Tres Comedias Modernas en un Acto y en Prosa by Mariano Barranco - HTML preview

PLEASE NOTE: This is an HTML preview only and some elements such as links or page numbers may be incorrect.
Download the book in PDF, ePub, Kindle for a complete version.

Tres Comedias Modernas

EN UN ACTO Y EN PROSA

LA MUELA DEL JUICIO

POR

MIGUEL RAMOS CARRIÓN

LAS SOLTERONAS

POR

LUIS COCAT Y HELIODORO CRIADO

LOS PANTALONES

POR

MARIANO BARRANCO

EDITED WITH NOTES AND VOCABULARY

by

index-2_1.jpg

FREDERIC WILLIAM MORRISON, M.A.

United States Naval Academy

NEW YORK

HENRY HOLT AND COMPANY

COPYRIGHT, 1909,

December, 1925

PRINTED IN THE U. S. A.

LA MUELA DEL JUICIO

o ES

CE

NA

PR

IM

ER

A,

II,

III,

IV,

V,

VI,

VII

,

VII

I,

IX,

X,

XI,

XII

,

XII

I,

XI

V,

XV

,

XV

I,

XV

II,

XV

III,

XI

X,

XX

,

XX

I,

XX

II,

ES

CE

NA

ÚL

TI

M

A

LAS SOLTERONAS

o ES

CE

NA

PR

IM

ER

A,

II,

III,

IV,

V,

VI,

VII

,

VII

I,

IX,

X,

XI,

ES

CE

NA

ÚL

TI

M

A

LOS PANTALONES

o ES

CE

NA

PR

IM

ER

A,

II,

III,

IV,

V,

VI,

VII

,

VII

I,

IX,

X,

XI,

XII

,

XII

I,

XI

V,

XV

,

ES

CE

NA

ÚL

TI

M

A,

NOTES

VOCABULARY

PREFACE

It is hoped that this collection of modern Spanish comedies may be founduseful as a contrast to the heavier reading material provided by theSpanish novel and short story. The novel should be studied in ourcourses as the great literary achievement of Nineteenth Century Spain;the short story, because it possesses the virtue of concentration.

ButSpanish prose, whether of the novel or the short story, offers peculiardifficulties to the English-speaking student.

The periodic sentence, asurfeit of qualifying epithets, inversion, rhetorical and sententiousmonologues (cf.

Galdos's novels), and, in the longer novels,complication and elaboration of plot, are obstacles in the way of thestudent's appreciation of the real beauties of this literature.

The language of these prose comedies, slightly

embellished as allliterary expression must be, is that used in conversation by theSpaniard of to-day, and on that account should prove valuable infurnishing the student with those living idioms and constructions thatare rarely found in the longer novels.

In deference to American propriety, an occasional word or two, and intwo cases entire scenes, have been omitted.

In La Muela del Juicio onescene has been omitted and another shortened on account of the presenceof dialect; elsewhere, with a few exceptions, dialect forms have beengiven their Castilian equivalents. These changes have in no wiseaffected the plot or general interest of the plays.

It has not been thought necessary to furnish biographical sketches ofthe authors. With the exception of Ramos Carrión, who has attained anational reputation as a writer of comedies in prose and verse, theyhave not distinguished themselves from the many facile playwrights whoentertain the public of Madrid.

The editor wishes to acknowledge his indebtedness to Dr.

J. A. Ray, whowas originally associated with him in the undertaking, but was compelledto withdraw from it at an early stage. About a third of the vocabularyis to be credited to him.

F. W. M.

U. S. NAVAL ACADEMY, September, 1909.

BIBLIOGRAPHICAL NOTE

Padre Francisco Blanco García, La Literatura en el Siglo XIX, Madrid1891-4, 3 vols., in vol. 2, Cap. XXIV, Últimas

evoluciones

de

laliteratura

dramática

( conclusión) = Los géneros cómico ybajo-cómico.

Jacinto Octavio Picón, Prólogo to selections of Ramos Carrión's playsin Teatro Moderno, vol. 1, Madrid, 1894.

E. Gómez de Baquero, in Letras é Ideas, Barcelona, 1905, pp. 9-22,article entitled Filosofía del Género Chico, pp.

9-22.

