Tres Comedias Modernas en un Acto y en Prosa by Mariano Barranco - HTML preview

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amenaza con su marido, y Luisa con concluir las relaciones...

[Pg 88]¿Concluir? Quizás esto me conviniera.

Don Juan no parece muy feliz, y quién sabe si me

espera

á

igual

suerte.

JUAN ( Saliendo con unos pantalones negros en la mano).—Nada;

me ha mandado á escardar cebollinos. ¡Qué

remedio! Lo voy á cortar yo y mañana se cose. 5

FELIPE.—Hola,

señor

don

Juan.

JUAN.—Hola, víctima... digo, compañero de

fatigas

sin

glorias.

FELIPE.—¿Compañero?

JUAN.—Hombre, en cuanto se case usted; yo ya lo

10

estoy.

FELIPE.—¡Ah! (Pues señor, me casan sin remedio.)

JUAN.—Con permiso de usted, ¿eh? ( Extendiendo el

pantalón

sobre

una

mesa. )

FELIPE.—¿Va usted á quitar alguna mancha? 15

JUAN.—No; á quitar paño que le sobra á este

pantalón.

FELIPE.—¿Usted? ¿No hay mujeres en la casa?

JUAN.—No; aquí no hay mujeres, son fieras.

FELIPE.—¿Eh?

20

JUAN.—Es decir; hago una honrosa excepción.

(Me

conviene

no

escamarlo.)

FELIPE.—Luisa,

¿eh?

JUAN.—Por supuesto, Luisa, que es un modelo de

bondad

y

de...

mansedumbre.

25

FELIPE.—Ya

me

lo

parecía

á

mí.

JUAN.—Pues es usted listo. En fin, cásese usted con

ella,

que

va

usted

bien.

FELIPE.—¿Cree

usted?...

JUAN.—Cuando le digo á usted que es un

modelo...

30

[Pg 89]FELIPE.—Pero, sin duda ¿la madre?...

JUAN.—¿Mi suegra? ¡Quiá! Después de todo, es

una infeliz. Tiene un carácter... pero no pasa de ahí.

FELIPE.—¿De

dónde?

JUAN.—De ahí; de... Estoy por aconsejarle á usted

5

que

se

la

lleve

cuando

se

case.

FELIPE.—¿Á

la

suegra?

¡Caracoles!

JUAN.—No; si eso no es suegra... eso es... una madre, una... Yo tendría un sentimiento muy

grande;

pero llévesela usted si tiene empeño. 10

FELIPE.—No,

ninguno.

JUAN.—Bueno; pues nos la podemos repartir á

temporadas.

FELIPE.—¿Á

temporadas?

JUAN.—Por ejemplo: puede pasar con usted doce

15

meses

del

año

y

el

resto

conmigo.

FELIPE.—Eso

es:

ó

lo

contrario.

JUAN.—También. El año entero con usted, y lo

que

quede

conmigo.

FELIPE.—Ya

hablaremos

de

eso.

20

JUAN.—(Éste se la ha olido.) Vaya, ya está esto.

( Por el pantalón. ) Mañana lo cosen para que no se deshilache. Lo dejaré aquí hasta que vuelva. ( Lo deja

sobre

la

silla. )

FELIPE.—¿Á dónde están esas señoras? 25

JUAN.—Ahora saldrán. ¿Usted también va de

baile?

FELIPE.—Iba; pero como se han empeñado en que

no

vaya...

JUAN.—¿Y no va usted, yendo la novia?

FELIPE.—¡Cómo!

¿Van

al

baile?

30

[Pg

90]JUAN.—¡Ya

lo

creo!

FELIPE.—¡Demonio! Y me han hecho escribir

excusándome...

JUAN.—¿Sí? Pues como no piensen otra cosa van

á

casa

de

González.

FELIPE.—¡Por vida!... Eso es jugar conmigo y no 5

me

he

casado

todavía.

JUAN.—¡Oh! Eso es ahora; pero en casándose se

cuadra

usted.

