El Estudiante de Salamanca y Otras Selecciones by José de Espronceda - HTML preview

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Suelto el cabello a la espalda,

Hoja tras hoja las flores

Que lleva en su mano arranca.

220

Es su paso incierto y tardo,

Inquietas son sus miradas,

Mágico ensueño parece

Que halaga engañosa el alma.

Ora, vedla, mira al cielo,

225

Ora suspira, y se pára;

Una lágrima sus ojos

Brotan acaso y abrasa

Su mejilla; es una ola

Del mar que en fiera borrasca

230

El viento de las pasiones

Ha alborotado en su alma.

Tal vez se sienta, tal vez

Azorada se levanta;

El jardín recorre ansiosa,

235

Tal vez a escuchar se pára.

Es el susurro del viento,

Es el murmullo del agua,

No es su voz, no es el sonido

Melancólico del arpa.

240

Son ilusiones que fueron:

Recuerdos ¡ay! que te engañan,

Sombras del bien que pasó....

Ya te olvidó el que tú amas.

Esa noche y esa luna

245

Las mismas son que miraran

Indiferentes tu dicha,

Cual ora ven tu desgracia.

¡Ah! llora, sí, ¡pobre Elvira!

¡Triste amante abandonada!

250

Esas hojas de esas flores

Que distraída tú arrancas,

¿Sabes adónde, infeliz,

El viento las arrebata?

Donde fueron tus amores,

255

Tu ilusión y tu esperanza.

Deshojadas y marchitas,

¡Pobres flores de tu alma!

Blanca nube de la aurora,

Teñida de ópalo y grana,

260

Naciente luz te colora,

Refulgente precursora

De la cándida mañana.

Mas ¡ay! que se disipó

Tu pureza virginal,

265

Tu encanto el aire llevó

Cual la ventura ideal

Que el amor te prometió.

Hojas del árbol caídas

Juguete del viento son;

270

Las ilusiones perdidas

¡Ay! son hojas desprendidas

Del árbol del corazón!

¡El corazón sin amor!

Triste páramo cubierto

275

Con la lava del dolor,

Oscuro, inmenso desierto

Donde no nace una flor!

Distante un bosque sombrío,

El sol cayendo en la mar,

280

En la playa un adüar,

Y a lo lejos un navío,

Viento en popa navegar,

Óptico vidrio presenta

En fantástica ilusión,

285

Y al ojo encantado ostenta

Gratas visiones que aumenta

Rica la imaginación.

Tú eres, mujer, un fanal

Trasparente de hermosura;

290

¡Ay de ti! si por tu mal

Rompe el hombre en su locura

Tu misterioso cristal!

Mas ¡ay! dichosa tú, Elvira,

En tu misma desventura,

295

Que aun deleites te procura,

Cuando tu pecho suspira,

Tu misteriosa locura:

Que es la razón un tormento,

Y vale más delirar

300

Sin juicio, que el sentimiento

Cuerdamente analizar,

Fijo en él el pensamiento.

Vedla, allí va, que sueña en su locura

Presente el bien que para siempre huyó;

305

Dulces palabras con amor murmura,

Piensa que escucha al pérfido que amó.

Vedla, postrada su piedad implora

Cual si presente le mirara allí;

Vedla, que sola se contempla y llora,

310

Miradla delirante sonreír.

Y su frente en revuelto remolino

Ha enturbiado su loco pensamiento,

Como nublo que en negro torbellino

Encubre el cielo y amontona el viento;

315

Y vedla cuidadosa escoger flores,

Y las lleva mezcladas en la falda,

Y, corona nupcial de sus amores,

Se entretiene en tejer una guirnalda.

