Proyecto de Traslación de las Fronteras de Buenos Aires al Río Negro y Colorado by Sebastian Undiano y Gastelu - HTML preview

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PROYECTO DE TRASLACION

DE LAS

FRONTERAS DE BUENOS AIRES

AL

RIO NEGRO Y COLORADO,

POR

SEBASTIAN UNDIANO Y GASTELU.

AL QUE SE AGREGA EL ITINERARIO DE UN CAMINO, DESDE BUENOS-AIRES HASTATALCA, POR

JOSE SANTIAGO CERRO Y ZAMUDIO.

Primera Edicion.

BUENOS-AIRES.

IMPRENTA DEL ESTADO.

1836.

ADVERTENCIA DEL EDITOR.

PROYECTO

ITINERARIO

EXCELENTISIMO SEÑOR VIREY.

ADVERTENCIA DEL EDITOR.

El proyecto que publicamos sobre la extension de que es susceptiblenuestra frontera, es debido al celo ilustrado de un español, que pasógran parte de su vida en este país. Residió en Mendoza, donde se enlazócon una familia respetable, y tuvo relaciones íntimas con el comandanteAmigorena, á cuyo lado empezó á recorrer el vasto territorio que sedesplega al este de los Andes.

La idea de ocupar la isla de Choelechel es la que domina en esteproyecto; y todas las ventajas que pueden sacarse de esta ocupacionestan tan claramente indicadas, que el que prescindiese de la fecha,creeria que esta memoria fuese un comentario apologético de la últimacampaña del Señor General ROSAS.

Undiano permaneció en este país hasta el año de 1827, en cuya época porun disgusto doméstico regresó á Europa, y falleció poco despues enPamplona, su pátria.

PROYECTO

De traslacion de las fronteras de Buenos Aires, &c.

REPRESENTACION AL REY.

SEÑOR:—

D. Sebastian de Undiano y Gastelu, Capitan del regimiento de voluntariosde caballería de milicias disciplinadas de la ciudad de Mendoza,vireynato de Buenos Aires, deseoso del mayor bien del Estado, me atrevoá proponer á V. M. la conquista pacífica de diez y siete mil leguascuadradas de tierra, situadas en el mejor suelo del universo, y en unade las orillas de su estendidísimo imperio:—conquista para la cual nohay que chocar con ninguna potencia extrangera, porque toda ha dehacerse en un país que pertenece á la corona de Castilla. Tampoco ha dederramarse sangre, porque algunas pequeñas tribus de indios errantes,que discurren por él sin asiento fijo, al modo que andaban antes losgitanos por esa península, ni querrán, ni podrán oponerse al proyectoque en ninguna manera les perjudica. Ellos, desde el año de 1784, poco ónada han dado que hacer, y si ahora no cometen hostilidades, con ser quetienen una retirada segura, es de creer continuen en la misma buenaarmonia al verse cercados de los establecimientos que voy á proponer.Tampoco han de ocasionarse erogaciones á la hacienda pública, porque conlo que produce el ramo de guerra que se administra en esta capital, y sedestinó á la seguridad y poblacion de estos campos, comprendo que habrásuficiente dinero para ocurrir á los gastos que se han de impender; nimenos ha de necesitarse sacar tropas del Viejo Mundo para lasguarniciones de los fuertes que se han de fundar; porque trasladando áellos la que hay en los que actualmente tenemos en estas fronteras meparece que quedará bien defendida la nueva línea, si se atiende á queesta ha de formarse de la natural defensa que proporcionan los doscaudalosos rios, Negro y Diamante, y hasta los cuales deberán avanzarsenuestras fronteras, desde esta capital hasta Mendoza, que es á lo que sereduce todo el proyecto. Los terrenos de que trato son los comprendidosentre el rio Negro del sud, y las fronteras de Buenos Aires, Santa-Fé,Córdoba, San Luis y Mendoza. Ellos forman una figura de cuatro ladosdesiguales, que aunque no son en todo rigor rectilineos, por lasinflexiones de las costas y de los rios que se ven por sus extremidades,puede muy bien, si se mira el todo, y hablando en términos geométricos,llamarse un trapecio.

