Relacion Historial de las Misiones de Indios Chiquitos que en el Paraguay Tienen los Padres de la Compañía de Jesús by Padre Juan Patricio Fernández - HTML preview

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El clima es cálido y destemplado, causa de muchos accidentes apopléticosy frecuentes contagios que suelen hacer gran riza en los naturales,porque estos bárbaros no saben aplicar sino dos remedios. El primero eschupar los cuerpos enfermos, oficio propio de sus caciques y capitanes,que en su idioma llaman Iriabós, los cuales con este oficio se hacenmucho lugar entre los naturales, con harta ganancia, porque en vez deguisar la gallina y las otras viandas más exquisitas para el enfermo, selo come todo elV.I–47 chupador, y al enfermo no le dan sino la ordinariavianda de un puñado de maíz bien mal cocido; y si no lo quieren comer,no les da mucho cuidado, contentos con la respuesta del enfermo: ¿cómohe de comer si no tengo gana? Por lo cual tengo para mí que los másmueren de necesidad más que de enfermedades, de la cual no dan otrarelación al sobredicho médico que mostrarle la parte dolorida y decirlepor dónde han andado los días antecedentes: de aquí pasa este á examinarsi el enfermo ha derramado la chicha (bebida algo semejante á lacerveza) si ha echado á los perros algún pedazo de carne de tortuga,ciervo ó de otro viviente; y si le halla reo de este delito, dice que elalma de estos animales, para vengar su injuria se le ha entrado en elcuerpo, y le atormenta á medida de su afrenta.

De donde es, que paradarle algún alivio le chupan la parte lesa, ó también dan en el suelograndes golpes con la macana alrededor del enfermo para espantar aquellaalma y ahuyentarla.

Con esto se queda el doliente como antes, si no esque por ventura sucede tal vez que sanan naturalmente.

Hase observado en estos médicos que después de recibido el SantoBautismo, por mucho que hacen no pueden vomitar una materia sucia yhedionda como antes lo hacían todas las veV.I–

48 ces que chupaban algúnmiembro del enfermo, dándose el demonio por desobligado de mantener elpacto implícito que con ellos tenía, porque explícito y cierto no teníanninguno.

El otro remedio es bien cruel y propio de bárbaros, y era matar á lasmujeres que se persuadían eran causa de la enfermedad (puede ser que susmayores tuviesen alguna luz de que por una mujer había entrado en elmundo la muerte) y echándolas de este mundo, creían quedar ellos libresdel tributo de la muerte. Por eso importunaban al médico les dijese quémujer les había puesto en su cuerpo aquella enfermedad, y éste decía queera esta ó aquella que primero se le ofrecía ó con quien tenía algúnenojo, ó con su marido ó parentela y cogiendo sola á la miserable laquitaban á golpes y palos la vida. Y no acababan de caer en la cuentadel engaño, aun viendo por experiencia que no aprovechaba nada paraescaparse de la muerte esta receta.

Proviene esto de una neciaimaginación que tienen de que las enfermedades provienen de causaextrínseca y no de la interior alteración de los humores, porque no soncapaces de llegar á penetrar con el entendimiento á donde no alcanza lagrosería de los

sentidos

corporales

(propiedad

de

todos

los

indiosoccidentales), bien que por otra parte son hábiles y despiertos V.I–49 paralos demás. Y viendo que los Misioneros curaban con purgas y sales, noacababan de persuadirse que la sangre y los otros humores de que sealimenta la parte inferior del hombre podía corromperse y causarmalignos efectos y malas impresiones aun en el alma; por esto, por lamás leve indisposición

se

querían

sangrar,

y

pidiéndoles

el

brazo,respondían que no en él, sino en la parte que les dolía, había de ser lasangría; y experimentando con estos remedios mejoría, dieron de mano álos antiguos médicos burlándose de sus fraudes y engaños y execrando lacrueldad que habían usado contra las mujeres.

