Estigma del Bárbaro by Alexis Briceño - HTML preview

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el estigma del

bárbaro

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Alexis Briceño Badilla

el estigma del

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ilustrado por
mirko vukasovic
cristian escobar

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Título original: El estigma del bárbaro
Text copyright © Alexis Briceño Badilla 2010
Ilustrations copyright © Mirko&Cristian 2010

Todos los derechos reservados.
Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,
ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de
información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico,
fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o
cualquier otro, sin permiso previo por escrito del autor.

Dedicado a Osvaldo Briceño Rojas.

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Prólogo

E

s el año 405 D de C., el Imperio se sacude por la invasión bárbara más violenta, esta vez ingresan para quedarse y asentar sus reinos en Occidente, el gran Magister Militum Estilicón debe resistir, no solo en el frente de batalla sino a los intrigantes de la corte. Planifica su estrategia militar pero también realiza acuerdos de más largo plazo, para asegurar la estancia pacífica de los godos; solicita a su amigo y compa- ñero de armas Gaudencio, el máximo sacrificio en virtud de la amistad que los une: la entrega de su hijo como prenda de garantía. Pero Estilicón no alcanza a ver los frutos de su visión, muere asesinado el 408; su figura brillante solo será eclipsada por la leyenda de Aecio, el hijo de Gaudencio quien desarrollará una vertiginosa carrera en ascenso, hasta encontrarse con Atila. Este relato narra la historia del último de los romanos.

00003.jpg00004.jpg“In their wretched plight they were forced to drink what they thought was the blood they had poured out from their own wounds”.
Jordanes: The Battle of Chalôns, 451.

 

00001.jpg“And the earth becomes my throne
I adapt to the unknown
Under wandering stars I’ve grown
By myself but not alone
I ask no one”

Wherever I May Roam, Metallica.

 

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ría es la tarde en el valle del Dniéper, el viento continental azota la estepa y los pastos duros se reclinan ante esa turbulencia; mientras en el horizonte se dibuja una línea nítida que contrasta con el cielo raso aliviado de nubes.

En la amplia y desolada llanura la tranquilidad queda rota por el paso veloz de un rubio jinete que cruza intempestivamente este paraje, su cabellera y la de su corcel se bambolean con el movimiento agitado de esta carrera. Sucede que los de su comunidad disfrutaban el uso del caballo, lo que no exagera en nada la reacción de este alano, un joven alano que aún no ganaba su derecho a ser adulto. Era el portavoz de acontecimientos que se gestaban en la orilla norte del Danubio y que esperaban una rápida decisión por parte de su comunidad.

Los afluentes de los ríos estaban rebosantes lo cual implicaba que la próxima temporada estival anunciaría su llegada, no olvidaba que en invierno, cuando recién partía, muchos de aquellos estaban congelados. De su travesía recordaba que a pesar de su imperfecto óstico, los gestos desenfrenados de Radagaiso eran elocuentes para esclarecer la situación a que estaban enfrentados tanto los alanos como el resto de las agrupaciones bárbaras, comprometidas en el proyecto de aquel líder godo.

Cada tranco agitaba su ritmo cardíaco, acelerando la secuencia de imágenes que se agolpaban en su mente y que no resistían el impulso de anticipar la reacción de sus congéneres en cuanto le avistaran en el campamento.