En sus dos ángulos agudos viene á caer la boca del Rio de la Plata yMendoza, y á los de los obtusos corresponde la confluencia del rioDiamante con el Negro, y la desembocadura de este en el Océano Atlánticoaustral. Su mayor lado es el del norte, y lo forman las fronterasdichas, tomadas en toda su extension este-oeste, desde Buenos Aireshasta Mendoza, el cual he corrido muchas veces. Síguese por el ancho ellado del oeste, que se extiende desde los 32 grados 56

minutos delatitud sud, en que está Mendoza, hasta los 39 grados escasos, en que elpiloto D.

Basilio Villarino colocó la confluencia del Negro con elDiamante. Este lado lo forma este último rio, que corre desde lajurisdiccion de Mendoza, y el camino que desde aquella ciudad se dirigehasta la union del Diamante con el actual, el cual tambien he reconocidoen dos expediciones hechas por aquel lado contra los indios del sud;habiéndonos internado en la del año 84, hasta los toldos de losManantiales, no muy lejos de la junta del Diamante con el Negro.

Eltercer lado, que por su extension debe seguirse á los dos precedentes,es el del este, que lo compone la costa de Patagones, desde el Rio de laPlata hasta la desembocadura del Negro, y que han recorrido muchos pormar, y aun atravesado por tierra.

El 4.º último y menor lado, es el del sud, que forma la caja del rioNegro, desde su confluencia con el Diamante hasta el Océano. Este loanduvo Villarino: resultando de aquí, que estan vistos los cuatroángulos y los cuatro lados de tan extendido trapecio, que comprende nomenos que diez y siete mil leguas de superficie. No puede dudarse de laoptima cualidad de todos los terrenos que encierran aquellas dilatadasextremidades, que han sido casi todas atravesadas y recorridas, ya desdeBuenos Aires y Santa-Fé, ya desde Córdoba, San Luis y Mendoza, en lasvarias expediciones hechas, desde sus respectivas fronteras, contra losindios pampas cuando las invadian: y se ha visto que se componen de unasmuy pastosas y grandísimas planicies, llamadas pampas, interrumpidasde lomas y cañadas, y de medianas y frondosas serranias, con muchosbosques de buenas maderas á trechos, en especial hácia el oeste, entrelos meridianos de Córdoba y Mendoza. Ellos estan situados entre el 4.º y6.º clima, en el mejor de la zona templada meridional, y por susituacion geográfica, deben ser los parages que no se han visitado de lamisma ventajosa cualidad que los ya vistos ó acaso mejores, mayormenteno habiendo cordilleras que alteren su benigno temperamento. Podrádecirse que tan grande país tiene pocos rios: es verdad que no tiene masque el Negro, Colorado, Diamante, Tunuyan ó Bebedero, y otros maspequeños, que caen luego á la costa, ó al de la Plata, y todos distantesdel centro; pero lo que importa es, que se pueblen las riberas del Negroy del Diamante, fijándose en ellos y no en otra frontera, que notardaria muchos años en irse poblando todo lo demas, sin que quedasenada yermo. ¿No tenemos pobladas de muchos y grandes pueblos las secasllanuras de la Mancha? Pues ¿por qué no estas, mucho mas frescas queaquellas? ¿Estas, donde el agua se halla tan cerca, que nadie dudóencontrarla de cuantos se han establecido y establecen, sin mas agua quela de sus pozos de balde, en estas fronteras de Buenos Aires y en las deSanta Fé y Córdoba?