Son de temperamento ígneo y vivaz más que lo ordinario de estasnaciones, de buen entendimiento, amantes de lo bueno, nada inconstantesni inclinados á lo malo, y por esto muy ajustados á los dictámenes de larazón natural, ni se hallan entre ellos aquellos vicios é inmundiciassensuales de la carne que á cada paso se ven y se lloran en otros paísesde gentiles ya convertidos. Su estatura es por lo ordinario más quemediana; las facciones del rostro no desemejantes de las nuestras,aunque el color es de aceituna, con que fácilmente se distinguen de loseuropeos; en pasando de veinte años se dejan crecer el cabello, y quienle tiene mejor y V.I–50 más grande, tiene sobre los otros una cierta hermosuraseñoril; no crian barba, sino tarde y poca. Cuanto al vestir, loshombres andan totalmente desnudos; las mujeres traen una camiseta dealgodón que llaman Tipoy, con mangas largas hasta el codo y lo demásdel brazo desnudo; los caciques y los principales usan también de estevestido, aunque un poco más corto. Adornan el cuello y las piernas conmuchas sartas de ciertas bolillas que parecen á la vista esmeraldas yrubíes de que también usan para hacer sartas de cascabeles en los díasmás festivos. Horádanse las orejas y el labio inferior, del cual cuelganplumas de muchos colores, y de éste traen pendiente un pedazo de estaño;llevan también en la cintura una bellísima faja de plumas muy vistosaspor la diversidad y proporción de los colores. Son de ánimo valeroso,guerrero y bien dispuestos en lo personal para el manejo de las armas,una de las cuales es la flecha, en que son muy valientes y diestros; ypara prueba y señal de su destreza, traen colgadas muchas colas deanimales y plumas de pájaros que han cazado: otra de sus armas es lamacana ó maza, que es de una madera muy dura y pesada en forma de palas,con que se juega en Europa á la pelota, solo que es más larga, en elmedio es gruesa y por los lados aguda V.I–51 como la espada para poder pelearde cerca.

No tienen gobierno ni vida civil, aunque para sus resoluciones oyen ysiguen el parecer de los más viejos. La dignidad de cacique no se dá porsucesión, sino por merecimientos y valor en las guerras y en hacerprisioneros á sus enemigos á quien asaltan sin otro motivo más que porquitarles algún pedazo de hierro ó por alcanzar fama y nombre devalerosos en la guerra.

De genio totalmente contrario, son las naciones vecinas que vivenpacíficas y quietas en sus confines y por eso les es de terror y espantola milicia de los Chiquitos, los cuales, después de hacerles esclavos deguerra como si fueren sus parientes en sangre, ó muy amigos, los casanmuchísimas veces con sus mismas hijas, aunque su matrimonio no se puedellamar tal porque no es indisoluble; los particulares no se pueden casarsino con una sola mujer, bien que pueden echarla de casa cuando se lesantoja y tomar otra. Solamente los caciques toman dos y tres mujeres, yéstas, aunque sean hermanas, las cuales no tienen otro empleo que cocerla chicha, corriendo por cuenta de los maridos el recibir y hospedar álos forasteros y servirles con esta bebida que hacen de maíz, mandioca yotras frutas; en el V.I–52 color se da algún aire al chocolate y en losefectos es muy semejante al vino.

La ceremonia que usan en sus casamientos es como sigue: Ningún padredará su hija á marido, si éste no ha hecho antes alguna proeza; por eso,el que se quiere casar, sale antes á caza, y muertos cuantos animalespuede, da la vuelta con un centenar de liebres, y sin hablar palabra laspone á la puerta de la mujer de quien está enamorado, y por la calidad ycantidad de la caza, juzgan los parientes si la merece por esposa.

La educación de sus hijos es en todo conforme á su tosquedad bárbara,dejándolos vivir sin temor ni respeto de los parientes, hechos señoresde sí mismos, soltándoles las riendas para que corran á donde ladisolución y fervor juvenil de los años los arrastra.

Viven pocos juntos como república sin cabeza, que cada uno es señor desí mismo, y por cualquier ligero disgusto se apartan unos de otros.

Las casas no son más que unas cabañas de paja dentro de los bosques, unajunto á otra sin algún orden ó distinción; y la puerta es tan baja quesólo se puede entrar á gatas, causa porque los españoles les dieran elnombre de Chiquitos; y ellos no dan otra razón de tenerV.I–53 así las casassino que lo hacen por librarse del enfado y molestia que les causan lasmoscas y mosquitos, de que abunda extrañamente el país en tiempo delluvias, y también porque sus enemigos no tengan por donde flecharlos denoche, lo cual sería inevitable si fuese grande la puerta; fuera deésta, no tienen otro ajuar que una estera bien débil que al más levesoplo del aire se cae.

