Segunda Parte de la Crónica del Perú, que Trata del Señorio de los Incas Yupanquis y de sus Grandes Hechos y Gobernación by Pedro de Cieza de León - HTML preview

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Destos caminos reales habia muchosen todo el reyno, así por la sierra como por los llanos. Entre todos,cuatro se tienen por los más importantes, que son los que salian de laciudad del Cuzco, de la misma plaza della, como crucero, á lasprovincias del reino, como tengo escripto en la Primera parte destaCrónica, en la fundacion del Cuzco[48]; y por tenerse en tanto losseñores, cuando salian por estos caminos, sus personas reales con laguarda convenible iban por uno, y por otro la demás gente; y áun entanto tuvieron su poderío, que muerto uno de ellos, el hijo, habiendo desalir á alguna parte larga, se le hacia camino por sí mayor y más anchoque el de su antecesor; mas esto era si salia

[á] alguna conquista eltal rey, ó á hacer cosa digna de tal memoria que se pudiese decir quepor aquello era más largo el camino que para él se hizo. Y esto vemosclaro, porque yo he visto junto á Vilcas tres ó cuatro caminos; y áununa vez me perdí por el uno, creyendo que iba por el que agora se usa; yá estos llaman, al uno camino del Inca Yupanqui, y al otro de TupacInca; y el que agora se usa y usará para siempre, es el que mandó hacerHuaina Capac, que llegó acerca del rio de Angasmayo, al Norte, y al Sur,mucho adelante de lo que agora llamamos Chile; caminos tan largos, quehabia de una parte á otra más de mill y doscientas leguas.

CAP. XVI.—Cómo y de qué manera se hacian las cazas reales por losSeñores

del Perú.

EN la primera parte[49] conté ya cómo en este reino del Perú habia sumagrandísima de ganado doméstico y bravo, urcos, carneros y pacos,vicunias y ovejas, llamas, en tanta manera, que así lo poblado como loque no lo era andaba lleno de grandes manadas; porque por todas parteshabia y hay excelentes pastos para que bien se pudiese criar. Y es desaber, que aunque habia tanta cantidad, era mandado por los reyes, queso graves penas, ninguno osase matar ni comer hembra ninguna, y si loquebrantaban, luego eran castigados, y con este temor no lo osabancomer. Multiplicábanse tanto, ques de no creer lo mucho que habia en elreino cuando los españoles entraron en él; y lo principal porquesto semandaba, es porque hobiese abasto de lanas para hacer ropas; porque,cierto, en muchas partes, si faltase del todo este ganado, no sé cómopodrian las gentes guarecerse del frio, por la falta que tenian delanas para hacer ropas. Y así, con esta órden, eran muchos los depósitosque por todas partes habia llenos de ropa, así para la gente de guerra,como para los demás naturales; y la más desta ropa se hacia de la lanadel ganado de los guanacos y vicunias.

Y cuando el Señor queria hacer alguna caza real, es de oir lo mucho quese mataba y tomaba á manos de hombres; y tal dia hubo, que se tomó másde treinta mill cabezas de ganado; mas cuando el rey lo tomaba porpasatiempo y salia para ello de propósito, poníanle las tiendas en ellugar que á él le parescia; porque como fuese en lo alto de la serranía,en ninguna parte dejaba de haber este ganado y tanto como habemos dicho;de donde, habiéndose ya juntado cincuenta ó sesenta mill personas, ócien mill, si mandado les era, cercaban los breñales y campañas de talmanera, que con el ruido que iban haciendo en el resonido de sus voces,bajaban de los altos á lo más llano; en donde poco á poco se vienenjuntando unos hombres con otros, hasta quedar asidos de las manos, y enel redondo que con sus propios cuerpos hacian, está la caza detenida yrepresada, y el Señor puesto á la parte que á él más le place, para verla matanza que della se hace; y entrando otros indios con unos que sellaman ayllos, ques para prender por los piés, y otros con bastones yporras, comienzan de tomar y matar; y como hay tan gran cantidad deganado detenido y entre ellos tantos de los guanacos, que son algunosmayores que

pequeños

asnillos,

largos

de

pescuezos,

como

camellos,procuran la salida, echando por la boca la roña que tienen[50], en losrostros de los hombres, y con hender por donde pueden con grandessaltos. Y cierto, se dice ques cosa despanto ver el ruido tan grande quetienen los indios por les tomar, y el estruendo que ellos hacen parasalir, tanto, que se oye gran trecho de donde pasa. Y si el rey quierematar alguna caza sin entrar en la rueda questá hecha, lo hace como á élle place[51].