La sierra de la Ventana, la del Volcan, las cañadasque siguen, llenas de manantiales, desde donde se pierde el Rio Quintohasta las cabeceras del rio Colorado:—los parages de las Vívoras,Mamilmapu, y otros muchos, donde los indios hallan el agua sin mastrabajo que el de cavar unos pequeños pozos con sus cuchillos ómachetes:—las muchas y grandes lagunas que hay repartidas por todasesas pampas, inducen á creer muy prudentemente que en todo el país,contenido entre los linderos expresados, no hay lugar alguno que nopueda habitar el hombre. ¿Qué no debe esperarse, pues, de una tierracomo esta, si aprovechándose de sus inmensas llanuras de las aguas delos caudalosos rios Atuel y Diamante, y de la elevacion de su orígen, seacudiese á la hidrometria, y se cruzase todo él de canales de riego y denavegacion? ¿Y

qué, si reduciéndose á cajas mas estrechas y sólidas lasaguas de los rios Tunuyan, rio Quinto y Cuarto, se dirigiesen al sud conel mismo objeto? Ni se diga que estos dos últimos son de poco caudal,porque mucho mas pobre es el Manzanares, y en él se vé de cuanto escapaz el hombre, cuando sabe usar de este elemento con acierto.

Poblaríase, pues, este país, comenzando por la traslacion de los fuertesde esta frontera de Buenos Aires á la orilla izquierda ó septentrionaldel rio Negro: ellos son seis, y seis los fortines, y con el que ya hayen la desembocadura de aquel rio Colorado, en sitios convenientes,serian suficientes á cubrir la distancia que hay desde ella hasta lajunta del Diamante: teniendo el cuidado de peinar bien las barrancas,dejando el menor número de pasos que sea posible, y quedando estosprecisamente dominados de nuestro cañon. De este modo, aprovechándose dela natural defensa que presta este rio caudaloso y navegable, quedariaenteramente á cubierto nuestra línea por la parte del sud, estableciendolos principales fuertes en los pasos, y colocando en los intermediosatalayas, fortines y telégrafos, por cuyo medio corriesen en pocosminutos los avisos por toda ella.

En la confluencia del Diamante, con el Negro seria bien poner la mayorfuerza, ya por ser este el punto mas remoto de nuestras fronterasactuales, ya tambien por oponer la mayor resistencia á las avenidas delos indios Ranqueles y Guilliches, que en caso de atacarnos habrá de sermas bien por aquel punto que por otro: por allí ha sido y es el paso delos indios serranos que se dirigen á las pampas del sud (que hoy lohacen por Choelechel), dando la vuelta al oeste, buscando el paso delNegro frente al Payen, y cayendo luego al dicho del Diamante para lograrsu ingreso al país vedado. Por tanto digo, que la defensa de este puntoexige la mayor atencion. La ribera del Diamante, que he corrido algunasveces, y que desde el ángulo que forma donde recibe el Atuel, compone ellado del oeste del trapecio, debe tambien asegurarse con mucho cuidado;porque de no, de poco serviria fortificar el lado ó línea del sud por elrio Negro, y dejar este indefenso en la larga distancia desde la una ála otra junta. El Diamante no es rio tan grande como aquel, y por lemismo es mas fácil hallarle paso, aunque siempre á nado: en muchaspartes son pantanosas sus orillas, y esta es la mejor defensa. Sus aguasson buenas, y corren desde la jurisdiccion de Mendoza, siempre porterrenos llanos. Para defenderse seria acertado escarpar todas susbarrancas, y empantanar toda la ribera opuesta en cuantas partes fueseposible, de modo que no quedasen mas pasos que los dominados pornuestros fuertes. Estos podrian establecerse despues de un maduro exámeny reconocimiento en los parages mas propios, trasladando para ello, á laizquierda de este rio, todos los que hay en las fronteras de Córdoba,San Luis y Mendoza.

Al rio Diamante, y poco mas arriba de su junta con el Atuel, que distaráde Mendoza 65

leguas al sud, podria trasladarse el fuerte y villa de SanCarlos, que fundó en aquella frontera nuestro Marques de Sobremonte,siendo Gobernador Intendente de Córdoba. Apenas se hallará sitio demejores proporcioncs para una gran ciudad. Dos rios caudalosos, de buenaagua, bellísimo temperamento, muchos pastos, leña en abundancia, terrenollano, muy extendido y de la mejor calidad, con despejados horizontespor N. S. E. con el Atuel y Diamante, en la mejor disposicion parasangrarlos y regar cuanto se quiera. Buenas muestras de ricos mineralesen la sierra inmediata del oeste, y unas salinas inagotables deexcelente sal en sus inmediaciones, es lo que ofrece ese bello parage ála vista de un observador. Mas desde esta junta es navegable el Diamantepor el caudal de aguas que lleva, su poca corriente, y no tener saltoalguno; por lo cual, del establecimiento que aquí se fundase podrianconducirse por agua todos sus frutos y producciones hasta el mar, conmucho ahorro de fletes y seguridad, y tambien dirigirse los auxilios ylas órdenes por toda nuestra línea, y los socorros en caso de asedio dealgunos de los fuertes, que no es de esperar.