Los libres y solteros, que después de los catorce años ya no viven máscon sus padres, viven todos juntos en una casa, que no es otra cosa sinouna enramada descubierta por todos lados, la cual sirve también, entiempo de sus visitas y cumplimientos, para recibir y alojar á losforasteros que vienen de otras partes, á los cuales regalan con lo mejordel país y con aquella su apreciada bebida, y acude todo el pueblo parafestejar y participar, junto con los forasteros, del refresco; peroantes conjuran al demonio para que no venga á perturbar la alegría delfestín; la ceremonia es salir algunos de ellos de la choza y, congrandes exclamaciones, dar en el suelo con las macanas.

Sus festines y banquetes suelen durar dos ó tres días y noches enteras,poniendo su mayor magnificencia y explendor en la copia y fortaleza deaquel su vino, cuyos humos al punto se V.I–54

les suben á la cabeza y losprivan de aquel poco juicio y sexo que antes tenían, por lo cual susfiestas y alegrías acaban en riñas, heridas y muertes, porque losrencores y odios guardados y encubiertos ó disimulados mucho tiempo enlo más secreto del corazón por cobardía y temor, brotan y salen fuera enestas ocasiones y vienen á las manos con furia.

Después los forasteros, en agradecimiento, los convidan y llevan á susrancherías, correspondiendo con el mismo trato, cumplimientos y bárbaracortesanía, y éstas son todas sus andanzas y peregrinaciones. Bien queaunque no tengan forasteros á quien festejar y banquetear, son entre símuy frecuentes los convites á beber la chicha; y este ha sido el único yno leve impedimento que se ha hallado en la vida política, y reducidospor medio del santo bautismo al gremio de la Iglesia, siendo cosa muycierta y verdadera que fustra docentur in fide, nisi ab eis removeaturebrietas, que de ellos y de las otras naciones de estas Indias escribióel doctísimo y sapientísimo obispo

el

ilustrísimo

señor

don

Alonso

de

laPeña

Montenegro[IV.]. V.I–55

Por eso nuestros Misioneros pusieron todo esfuerzo desde los principiosen exterminar y arrancar este vicio, y juntamente aquellos festines ybanquetes; usaron de muchos medios, ya suaves, ya severos, de romper loscántaros, reprenderlos, derramarles la chicha y deshacer sus brutalesjuntas, cosa que les provocaba á cólera y á venganza á aquellosbárbaros, que se enfurecían y exasperaban tanto, que muchas vecesecharon furiosamente mano á las macanas y á las flechas para matarlos.

Quiso Nuestro Señor, finalmente, premiar sus industrias y santo celo,desterrando y arrancando del corazón de aquellos bárbaros vicio tanarraigado, mediante los sudores y virtud (como es constante opiniónentre nosotros) del P. Antonio Fideli, italiano, que fué el priV.I–56 mero quemurió en esta apostólica empresa, por Marzo de 1702, consumido de lasfatigas y trabajos que padeció en cultivar esta nueva viña del Señor.

Después de su muerte dejaron del todo estos pueblos la embriaguez y lasdemás bárbaras costumbres, mudanza por cierto de la mano del Altísimo,pues aun entre cristianos más cultivados se ve todos los días que losdados á la embriaguez, es necesario un milagro de la gracia divina paraque le dejen; pues

¿cuánto más sería necesario para estos bárbaros quele habían mamado con la leche?

Su distribución y repartimiento del tiempo es el siguiente: Al rayar elalba se desayunan, y juntamente tocan ciertos instrumentos de su música,semejantes á las flautas, hasta que se seca el rocío, de que se guardancomo nocivo á la salud; de aquí van á trabajar, cultivando la tierra conpalos de madera, tan dura, que suple la carestía de arados ó azadones deacero; trabajan hasta el medio día, y entonces se vuelven á comer. Lorestante del día gastan en paseos, visitas y cumplimientos y en brindisy meriendas, en señal de amor y amistad; anda alrededor un jarro ó vasode chicha, de que todos toman un sorbo, y también se ejercitan en muchosjuegos deleitables y caballeros. Uno, entreV.I–57 otros, es semejante al dela pelota de Europa.

Júntanse muchos en la plaza con buen orden, echanal aire una pelota, y luego, no con las manos, sino con la cabeza, larebaten con maravillosa destreza, arrojándose aún en tierra paracogerla.