Y en estas cazas reales se gastaban muchos dias; y muerta tanta cantidadde ganado, luego se mandaba por los veedores llevar la lana de todo elloá los depósitos ó á los templos del sol, para que las mamaconasentendiesen en hacer ropas finísimas para los reyes, que lo eran tanto,que parescian de sargas de seda, y con colores tan perfectos cuanto sepuede afirmar. La carne de esto que sacaban, della comian los queestaban allí con el rey, y della se secaba al sol[52], para tener puestaen los depósitos, para proveimiento de la gente de guerra; y todo esteganado se entiende que era de lo montesino, y no ninguno de lodoméstico.

Tomábase entre ellos muchos venados y biscachas, raposas yalgunos osos y leones pequeños.

CAP. XVII.—Que trata la órden que tenian los Incas, y cómo en muchoslugares

hacian de las tierras estériles fértiles, con el proveimientoque para ello daban.

UNA de las cosas de que más se tiene envidia á estos señores, esentender cuán bien supieron conquistar tan grandes tierras y ponellas,con su prudencia, en tanta razon como los españoles las hallaron, cuandopor ellos fué descubierto este nuevo reyno; y de questo sea así muchasveces me acuerdo yo, estando en alguna provincia indómita fuera destosreynos, oir luego á los mismos españoles: "Yo seguro, que si los Incasanduvieran por aquí, que otra cosa fuera esto;" es decir, noconquistaron los Incas esto como lo otro, porque supieran servir ytributar. Por manera, que, cuanto á esto, conocida está la ventaja quenos hacen, pues con su órden las gentes vivian con ella y crecian enmultiplicacion, y de las provincias estériles hacian fértiles yabundantes, en tanta manera y por tan galana órden como se dirá.

Siempre procuraron de hacer por bien las cosas y no por mal en elcomienzo de los negocios; despues, algunos Incas hicieron grandescastigos en muchas partes; pero antes, todos afirman que fué grande labenevolencia y amicicia con que procuraban el atraer á su servicio estasgentes. Ellos salian del Cuzco con su gente y aparato de guerra ycaminaban con gran concierto hasta cerca de donde habian de ir y querianconquistar, donde muy bastantemente se informaban del poder que tenianlos enemigos y de las ayudas que podian tener y de qué parte les podrianvenir favores, y por qué camino; y esto entendido por ellos, procurabanpor las vías á ellos posibles, estorbar que no fuesen socorridos, oracon dones grandes que hacian, ora con resistencias que ponian;entendiendo, sin esto, de mandar hacer sus fuertes, los cuales eran encerros ó laderas, hechos en ellos ciertas cercas altas y largas, con supuerta cada una, porque perdida la una, pudiesen pasarse á la otra, y dela otra hasta lo más alto. Y enviaban escuchas de los confederados paramarcar la tierra y ver los caminos y conoscer del arte questabanaguardando, y por donde habia mas mantenimiento; y sabiendo por elcamino que habian de llevar y la órden con que habian de ir, enviábalesmensajeros propios, con los cuales les enviaba decir quel queriatenerlos por parientes y aliados, por tanto, que con buen ánimo ycorazon alegre, saliesen á lo recebir y recibirlo en su provincia, paraque en ella le sea dada la obediencia, como en las demás; y por que lohagan con voluntad, enviaba presentes á los señores naturales.