Con las tropas que hoy hay en las fronteras dichas, me parece seriasuficiente para establecernos solidamente en los puntos principales dela nueva línea; es á saber, por lo que mira al rio Negro, en Choelechelé isla inmediata mas arriba de este paso; y por lo que toca al Diamante,en él que se vé mas abajo de los Manantiales. En él de la esquina de SanJosé, en el de los Algarrobos, y en la confluencia dicha del Diamante yel Atuel, y en algunos otros de que se haria un reconocimiento prolijo,si se tuviere por conveniente asegurarlos.

Para este reconocimiento deberian partir dos expediciones: una desdenuestro establecimiento del rio Negro, á la manera de la de Villarino,que podria dirigirse con dos chalupas hasta la union de este rio con elDiamante; y otra, que marchando desde Mendoza, fuese por la derecha deeste rio último hasta encontrarse con la del Negro, volviendo á laretirada de una y otra á rectificar las observaciones hechas en laentrada. Bien que la de Mendoza seria muy conveniente que hiciese suviage de vuelta por la izquierda, para reconocer la union del Tunuyancon el Diamante, que yo no pude ver el año de 1784, que anduve por allí,á causa de las grandes crecientes de aquel año, que hicieron salir demadre dicho rio, inundando á mucha distancia los campos inmediatos, yestorbando el acercarse debidamente á reconocer este punto geográfico:por lo cual seria tambien muy bueno que la expedicion de Mendoza llevasedos canoas ó botes por el rio; y una y otra confiadas al mando desugetos que diesen una descripcion completa de los dos rios, levantandoplanos exactos de ellos, y designando los sitios para el establecimientode los nuevos fuertes.

Todas las poblaciones nuevas necesitan auxilios: los que pueden darse álas proyectadas gravitarian sobre el ramo de guerra; y se indemnizarianluego con el aumento de cueros. Porque,

¿quien duda, que poblados defuertes y de villas estos dos rios, se abriria un comercio grande deunos artículos tan precisos como el cuero, el sebo y carne salada paraEuropa, de mulas para el Perú y Chile, y que á proporcion habian derecrecer los derechos? Dos clases de hombres son los que pueblan lasfronteras actuales; esto es, soldados que llaman blandengues, y paisanosque viven bajo el cañon de los fuertes, no apeando de ochocientos á millos que hay de estos últimos en cada uno de los fuertes de la línea defrontera de esta capital. A unos y otros seria bien repartirles losterrenos en toda propiedad y debalde, con lo cual se les veria edificar,cultivar y mejorar las posesiones, siendo esta una cadena que fija á loshombres por los siglos de los siglos.

A cada blandengue seria buenoanticiparle ochenta pesos, para que hiciese su casita; porque al caboellos son los que defenderian y asegurarian la nueva línea, comopobladores natos y seguros, y unos verdaderos agrónomos. Militares, ycon el dinero de sus sueldos, fomentarian y vivificarian al paisano quequisiera ser poblador. A estos seria conveniente anticiparles la mismacantidad sin calidad de devolucion, y ademas un real diario por familiael primer año, procurando que unos y otros sean casados, y asignándolesplazo para que lo hagan los que fuesen solteros.