Y en medio de su dulce desvarío

320

Triste recuerdo el alma le importuna,

Y al margen va del argentado río,

Y allí las flores echa de una en una;

Y las sigue su vista en la corriente

Una tras otra rápidas pasar,

325

Y, confusos sus ojos y su mente,

Se siente con sus lágrimas ahogar;

Y de amor canta, y en su tierna queja

Entona melancólica canción,

Canción que el alma desgarrada deja,

330

Lamento ¡ay! que llaga el corazón:

«¿Qué me valen tu calma y tu terneza,

Tranquila noche, solitaria luna,

Si no calmáis del hado la crudeza,

Ni me dais esperanza de fortuna?

335

¿Qué me valen la gracia y la belleza,

Y amar como jamás amó ninguna,

Si la pasión que el alma me devora,

La desconoce aquél que me enamora?»

Lágrimas interrumpen su lamento,

340

Inclina sobre el pecho su semblante,

Y de ella en derredor susurra el viento

Sus últimas palabras, sollozante.

Murió de amor la desdichada Elvira,

Cándida rosa que agostó el dolor,

345

Süave aroma que el viajero aspira

Y en sus alas el aura arrebató.

Vaso de bendición, ricos colores

Reflejó en su cristal la luz del día,

Mas la tierra empañó sus resplandores,

350

Y el hombre lo rompió con mano impía.

Una ilusión acarició su mente,

Alma celeste para amar nacida,

Era el amor de su vivir la fuente,

Estaba junta a su ilusión su vida.

355

Amada del Señor, flor venturosa,

Llena de amor murió y de juventud;

Despertó alegre una alborada hermosa,

Y a la tarde durmió en el ataúd.

Mas despertó también de su locura

360

Al término postrero de su vida,

Y al abrirse a sus pies la sepultura,

Volvió a su mente la razón perdida.

¡La razón fría! ¡la verdad amarga!

¡El bien pasado y el dolor presente!...

365

¡Ella feliz! ¡que de tan dura carga

Sintió el peso al morir únicamente!

Y conociendo ya su fin cercano,

Su mejilla una lágrima abrasó;

Y así al infiel, con temblorosa mano,

370

Moribunda su víctima escribió:

«Voy a morir: perdona si mi acento

Vuela importuno a molestar tu oído;

Él es, Don Félix, el postrer lamento

De la mujer que tanto te ha querido.

375

La mano helada de la muerte siento....

Adiós: ni amor ni compasión te pido....

Oye y perdona si al dejar el mundo,

rranca un ¡ay! su angustia al moribundo.

«¡Ah! para siempre adiós. Por ti mi vida

380

Dichosa un tiempo resbalar sentí,

Y la palabra de tu boca oída

Éxtasis celestial fué para mí.

Mi mente aun goza en la ilusión querida

Que para siempre ¡mísera! perdí....

385

¡Ya todo huyó, despareció contigo!

¡Dulces horas de amor, yo las bendigo!

«Yo las bendigo, sí, felices horas,

Presentes siempre en la memoria mía,

Imágenes de amor encantadoras

390

Que aun vienen a halagarme en mi agonía.

Mas ¡ay! volad, huíd, engañadoras

Sombras, por siempre; mi postrero día

Ha llegado, perdón, perdón, ¡Dios mío!

Si aun gozo en recordar mi desvarío.

395

«Y tú, Don Félix, si te causa enojos

Que te recuerde yo mi desventura,

Piensa están hartos de llorar mis ojos

Lágrimas silenciosas de amargura.

Y hoy, al tragar la tumba mis despojos,

400

Concede este consuelo a mi tristura:

Estos renglones compasivo mira,

Y olvida luego para siempre a Elvira.

«Y jamás turbe mi infeliz memoria

Con amargos recuerdos tus placeres;

405

Goces te dé el vivir, triunfos la gloria,

Dichas el mundo, amor otras mujeres;

Y si tal vez mi lamentable historia

A tu memoria con dolor trajeres,

Llórame, sí; pero palpite exento

410

Tu pecho de roedor remordimiento.

