El Comendador Mendoza - Obras Completas - Tomo VII by Juan Valera - HTML preview

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I

Á pesar de los quehaceres y cuidados que me retienen en Madrid casi decontinuo, todavía suelo ir de vez en cuando á Villabermeja y á otroslugares de Andalucía, á pasar cortas temporadas de uno á dos meses.

La última vez que estuve en Villabermeja ya habían salido á luz Las

Ilusiones del Doctor Faustino

.

D. Juan Fresco me mostró en un principio algún enojo de que yo hubiesesacado á relucir su vida y las de varios parientes suyos en un libro deentretenimiento; pero al cabo, conociendo que yo no lo había hecho á malhacer, me perdonó la falta de sigilo. Es más: D. Juan aplaudió la ideade escribir novelas fundadas en hechos reales, y me animó á que siguiesecultivando el género. Esto nos movió á hablar del Comendador Mendoza.

—¿El vulgo —dije yo,— cree aún que el Comendador anda penando,durante la noche, por los desvanes de la casa solariega de losMendozas, con su manto blanco del hábito de Santiago?

—Amigo mío —contestó D. Juan,— el vulgo lee ya

El Citador

y otroslibros y periódicos librepensadores. En la incredulidad, además, estácomo impregnado el aire que se respira. No faltan jornaleros escépticos;pero las mujeres, por lo común, siguen creyendo á pie juntillas. Losmismos jornaleros escépticos niegan de día y rodeados de gente, y denoche, á solas, tienen más miedo que antes de lo sobrenatural, por lomismo que lo han negado durante el día. Resulta, pues, que, á pesar deque vivimos ya en la edad de la razón y se supone que la de la fe hapasado, no hay mujer bermejina que se aventure á subir á los desvanes dela casa de los Mendozas sin bajar gritando y afirmando á veces que havisto al Comendador, y apenas hay hombre que suba solo á dichos desvanessin hacer un grande esfuerzo de voluntad para vencer ó disimular elmiedo. El Comendador, por lo visto, no ha cumplido aún su tiempo depurgatorio, y eso que murió al empezar este siglo.

Algunos entienden queno está en el purgatorio, sino en el infierno; pero no parece naturalque, si está en el infierno, se le deje salir de allí para que venga ámortificar á sus paisanos. Lo más razonable y verosímil es que esté enel purgatorio, y esto cree la generalidad de las gentes.

—Lo que se infiere de todo, ora esté el Comendador en el infierno, oraen el purgatorio, es que sus pecados debieron de ser enormes.

—Pues, mire V. —replicó D. Juan Fresco,— nada cuenta el vulgo determinante y claro con relación al Comendador. Cuenta, sí, mil confusaspatrañas. En Villabermeja se conoce que hirió más la imaginación popularpor su modo de ser y de pensar que por sus hechos. Sus hechos conocidos,salvo algún extravío de la mocedad, más le califican de buena que demala persona.

—De todos modos, ¿V. cree que el Comendador era una persona notable?

—Y mucho que lo creo. Yo contaré á V. lo que sé de él, y V. juzgará.

Don Juan Fresco me contó entonces lo que sabía acerca del Comendador Mendoza. Yo no hago más que ponerlo ahora por escrito.