Y con esto, y con otras buenas maneras que tenian, entraron en muchastierras sin guerra, en las cuales mandaba á la gente de guerra que conél iba, que no hiciesen daño ni injuria ninguna, ni robo, ni fuerza; ysi en esta provincia no habia mantenimientos, mandaba que de otraspartes se proveyese; porque á los nuevamente venidos á su servicio noles paresciese, desde luego, pesado su mando y conocimiento, y elconocelle y aborrecelle fuese en un tiempo. Y si en alguna destasprovincias no habia ganado, luego mandaba que le diesen por cuentatantas mill cabezas, lo cual mandaban que mirasen mucho y con ellomultiplicasen, para proveerse de lana para sus ropas; y que no fuesenosados de comer ni matar ninguna cria por los años y tiempo que leseñalaba. Y si habia ganado y tenian de otra cosa falta, era lo mismo; ysi estaban en collados y breñales, bien les hacian entender con buenaspalabras, que hiciesen pueblos y casas en lo más llano de las sierras yladeras; y como muchos no eran diestros en cultivar las tierras,avezábanles como lo habian de hacer, emponiéndoles en que supiesen sacaracequias y regar con ellas los campos.

En todo lo sabian proveer tan acertadamente, que cuando entraba poramistad alguno de los Incas en provincias de estas, en breve tiempoquedaba tal, que parescia otra, y los naturales, le daban la obidiencia,consintiendo que sus delegados quedasen en ellas, y lo mismo losmitimaes. En otras muchas que entraron de guerra y por fuerza de armas,mandábase que en los mantenimientos y casas de los enemigos se hiciesepoco daño, diciéndoles el Señor: "presto serán estos nuestros como losque ya lo son." Como esto tenian conocido, procuraban que la guerrafuese la mas liviana que ser pudiese, no embargante que en muchoslugares se dieron grandes batallas, porque todavía los naturales dellosquerian conservarse en la libertad antigua, sin perder sus costumbres yreligion por tomar otras extrañas; más durando la guerra, siempre habianlos Incas lo mejor, y vencidos, no los destruyan de nuevo, antesmandaban restituir los presos, si algunos habia, y el despojo y ponerlosen posesion de sus haciendas y señorío, amonestándoles que no quieranser locos en tener contra su persona real competencias ni dejar suamistad, antes quisieran ser sus amigos, como lo son los comarcanossuyos. Y diciendo esto, dábanles algunas mujeres hermosas y piezas ricasde lana ó de metal de oro.

Con estas dádivas y buenas palabras, habia las voluntades de todos, detal manera, que sin ningun temor los huidos á los montes se volvian ásus casas, y todos dejaban las armas; y el que mas vezes via al Inca, setenia por bien aventurado y dichoso.

Los señoríos nunca los tiraban á los naturales. A todos mandaban unos yotros que por Dios adorasen el sol; sus demás religiones y costumbres nose las proivian, pero mandábanles que se gobernasen por las leyes ycostumbres que usaban en el Cuzco, y que todos hablasen la lenguageneral.

Y puesto gobernador por el Señor con guarniciones de gente de guerra,parten para lo de adelante; y si estas provincias eran grandes, luego seentendia en edificar templo del sol, y colocar las mujeres que ponianen los demás, y hacer palacios para los señores; y cobraban los tributosque habian de pagar, sin llevarles nada demasiado, ni agravialles encosa ninguna, encaminándoles en su pulicía y en que supiesen haceredificios, traer ropas largas, y vivir concertadamente en sus pueblos; álos cuales, si algo les faltaba, de que tuviesen necesidad, eranproveidos y enseñados como lo habian de sembrar y beneficiar. De talmanera se hacia esto, que sabemos en muchos lugares que no habia ganado,lo hubo y mucho desdel tiempo que los Incas lo sojuzgaron; y en otrosque no habia maíz, tenello despues sobrado. Y en todo lo demás andabancomo salvages, mal vestidos y descalzos, y desde que conocieron á estosseñores, usaron de camisetas, lazos y mantas, y las mujeres lo mismo, yde otras buenas cosas; tanto, que para siempre habrá memoria de todoello. Y en el Collao y en otras partes mandó pasar mitimaes á la sierrade los Andes, para que sembrasen maíz y coca, y otras frutas y raíces,de todos los pueblos la cantidad conviniente; los cuales con sus mujeresvivian siempre en aquella parte donde sembraban, y cogian tanto de loque digo, que se sentia poco la falta, por traer mucho destas partes yno haber pueblo ninguno, por pequeño que fuese, que no tuviese destosmitimaes. Adelante trataremos cuantas suertes habia destos mitimaes, y[que] hacian los unos y entendian los otros.