Yo no puedo entrar en mayores detalles sobre el particular, porque, parahablar con fundamento, es necesario esperar las resultas de los dosexpedientes dichos, y me limito solo á decir que miro muy factible yfácil establecernos, como llevo insinuado, en toda la línea referida:pues aunque quedarian algunos bárbaros en los paises intermedios, nohabria motivo para temerlos, ni es bien que esto se diga entre españolesacostumbrados á vencer naciones mucho mas numerosas y valientes. Ademasque, no se atreverian á insultarnos, viendose cortados; sino mas bien sereducirian á vida social, pena de ser exterminados ó expulsados al otrolado del Negro ó del Diamante, en caso de arrostrarse ó cometer la menorhostilidad.

Pues, supongamos que se viesen pobladas y llenas de fuertes ypoblaciones las riberas de estos dos rios caudalosos. ¡Cuan prodigiosaseria la multiplicacion de los ganados, en unos campos tan pastosos ypropios para este objeto! ¡Y en unas estancias tan seguras como habriaen su izquierda, con los pasos cortados de estos rios, para que ni unacabeza se extraviase al sur, ni al oeste! Entonces se verian lasnumerosas tropas de mulas, vacas y caballos, caminar de fuerte á fuerte,y de Chile á los mercados: unas por el camino del Planchon en laCordillera, que cae poco mas al sud del paralelo de la junta de los riosDiamante y Atuel, y sale á Curicó, y otras por el de la Cruz de Piedras,que entra por los Papagayos, y sale por el rio Maipó á Santiago.Entonces se verian nuestros bastimentos llegar á las ahora desiertascostas patágonicas, en busca de cueros, de sebo y de las lanas queproduciría con asombro el nuevo trapecio, y surtir la Europa toda deestos renglones tan importantes; y entonces, por último, desde elestablecimiento de la junta de los rios Negro y Diamante, podrianreconocer las riquezas del próximo y famoso cerro de Payen, y hacerseexcursiones muy útiles á la historia natural y á la geografia de lasantiguas tierras magállanicas, de cuyas interioridades nada sabemos. Yviniendo ahora de las extremidades al centro, ¿quien ha de dudar, quepoco á poco se habian de poblar los bellos paises que encierran tanextendidos y seguros confines? Primeramente se dilatarian nuestrasestancias, saliendo del estrecho y vergonzoso recinto en que las fijóGaray en 1580, y en que hasta ahora subsisten: despues se irian abriendocaminos desde las viejas hasta las nuevas fronteras, haciéndoles pasarpor las mejores aguadas, y ocupando estas y las Salinas conestablecimientos fijos; y despues progresivamente todo lo demas de taninmensos terrenos, donde, por decirlo así, no hay desecho.

En tiempos anteriores se pensó en asegurar la embocadura del rio Negro;la entrada desde Mendoza por el Diamante está llana; y las utilidadesque han de seguirse de ello son incalculables. Todo, pues, incita ácontinuar: pero la conquista ha de ser pacifica; almenos así lo hellegado á creer, despues de haber tenido conmigo solo muchas consultas ymeditaciones.

ITINERARIO

De un nuevo camino descubierto por el capitan retirado D. José SantiagoCerro y Zamudio, desde la ciudad de Buenos Aires hasta la de San Agustinde Talca, capital de la provincia de Maule, en Chile.

Leguas.

Enero

12 De la ciudad de Buenos Aires, comimos en el Monte de Castro.

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Del citado monte, fuimos a dormir al Puente de Márquez.

13 De dicho puente, pasamos a comer a la cañada de Escobar.

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De esta cañada a la estancia de Rodrigo, en la que dormimos.

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14 De esta estancia, a comer al fuerte de Luján.

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15 De este fuerte, a una chacra que no tiene nombre.

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De esta chacra a la estancia de don Pedro Flores: D.[1]

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16 De esta estancia, a una chacra cerca del fortín de Areco: C

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De este fortín, a la estancia de don Pedro Fernández: D.

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17 De esta estancia, al fuerte del Salto, (nos paramos dos días).

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20 De este fuerte, a la Laguna de la Salada: C.

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De este parage, al fuerte de Roxas: D.

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21 De este fuerte, a las Toscas: C.

3

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De las Toscas, a la Laguna de la Cabeza del Tigre: D.

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22 De la Laguna de la Cabeza del Tigre, al fortín de Mercedes: C.