La monotonía del paisaje estimulaba aún más su introversión. La soledad sólo podía combatirla recordando con satisfacción el entendimiento al que había arribado con los godos.
Radagaiso, lugarteniente de Alarico, participó enérgicamente en los acontecimientos que lograron instalar a los godos dentro de Italia. Expulsado de las filas godas, por el propio Alarico, prefirió huir más allá del Danubio inferior con un grupo de incondicionales. Alto, rubio y rasgos teutónicos, poseedor de una gran ambición y condición de mando, lo que hacía inevitable la confrontación con aquellos que no compartían su ideario; precisamente esta fuerza de carácter le indispuso con Alarico, ya que éste pretendía establecerse en Dalmacia, ignorando los planes de Radagaiso de ingresar directamente a Galia. Fue el primero en emigrar fuera del Imperio con un conocimiento cabal de la organización militar romana, ajeno a las aspiraciones del rey Alarico, pretendía introducir una partida de elementos bárbaros para apoyar a los godos, pero asimismo, pretendía equiparar sus recursos a los del rey germano, despojándolo de su mandato como última finalidad.
Asentó un campamento en el valle danubiano, cerca del limes, para mantener vivo el interés por volver a los dominios imperiales, envió emisarios a las tribus vecinas para promover una asamblea general. Esperó durante meses la respuesta definitiva. Sin restar empeño persistió con aquellas tribus donde encontró mayor acogida a su gestión , que eran mayoritarias. Radagaiso aguardó las noticias de sus emisarios, estudió la situación y fue preparando el movimiento.
El atardecer presagia la oscuridad en la llanura, algunas lomas de suave relieve anticipan la cercanía del campamento alano. Sin embargo el joven jinete rubio estaba aletargado por la larga jornada, al aceptar el cansancio detiene la marcha y baja del caballo. De su lomo cuelga una manta que le permitirá mantener el calor junto con su túnica de piel.
En esta región la adversidad no se manifiesta en el clima, sino en la amenaza de tribus enemigas. Grupos hostiles como los hunos o los yacigos realizaban frecuentes incursiones en la estepa. En el momento del reposo había que tomar todas las precauciones y valerse del buen olfato de la bestia amiga para prevenir aquel percance. Ahora el viento ha cesado y el cielo deja entrever un salpullido de fulgores en el fondo oscuro, mientras la luna llena mejora la visibilidad. Cuando el nativo termina de comer la carne seca de caballo aliñada en sal, toma un sorbo de agua desde una vasija elaborada con el riñón del mismo animal;