CAP. XVIII.—Que trata la órden que habia en el tributar las provinciasá los

reyes, y del concierto que en ello se tenia.

PUES en el capítulo pasado escribí la manera que en sus conquistas losIncas tuvieron, será bien decir en éste cómo tributaban tantas naciones,y cómo en el Cuzco se entendia lo que venia de los tributos; pues escosa muy notoria y entendida, ningun pueblo de la sierra ni valle de losllanos dejó de pagar el tributo de derrama que le era impuesto por losque para ello tenian cargo; y aun tal provincia hubo, que diciendo losnaturales no tener con que pagar tributo, les mandó el rey que cadapersona de toda ella fuese obligada de le dar cada cuatro meses uncañuto algo grande lleno de piojos vivos, lo cual era industria delInca, para emponellos y avisallos en el saber tributar, y contribuir; yasí, sabemos que pagaron su tributo de piojos algunos dias, hasta que,habiéndoles mandado dar ganado, procurar de lo criar, y hacer ropas, ybuscar con que tributar para el tiempo de adelante.

Y la órden que los orejones del Cuzco y los más señores naturales de latierra dicen que se tenia en el tributar, era esta: que desde la ciudaddel Cuzco, el que reinaba, enviaba algunos principales criados de sucasa á visitar por el uno de los cuatro reales caminos que salen deaquella ciudad, que ya tengo escripto[53] llamarse Chincha Suyo el uno,en el cual entran las provincias que hay hasta Quito, con todos losllanos de Chincha para abajo hácia el Norte; y el segundo se llama CondeSuyo, ques donde se incluyen las regiones y provincias questán hácia lamar del Sur y muchas de la serranía; al tercero llaman Colla Suyo, quespor donde contaron todas las provincias que hay hácia la parte del Surhasta Chile. El último camino llaman Ande Suyo[54]; por este van á todaslas tierras questán en las montañas de los Andes, que se estiende en lasfaldas y vertientes dellas.

Pues como el Señor quisiese saber lo que habian de tributar todas lasprovincias que habia del Cuzco hasta Chile, camino tan largo, comomuchas veces he dicho, mandaba salir, como digo, personas fieles y deconfianza, las cuales iban de pueblo en pueblo mirando el traje de losnaturales y posibilidad que tenian, y la grosedad de la tierra, ó si enellas habia ganados, ó metales, ó mantenimientos, ó de las demás cosasquellos querian y estimaban; lo cual mirado con mucha diligencia,volvian á dar cuenta al Señor de todo ello; el cual mandaba hacer Córtesgenerales y que acudiesen á ellas los principales del reino; y estandoallí los señores de las provincias que le habian de tributar, leshablaba amorosamente, que pues le tenian por solo Señor y monarca detantas tierras y tan grandes, que tuviesen por bien, sin recibirpesadumbre, de le dar los tributos debidos á la persona real, el cual élqueria que fuesen moderados y tan livianos, que ellos fácilmente lopudiesen hacer. Y respondídole conforme á lo que él deseaba, tornaban ásalir de nuevo con los mesmos naturales algunos orejones á imponer eltributo que habian de dar; el cual era en algunas partes más que el quedan los españoles en este tiempo; pero con la órden tan grande que setenia en lo de los Incas, era para no sentirlo la gente, y crecer enmultiplicacion; y con la desorden y demasiada codicia de los españoles,se fueron disminuyendo en tanta manera, que falta la mayor parte de lagente, y del todo se acabara de consumir por su codicia y avaricia quelos más, ó todos, acá tenemos, si la misericordia de Dios no loremediara con permitir que las guerras hayan cesado, ques cierto se hande tener por azotes de su justicia, y que la tasacion se haya hecho detal manera y moderacion, que los indios con ella gozan de gran libertady son señores de sus personas y haciendas, sin tener más pecho nisubsidio que pagar cada pueblo lo que le ha sido puesto por tasa.Estotra de adelante. Un poco más largo[55].

