Bajo las Ramas del Muérdago by Sebastián Galvis Arcila - HTML preview

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SEBASTIAN GALVIS ARCILA

Bajo las Ramas del

Muérdago

“Desde el Comienzo”

PRESENTACIÓN

Probablemente si alguien me hubiera pedido que redactara y preparara el bosquejo general de mi primer poemario, hubiese empezado con más preocupación que convicción por aplicar las metodologías que a la larga no hacen más que matar la inspiración, y hubiera sesgado parcialmente mis momentos de producción creativa a partir de los afanes que ofrece el reflexionar en lo que la gente desea leer, las academias pretenden condecorar y las editoriales prefieren publicar. Pero por fortuna no fue este mi caso, y nadie pretendió si quiera hacerme tan arrogante propuesta, sino hasta días después del momento aquel en que escribí el punto final de la última de las líneas que componen este trabajo poético.

Después de todo, en el proceso me di cuenta que mi primer poemario sería una labor libre de avaricia y pretensiosa hechura, que la pluma en mi mano trazaría el derrotero de espejismos tangibles y palpables en la condición de cualquiera que tuviera la ocasión de leer mi obra, y que la ansiada creatividad solo es amiga de quien trabaja a favor del arte en todo su esplendor. Esto significa que las formas construidas solo valen la pena cuando el artífice se ha despojado de afanes egoístas y de una conciencia ensimismada, solo así su espíritu se hace uno con el Universo y compone al unísono con los vestigios de la sabiduría colectiva, hazañas que jamás imaginó que de él manarían.

Por lo tanto la autoría de una pieza artística es tan relativa como las visiones tenidas bajo hipnosis, que no son siempre explicables ni enteramente comprensibles. Esta es una buena razón para dilucidar porqué el escritor no se jacta de su obra y porqué hay a quienes les parece en un libro, estar viendo las planas auténticas de su vida revelándose crudamente en la entrega sublime de unas páginas abiertas.

Este es el comienzo, lo primero que supe que debía escribir por necesidad, porque no lo sentía netamente personal sino eterno e infinito; no es simplemente un deber social sino un aliento vital que esta hecho de la luz sinestésica de ideas perpetuas. Yo de mi mismo no podría componer una sola estrofa sino fuera por el reflejo de la vida en la penumbra gloriosa que se inscribe por el alma de mi pluma en la pureza del papel. Este debe ser el comienzo y no otro porque son mis primeros versos, los versos de niño de joven y de adulto, estaría mintiendo si no empezara por reconocerlos, y hay en todos ellos una imagen renuente de personajes que no son como yo, de lugares que mi cuerpo no ha visitado pero certeramente mis ojos en su hechizo han visto entre lágrimas y risas; y hay también en ellos los campos mórficos de los antiguos poetas y el sentir recién parido de una nueva inspiración resonante.

En el trance de hacerme poeta dejé la estereotipia de mi persona y me fundí en realidades multidimensionales que al principio me eran tan ajenas como una sala oscura que poco a poco se va iluminando con la función cinematográfica; y después se hicieron familiares a medida que en el tiempo mi mente su nueva trama lograba comprender. Entonces los sueños más despiertos de mi vida se proyectaron en la quietud de mi estado ideal y urgido emprendí la honrosa tarea de traducir en teoremas literarios la fugaz tonada inédita que suena para toda la audiencia tras el telón de lo prohibido.

El presente no es el constructo de una visión íntima de mis campañas existenciales, ni una composición autobiográfica que tenga como objetivo alimentar las engrosadas estanterías de bibliotecas y coleccionistas literarios; sino una propuesta con un carácter definido que parte muchas veces de lo social, cotidiano, emocional, y sentimental. No es uno de sus objetivos específicos, develar la visión terrena de una criatura experimental con necesidad de popularidad, antes bien, se saciaría su ambición si tan solo fuese percibido en el recorrido, como una recopilación de esquemas colectivos afines a la realidad y a la imaginación de por lo menos un hombre o una mujer que ame con desesperación el elixir inagotable del verso genuino.