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observa en derredor y siente la paz que lo alberga pero no deja de sentir sobresalto al pensar en los riesgos que se ciernen, acaricia el lomo del caballo que dormirá parado y se recuesta en el prado, encima se echa la manta. Antes de que el sueño domine el estado de vigilia esboza una sonrisa al considerar que ya esa un adulto.
La vida nómade de los alanos se había estacionado entre los montes Urales y el río Don, al noreste del Mar Negro. Sin embargo el pastoreo se extendía más allá de esta región, lo que obligaba a una constante movilización de un punto a otro. Los caballos, principal recurso, eran el vehículo, el alimento y el vestuario de esta tribu; la crianza y la doma de estos ejemplares únicos constituían el oficio principal de los alanos; puesto que se dedicaba mucho tiempo al cuidado de las bestias, estas debían retribuir a sus dueños con una especial disposición física para soportar los rigores de la estepa, era el caballo fergana, un animal veloz que se mantenía fiel a su jinete durante su vida, este vínculo les permitía sobrevivir en las difíciles condiciones de la estepa. La crianza abarcaba otra clase de equino; un caballo enano provisto de abundante pilosidad, este animal proporcionaba la carne y el abrigo a los alanos, además, era el principal entretenimiento de los niños que, en su montura, daban los primeros pasos en el manejo de los caballos. En tiempos remotos estos animales pastaban en completa libertad a lo ancho de las llanuras asiáticas, pero esta tribu los adaptó al hábitat humano hasta perder su estado salvaje, luego al ser cotizados por sus atributos domésticos jamás se apartarían de la comunidad alana.
Poseían el conocimiento para trabajar los metales, extraían cobre y hierro de los Urales con lo cual lograban realizar artefactos en bronce. Estos se destinaban al uso ornamental. Sin embargo, el uso principal estaba destinado para las armas, entre estas destacaba la cota de malla, un vestido con hojuelas de metal imitado por los godos y cuyo origen corresponde a resabios de la cultura sármata. En el repertorio bélico había una espada larga de doble filo con empuñadura de pomo redondo, la que sobresalía en el ataque frontal de caballería, junto a ésta también la lanza con espolón de bronce, por supuesto el arco y las flechas; el caballo era protegido con una armadura, para la defensa de los jinetes podían usar escudos de madera o cuero.
La provincia de Dacia, incorporada al Imperio mediante las victoriosas campañas de Trajano, era la antesala a la fértil región dálmata. Cruzada por el Danubio, Dacia limitaba con el limes que separaba Germania de los territorio a romanos y en los últimos años constituía una zona en disputa entre Occidente y Oriente. La relación con los dacios, antiguos habitantes de esta región, estaba opacada por el yugo de la esclavitud, sistema al cual fueron sometidos estos nativos. Sin embargo los dacios, conocedores de su geografía, aportaron una valiosa ayuda a la colonización y destacaron en las labores agrícolas y mineras.
Silistria era un enclave rural asentado en una extensa cuenca a orilla del Bajo Danubio, fue poblado por los romanos que acompañaron a Trajano en el año 105 D. De C. Estos colonos sentían su establecimiento como una misión civilizadora, eran romanos y debían aportar la cultura mediterránea en estas zonas apartadas. El cónsul de Dacia había autorizado la construcción de un baño termal público, del cual disfrutaban los vecinos silistrianos a mediados del siglo IV. Las sólidas edificaciones de los hacendados con piso de mosaico, atrium y peristilo recordaban las construcciones itálicas. Sin ser una villa amurallada, su entrada estaba cercada por viñedos enzarzados en columnas.
Las comunicaciones con el resto de las urbes romanas era dificultosa, ya sea por el hostigamiento constante de los bandoleros de la región o las incursiones rapaces de los bárbaros que habían sobrepasado el limes danubiano.El cursus publico se presentaba dos veces al mes lo que garantizaba el flujo regular de información,sin embargo esto no evitaba el carácter regional que iba asumiendo Dacia,en la medida que aumentaba el caos administrativo de Roma, las provincias iban adquiriendo mayor autonomía.

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Para Dacia y Silistria el problema administrativo aumentó cuando Teodosio determinó la división del Imperio entre sus dos hijos, olvidando distribuir algunas zonas geográficas y provocando interminables querellas por la explotación de enormes yacimientos de oro en Transilvania.
Los vecinos silistrianos entregaban su devoción al emperador de Oriente: Arcadio. Su mayor prestigio y la seguridad en las fronteras de Bizancio estimulaban tal decisión. Honorio, sin embargo, mediante el uso de las guarniciones romanas evitaba los intentos separatistas de anular su control sobre esta importante provincia imperial, aunque esto era insuficiente.
Previendo el inminente riesgo de que el ejército de Oriente se anexara Dacia, Estilicón Magister Militum de la pars occidentis, había establecido una guarnición de soldados alanos y hunos, preocupado de corretear a los godos de Tracia éste no pudo imponerse directamente de los problemas que arreciaban la región.
En el año 397 un intento separatista fue aplastado y trajo como consecuencia el cambio de prefecto y decuriones de esa región. El senado romano envió a un nuevo prefecto y designó a Gaudencio como jefe de los decuriones de esta colonia, a petición expresa de Estilicón. Gaudencio, descendiente de vándalos y ex mayordomo de infantería romana, se convirtió en el principal aliado de Estilicón en la conflictiva Dacia.
Trabajando la tierra en calidad de letes o sirviendo de auxiliares en el ejército, así los bárbaros podían acceder a la civilización romana. Los nuevos incorporados provenían de pueblos vencidos o grupos que emigraban desde Germania en busca de oportunidades. El norte de Galia se hizo propenso a aceptar estos nuevos habitantes desde comienzos de la era cristiana. La cultura mediterránea era atractiva a los ojos de los bárbaros, ya sea para destruirla o para incorporarse a ésta. Roma no se inquietó y mantuvo la política de los tiempos de Augusto: dividir para reinar; indispuso a los germanos entre sí para evitar una arremetida conjunta contra el Imperio.
Mario, Marco Aurelio,Trajano generales y emperadores que contuvieron las invasiones bárbaras. Cuados, marcomanos, cimbros, teutones, tribus germánicas que fueron rechazadas dificultosamente en tiempos más benignos para el Imperio. Al complicarse cada vez más la defensa del limes, la política tuvo que ser más generosa hacia los nuevos inmigrantes. Roma resistía.

