ahora á su cuarto
de
usted.
20
JUAN.—Bueno; pues entrégales todo esto á las
señoras
cuando salgan, y di que estoy vistiéndome. ¿Hay luz
en
mi
cuarto?
PEPA.—Las luces las tienen todas ocupadas las
señoras.
25
JUAN.—Bueno; me vestiré á obscuras, ¿qué
remedio?
¡Ay! ¡Dichoso bailecito![Pg 96]
ESCENA XIV
PEPA, DOÑA PAULA y después CARMEN y LUISA PEPA.—No me parece que el señor tiene muchas
ganas
de
componerse.
PAULA ( Vestida con exageración).—¡Ea! Ya estoy corriente.
¿Dónde
están
las
niñas?
PEPA.—Por
ahí
drentro.
5
PAULA ( Mirándose al espejo).—Me parece que voy
á
dar golpe esta noche. Diles que salgan. ¡Ah! Ven,
clávame
un
alfiler
aquí
detrás.
PEPA.—¿Detrás?
PAULA.—En la falda, mujer. Espera... ¿Tienes 10
las
manos
limpias?
PEPA.—Me
parece
que
sí.
PAULA.—Lo
dudo.
PEPA.—Sí, señora; me las lavé el domingo para
salir
á
paseo.
15
PAULA.—Bueno;
ya
está
bien.
CARMEN ( Saliendo con el abrigo puesto).—
Cuando
quieras.
PAULA.—¿Está
ya
tu
marido?
CARMEN.—Debe
estar.
20
PAULA.—Pues venga el abrigo y en marcha. ( Se pone
el
abrigo. )
LUISA.—¡Ah!
¿Ya
están
ustedes?
PAULA.—Sí,
anda,
arréglate.
LUISA.—Volvió Felipe y le dijo usted que íbamos
al
25
baile,
¿eh?
[Pg
97]PAULA.—Naturalmente.
LUISA.—¡Pobre chico! Se habrá incomodado
de
nuestra
informalidad.
PAULA.—¿Incomodado? ¡Vamos, cuando yo digo
que sois vosotras las que estropeáis á los hombres!
LUISA.—Pero como le dijimos que nos dolía la 5
cabeza...
PAULA.—¡Claro!
Y
ya
no
nos
duele.
CARMEN.—Pepa, tírame un poco del vestido.
( Pepa
lo
hace. )
PAULA.—Lo que tú has de hacer es poner buena
cara
10
al teniente esta noche y no dormirte en las pajas.
LUISA ( Mirándose los guantes).—¡Ay!... ¡Por vida!...
CARMEN.—¿Qué
pasa?
LUISA.—Que tu marido es un torpe. Le digo que
15