Visitando los que por los Incas son enviados las provincias, entrandoen una, en donde ven por los quipos la gente que hay, asi hombres comomujeres, viejos é niños, en ella[56], y mineros de oro ó plata, mandabaná la tal provincia, que puestos en las minas tantos mill indios, sacasende aquellos metales la cantidad que les señalaban, mandando que lodiesen y entregasen á los veedores que para ello ponian; y porque en elinter que andaban sacando plata los indios que eran señalados, no podianbeneficiar sus heredades y campos, los mismos Incas ponian por tributo áotras provincias que les viniesen á les hacer la sementera á sus tiemposy coyuntura; de tal manera, que no quedase por sembrar; y si laprovincia era grande, della mesma salian indios á cojer metales y ásembrar y labrar las tierras; y mandábase, que si estando en las minasadolesciese alguno de los indios, que luego se fuese á su casa y vinieseotro en su lugar; mas que ninguno cojiese metales que no fuese casado,para que sus mujeres le adrezasen el mantenimiento y su brevaje; y sinesto, se guardaba de enviar mantenimientos bastantes á estos tales. Detal manera se hacia, que aunque toda su vida estuvieran en las minas, nolo tuvieran por gran trabajo; ni ninguno moria por darselo demasiado. Ysin todo esto, en el mes le era permitido dejar de trabajar algunosdias, para sus fiestas y solazes; y no unos

[mismos] indios estaban á lacontinua en los mineros, sino de tiempo á tiempo los mandaban, saliendounos y entrando otros.

Tal manera tuvieron los Incas en esto, que les sacaban tanto oro y plataen todo el reino, que debió de haber año que les sacaron más decincuenta mill arrobas de plata, y más de quince mill de oro, y siempresacaban destos metales para servicio suyo.

Y estos metales eran traidosá las cabeceras de las provincias, y de la manera y con la órden con quelos sacaban en las unas, los sacaban en las otras, de todo del reino; ysi no habia metal que sacar en otras tierras, para que pudiesencontribuir, echaban pechos y derramas de cosas menudas, y de mugeres ymuchachos; los cuales se sacaban del pueblo sin ninguna pesadumbre,porque si un hombre tenia un solo hijo ó hija, este tal no le tomaban,pero si tenia tres ó cuatro, tomábales una para pagar el servicio.

Otras tierras contribuian con tantas mill cargas de maíz como en ellahabia casas, lo cual se daba cada cosecha[57] y á costa de la mismaprovincia. En otras regiones proveian por la mesma órden de tantascargas de chuño[58] seco como los otros hacian de maíz; lo cual hacianotros, y contribuian de quínua[59] y de las otras raíces. En otroslugares daban cada uno tantas mantas como indios en él habia casados, yen otros tantas camisetas como eran cabezas. En otros se echaba porimposicion que contribuyesen con tantas mill cargas de lanzas, y otrascon hondas y ayllos con todas las demás armas que ellos usan. A otrasprovincias mandaban que diesen tantos mill indios puestos en el Cuzco,para que hiciesen los edificios públicos de la ciudad y los de losreyes, proveyéndoles de mantenimiento necesario. Otros tributabanmaromas para llevar las piedras; otros tributaban coca.