«Adiós, por siempre, adiós: un breve instante

Siento de vida, y en mi pecho el fuego

Aun arde de mi amor; mi vista errante

Vaga desvanecida ... ¡calma luego,

415

Oh muerte, mi inquietud!... ¡Sola ... espirante!...

Ámame; no, perdona; ¡inútil ruego!

Adiós, adiós, ¡tu corazón perdí

—¡Todo acabó en el mundo para mí!»

Así escribió su triste despedida

420

Momentos antes de morir, y al pecho

Se estrechó de su madre dolorida,

Que en tanto inunda en lágrimas su lecho.

Y exhaló luego su postrer aliento,

Y a su madre sus brazos se apretaron

425

Con nervioso y convulso movimiento,

Y sus labios un nombre murmuraron.

Y huyó su alma a la mansión dichosa

Do los ángeles moran.... Tristes flores

Brota la tierra en torno de su losa;

430

El céfiro lamenta sus amores.

Sobre ella un sauce su ramaje inclina,

Sombra le presta en lánguido desmayo,

Y allá en la tarde, cuando el sol declina,

Baña su tumba en paz su último rayo....

PARTE TERCERA

CUADRO DRAMÁTICO

SARGENTO

¿Tenéis

más

que

parar?

FRANCO

Paro

los

ojos.

Los

ojos,

sí,

los

ojos:

que

descreo

Del

que

los

hizo

para

tal

empleo.

MORETO, "San Franco de Sena"

PERSONAS

D. FÉLIX DE MONTEMAR

D. DIEGO DE PASTRANA

SEIS JUGADORES

435

En derredor de una mesa

Hasta seis hombres están,

Fija la vista en los naipes,

Mientras juegan al parar;

Y en sus semblantes se pintan

440

El despecho y el afán:

Por perder desesperados,

Avarientos por ganar.

Reina profundo silencio,

Sin que lo rompa jamás

445

Otro ruido que el del oro,

O una voz para jurar.

Pálida lámpara alumbra

Con trémula claridad

Negras de humo las paredes

450

De aquella estancia infernal.

Y el misterioso bramido

Se escucha del huracán,

Que azota los vidrios frágiles

Con sus alas al pasar.

ESCENA I

JUGADOR PRIMERO

455

El caballo aun no ha salido.

JUGADOR SEGUNDO

¿Qué carta vino?

JUGADOR PRIMERO

La sota.

JUGADOR SEGUNDO

Pues por poco se alborota.

JUGADOR PRIMERO

Un caudal llevo perdido.

¡Voto a Cristo!

JUGADOR SEGUNDO

No juréis,

460

Que aun no estáis en la agonía.

JUGADOR PRIMERO

No hay suerte como la mía.

JUGADOR SEGUNDO

¿Y como cuánto perdéis?

JUGADOR PRIMERO

Mil escudos y el dinero

Que Don Félix me entregó.

JUGADOR SEGUNDO

¿Dónde anda?

JUGADOR PRIMERO

465

¡Qué sé yo!

No tardará.

JUGADOR TERCERO

Envido.

JUGADOR PRIMERO

Quiero.

ESCENA II

Galán de talle gentil,

La mano izquierda apoyada

En el pomo de la espada,

470

Y el aspecto varonil,

Alta el ala del sombrero

Porque descubra la frente,

Con airoso continente

Entró luego un caballero.

JUGADOR PRIMERO ( al que entra)

475

Don Félix, a buena hora

Habéis llegado.

D. FÉLIX

¿Perdisteis?

JUGADOR PRIMERO

El dinero que me disteis

Y esta bolsa pecadora.

JUGADOR SEGUNDO

Don Félix de Montemar

480

Debe perder. El amor

Le negara su favor

Cuando le viera ganar.

D. FÉLIX ( con desdén)

Necesito ahora dinero,

Y estoy hastiado de amores.

( Al corro con altivez)

485

Dos mil ducados, señores,

Por esta cadena quiero.

( Quítase una cadena que lleva al pecho.)

JUGADOR TERCERO

Alta ponéis la tarifa.