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iguiendo el impulso bárbaro por invadir, los vándalos sobrepasaron el limes danubiano y establecieron un campamento en Panonia, cercando la provincia de Dacia en el año 231; esto obligó al emperador Aureliano a evacuarla temporalmente. Las hordas vándalas avanzaron demasiado, quedando aisladas de su base; fue cuando las legiones aprovecharon para abatir a los invasores. Los jefes fueron decapitados, el resto fue reclutado para ayudar en tareas auxiliares. Hubo entre ellos algunos que se adaptaron mejor a este cambio de lealtad como Gundiriaco el cual, en dos generaciones, aportó auxiliares y oficiales de alto rango para las guarniciones de la frontera. Tal fue el caso de Estilicón, nieto de Gundiriaco.

Estilicón se inició en la milicia romana como auxiliar, aún siendo joven dirigía las patrullas que resguardaban el limes danubiano, como decurión se encargó de entrenar destacamentos de caballería vándala para contrarrestar las, cada vez más frecuentes, incursiones bárbaras. Fue oficial de caballería en Galia, participando en el desalojo de los alamanes durante el reinado de Graciano en el 378, en Alsacia. Al año siguiente se puso a las órdenes de Teodosio, quien lo reasignó como asesor militar del prefecto de Galia, ascendiendo en su brillante carrera como general de las legiones romanas instaladas en esa región. En el año 395 restauró las defensas romanas en Bretaña lo que investía a su poder un control total sobre las guarniciones de Occidente. Pero su genio militar y habilidad diplomática se pondrían en evidencia cuando enfrentó a los godos.

En este contexto, los cambios acelerados que afectaban al Imperio no parecían involucrar a la aristocracia romana, sin embargo la curia de las principales ciudades mediterráneas no aceptaban la intromisión de elementos bárbaros dentro del ejército, esto no era así en las provincias más apartadas de Roma en las cuales se gestaba una alianza de conveniencia entre aristócratas locales y los jefes de las tribus germánicas para configurar un poder disuasivo respecto a la hegemonía romana, esto fue posible gracias al régimen de hospitalidad que permitió la instalación pacífica, dentro de Occidente, de los bárbaros. El emperador Teodosio dio un paso más al asignar a Estilicón Magister Militum, el grado militar más alto conferido por Roma a un bárbaro, además, también pensaba en el futuro al incluir a su protegido vándalo en el testamento, delegándole la responsabilidad de ser tutor de su hijo Honorio.

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o existe una visión mejor. Después de cabalgar hundido en la melancolía, la imagen de las carpas de fieltro y los carros con toldo de corteza amontonados a orilla del Dniéper contagiaba una alegría imparable al jinete alano. El muchacho castigaba con mayor energía al caballo para acelerar su llegada al campamento. En esa vista panorámica, desde la última colina que lo ve partir hacia su destino, observa a los caballos pastando en las orillas de este río. Sus compañeros lo divisan, primero entran en desconfianza pero finalmente lo reconocen y van a su encuentro. El jinete rubicundo aumenta la aceleración, llegando rápidamente al centro del emplazamiento donde lo esperaban los aldeanos, vitoreándolo, tratando de acercarse para tocarlo y sentirse próximo a él. Comida y agua le son ofrecidos de inmediato, reponiéndose con un festín soñado hace mucho.