El muérdago evoca la confrontación marginal de la ficción y la realidad, y crece justo en el exiguo lindero que las distingue pero no las separa, con tal fin lo escogí intuitivamente para rotular el producto de una historia que no da cuenta de temas sino de hechos, y no sabe de escenas sino de actores que no pudieron escapar de su pública realidad. “Debajo de las ramas del muérdago” aun quedan mil historias que yo no pude contar, pero con las que escribo en este libro me alcanza para insinuar el destino final y bienaventurado de aquella persona que sirviéndose de su inconsciencia soñó alguna vez que sentía, que quería, que debía y que podía.

El artificio de la palabra sembrada en tierra fértil conserva el tesoro de su propio potencial y significancia, en la esperanza de un país mejor y un continente en progreso; en él, trabajar esparciendo semillas es trabajo de visionarios al tiempo de sembrar propuestas capaces de engendrar un cambio. Al germinar las semillas hay tantos retoños y cada uno de ellos parece representar uno a uno según su género y especie, la explayada cuantía de la experiencia humana. De pronto el espectador indica en sus meditaciones el misterio del crecimiento que es la incorporación del condimento espiritual, un hálito que da vida a las piezas de arte, que no puede ser explicado con estrictos tecnicismos y se forja en las zonas selváticas de los instintos y las convicciones.

Después del nacer y la leyenda del crecimiento, el ramillete se hace seco pero no muere, y es también cuando su decaída textura invoca los mortuorios gemidos de tristeza y melancolía que son estados de ánimo propios de todos los seres vivos sean cazadores o sean presas; pero quien no se niega a la realidad puede ver todavía la luz que sale de la oscuridad de la noche o el loto que emerge del fango sucio, y es capaz de experimentar dichas, placeres, amor y otros orgasmos que devuelven por momentos, sonidos y bellos colores al lienzo de la existencia, sobre todo cuando éste finge y se camufla de un silente fondo gris; al fin un beso y una dicha hacen que el muérdago marchito hijo del artificio llamado palabra, florezca una vez mas en vísperas de una emoción insondable.

Queridos lectores, diversa es la creatividad como el mundo contemporáneo, donde cada método y cada enfoque parece perdurar en la inmortalidad de los escritores; aún está de pie en el cuadrilátero la obra maestra batiéndose tenazmente contra las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. El escenario es histórico si se precisa un trabajo armónico en un ambiente transformado y caótico, donde el fin fundamental del hombre es la supervivencia y la gloria de la felicidad es un anhelo irrelevante. La obra creativa demanda el todo de su autor, el precio que se paga es alto en relación con la medida del esfuerzo, y justo en cuanto a su valía emotiva. ¡Que prevalezca pues el genio humano sobre toda experiencia virtual ya que la expresión del alma insubordinada como el estudio decidido de un buen libro, sucede siempre en contextos y circunstancias auténticas!

Al momento de leer este poemario, será tiempo de sentir el toque de la mano inspirada por el hondo razonamiento, tiempo de dar un paseo por las consteladas abstracciones del universo, tiempo de reblujar el mas allá de la persona, tiempo de construir monumentos con ideas, tiempo de descubrir mil y una formas desconocidas para hallar sentido a lo incomprensible, tiempo de no ser mas que un pensamiento, tiempo de conocer grandes pasajes y lugares pequeños. Al momento de leer este trabajo, será tiempo de recitar el destino apócrifo de algunos poemas que no por casualidad han quedado libremente prisioneros en este libro.