FELIPE.—Ya

lo

creo

que

me

cuadraré.

JUAN.—Vaya; voy á comprar unas friolerillas. 10

FELIPE.—¡Después que me he quitado el frac!

JUAN.—Con tal que tenga usted los pantalones

bien

puestos...

FELIPE.—¡Quiá, hombre! Si se me están cayendo;

son

anchos.

15

JUAN.—¿Su

sastre

de

usted

es

profeta?

FELIPE.—No;

es

García.

JUAN.—Lo mismo da. (¡Pobre chico!) ( Vase. )

ESCENA IX

FELIPE, después DOÑA PAULA

FELIPE.—Después

que

me

hacen

escribir

pretextando

un fuerte dolor de muelas y rogándoles que

busquen

20

otro que toque el piano... salimos con que van ellas.

No;

pues

conmigo

no

se

juega.

PAULA.—¡Hola! Pronto ha dado usted la vuelta.

FELIPE.—¡Claro! Como que por lo visto no había

necesidad

de

la

salida.

25

PAULA.—¡Ah! ¿Sabe usted ya que vamos al baile?

[Pg 91]FELIPE.—Sí; ahora que he escrito á esos

señores

que un fuerte dolor de muelas me impedía ir á tocar

el

piano.

PAULA.—¿Qué, usted toca el piano con las muelas,

por

ventura?

FELIPE.—No, señora; pero toco cielo con las 5

manos

cuando

me

pasan

estas

cosas.

PAULA.—¿Es fuerte el dolor, eh? Arránquesela

usted

si

está

picada.

FELIPE.—Quien

está

picado

soy

yo.

PAULA.—¿Sí?

Pues

enjuáguese

usted.

10

FELIPE.—Si

no

me

duele

nada.

PAULA.—¿En

qué

quedamos?

FELIPE.—Ha sido el pretexto para no ir.

PAULA.—Entonces, yendo, ya no necesita usted

pretexto.

15

FELIPE.—¿Después que me he quitado el frac y el

pantalón

negro?

PAULA.—Se

lo

vuelve

usted

á

poner.

FELIPE.—Eso

es.

PAULA.—¡Ah! Y á propósito: ¿ha visto usted á 20

Juan?

FELIPE.—Salió

ahora.

PAULA.—Me alegro. (Le voy á sorprender cuando

vuelva. ¿Qué me cuesta darle gusto una vez? Le voy

á cortar el pantalón negro. Él dijo que unos cuatro

25

dedos... le cortaré cinco. Puesto que hay tiempo...

¡Ah! Éste debe ser, sí. En mi cuarto tengo tijeras.)

( Coge

el

pantalón. )

FELIPE.—Pero ¿van ustedes al baile, eh?

PAULA.—Sí, hombre; vaya usted á vestirse, vaya

30

[Pg 92]usted. ( Vase por la segunda izquierda. ) FELIPE.—¡Caramba,

Carambita!

¡Nada!

Me

zarandean

como les da la gana. ¡Y todavía dice don Juan que podíamos partirnos á la suegra!... ¡Ya lo creo que

debíamos partirla! Pero por la mitad, y arrojar los

pedazos para que no pudieran aprovecharse...

Porque,

5

vamos á ver. ¿Qué hago yo con esta carta,

( Sacando

una

del bolsillo. ) que le he escrito á la de González, excusándome?

Afortunadamente no la he cerrado, ni se la he

mandado todavía; pero... ¡ah!... ¡qué idea! La

pongo una postdata, diciéndole que después de

escrita

10

esta carta me encuentro bien, y por tanto, que no haga

caso de lo que la digo en ella... eso es. Ya que está

escrita, no me voy á quedar con la carta en el bolsillo.

¡Ay! ¡En qué lío tan gordo te has metido, Felipe!

¡Soy

lo más lila!... ¡Hasta don Juan ha conocido que se

me

15

caen los pantalones, y no me he atrevido á

devolvérselos

al sastre! ¡Ay! ¡Qué carácter tenemos algunos

hombres!