Goar alza las manos, mirando con gran emoción. La travesía llegaba a su fin, el juramento de ir más allá de los límites de su tribu para pactar una nueva coalición se convertía en vibrante realidad.

Desde la carpa principal aparece el viejo Safrac, su rostro curtido que demuestra el tráfago de una vida luchando por mantener la sobrevivencia de su pueblo y que puede leerse en cada surco rugoso de su faz. Pero esos diminutos ojos se iluminan, el viejo recobra vitalidad y despeja el grueso fieltro que permite el paso hacia el interior de su carpa del joven Goar. Afuera el bullicio contrasta con el silencio intimista que se establece entre ambos. Safrac coloca sus dos palmas a cada lado del rostro del muchacho, invitándolo a sentarse.

-Estuve impaciente, todos esperábamos tu regreso-.
-Hablé con Radagaiso, esta acampando a orillas del Danubio, prepara una expedición hacia el dominio romano en la próxima estación, pero lo hará por el Rin.

El viejo es amigo de los godos. Antes, cuando ambos pueblos convivían en el mismo territorio del Don tuvo que experimentar la avalancha de los hunos que socavó las bases de aquella prospera sociedad. Los ostrogodos fueron quienes sufrieron la consecuencia más vergonzosa de esta arremetida. Como una admonición, el suicidio de Ermanarico y la sumisión de todo el pueblo a manos de los hunos motivaron la organización de una rápida huida hacia el oeste, tanto de los godos bajo el mando de Alateo y de los alanos con Safrac a la cabeza en el 376.

- Cruzar hacia el Imperio -. El viejo afirma casi incrédulo con un leve brillo que asoma en sus ojos. Un sueño para realizar.
- Si, cruzar hacia el Imperio-; ratifica vigorosamente Goar a quien la idea sedujo desde el primer momento.
Un viaje al curso inferior del Rin implica varios días de trayecto. Movilizar a todo el pueblo en esta fecha es apropiado dada la escasez del pasto para el ganado equino y la oportunidad de encontrar mejores tierras en los valles occidentales. Desde el Dniéper hasta el Rin una travesía memorable con una tribu que debe movilizar miles de individuos en carretas. Acostumbrados al rigor de la estepa, el nomadismo alano era el estilo de vida más apropiado para sobrevivir en semejante régimen.
- Tú nos vas a dirigir hasta Radagaiso- acotaba Safrac mirándole a los ojos en señal de imposición. – Partiremos apenas las yeguas preñadas terminen de parir-.
- Son muchas tribus las que seguirán esta jornada de viaje, pero esto nos hará fuertes-. Goar lo sabe. Puede encontrar oposición en líderes jóvenes que, una vez dentro del territorio romano, intentarán formar otra coalición para seguir una ruta diferente. Aliarse o no aliarse a los romanos será la disyuntiva que los espera cuando haya culminado el cruce del Rin. Los alanos han sufrido desmembramientos significativos en tiempos pretéritos. En el año 372 un grupo cruzó el Danubio uniéndose al contingente romano en la batalla de An

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drinópolis, que no pudo evitar la muerte del emperador Valente en el 376. Sabido es que Estilicón utilizó la caballería alana, guerreros probados que poseían un prestigio similar a los sármatas, especialmente para hacer frente a los godos. Gracias a ellos logró mantener a raya a las huestes de Alarico durante los primeros años del 400.
Cuídate de Respendial-, menciona el viejo, -esta celoso de tu triunfal llegada y tiene muchos seguidores.
- Lo sé, pero este viaje lo haremos todos; primero llegaremos a Galia y después decidiremos nuestro destino.
- Tú sabes que no podemos que no podemos quedarnos aquí, los hunos acechan cerca nuestro. Llegar a Galia y conseguir el apoyo romano es la alternativa más acertada.
- Mejor iré a dormir, mañana pensaré en todo esto.
Dicho esto Goar se levanta, abraza al anciano para luego alzar el pesado telón; ante él la multitud lo examina esperando el gesto supremo que le da el respaldo divino a la decisión adoptada, entonces desenvaina la espada, mira al cielo en rápida acción hunde su arma en el suelo, arrancando un festejo masivo pues esa es la rúbrica final que sella la migración.