El mundo está dando a luz por esta fecha mis primeros versos en la discreta soledad de mi alcoba, donde emprenden el vuelo multitud de cigüeñas y vuelven esperanzas como palomas. Veamos juntos de otro modo el trazo irremediable de la creación perenne e indestructible con ojos de recién nacido, para dejar que la sublime inquietud navegue en idilios de nuevas sensaciones, y que los susurros de la mente se levanten de sus tumbas somnolientas para articular oratorias de palabras sin sonido. Tal vez sí sirva de algo escribir lo que por fuerza no puede permanecer escondido, o a lo mejor basta solo con creer después de todo, que de aquí a poco tiempo el discreto muérdago podrá estar florecido.

SEIS SEMILLAS

CARTA CASI DESDE EL EXILIO

Se me acaba de ocurrir mi país,

sin tanto chiste por contar,

sin la jocosidad incierta del rompecabezas

que los "eruditos" se empeñan en disturbar.

¡Mmm... Los santos estarían contentos!

¡Mmm... Los prados agradecidos!

Se me acaba de ocurrir el cerro de las tres cruces rebosante de pañuelos blancos

y un grito desesperado que hurte los trapos

que cubren rostros enmascarados.

Que el terror no se apodere de las plegarias

y que la bala de un fusil

no apunte con venganza sobre las cabezas.

Los pastizales se quemaron,

se quemó la conciencia, la hermandad;

la cresta que hace el platanal, los supervivientes.

Se quemó la hierba que sustentaba

el plectro resbaladizo de los que esperan morir, y el malecón beneficente de los neonatos.

Se quemó la torre, la dignidad,

se quemó el orgullo y la vanidad,

el palacio, los años incongruentes,

se quemó el país, se quemó el dinero,

se quemaron inocentes,

se quemaron como puercos.

La justicia, prófuga dispensación,

hoja de árbol cuando llega Noviembre,

que se reseca como promesa del gabinete,

y se marchita en renglones de constitución.

El país rebujado en manto añejo

que cubre espesas campanadas de maldición.

El país dice con "gemidos indecibles", la cobardía de un turbado pelotón.

Por la gloria. Por mis cabales.

Por los bosques reductuales,

mudas témporas

en heráldicas trincheras de miseria.

El parlamento calla;

en sangre inundadas las piezas de paz.

El parlamento calla;

se escucha el amor asaltando por las ventanas.

El parlamento calla;

suena la trompeta al galope de la muerte.

El parlamento calla;

Yo remojo mi pan en lodazales...

Se me acaba de ocurrir mi país

menos gastado que hoy.

Mi país no regido por pasatiempo

¿Como va a ser el mío?

Si el mío tiene el tinte del afrechero

y cabe en la embarcación de la utopía;

mi país tiene la barba azul

de un dios en accidentes oceánicos.

Tiene acucia de ser país

y no "honorable" coartada de falsarios.

Se me acaba de ocurrir mi país,

al que le van pasando los gobiernos

no lo anhelado,

país que no es aturdido

por la explosiva furia del villano.

De ramblas y majestuosas flores;

amarillo, azul y rojo trashumante en exilios

y en las bravas almas de los fundadores.

PRECES

“Veo perros

difuntos en el agua.”

Hacia abajo corre el río

de sangre pintado,

y sube irresoluto

de escoria manchado.

La ruina del espurio

es el pecado de su circunstancia;

los que mueren sin haber vivido,

la bajeza, la indolencia,

el ultraje y la arrogancia.

El comienzo de la poesía,

el hedor en la ausencia de la palabra

en un desgastado artificio llamado poeta.

Las mentiras en el aire suspensas,

las preguntas en las selvas muertas,

las respuestas son monedas esparcidas,

los recuerdos despensa de miserias;

y sabe Dios que los pies con que camina

son silencio de razones inciertas.

LOS PRESIDIARIOS: Guión de un cuerpo mutilado

Pasea por el patio de una cárcel;

cabizbajo va el presidiario

con una pena en el alma,

tan pena como su falta,

vencida como sus brazos.

Un cigarro en su boca no faltaba,

y en el bullicio de las cartas

en pánico la noche masacrada,

tortura el rocoso cabezal

que adorna el catre infame.

