Florante by Francisco Balagtas - HTML preview

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354.

Fortuna fue que venciera

con la constancia su corazón reacio;

mas, al proyecto de hacer de dos pechos uno,

se atravesaron los amores de mi padre.

355.

Entonces comenzaron las tribulaciones

mías, y a desear mi padre que la vida perdiese;

y, cuando triunfé en la ciudad de Albania,

a mi llegada a Persia presto me encerró en la cárcel.

Página 39

356.

Y el cargo que me hacía,

que sin orden suya abandoné el ejército;

y, cuando corrió la noticia de que el reino rescataste,

decidió que se me decapitara.

357.

En la funesta noche del día siguiente,

en que sería un hecho mi decapitación,

un general entró en la cárcel

portando un indulto que aún era peor que la muerte.

358.

Era orden precisa que en el momento saliese,

que el alba no me cogiese en el reino de Persia,

y cualquier incumplimiento pagaría con la vida;

la acaté porque era orden del rey mi padre.

359.

Pero a mi corazón era preferible

que vida tan lastimosa me la quitasen;

nada de una vida ilusoria

cuando otro aupa en su regazo a mi cielo y alegría.

360.

Hará hoy unos seis años que sin descanso

voy vagando con las penas a cuestas;

se detuvo aquí: percibieron

rumor de palabras dentro del bosque.

361.

Oyeron la siguiente relación:

Cuando supe que iban a decapitar

a mi infeliz bien amado asegurado en la mazmorra,

me eché a los pies del hipócrita rey.

362.

Lágrimas y quejidos mendigaron el perdón

del propio hijo que era mi todo bien y cariño,

la respuesta era que, si no aceptaba de buen grado

sus amores, no le perdonaría.

363.

¿Qué iba yo a hacer en estas circunstancias?

¿Dejar por ventura que mataran a mi bien amado?

Mostré blandura, a fin de que viviese

el príncipe amado, tan digno de piedad.

364.

El pecho que, recalcitrante, no se doblegaba

al halago, fieros y amor del rey,

fue laxo de propósito, dándose en holocausto

para poder salvar la vida de su ídolo.

365.

De alegría el rey soltó en seguida

a la causa de mis lágrimas,

pero ordenó que saliera de la ciudad

y que a otras tierras se relegase.

366.

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Salió de Persia mi amado y mi vida,

sin que hayamos podido despedirnos.

¡Vea ahora si tendré lágrimas

para amansar al dolor que llevo!

367.

Cuando se preparaban dentro del reino

las bodas que eran mi muerte,

creí que debía disfrazarme de guerrero,

y huir del palacio real.

368.

Una media noche, bien lóbrega,

secretamente me escurrí por la ventana,

sin más compañía que el deseo

de rastrear el paradero del amado.

369.

Hace ya algunos años que vago,

teniendo por palacios bosques y montañas,

arribé aquí y logré librarte

del torpe deseo de esa bestia humana.

370.

Cortóse la narración por la súbita llegada

del duque Florante y del príncipe Aladín,

el cual, cuando reconoció la voz de la amada,

la vocación del corazón no pudo desobedecer.

371.

¿Qué lengua habrá que cuente

la alegría de los amantes?

De vergüenza el dolor sumióse bajo tierra,

llevando consigo su romo dardo.

372.

¿En qué cielo entonces no culminará

nuestro Florante en su regocijo,

hoy que a hito podrá contemplar la gloria del rostro

de su muy ansiada Laura?

373.

Por donde el bosque sombrío,

para los cuatro se convirtió en jubiloso Paraíso;

por tres veces olvidaron

que todavía tenían vida que celar.

374.

Amainada ya la desbordante alegría,

los tres escucharon la vida de Laura;

lo acaecido en el reino desde su relegación

a los bosques, contó la amante así:

375.

No transcurrió mucho desde que partiste,

¡Oh, amado Florante! del reino de Albania,

percibióse en el pueblo sordo movimiento,

cuyo rumor escalaba el palacio.

376.

Pero no hubo manera de definir

los altibajos de los sordos rumores;

cual mal de impronosticable

origen y locación para el sabio médico.

377.

Página 41

A lo mejor el palacio fue sitiado

por el amotinado pueblo y armados soldados;

¡oh, día de consternación!

¡día maldito por la ira divina!

378.

A grito pelado vociferaba el pueblo rebelde:

"Muera, muera, el rey Linceo,

que proyectó matar de hambre al reino, y

decretar el estanco de los víveres y del trigo."

379.

Hizo todo ello Adolfo

para amotinar al ciego pueblo,

difundiendo, en nombre del rey,

los tales decretos, partos de corazón doloso.

380.

En el mismo instante destronaron

a mi padre rey y le decapitaron.

¿Podría, por ventura, llamarse a razón

un corazón aleve y un pueblo alborotado?

381.

En el mismo día fueron decapitados

los fieles consejeros,

y no se melló el acero del traidor

mientras hubo prudentes y nobles en el reino.

382.

Subió al trono el feroz conde,

y me conminó con apremio

que, si no aceptaba su amor,

horrible muerte tendría.

383.

En mi deseo de vengarme de él,

y de escribirte al pueblo de Etolia,

forcé al corazón no diera a entender

al traidor mi mala voluntad y horror.

384.

Pedí cinco meses largos de plazo,

antes de aceptar su amor,

pero decidí interiormente

suicidarme, si no llegabas.

385.

Terminé la carta y la entregué

a un fiel servidor, para que te la diese;

sin transcurrir un mes llegaste, y

caiste en manos del traidor Adolfo.

386.

El miedo que te tenía el malvado

de que volvieras con ejército,

para que regreses sólo, te envió

carta con sello y firma del rey.

387.

Su conocimiento dióme tal pesadumbre,

que decidí quitarme la vida;

entonces llegó Minandro

y sitió con ejército la ciudad de Albania.

388.

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Mi suposición era que recibió

la carta que te remití;

así, cuando llegó a Albania,

lobo hambriento parecía.

389.

Cuando nada pudo oponer Adolfo,

determinó llamar a otro traidor,

y a la noche salió del reino

y me llevó atada en el caballo.

390.

Aquí intentó violarme,

pugnando por tirar al suelo mi honor guardado,

cuando una saeta venida de no sé dónde,

clavóse en el pecho del traidor Adolfo.

391.

La contestación de Flérida a este respecto:

que había oído voces de mujer;

sentí que te daban tortura

y cobró piedad mi lastimado pecho.

392.

Cuando te busqué, vi

que te violaba aquel hombre inicuo;

no me contuve, y armé en el arco

la flecha que acabó con el sátiro.