LA MUELA DEL JUICIO

PASILLO CÓMICO ORIGINAL Y EN PROSA

por

MIGUEL RAMOS CARRIÓN

REPARTO

Personajes

ISIDRA

RAIGÓN

ROCÍO

PELÁEZ

INOCENCIA

EL GARLOPA

DON ATILANO FRANCISCO

UN CABALLERO LELIS

Caballeros y señoras

[Pg 1]

ACTO ÚNICO

La escena dividida. Á la derecha del actor sala de espera,lujosamente amueblada. Frente á la puerta del foro, en el centro,un velador con libros y periódicos. Al foro puerta, á la derechaotra y á la izquierda una que comunica con el gabinete. Ésta debetener mampara con muelle, que se cierra por sí sola. El gabinete deoperaciones, también amueblado con lujo. Á la

izquierda balcón y alforo puerta. Sillón de operaciones.

Armario con instrumentosquirúrgicos apropiados. Cuadro lleno de moldes metálicos paradentaduras. El título de profesor dentista en un marco dorado.Lavabo con

palangana y varios frascos. Enseres de gran lujo.Aparato de luz eléctrica. Plantas tropicales en los ángulos de lasala.

ESCENA PRIMERA

RAIGÓN, con batín ( en el gabinete). luego FRANCISCO

RAIGÓN.—¡Francisco! ¡Francisco! ( Á voces. ) Esto no puede seguir así; no hay paciencia que baste.

¡Franciscoo!

FRANSISCO.—¿Qué

manda

usted?

RAIGÓN.—Voy á ponerte á la puerta de la calle. 5

FRANSISCO.—Señorito...

RAIGÓN.—¡Á callar! ( Pausa. ) Tú eres listo...

FRANSISCO.—Gracias.

RAIGÓN.—Demasiado

listo,

tal

vez.

[Pg

2]FRANSISCO.—Es

favor.

10

RAIGÓN.—Pero no he visto hombre más

descuidado

ni más holgazán. Yo quiero orden, y sobre todo orden,

y mira como tienes todo esto... Los instrumentos mezclados

con los cepillos, los frascos fuera de su lugar, la cocinilla sin alcohol y todo embrollado, todo lleno

de

5

polvo...

FRANCISCO.—Pero,

señorito...

RAIGÓN.—¡Basta! Si no te corriges, date por

despedido.

Unos por torpes y otros por haraganes, no se os puede sufrir. ¡Vaya con los criados! No basta

pagarles

10

bien y tratarles bien y ser amable y cariñoso con ellos...

( Gritando.

Pausa. )

FRANCISCO.—(¡Se

necesita

más

paciencia!)

RAIGÓN.—Voy á salir. Tengo que hacer una

operación

importante en El Escorial y no volveré hasta la 15

noche...

FRANCISCO.—En ese caso quitaré la mampara de

la

escalera...

RAIGÓN.—No; déjala como si yo estuviese. No

conviene

nunca cerrar la puerta. Recibes á los que vengan, 20

les dices que estoy en cama algo enfermo y que vuelvan

mañana.

¿Has

entendido?

FRANCISCO.—Sí,

señor,

sí.

RAIGÓN.—Lo creo: á listo no te gana nadie; pero á

descuidado

y

á

sinvergüenza

tampoco.

25

FRANCISCO.—Muchísimas

gracias.

RAIGÓN.—Saca el estuche de operaciones. ¡El

grande!

FRANCISCO.—Al

momento.

RAIGÓN.—Voy á vestirme. Si viene algún cliente

antes de que me marche, no le dejes pasar, porque

no

30

[Pg

3]puedo

entretenerme.

FRANCISCO.—Está

bien.

RAIGÓN.—¡Y cuidado conmigo! ( Vase Raigón por

la puerta del foro.—Francisco pasa á la sala. ) ESCENA II

FRANCISCO. luego DON ATILANO

FRANCISCO.—¡Pero qué tío más insoportable! Ya

estoy deseando perderlo de vista. ¡Qué palabrotas y

5

qué modales, y qué...! Vamos, hombre, que no es para

mi

genio.

ATILANO ( Asomando la cabeza).—¿Se puede?

FRANCISCO.—¡Don

Atilano!

ATILANO.—¡Francisco! ¡Tú en esta casa! 10

FRANCISCO.—Estoy sirviendo aquí hace tres

meses.

