Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón - HTML preview

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NOVELAS CORTAS

BY

DON PEDRO A. DE ALARCÓN

MEMBER OF THE SPANISH ACADEMY

EDITED WITH NOTES AND VOCABULARY

BY

W.F. GIESE, A.M.

ASSOCIATE PROFESSOR OF ROMANCE LANGUAGES

IN THE UNIVERSITY OF WISCONSIN

GINN AND COMPANY

BOSTON·NEW YORK·CHICAGO·LONDON

ATLANTA·DALLAS·COLUMBUS·SAN FRANCISCO

PREFACE

The following stories from Alarcón are offered to the student of Spanishin the belief that the easy style, the interest of the narrative, andthe incidental sidelights that they throw on Spanish life and historywill make the book a welcome one in the earlier stages of study.

The stories have been very fully annotated, and nothing that seemed tooffer any real difficulty has been passed over. All proper names havebeen explained, with the exception of a few too well known or tooinsignificant to justify comment. The notes are further reënforced by an Idiomatic Commentary, to be studied in connection with the text. Byfrequent reviews and by oral drill in translating the idioms from eitherlanguage to the other, with changes of person, tense, etc., whereverpossible, the Commentary should enable the student to attain to a realmastery of the idioms that are here tabulated.

Easy exercises for translation into Spanish are added. They are based onvery short passages from the text, and are so graded and arranged as toafford a systematic review of the elements of grammar, a drill whichbeginners always need.

The vocabulary, while registering all the words in the text, except suchas are nearly or quite identical, does not aim at giving, without anylabor of adaptation on the part of the student, the precise equivalentrequired.

The stories are complete, except for a few trifling omissions dictatedby class-room proprieties.

Acknowledgment is gratefully made for a number of welcome suggestionsdue to my esteemed colleague Mr. A.R. Seymour.

CONTENTS

PREFACE

V

LA BUENAVENTURA

1

LA CORNETA DE LLAVES

14

LAS DOS GLORIAS

26

EL AFRANCESADO

33

¡VIVA EL PAPA!

43

EL EXTRANJERO

55

EL LIBRO TALONARIO

67

MOROS Y CRISTIANOS

76

EL AÑO EN SPITZBERG

111

IDIOMATIC COMMENTARY

131

NOTES

143

EXERCISES FOR TRANSLATION INTO SPANISH

173

VOCABULARY

183

NOVELAS CORTAS

LA BUENAVENTURA(p1)

I

No

qué

día

de

Agosto

del

año

1816

llegó

a

las

puertas

de

la

Capitanía

general[1-1]

de

Granada[1-2]

cierto

haraposo

y

grotesco

gitano,

de

sesenta

años

de

edad,

de

oficio

esquilador

y

de

apellido

o

sobrenombre

Heredia,

caballero

en

flaquísimo

y

05destartalado

burro

mohino,

cuyos

arneses

se

reducían

a

una

soga

atada

al

pescuezo;

y,

echado

que

hubo[1-3]

pie

a

tierra,

dijo

con la mayor frescura « que quería ver al Capitán general

Excuso

añadir

que

semejante

pretensión

excitó

sucesivamente

la

resistencia

del

centinela,

las

risas

de

los

ordenanzas

10y

las

dudas

y

vacilaciones

de

los

edecanes[1-4]

antes

de

llegar

a

conocimiento

del

Excelentísimo

Sr.

D.[1-5]

Eugenio

Portocarrero,

conde

del

Montijo,

a

la

sazón

Capitán

general

del

antiguo

reino

de

Granada....

Pero

como

aquel

prócer

era

hombre

de

muy

buen

humor

y

tenía

muchas

noticias

de

Heredia,

célebre

15por

sus

chistes,

por

sus

cambalaches

y

por

su

amor

a

lo

ajeno...,

con

permiso

del

engañado

dueño,

dió

orden

de

que

dejasen

pasar al gitano.

Penetró

éste

en

el

despacho

de

Su

Excelencia,

dando

dos

pasos

adelante

y

uno

atrás,

que

era

como

andaba

en

las

circunstancias

20graves, y poniéndose de rodillas exclamó:

—¡Viva

María

Santísima

y

viva

su

merced,

que

es

el

amo

de toitico[1-6] el mundo!

—Levántate;

déjate

de

zalamerías,

y

dime

qué

se

te

ofrece

...—respondió el Conde con aparente sequedad.(p2)

Heredia

se

puso

también

serio,

y

dijo

con

mucho

desparpajo:

—Pues, señor, vengo a que[2-1] se me den los mil reales.

—¿Qué mil reales?

05

—Los

ofrecidos

hace

días,

en

un

bando,

al

que

presente

las

señas de Parrón.

—Pues ¡qué! ¿tú lo conocías?

—No, señor.

—Entonces....

10 —Pero ya lo conozco.

—¡Cómo!

—Es

muy

sencillo.

Lo

he

buscado;

lo

he

visto;

traigo

las

señas, y pido mi ganancia.

—¿Estás

seguro

de

que

lo

has

visto?—exclamó

el

Capitán

15 general con un interés que se sobrepuso a sus dudas.

El gitano se echó a reír, y respondió:

—¡Es

claro!

Su

merced

dirá:

este

gitano

es

como

todos,

y

quiere

engañarme.—¡No

me

perdone

Dios

si

miento!—Ayer

ví a Parrón.