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larico hace de las suyas en territorio romano. Invaden Iliria, saquean Grecia y arrasan Atenas. Colocan en jaque al ejército de Rufino, el cual sucumbió finalmente a la avalancha goda. La dinastía Balto consolida el mejor argumento de su estirpe en pleno dominio imperial de Oriente.
Extenuados por su esfuerzo, Alarico concede terreno a la diplomacia oportunista de

Estilicón el cual, en una escaramuza del verano del 404, toma por rehén a la esposa y los hijos del líder godo. Este se queda estacionado en Iliria pero su triunfo en dicho territorio le otorga un mejor argumento para rescatar a su familia. La verdad es que Alarico no pudo con Estilicón en la Pars Occidentes, aunque seguía sorprendiendo al otro lado. Más temprano de lo esperado podrían volverse contra Roma.

Alarico espera una oportunidad, sabe que Radagaiso, su viejo lugarteniente, podría darle una ventaja inesperada sobre Estilicón. Supone que puede dejarse caer en algún lugar del dominio occidental, fue la provocadora amenaza que hizo cuando abandonó las filas godas, pero no lo hará sólo, conocen el peligro que se cierne sobre el limes renano.

Finalmente Bizancio negoció con el rey godo, cediéndole el gobierno de Iliria. En la costa oriental del Mar Adriático se instaló el campamento base del nuevo magíster militum. Las carpas móviles facilitaban el estilo trashumante de estos rubicundos guerreros, greñudos, con sus túnicas de piel y gruesas fíbulas de metal.

Profesaban el arrianismo, aunque respetaban algunos cultos paganos, eran entre los germanos, los que vencieron a Valente en Andrinópolis, aquellos que merecían mayor admiración y gran ejemplo para sus similares. De gran talla y valor, nacían para la guerra, tenían sus propias historias y tradiciones, pero se encontraban en un territorio inhóspito, flanqueado tanto por Bizancio como por Roma. Parias en un medio ajeno, no abandonaban la ilusión de fijarse en un terruño.

De rizos pronunciados, rubicundo alto como sus congéneres, algo gordo pero macizo, la mirada constituía el signo más distintivo del mandato de Alarico. En estos días su principal preocupación era asegurar el abastecimiento regular de alimentos para su pueblo por parte del gobierno de Bizancio. La anona era un sistema de aprovisionamiento, pactado previamente con la pars orientis, en la cual recibían una vez a la semana cierta cantidad de víveres para subsistir durante la estadía en territorio de Iliria. Pero no era suficiente.

Para el día fijado bajaban hacia la llanura un grupo de jinetes godos elegidos por Alarico. Esperaban el suministro normal de la anona romana. En el horizonte nebuloso surgía la caravana de pertrechos dirigida por bisoños soldados que, cumpliendo las órdenes del cónsul Eutropio, llevaban alimentos y especies en oro para mantener la lealtad de los germanos.

-¿ Es así como Bizancio paga su hospitalidad?-, el joven godo replica ante el asombro de la tropa que sin entender el óstico, advierten el sobresalto de Ataulfo.
Los afables romanos se apartaron de los carruajes al ver la expresión odiosa del germano empuñando la espada en contra de ellos. Desengancharon los caballos mientras le daban explicaciones gesticuladas a Ataúlfo. Una vez realizada esta operación se montaron en las bestias y se despidieron rápidamente para regresar por donde llegaron.
El grupo germano rehizo la marcha hacia el campamento base situado cerca de allí, en una explanada del valle del Mar Adriático. Al llegar, una muchedumbre rubicunda salía al paso de la caravana de pertrechos. Mujeres, niños y ancianos cogían con rudeza el contenido de los carruajes, rescatando una parte para salvar sus vidas en medio de ese rigor. En otro extremo del campamento los hombres, que participaban en una asamblea general, no se emocionaron por el alboroto; observaron impávidos la reacción famélica del resto de la comunidad. Envuelto en un grueso abrigo de piel sobresale impetuoso Alarico que llega