¡Caracoles!...

¡Caracolitos!...

( Sale

por

el

fondo. )

ESCENA X

CARMEN, vestida algo ridícula, sale y se mira al espejo.

luego PEPA

CARMEN.—El espejo de mi cuarto es muy pequeño

y

20

no me he podido hacer cargo de mi vestido.

Vamos;

no

está mal del todo... Pero si dan otro baile es preciso que me haga uno nuevo... ¡nuevo!... ¿Cuándo será

algo mi marido? ¿Cuándo ascenderá al menos?

PEPA ( Con el pantalón negro de Juan en la

mano).—¡Anda,25

[Pg 93]anda!... ¡Y qué maja se ha puesto usted!...

CARMEN.—¿Qué te parece, Pepa, estoy bien?

PEPA.—Mejor que la sobrina del médico de mi

pueblo, cuando salía en la procesión del Jueves Santo.

CARMEN.—No me satisface mucho el elogio; pero,

en

fin...

5

PEPA.—¡Pues si es la más rica de Alcobendas!

CARMEN.—¡Ah! Entonces... ¿Qué llevas ahí?

PEPA.—El pantalón del señor, que me lo ha dado su

mamá de usted para que lo lleve al cuarto.

CARMEN.—¡Ah! ¿Lo has cortado tú?

10

PEPA.—¿Yo?...

Yo

no

lo

he

tocado.

CARMEN.—¡Pobre Juan! Voy á darle gusto

siquiera

una vez; ¿qué me cuesta? Dame ese pantalón. Se lo

cortaré para que pueda ir al baile. ( Vase por la primera

izquierda. ) 15

ESCENA XI

PEPA y LUISA también vestida para la reunión PEPA.—¡Digo! ¡Quién fuera señora para poder

llevar todos esos perifollos! ( Viendo á Luisa. )

¡Anda!

¿También

usted

está

compuesta?

LUISA.—¿Qué te parezco? ¿Me encuentras bien?

PEPA.—¡Ya

lo

creo!

Parece

usted

Santa

Fislomena,

20

la

de

la

iglesia

de

mi

pueblo.

LUISA.—¡Qué

ocurrencia!

PEPA.—Que sí señora; que está usted pintiparada.

LUISA.—¿Cómo? ¿Pintada? ¿Se conoce mucho el

colorete?

25

PEPA.—¿El

clorete?

[Pg

94]LUISA.—¿Se

ve

mucho?

PEPA.—Pero

¿ aonde

tiene

usted

eso?

LUISA.—¡Aquí,

en

la

cara,

mujer!

PEPA.—¡Ah! Ahí no se conoce nada. Parece una

rosa.

LUISA.—¡Qué

susto

me

has

dado!

5

PEPA.—Yo

quisiera

vestirme

así.

LUISA.—¡Buena estarías! ¿Has visto al señorito

Felipe?

PEPA.—Sí; volvió hace poco; pero se fué otra vez.

LUISA.—¡Ah! ¿Hablaría con mi madre, eh? 10

PEPA.—Creo que sí. Voy... ( Contestando á la voz de Carmen, que llama á Pepa. ) Que sí, que está usted

muy guapa, vamos. ( Sale primera izquierda. )

ESCENA XII

LUISA, después PEPA

LUISA.—Si no fuera por el pobre Felipe, esta

noche

era ocasión de coquetear un poco con el teniente y

darle

15

una lección. Pero Felipe es de los que se casan, y el

otro

es

un

trucha.

PEPA.—Bueno;

en

su

cuarto,

ya

sé.

LUISA.—¿Dónde

vas?

PEPA.—Á dejar el pantalón negro del señor en su 20

cuarto.

LUISA.—¡Ah! (¡Qué trabajo me cuesta darle

gusto!) Yo lo llevaré. Allí habrá tijeras. ( Vase por

el

foro. )

PEPA.—¡Oh! Todas se llevan el pantalón. Por eso 25

dice el señor que aquí todos llevan pantalones

menos

él.