¡Pobres presidiarios!

La fuga en la mente trasegando

burla su encierro apagado;

y el olfato de los perros

sorprende en los insomnios

el intento exasperado.

Al desertor del penal,

baja en silencio le habrían dado.

¡Pobres presidiarios!

Donde su pie descansa

en deslustradas zapatillas,

el frío de la celda no precisa

el pensamiento criminal que se delata.

Si lloran los barrotes las desdichas

que su honda pena arrebata,

¿Quién recogerá las cenizas

cuando al final sus ojos no abran?

¡Pobres presidiarios!

Hoy piensa en las noches

donde sus días se han ido quedando,

cuando infames recuerdos pueriles

entoldan la juventud que se va guardando

del pabellón que refrenda sus desfiles.

El sol impasible lo va quemando

entre el polvo y el sudor

de prehistóricos ladrillos insensibles.

¡Pobres presidiarios!

Ruega soledad señor de las soledades,

y cómo finge entre jaulas humanas

la emancipada voluntad de los titanes.

El miedo inhóspito, las decepciones,

un fin intenso sin recriminaciones

que penado solloza en mil lagrimones.

¡Pobres presidiarios!

Mañana en vano la visita,

por primera vez no llegará.

Uno a uno irá entrando

y de luto el rostro vestirá.

En tanto la vigilia última pasando

entre murmullo y formol respirará,

gastando la quietud de un cadáver decapitado.

Tirado en su pena el cuerpo enjuto desdoblado, yacerá libre y sin tiempo,

como quien pretende dar su propio cuerpo

a la madre en un sarcófago como regalo.

¡Pobres presidiarios!

ACORDE CENSURADO

Las garcetas del golfo en la ribera,

de limo su plumaje ya vencido

y sus ojos se cerraron, sin poder siquiera

incubar los primeros huevecillos en sus nidos.

Las vi pescar y amar el agua marinera,

misericordiosas presas del destino;

las vi ahogarse de insufrible manera

con los peces. Herrumbre de exterminio

que crece y crece mortaja cáustica,

convirtiendo en salares la roca y la arena.

Desparramándose en nichos de rosas plásticas;

¿Qué han hecho...? bajo el sol su carne rancia flota en el triste paisaje remoto de pena

donde empolla la blasfemia, piando desgracias.

LOBOS

Mastín difuso entre niebla favorecida

por la humedad y la llamarada de una luna en celo, donde camuflan las flores los peligros,

y entretiene el viento al oportunismo

con el sigiloso clamor de la lluvia selva.

¡Oh... dulce lamento...!

Miedoso fingimiento perturbable del lirismo,

ocaso inmutable de odio;

liso crepúsculo de gemidos bovinos.

¡Oh, frágil lamento...!

Prematuro de la opresión desencadenada

por inmersos cardos errantes

en las balsas del cazador.

¡Oh, dulce lamento...!

Acorralado entre el mortífero peine

de la tierra bruta;

con magullado disfraz de sombras,

que corren tras la presa vencida

e indiferente al veneno de la vida.

¡Oh, santo lamento...!

Muéstrame el albor de la víctima traslucida,

que siembra regadas penumbras

en punzantes colmillos proveídos de supervivencia.

¡Oh... dulce lamento...!

Ornado en prerrogativas de silencio.

Estimado con la dominante gracia

de conminación gatuna.

¡Oh, querido lamento...!

Bestia de recuerdos, sin mentor.

Lívida fragancia de muchedumbres;

satírico ungüento que reflecta

sacras matanzas de "perros" carniceros, y la trama de vorágines dispersas

en tribus inocentes desterradas al vilipendio.

CARTA CASI DESDE EL EXILIO I

El resto de mis días,

pasaré el ejido que subsidia

los manojos de recuerdos

por las venas de mi rastro,

en las que permanecen intuitivas

las inmaculadas cataratas

donde hasta ahora

se zambulle mi niñez.