4

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Del fortín de Mercedes a los Chañaritos: D.

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23 De los Chañaritos, al fortín de Melincué: C. D.[2]

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24 Del fortín de Melincué a la Laguna Larga: C.

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De dicha laguna, a otra mas chica, que no tiene nombre, y a corta

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distancia de ella: D.

De esta laguna chica (con el mismo rumbo), a otra que tampoco tenía 25

nombre: C.

De este parage, a un descampado que no se sabe el nombre, pero

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siempre siguiendo el camino real de las Tunas; en el cual habia una laguna, unas vizcacheras, y cinco chañaris; y a la cual le puse por nombre, la Laguna del Comandante Hernández.

De la Laguna del Comandante Hernández, al monte de Llorente, y a 26

una legua de dicho, hay una lagunita, y pasamos a ella para 4

descansar.

De este parage, a la guardia de las Tunas, (en la que se concluyó la

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travesía peligrosa).

27 De esta guardia, a la laguna de la Totora.

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De la laguna de la Totora, al fortín de Loboy.

28 Del fortín de Loboy, al rancho de don José Lagos.

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De dicho rancho, nos paramos cerca de otro, en el mismo camino real,

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despues de haber caminado.

29 De dicho parage, a la villa de la Carlota.

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De la citada villa, caminamos aguas arriba del Rio Cuarto, cuyo parage 31

3

no tiene nombre.

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De dicho parage, y con la misma direccion caminamos.

De dicho parage, al fortín de San Carlos, que por otro nombre llaman Febrero 1

las Terneras; el cual se halla a la orilla del Rio Cuarto.

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Del fortín de San Carlos, a unas lagunas grandes y largas.

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De dichas lagunas, al fuerte de Santa Catalina, advirtiendo, que primero 2

se halla a la legua un montecito, que llaman del Cacique Bravo; y 6

despues se halla otro, que llaman el Monte Crin.

Del fuerte de Santa Catalina, al montecito de la Ensenada, en la que hay 4

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unos pocitos. Allí pasamos la noche.

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Del montecito de la Ensenada, al médano o cerrillo de Orcobi.

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Del cerrillo de Orcobi, a la estancia de don Pedro Guerra.

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De esta estancia, a la laguna del Corral de la Barranca: C.

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De la laguna del Corral de la Barranca, al fuerte de San Fernando, el 3

cual está a la falda de un cerrito, que llaman Sampacho, y cerca de una laguna.

Del fuerte de San Fernando, a la estancia de Chajan, que pertenece a don Gerónimo Quiroga, la cual está a la orilla de un arroyito, que 7

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lleva el mismo nombre y está en el medio de otros dos también poblados y permanentes.

De la estancia de Chajan a los Quebrachos, pasando por medio de dos 8

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cerritos, que llaman Blanco y Negro.

De los Quebrachos, a las Vizcacheras, en donde hay unos pocitos de 9

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agua muy abundante y buena: C.

De las Vizcacheras, a la orilla del monte, que se cría en las márgenes

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del Rio Quinto

De dicho monte al fuerte de San Lorenzo (jurisdiccion de la punta de la

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ciudad de San Luis) pasando el Rio Quinto, que es muy explayado, 2½

y de poca agua.

Del fuerte de San Lorenzo (aguas arriba del Rio Quinto), al paso de 12

4

dicho rio: C.

De dicho rio (aguas arriba siempre del mismo), a la Barranca Grande

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del Rio, adonde habia un rancho destruido y corral, y donde se 1½

debía volver a pasar.

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De dicho segundo paso, a la estancia de don Pedro Gutiérrez.

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De la estancia de don Pedro Gutiérrez, al Oratorio de San Antonio, que 13

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está a orilla de dicho rio.

De dicho Oratorio, adonde nos paramos enmedio del monte, y a la

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distancia de un cuarto de legua del rio.

De dicho parage, siempre aguas arriba del citado rio, adonde paramos 14

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que era una barranca de piedra.

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De dicho parage, al paso de las Carretas, por el Tala.

Del paso nuevo de las Carretas, en el Rio Quinto, que pasa ad