El mismo ceremonial de visitas practican entre sí las mujeres, quetienen tiempo para hacer esto y mucho más, porque las haciendasdomésticas se reducen á solo proveer la casa de agua y leña, y guisarcon sólo agua un puñado de maíz, legumbres, zapallos ó alguna otra cosaque han encontrado en el bosque, y sólo suelen hilar cuanto les bastapara hacerse el Tipoy ó á lo más para tejer una camiseta y una red óamaca en que dormir con sus maridos; pero les cuesta mucho el labrar porno tener aptos instrumentos.

No duermen sino en el suelo sin otra cama que una estera, y á lo másunos palos toscos y desiguales, juntos entre sí, y á no tener hechoscallos que les defienden de lo áspero de su cama, les sería de no levemortificación.

Al ponerse el sol tienden su mesa para cenar, y poco después se retiraná dormir. Sólo los libres ó solteros se juntan de noche á bailar entresí y á tocar junto á su Rancho, y de aquí van continuando la danza porlos caminos de V.I–58 esta manera: hacen una gran rueda y en medio ponen á dosque tocan las flautas á cuyo compás canta y da vueltas toda la rueda sinmudanza alguna; detrás de los hombres hacen otro semejante baile lasmujeres, y estos bailes duran dos ó tres horas, hasta que cansados seechan á dormir.

El tiempo de caza y pesca es después de haber hecho la cosecha del maízy del arroz. Repartidos en muchas cuadrillas van á los bosques por dos ytres meses y cazan jabalíes, monos, tortugas, osos, hormigueros,ciervos, cabras monteses; y para que no se corrompa la carne, usanchamuscarla de manera que se pone dura como un palo; y se tiene pordichoso quien trae su cesta ó canasta (á que llaman panaquíes) muyllena, porque todos le dan el parabién y le aclaman de esforzado yvaliente. Por el mes de Agosto ya están todos de vuelta, porque es eltiempo de la sementera.

En materia de religión son brutales totalmente y se diferencian de losotros bárbaros, pues no hay nación por inculta y bárbara que sea, que noreconozca y adore alguna deidad; pero éstos no dan culto á cosa ningunavisible ni invisible, ni aun al demonio, aunque le temen. Bien es verdadque creen son las almas inmortales y á sus difuntos los entierranpo V.I–59 niéndoles en la sepultura algunas viandas y sus arcos y flechas paraque en la otra busquen á costa del trabajo de sus manos, con qué podervivir, y de esta manera quedan persuadidos que no les precisará elhambre á querer volver á este mundo. Aquí paran, sin pasar adelante, áinvestigar á dónde van á morar, ni quién es el artífice de tan bellascriaturas que les dió el ser y le sacó de la nada, ni saben dar razón deesto.

A sola la luna honran con título de madre pero sin darla culto, y cuandose eclipsa, salen con grandes gritos y aspavientos disparando al aireuna gran tempestad de flechas para defenderla contra los perros quedicen que allá en el cielo andan tras ella y la muerden hasta que lahacen derramar sangre de todo el cuerpo, que á su juicio es la causa deleclipse; y todo el tiempo que éste dura, permanecen ellos en estafunción hasta que vuelve á su resplandor y estado antiguo.

Cuando truena y caen rayos creen que algún difunto que vive allá con lasestrellas, está enojado con ellos, y aunque muchas veces caen rayos ycentellas, no hay memoria de que hayan hecho daño ni muerto á ninguno.

No tienen, pues, ni adoran otro Dios que á su vientre, ni entienden enotra cosa que en pasar buena vida, la mejor que pueden, viviendo V.I–60 entodo como brutos animales. Aborrecen mucho á los hechiceros, y á losotros familiares del demonio como á capitales enemigos del génerohumano, y los años pasados hicieron en ellos un cruel estrago,quitándoles las vidas; y ahora, con una ligera sospecha de que algunoejercita este oficio, al punto le despedazan á grandes golpes de susmacanas.