Me voy a labrar

de dicha la cosecha,

manivacío por la harapienta vereda.

Voy llorando

el doliente asolamiento

que arruinó la subienda,

y la apocada bonanza

de los yarumales,

tajados por sierras coléricas

que dilapidaron

el colorido molde del edén.

Me voy asfixiado por el humo

que lo ha echado a perder;

enfermo de memorias

que solía extender

a la luz del día,

con la inmensa efigie

de nevados profanados,

despojados de su frío

y de sus ruanas blancas,

y con los ríos encausados

hasta la túrbida cloaca donde

el fiemo insoportable prevalece.

Por el resto de mis días,

he de llorar la triste suerte

de los cucaracheros

que gimen entre rejas

las trágicas sonatas de la miseria.

Hasta donde no puedan

conturbarme los caminos,

y la brisa que serena los caudales:

¡vuelva a entonar

sus tonadas libertarias!

Para no ver,

el ideario de las palmeras

en exhibidos mosaicos sintéticos,

ni el fingido frenesí

diseminado en oficios redactados

por falaces cronistas

desde las alcantarillas.

Me voy al arado y a plantar

el amanecer de un nuevo día,

la montaña, mi mujer y mi sombra;

mientras en el constante menear

de mi hamaca,

meceré en un siete cueros,

el sosegado sueño

de mis sienes blancas.

GERMINACIONES

LO QUE NOS DA EL AMOR

Pretéritas chifladuras clamoreantes en abadías.

Despeñados machetazos de fanfarrón;

centinelas del suicidio, de las horas y los días, centinelas en las torres de la decepción.

¡Nada bueno!

Jose Asunción por él se suicidó;

la Gioconda no sonríe,

no sonríe es un error.

Nos da sida y malas nuevas,

nos hunde en botellas de alcohol.

Odios carniceros, despechos y manías

por las veces que me vuelvo santurrón…

que masturban con venganza las ansias mías.

LAPSUS

Por irme lejos no escuché a nadie

y mi gente quedó con la palabra en la boca;

mucho gritaron y llegaron a pensar

que les estaba jugando una broma.

Pero era cierto. Me iba muy lejos

a donde no se puede llevar escoltas,

y nadie se despidió, ni me creyeron

suponiendo que era otra idea tonta.

Cuando ya en la distancia no los pude ver,

el tiempo ya no pudo hacer su ronda,

y descubrí en lontananza un lugar

en el que de uno mismo el alma se esconda.

Besé el anzuelo de aquellas lides

y mi conciencia se quedó sin ropa;

fui uno con el yermo, con la selva

y con las hojas donde el viento sopla.

Hasta que ¡Detente!... me dije,

pero de frío mi conciencia se hizo roca,

y no pude hablar conmigo mismo

ni pude acordarme de mi gente sola.

Fue entonces como volví. De tantas manos

una pasa junto a mi hombro y me toca;

para salvarme de morir solitario

vistió en un sobresalto mi conciencia loca.

MI ODA A NERUDA

La inmortalidad desempolva su sombrero

sobre el desgaste rumoroso de muchos hombros.

Exacto un hombre ausente se deprime

en un sueño en forma de profundo desaliento.

Cadavérico y obeso en el nunca jamás,

serpentea y muerde los fúnebres

enigmas de su genio irrelevante.

¡La sombra del idealismo golpea

la puerta del cielo

que grita desde tu prosa emergida!

Cien poetas tomados de las manos

y monarcas brindando a tu salud.

Los acordes de un poema en los labios de Serrat; júbilos, exilios pronosticados,

citas de media noche relativamente importantes...

dólares escasos teñidos de juventud.

Siembra tu bruja mirada,

el martirio de ira escondida

tras tu implorada romanza

furtiva en la vigilia.

Mágico y alexitímico en el intacto abismo.

Músico en poesía, cencerro de la ovación,

vagabundo en la cultura, matemático e