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hasta el epicentro del gentío. Su figura basta para controlar la situación. Más próximo a él se ubica Ataúlfo, quien junto a otros bucelarios examinaban el misérrimo tributo.

- Bizancio no tiene nada más que ofrecernos-.
- Hacia Roma-, gritó alguien escondido en la espesura humana.
- Hacia Roma-, le respaldaron lo demás.

Fiesta y derroche entre los godos. Celebraron devorándose más de la mitad de las provisiones y el vino en tiestos, que había ganado el gusto de los guerreros germanos animó la noche.

Hartos de resguardar la frontera ilírica los visigodos habían evitado la masiva inmigración de otros elementos bárbaros, organizando la defensa de aquella apartada región oriental. Pero la administración estaba fuera de los proyectos de estos rudos bárbaros, más aún pudiendo anticipar el colapso de la frontera renana en la pars occidentes, sólo el saqueo les hacía libres.

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- No es suficiente.
- Dacia puede recibir mayor apoyo de los bárbaros si estos quieren incorporarse a una

vida civilizada.
- Hay que forjar un compromiso entre ellos y nosostros.
- Eso no garantiza una subordinación al acuerdo pactado.
- Una prenda puede garantizarlo.
- ¿Tierras?, ¿bienes?, ¿riquezas?.
- Un prenda humana, tal como haces cautivo al mensajero que te informa del movimiento

enemigo, y solo lo liberas una vez que aseguraste la verdadera posición del enemigo.
- Pero en este caso debe ser alguien importante para ambos bandos.
- O alguien que signifique mucho para un funcionario importante.
- ¿De qué hablamos Estilicón?.
- Gaudencio, ellos conocen nuestra estructura administrativa en las provincias, saben

quién es quién.
- Tú tienes a su esposa e hijos; importantes para ellos y para nosotros, no están en condi
ciones de pactar.
- Ellos vendrán hacia acá, se establecerán en Dalmacia, pero entrarán por Dacia, la
prenda debe fijarse en este lugar.
- ¿Me pides que me ofrezca en prenda para garantizar el foedus?
- Tú no, debes cumplir labores administrativas en Dacia. Pensaba en tu hijo.
Al escucharlo, Gaudencio contuvo la marcha de su caballo. Estlicón evitó mirarlo a los ojos,
cuestión difícil ya que la mirada ofuscada del viejo mayordomo exigía una rápida explicación. El campo silistriano mostraba el cálido encanto primaveral que recordaba los viñedos
de la región central itálica. En compañía de Gaudencio, el ex mayordomo de la infantería
romana, Estilicón se imponía de las novedades de la provincia, ambos se confiaban mutuamente, el pasado bárbaro establecía un lazo indivisible que superaba los prejuicios para
surgir en ese medio.
- Roma mirará con buenos ojos ese gesto; tu nominación de gobernador puede ser asegurada de esa manera.
- Tiene apenas 12 años, es el favorito de su madre; no sabes lo que me pides-. Estilicón alcanzaba con su brazo el hombro de Gaudencio, ambos a caballo detienen el
tranco frente a la entrada de la hacienda del ex mayordomo, junto a ellos se integraría Saro. Saro, lugarteniente godo y hombre de gran confianza para Estilicón. Sus ojos azules y
rasgos caucásicos rudos causan impresión en el dueño de casa que le ofrece hospitalidad y
lo acerca al atrium donde reposa Estilicón. El recién lle