ATILANO.—Ya supe por tus compañeros que te

habían

dejado

cesante.

FRANCISCO.—Suprimieron dos ordenanzas y me

tocó

la

china.

15

ATILANO.—¡Cuánto

me

alegro!

FRANCISCO.—Hombre...

ATILANO.—De

que

estés

aquí.

FRANCISCO.—¡Ah! ¿Y usted sigue lo mismo?

ATILANO.—Peor.

20

FRANCISCO.—¿Y yendo al Ministerio todos los

días?

ATILANO.—Sin faltar uno. Allí me siento en el

banco de la paciencia para saber cuando salen el señor

ministro ó el señor subsecretario, y darles un

avance.

25

Ahora confío en que me repondrán pronto, porque

el

[Pg 4]nuevo subsecretario... ¿Tú no le conoces?

FRANCISCO.—No, señor; fué nombrado después de

quedar

yo

cesante.

ATILANO.—Pues me ha recibido ya tres veces y ha

estado

conmigo

muy

afectuoso...

FRANCISCO.—¿Sí,

eh?

5

ATILANO.—Es muy amable y muy simpático. Y

yo, ya lo sabes, sigo la máxima del pobre

porfiado...

Erre

que

erre.

FRANCISCO.—Lo que es á paciencia no hay quien

le

gane

á

usted.10

ATILANO.—¿Verdad que no? Las horas que me

has visto pasar en aquella portería, junto á la estufa,

fumando un cigarrillo y otro cigarrillo... Y á

propósito

de cigarrillos... ( Francisco echa mano como si fuera

don Atilano á darle uno. ) No; iba á preguntarte si 15

tienes uno, porque me he venido sin ellos.

FRANCISCO.—Tome usted un susini. ( Se lo da. ) ATILANO.—Gracias. ¿Me das una cerillita?

FRANCISCO.—Sí,

señor.

ATILANO.—Gracias.

20

FRANCISCO.—Por lo visto sigue usted á la cuarta pregunta.

ATILANO.—No, hijo mío; ya he llegado á la

quinta.

FRANCISCO.—Pero siempre de buen humor.

ATILANO.—Es lo único que tengo bueno. 25

FRANCISCO.—Mucho nos hacía usted reir á todos

con

las

cosas

que

nos

contaba...

ATILANO.—No se pasa mal el rato en aquella

portería,

no. Te aseguro que en cuanto me empleen, casi, casi,

voy á echarla de menos. Aquel entrar y salir de 30

gente...

Diputados,

senadores,

periodistas,

pretendientes,

[Pg

5]señoras...

de

todas

clases...

¡Qué

maremagnum!

Y los ordenanzas sin cesar de traer y llevar vasos de

agua

con azucarillo. ¡Cuidado con lo que beben los

empleados

públicos! Parece que no comen más que bacalao.

FRANCISCO.—¡Ja, ja! ¡Qué cosas tiene don

Atilano!

5

ATILANO.—Son

observaciones

de

cesante

crónico...

FRANCISCO.—¿Y qué le trae á usted por aquí?

ATILANO.—Pues... necesito ver al señor Raigón.

FRANCISCO.—Hoy

es

imposible.

ATILANO.—¿Cómo?

10

FRANCISCO.—Me ha dado orden de decir á todo el

que venga que está enfermo y que no recibe,

porque

tiene que salir y no volverá hasta la noche.

ATILANO.—No importa; vas á pasarle recado.

FRANCISCO.—¡Quiá, no, señor! Me lo ha

prohibido,

15

y

tiene

un

genio

que

ya,

ya.

ATILANO.—A mí me recibe inmediatamente.

Somos

amigos de la niñez y hace que no nos vemos

muchos

años.

FRANCISCO.—Dispense usted; pero la orden ha

sido

terminante.

20

ATILANO.—Vamos, Francisquito, sé amable;

hazme

ese favor. Necesito con urgencia hablarle dos

minutos.

FRANCISCO.—No

puedo.

ATILANO.—Pero, hombre, tú que me has hecho

tantas

veces ver al ministro, nada menos que á su

excelencia,

25

vas

á

negarte

ahora...

FRANCISCO.—No

me

atrevo,

la

verdad.

ATILA