Son muy supersticiosos en inquirir los sucesos futuros porcreer firmemente que todas las cosas suceden bien ó mal, según lasbuenas ó malas impresiones que influyen las estrellas; por esto, paraconocer los puntos de sus aventuras, observan, no ya el curso de loscielos ó los aspectos benéficos de los planetas, que á tanto noalcanzan, sino algunos agüeros que toman de los cantos de los pájaros,de los animales y de los árboles y otros innumerables de este género; ysi sus pronósticos son infaustos, de enfermedades, contagios, ó de quehan de venir á sus tierras á hacer correrías los Mamalucos, paramaloquear, que es lo mismo que hacerlos esclavos, tiemblan y se ponenpálidos como si se les cayese el cielo encima ó les hubiese de tragar latierra; y esto sólo basta para que abandonen su nativo suelo y que seembosquen en las selvas y montes, dividiéndose y apartándose los padresde los hijos, las mujeres de los mariV.I–61 dos, y los parientes y amigos,unos de otros, con tal división, como si nunca entre ellos hubiesehabido ninguna unión de sangre, de patria ó de afectos. Por esto lesparece menos insoportable el venderse los unos á los otros: el padre ála hija, el marido á la mujer, el hermano á la hermana; y esto porcodicia de solo un cuchillo ó una hacha, ó de otra cosa de poca monta,aunque los compradores sean sus mortales enemigos, que hayan de hacer deellos lo que su odio, pasión ó enemistad les dictare. Lo cual ha dado nopoco que entender á los ministros del Evangelio para reducirlos á quevivan juntos en un paraje y en unas mismas casas donde se porten comoracionales y puedan ser instruídos en los misterios de la santa fe paracreerlos, y en los preceptos de nuestra santa ley para observarlos.

Con todo eso y el no conocer ni venerar deidad alguna ni hacer estimadel demonio, era muy buena disposición para introducir en ellos elconocimiento del verdadero Dios, tanto más que no permitían viviesenentre ellos los que tuviesen trato familiar con el demonio, gravísimo yantiguo impedimento para conducir á la ciega gentilidad al gremio de laSanta Iglesia, con que estaban como una materia primera, indiferente ycapaz de cualquiera forma, por sin V.I–62 gular providencia del cielo, que nopermitiese se adelantase á tomar posesión de sus almas antes que la leyde Dios, secta ninguna ó idolatría de las muchas que tenían las nacionesconfinantes, con ser así que decían mucho con su genio y bárbarascostumbres.

Lo que toca á su idioma y lenguaje es tan difícil, que para saberla yaprenderla no basta muchos años. No quiero hablar en este punto, sinoque se oiga á un misionero que escribiendo los años pasados desdeaquellas misiones á un confidente suyo, se lamenta mucho de que por másconato que puso, no pudo aprenderla. «Cada Ranchería (dice) usa lenguajediferentísimo y difícil, y mucho más que todos, el de los Chiquitos, locual me causa grande pena y desconsuelo y me falta poco para persuadirmeque no podré emplear mis sudores y fatigas en provecho de esta nuevacristiandad por falta de lengua. Hasta ahora no se ha acabado elVocabulario, y estando aún en la C, hay ya veinticinco cuadernos. LaGramática es dificilísima y el artificio y definición de los verbos esincreíble. No hay paciencia para haber de decir con diferentes verbos yconjugaciones: yo amo; yo amo á Pedro; yo lo amo; yo me amo; yo la amo;yo le amo; por esto amo; con tal inconsecuencia en las conjugaV.I–

63 ciones,que aprovecha poco saber conjugar un verbo para poder hacer lo mismo conotro. En cinco meses que ha que estoy aquí, apenas he aprendido cuatroconjugaciones, habiendo sudado y trabajado de noche y de día. Juzgo quelos que deben venir acá han de ser mozos santos y hábiles, porque deotra suerte, nunca harán nada. Los gentiles de otras naciones no puedenaprenderla sino cuando niños. El P. Pablo Restivo, que con un mes deestudio en la lengua Guarany pudo ejercitar nuestros misterios en todoel tiempo que ha estado aquí, nunca se ha atrevido á predicar. El P.Juan Bautista Xandra, por haber venido adulto, entiende poquísimo. Delos Padres más antiguos que cuentan veinticinco y más años de Misionerosen estas Reducciones, ninguno hay que lo sepa con perfección y dicen queá veces los indios no se entienden entre sí. ¿Qué diré de lapronunciación? De cuatro en cuatro echan de la boca las palabras y nadase entiende, como si no pronunciasen nada.

Pondré aquí el alabado y laforma de persignarse, como le cantan todos los días, no como lepronuncian, porque si uno lo lleva escrito en la mano, no los podráentender una palabra, y no sé como se pueden entender entre sí.»V.I–64

el Santísimo

Alabado sea

que

está

Sacramento

Santisime

Anauscia

naqui

ane

Sacramento

la Virgen Santa

en el

Altar,

y también

María

Virgen Santa

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Altar,

inta yto

Maria

desde su

está libre

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cuando

origen

ninnemooco

oximanane

quichetenna

onumo

tuvo

el Ser

del primer

pecado

principio

ayboyi

yy

tnicocinitanna

ninihaiti

antiguo.

ticanni.