De tal manera sehacia esto, que desde lo más menudo hasta lo más importante lestributaban á los Incas todas las provincias y comarcas del Perú; en locual hobo tan grande órden, que ni los naturales dejaban de pagar lo yadebido é impuesto, ni los que cojian los tales tributos osaban llevar ungrano de maíz demasiado. Y todo el mantenimiento y cosas pertenecientespara el proveimiento de la guerra, que se contribuian, se despendia enla gente de guerra ó en las guarniciones ordinarias questaban puestas enpartes del reino, para la defensa dél. Y cuando no habia guerra, lo másde todo lo comian y gastaban los pobres, porque estando los reyes en elCuzco, ellos tenian sus anaconas[60], que es nombre de criado perpétuo,y tantos, que bastaban á labrar sus heredades y sus casas y sembrartanto mantenimiento que bastase, sin lo que para su plato se traia delas comarcas siempre, muchos corderos y aves, y pescado, y maíz, coca,raíces, con todas las frutas que se cogen. Y tal órden habia en estostributos que los naturales los pagaban, y los Incas se hallaban tanpoderosos, que no tenian guerra ninguna que se recreciese.

Para saber cómo y de qué manera se pagaban los tributos y se cogian lasotras derramas, cada guata, que es nombre de año, despachaba ciertosorejones como juezes de comision, porque no llevaban poder de más demirar las provincias y avisar á los moradores si alguno estaba agraviadolo dijese y se quejase, para castigar á quien le hubiese hecho algunasinjusticia; y recibidas las quejas, si las habia, ó entendido si enalguna parte algo se dejaba por pagar, daba la vuelta al Cuzco, de dondesalia otro con poder para castigar quien tuviese culpa. Sin estadiligencia, se hacia otra mayor, que era, que de tiempo á tiempoparecian los principales de las provincias, donde el dia que á cadanacion le era permitido hablar, proponia delante del Señor el estado dela provincia y la necesidad ó hartura que en ella habia, y el tributo siera mucho ó poco, ó si lo podian pagar ó no; á lo cual eran despachadosá su voluntad, estando ciertos los señores Incas que no mentian, sinoque les decian la verdad; porque si habia cautela, hacian gran castigo yacrecentaban el tributo. Las mugeres que daban las provincias, dellaslas traian al Cuzco para que lo fuesen de los reyes, y dellas dejaban enel templo del sol.

CAP. XIX.—De cómo los reyes del Cuzco mandaban que se tuviese cuentaen

cada año con todas las personas que morian y nacian en todo su reino,y cómo

todos trabajaban y ninguno podia ser pobre con los depósitos.

PARA muchos efectos concuerdan los orejones que en el Cuzco me dieron larelacion, que antiguamente, en tiempo de los reyes Incas, se mandaba portodos los pueblos y provincias del Perú, que los señores principales ysus delegados supiesen cada año los hombres y mugeres que habian sidomuertos, y todos los que habian nacido; porque así para la paga de lostributos, como para saber la gente que habia para la guerra y la quepodia quedar por defensa del pueblo, convenia que se tuviese ésta; lacual fácilmente podian saber, porque cada provincia, en fin del año,mandaba asentar en los quipos por la cuenta de sus nudos todos loshombres que habian muerto en ella en aquel año, y por el [con] siguientelos que habian nacido. Y por principio del año que entraba, venian conlos quipos al Cuzco, por donde se entendia, así los que en aquel añohabian nacido, como los que faltaban por ser muertos. Y en esto habiagran verdad y certidumbre, sin en nada haber fraude ni engaños. Yentendido esto, sabian el Señor y los gobernadores los indios quedestos eran pobres y las mugeres que eran viudas, y si bien podian pagarlos tributos, y cuánta gente podia salir para la guerra; y otras muchascosas que para entre ellos se tenian por muy importantes.

Y como sea este reino tan largo, como en muchos lugares de estaescriptura tengo dicho, y en cada provincia principal habia númerogrande de depósitos llenos de mantenimientos y de otras cosas necesariasy provechosas para el provehimiento de los hombres; si habia guerra,gastábase, por donde quiera que iban los reales, de lo questaba en estosaposentos, sin tocar en lo que los confederados suyos tenian, ni allegará cosa ninguna que en sus pueblos hobiese; y si no habia guerra, toda lamultitud de mantenimientos que habia, se repartia por los pobres y porlas viudas. Estos pobres habian de ser los que eran viejosdemasiadamente, los que eran cojos, mancos ó tollidos, ó toviesen otrasenfermedades; porque si estaban sanos, ninguna cosa les mandaban dar. Yluego eran tornados á hinchir los depósitos con los tributos que eranobligados á dar; y si por caso venia algun año de mucha esterilidad,mandaban así mesmo abrir los depósitos y prestar á las provincias losmantenimientos necesarios; y luego, en el año que hobiese hartura, lodaban y volvian por su cuenta y medida cierta. Aunque los tributos que álos Incas se daban no sirvieran para otras cosas que para las dichas,era bien empleado, pues tenian su reino tan harto y bien proveido.