¡Y yo que no sabía por qué lo decía![Pg 95]

ESCENA XIII

PEPA y JUAN trayendo varios paquetes

JUAN.—Cuarenta y ocho reales de gasto un

hombre

que no tiene más que treinta diarios. ¡Por vida de los

bailes!

PEPA.—Señor, ¡si viera usted qué guapas están las

señoritas!

5

JUAN.—¿Sí, eh? Pues si vieras cómo estoy yo...

PEPA.—¿Qué? ¿También se va usted á poner

disclotao

como

la

señorita?

JUAN.—Sí, me voy á poner en guardia contra todos

estos

despilfarros.

10

PEPA.—¿Qué

traje

es

ése?

JUAN.—Bueno; anda á fregar, hija mía, anda á

fregar.

PEPA.—¿Está

usted

mal

humorado?

JUAN.—No,

cuestión

de

carácter.

15

PEPA.—¡Pues si es usted más bueno que el pan!

JUAN.—¿Que

el

pan

bueno,

eh?

Sí,

desgraciadamente.

¿Has

visto

mi

pantalón

negro?

PEPA.—Sí; la señorita Luisa lo llevaba ahora á su cuarto

de

usted.

20

JUAN.—Bueno; pues entrégales todo esto á las

señoras

cuando salgan, y di que estoy vistiéndome. ¿Hay luz

en

mi

cuarto?

PEPA.—Las luces las tienen todas ocupadas las

señoras.

25

JUAN.—Bueno; me vestiré á obscuras, ¿qué

remedio?

¡Ay! ¡Dichoso bailecito![Pg 96]

ESCENA XIV

PEPA, DOÑA PAULA y después CARMEN y LUISA PEPA.—No me parece que el señor tiene muchas

ganas

de

componerse.

PAULA ( Vestida con exageración).—¡Ea! Ya estoy corriente.

¿Dónde

están

las

niñas?

PEPA.—Por

ahí

drentro.

5

PAULA ( Mirándose al espejo).—Me parece que voy

á

dar golpe esta noche. Diles que salgan. ¡Ah! Ven,

clávame

un

alfiler

aquí

detrás.

PEPA.—¿Detrás?

PAULA.—En la falda, mujer. Espera... ¿Tienes 10

las

manos

limpias?

PEPA.—Me

parece

que

sí.

PAULA.—Lo

dudo.

PEPA.—Sí, señora; me las lavé el domingo para

salir

á

paseo.

15

PAULA.—Bueno;

ya

está

bien.

CARMEN ( Saliendo con el abrigo puesto).—

Cuando

quieras.

PAULA.—¿Está

ya

tu

marido?

CARMEN.—Debe

estar.

20

PAULA.—Pues venga el abrigo y en marcha. ( Se pone

el

abrigo. )

LUISA.—¡Ah!

¿Ya

están

ustedes?

PAULA.—Sí,

anda,

arréglate.

LUISA.—Volvió Felipe y le dijo usted que íbamos

al

25

baile,

¿eh?

[Pg

97]PAULA.—Naturalmente.

LUISA.—¡Pobre chico! Se habrá incomodado

de

nuestra

informalidad.

PAULA.—¿Incomodado? ¡Vamos, cuando yo digo

que sois vosotras las que estropeáis á los hombres!

LUISA.—Pero como le dijimos que nos dolía la 5

cabeza...

PAULA.—¡Claro!

Y

ya

no

nos

duele.

CARMEN.—Pepa, tírame un poco del vestido.

( Pepa

lo

hace. )

PAULA.—Lo que tú has de hacer es poner buena

cara

10

al teniente esta noche y no dormirte en las pajas.

LUISA ( Mirándose los guantes).—¡Ay!... ¡Por vida!...

CARMEN.—¿Qué

pasa?

LUISA.—Que tu marido es un torpe. Le digo que

15