La fórmula de hacerse la señal de la santa cruz es de la manera que sesigue:

Por la señal de la Santa Cruz defiende

á nosotros

Oi naucipi

Santa Crucis oquimay

zoychacu

Dios nuestro

de

aquellos que aborrecen

Zoichupa

mo

anama

po chineneco

à nosotros

en el

nombre del

Padre

zumanene

au

niri

naqui Yaytotik

y

del

Hijo

y

del

ta

naqui

Aytotik

ta

naqui

Espíritu Santo.

Espiritu Santo.

«¿Qué le parece á V. R.? ¡Extraña cosa por cierto! He escrito aquí estaspalabras para que V. R. me tenga compasión y ruegue á Nuestro Señor meconceda alguna cosa del don de lenguas. Es verdad que tiene una cosa debueno esta gente, que aunque uno pronuncie mal y hable peor, luego alpunto le entienden.»

Esta es la carta de aquel misionero y esta es V.I–65 la dificultad más ardua,pero la más necesaria de vencer en quien emprende el oficio de lapredicación apostólica de esta provincia.

Y á la verdad, lo que más espanta y detiene el celo de operarios muyfervorosos, es tanta diversidad de lenguas, pues á cada paso seencuentran en estos pueblos una ranchería de cien familias, á lo más,que tiene lenguaje muy diverso de los otros del contorno, causa de quesean tantas las lenguas, que parece increíble. Más de ciento cincuentalenguas y más diferentes entre sí que la española y la francesa,hallaron los PP. Cristóbal de Acuña y Andrés de Artieda en las nacionesque pueblan las riberas del Marañón, cuando por orden de Felipe IVentraron á reconocer aquellas provincias; en quince lenguas, si mal nome acuerdo, se habla en las misiones de los Moxos, siendo así que nollegan los convertidos á treinta mil; y en estas nuestras Reducciones deChiquitos hay neófitos de tres y cuatro lenguas.

Con todo esto, paraquitar este impedimento á la santa fe, se ha procurado que todos losindios aprendan la lengua de los Chiquitos, lo cual no se podrá hacer enadelante, porque si las naciones en cuya conversión se trabaja ahora,pasan del número de tres ó cuatro mil almas, será necesario hacer otranueva Reducción y nos veremos obligados á V.I–66 acomodarnos á su lengua, paralo cual habrán los Misioneros de estudiar precisamente la lengua de losMototocos, que usan los Zamucos, y la de los Guarayos que hablan enGuarany, fuera de la lengua de los Chiquitos.V.I–67

CAPÍTULO III

Descubren los españoles la nación de los Chiquitos ydestrúyenla, así ellos como los Mamalucos, de quienesse da una sucinta relación.

Nuflo de Chaves, el año de 1557, navegó por orden de Domingo Martínez,gobernador del Paraguay, hacia el origen del río que da nombre á toda laprovincia, acompañado de trescientos soldados, con el fin de fabricar uncastillo en una isla que estaba junto al afamado lago de los Xarayes,con pretexto de avecindarse más al Perú.

Entróse tierra adentro del país de los Chiquitos, y caminando cosa desetenta leguas hacia el Poniente, fabricó á la falda de una montaña unapoblación, á quien puso por nombre Santa Cruz de la Sierra. Perodisgustados muchos de V.I–68 los suyos con Nuflo de Chaves por esta causa, sevolvieron á su tierra.

Los que se quedaron en Santa Cruz, con su afabilidad y buen tratoganaron la voluntad y afecto de los paisanos, y dividiéndolos enencomiendas les obligaron á que cada año diesen á los encomenderos algúnpoco de algodón y algunas vituallas en señal de vasallaje. Mas como elinterés no tiene freno, ni gobierno, ni leyes con que regularse, algunosque tenían una insaciable codicia de enriquecer, empezaron á cargar demodo á los nuevos súbditos, que eran insufribles á su pobreza; y nosatisfechos con eso, les quitaban los hijos á las madres para servirsede ellos; por lo cual, amotinándose algunos indios, se rescataron ylibraron de aquellos maltratamientos, con muerte de sus señores; y deallí á poco fué común el motín en todos los indios, hasta que por ordendel virrey del Perú, D. Francisco de Toledo, se mudaron á otra parte losespañoles, fabricando la ciudad de San Lorenzo, cabez