D. FÉLIX ( con altivez)

La pongo en lo que merece.

Si otra duda se os ofrece,

490

Decid. ( Al corro)

Se vende y se rifa.

JUGADOR CUARTO ( aparte)

¿Y hay quien sufra tal afrenta?

D. FÉLIX

Entre cinco están hallados.

A cuatrocientos ducados

Os toca, según mi cuenta.

495

Al as de oros. Allá va.

( Va echando cartas que toman los jugadores en silencio.)

Una, dos ... ( Al perdidoso)

Con vos no cuento.

JUGADOR PRIMERO

Por el motivo lo siento.

JUGADOR TERCERO

¡El as! ¡el as! aquí está.

JUGADOR PRIMERO

Ya ganó.

D. FÉLIX

Suerte tenéis.

500

A un solo golpe de dados

Tiro los dos mil ducados.

JUGADOR TERCERO

¿En un golpe?

JUGADOR PRIMERO ( a Don Félix)

Los perdéis.

D. FÉLIX

Perdida tengo yo el alma,

Y no me importa un ardite.

JUGADOR TERCERO

Tirad.

D. FÉLIX

505

Al primer envite.

JUGADOR TERCERO

Tirad pronto.

D. FÉLIX

Tened calma:

Que os juego más todavía,

Y en cien onzas hago el trato,

Y os lleváis este retrato

510

Con marco de pedrería.

JUGADOR TERCERO

¿En cien onzas?

D. FÉLIX

¿Qué dudáis?

JUGADOR PRIMERO ( tomando el retrato)

¡Hermosa mujer!

JUGADOR CUARTO

No es caro.

D. FÉLIX

¿Queréis pararlas?

JUGADOR TERCERO

Las paro.

Más ganaré.

D. FÉLIX

Si ganáis, ( Se registra todo.)

515

No tengo otra joya aquí.

JUGADOR PRIMERO ( mirando el retrato)

Si esta imagen respirara....

D. FÉLIX

A estar aquí, la jugara

A ella, al retrato y a mí.

JUGADOR TERCERO

Vengan los dados.

D. FÉLIX

Tirad.

JUGADOR SEGUNDO

520

Por Don Félix cien ducados.

JUGADOR CUARTO

En contra van apostados.

JUGADOR QUINTO

Cincuenta más. Esperad,

No tiréis.

JUGADOR SEGUNDO

Van los cincuenta.

JUGADOR PRIMERO

Yo, sin blanca, a Dios le ruego

Por Don Félix.

JUGADOR QUINTO

525

Hecho el juego.

JUGADOR TERCERO

¿Tiro?

D. FÉLIX

Tirad con sesenta

De a caballo.

(Todos se agrupan con ansiedad al rededor de la mesa. El tercer jugador tiralos dados.) JUGADOR CUARTO

¿Qué ha salido?

JUGADOR SEGUNDO

¡Mil demonios, que a los dos

Nos lleven!

D. FÉLIX (con calma al primero)

¡Bien, vive Dios,

530

Vuestros ruegos me han valido!

Encomendadme otra vez,

Don Juan, al diablo; no sea

Que si os oye Dios, me vea

Cautivo y esclavo en Fez.

JUGADOR TERCERO

535

Don Félix, habéis perdido

Sólo el marco, no el retrato;

Que entrar la dama en el trato

Vuestra intención no habrá sido.

D. FÉLIX

¿Cuánto dierais por la dama?

JUGADOR TERCERO

540

Yo, la vida.

D. FÉLIX

No la quiero.

Mirad si me dais dinero,

Y os la lleváis.

JUGADOR TERCERO

¡Buena fama

Lograréis entre las bellas,

Cuando descubran altivas

545

Que vos las hacéis cautivas

Para en seguida vendellas!

D. FÉLIX

Eso a vos no importa nada.

¿Queréis la dama? Os la vendo.

JUGADOR TERCERO

Yo de pinturas no entiendo.