No consentian que ninguno fuese haragan y anduviese hurtando el trabajode otros, sino á todos mandaban trabajar. Y

así, cada señor, en algunosdias, iba á su chácara y tomaba el arado en las manos y aderezaba latierra, trabajando en otras cosas. Y aún los mismos Incas lo hacian,puesto que era por dar buen ejemplo de sí; porque se habia de tener porentendido, que no habia de haber ninguno tan rico que por serlo quisiesebaldonar y afrentar al pobre; y con su órden no habia ninguno que lofuese en toda su tierra, porque, teniendo salud, trabajaba y no lefaltaba, y estando sin ella, de sus depósitos le proveian de lonecesario. Ni ningun rico podia traer más arreo ni ornamento de lospobres, ni diferenciar el vestido y traje, salvo á los señores ycuracas, que estos, por la dignidad suya, podian usar de grandesfranquezas y libertades, y lo mesmo los orejones, que entre todas lasnaciones eran jubilados.

CAP. XX.—De cómo habia gobernadores puestos en las provincias, y de

lamanera que tenian los reyes, cuando salian á visitarlas, y cómo tenianpor

armas unas culebras ondadas con unos bastones.

POR muy cierto se averigua de los reyes deste reino, en el tiempo de suseñorio y reinado tuvieron en todas las cabeceras de lasprovincias,—como eran Vilcas, Xauxa, Bombon, Caxamalca, Guancabamba,Tomebamba, Latacunga[61], Quito, Carangui; y por la otra parte delCuzco, hácia el Mediodia, Hatuncana, Hatuncolla, Ayavire, Chuquiabo,Chucuito, Paria, y otros que van hasta Chile,—sus delegados; porque enestos lugares habia mayores aposentos y mas primos que en otros muchospueblos deste gran reino, y muchos depósitos; y eran como cabezas deprovincias ó de comarcas, porque de tantas á tantas leguas venian lostributos á una destas cabeceras, y de tantas á tantas, iba á otra;habiendo en esto tanta cuenta, que ningun pueblo dejaba de tenerconocido á donde habia de acudir. Y en todas estas cabeceras tenian losreyes templos del sol y casa de fundicion y muchos plateros, que noentendian en todo el tiempo en más que en labrar ricas piezas de oro, ógrandes vasijas de plata; y habia mucha gente de guarnicion, y, comodije, mayordomo mayor ó delegado que estaba sobre todos, y á quien veniala cuenta de lo que entraba, y el que era obligado á la dar de lo quesalia. Y estos tales gobernadores no podian entremeterse en mandar en lajurisdiccion agena y que tenia á cargo otro como él; mas en donde élestaba, si habia algun escándalo y alboroto, tenia poder paracastigarlo, y más si era cosa de conjuracion ó de levantarse alguntirano, ó de querer negar la obidiencia al rey; porque es cierto quetoda la fuerza estaba en estos gobernadores. Y si los Incas no cayeranen ponerlos y en que hubiese los mitimaes, muchas veces se levantaranlos naturales y esimieran de sí el mando real; pero con tantas gentes deguerra y tanto proveimiento de mantenimientos, no podian, si entretodos, los unos y los otros, no hobiese trama de traicion ólevantamiento; lo cual habia pocas veces, porque estos gobernadores quese ponian, eran de gran confianza, y todos orejones y que los más dellostenian sus chácaras, que son heredades, en la comarca del Cuzco, y suscasas y parientes; y si alguno no salia bastante para gobernar lo