D. FÉLIX (con cólera)

550

Vos habláis con demasiada

Altivez e irreverencia

De una mujer ... ¡y si no....!

JUGADOR TERCERO

De la pintura hablé yo.

TODOS

Vamos, paz; no haya pendencia.

D. FÉLIX (sosegado)

555

Sobre mi palabra os juego

Mil escudos.

JUGADOR TERCERO

Van tirados.

D. FÉLIX

A otra suerte de esos dados;

Y el diablo les prenda fuego.

ESCENA III

Pálido el rostro, cejijunto el ceño,

560

Y torva la mirada, aunque afligida,

Y en ella un firme y decidido empeño

De dar la muerte o de perder la vida,

Un hombre entró embozado hasta los ojos,

Sobre las juntas cejas el sombrero;

565

Víbrale al rostro el corazón enojos,

El paso firme, el ánimo altanero.

Encubierta fatídica figura.—

Sed de sangre su espíritu secó,

mponzoñó su alma la amargura,

570

La venganza irritó su corazón.

Junto a Don Félix llega, y, desatento,

No habla a ninguno, ni aun la frente inclina;

Y en pie y delante de él y el ojo atento,

Con iracundo rostro le examina.

575

Miró también Don Félix al sombrío

Huésped que en él los ojos enclavó,

Y con sarcasmo desdeñoso y frío,

Fijos en él los suyos, sonrïó.

D. FÉLIX

Buen hombre, ¿de qué tapiz

580

Se ha escapado—el que se tapa—

Que entre el sombrero y la capa

Se os ve apenas la nariz?

D. DIEGO

Bien, Don Félix, cuadra en vos

Esa insolencia importuna.

D. FÉLIX (al tercer jugador sin hacer caso de Don Diego)

585

Perdisteis.

JUGADOR TERCERO

Sí. La fortuna

Se trocó; tiro y van dos. (Vuelven a tirar.)

D. FÉLIX

Gané otra vez. (Al embozado)

No he entendido

Qué dijisteis, ni hice aprecio

De si hablasteis blando o recio

590

Cuando me habéis respondido.

D. DIEGO

A solas hablar querría.

D. FÉLIX

Podéis, si os place, empezar,

Que por vos no he de dejar

Tan honrosa compañía;

595

Y si Dios aquí os envía

Para hacer mi conversión,

No despreciéis la ocasión

De convertir tanta gente,

Mientras que yo humildemente

600

Aguardo mi absolución.

D. DIEGO (desembozándose con ira)

Don Félix, ¿no conocéis

A Don Diego de Pastrana?

D. FÉLIX

A vos no, mas sí a una hermana

Que imagino que tenéis.

D. DIEGO

605

¿Y no sabéis que murió?

D. FÉLIX

Téngala Dios en su gloria.

D. DIEGO

Pienso que sabéis su historia,

Y quién fué quien la mató.

D. FÉLIX ( con sarcasmo)

¡Quizá alguna calentura!

D. DIEGO

¡Mentís vos!

610

D. FÉLIX

Calma, Don Diego,

Que si vos os morís luego,

Es tanta mi desventura

Que aun me lo habrán de achacar,

Y es en vano ese despecho.

615

Si se murió, a lo hecho, pecho.

Ya no ha de resucitar.

D. DIEGO

Os estoy mirando y dudo

Si habré de manchar mi espada

Con esa sangre malvada,

620

O echaros al cuello un nudo

Con mis manos, y con mengua,

En vez de desafïaros,

El corazón arrancaros

Y patearos la lengua;

625

Que un alma, una vida, es

Satisfacción muy ligera,

Y os diera mil si pudiera

Y os las quitara después.

Jugo a mi labio han de dar

630

Abiertas todas tus venas,

Que toda tu sangre apenas

Basta mi sed a calmar.

¡Villano!

( Tira de la espada; todos los jugadores se interponen.)

TODOS

Fuera de aquí