20

—Pero

¿sabes

la

importancia

de

lo

que

dices?

¿Sabes

que

hace

tres

años

que

se

persigue[2-2]

a

ese

monstruo,

a

ese

bandido

sanguinario,

que

nadie

conoce

ni

ha

podido

nunca

ver?

¿Sabes

que

todos

los

días

roba,

en

distintos

puntos

de

estas

sierras,

a

algunos

pasajeros;

y

después

los

asesina,

pues

dice

25

que

los

muertos

no

hablan,

y

que

ése

es

el

único

medio

de

que

nunca

con

él

la

Justicia?

¿Sabes,

en

fin,

que

ver

a

Parrón

es encontrarse con la muerte?

El gitano se volvió a reír,[2-3] y dijo:

—Y

¿no

sabe

su

merced

que

lo

que

no

puede

hacer

un

30

gitano

no

hay

quien

lo

haga[2-4]

sobre

la

tierra?

¿Conoce

nadie[2-5]

cuándo

es

verdad

nuestra

risa

o

nuestro

llanto?

¿Tiene

su

merced

noticia

de

alguna

zorra

que

sepa

tantas

picardías

como

nosotros?—Repito,

mi

General,

que,

no

sólo

he

visto

a

Parrón,

sino que he hablado con él.(p3)

—¿Dónde?

—En el camino de Tózar.

—Dame pruebas de ello.

—Escuche

su

merced.

Ayer

mañana

hizo

ocho

días

que

05

caímos

mi

borrico

y

yo

en

poder

de

unos

ladrones.

Me

maniataron

muy

bien,

y

me

llevaron

por

unos

barrancos

endemoniados

hasta

dar

con

una

plazoleta

donde

acampaban

los

bandidos.

Una

cruel

sospecha

me

tenía

desazonado.—«¿Será

esta

gente

de

Parrón?

(me

decía

a

cada

instante.)

¡Entonces

10

no

hay

remedio,

me

matan[3-1]!...,

pues

ese

maldito

se

ha

empeñado

en

que

ningunos

ojos

que

vean

su

fisonomía

vuelvan

a

ver cosa ninguna.»

Estaba

yo

haciendo

estas

reflexiones,

cuando

se

me

presentó

un

hombre

vestido

de

macareno[3-2]

con

mucho

lujo,

y

dándome

15

un

golpecito

en

el

hombro

y

sonriéndose

con

suma

gracia,

me

dijo:

—Compadre, ¡yo soy Parrón!

Oír esto y caerme de espaldas,[3-3] todo fué una misma cosa.

El bandido se echó a reír.

20

Yo

me

levanté

desencajado,

me

puse

de

rodillas,

y

exclamé

en todos los tonos de voz que pude inventar:

—¡Bendita

sea

tu

alma,

rey

de

los

hombres!...

¿Quién

no

había

de

conocerte[3-4]

por

ese

porte

de

príncipe

real

que

Dios

te

ha

dado?

¡Y

que

haya

madre[3-5]

que

para

tales

hijos!

25

¡Jesús![3-6]

¡Deja

que

te

un

abrazo,

hijo

mío!

¡Que

en

mal

hora

muera[3-7]

si

no

tenía

gana

de

encontrarte

el

gitanico

para

decirte

la

buenaventura[3-8]

y

darte

un

beso

en

esa

mano

de

emperador!—¡También

yo

soy

de

los

tuyos!

¿Quieres

que

te

enseñe

a

cambiar

burros

muertos

por

burros

vivos?—¿Quieres

30

vender

como

potros

tus

caballos

viejos?

¿Quieres

que le enseñe el francés a una mula?

El

Conde

del

Montijo

no

pudo

contener

la

risa....—Luego

preguntó:

—Y

¿qué

respondió

Parrón

a

todo

eso?

¿Qué

hizo?

(p4) —Lo mismo que su merced; reírse a todo trapo.[4-1]

—¿Y tú?

—Yo,

señorico,

me

reía

también;

pero

me

corrían

por

las

patillas lagrimones como naranjas.

05 —Continúa.

En seguida me alargó la mano y me dijo:

—Compadre,

es

V.

el

único

hombre

de

talento

que

ha

caído

en

mi

poder.

Todos

los

demás

tienen

la

maldita

costumbre

de

procurar

entristecerme,

de

llorar,

de

quejarse

y

de

hacer

otras

10

tonterías

que

me

ponen

de

mal

humor.

Sólo

V.

me

ha

hecho

reír: y si no fuera por esas lágrimas....

—Qué, ¡señor, si son[4-2] de alegría!

—Lo

creo.

¡Bien

sabe

el

demonio

que

es

la

primera

vez

que

me

he

reído

desde

hace

seis

u

ocho

años!—Verdad

es

que

15 tampoco he llorado....

—Pero despachemos.—¡Eh, muchachos!

Decir

Parrón

estas

palabras

y

rodearme

una

nube

de

trabucos,

todo fué un abrir y cerrar de ojos.

—¡Jesús me ampare!—empecé a gritar.

20

—¡Deteneos!

(exclamó

Parrón.)

No

se

trata

de

eso

todavía.—Os

llamo

para

preguntaros

qué

le

habéis

tomado

a

este hombre.[4-3]

—Un burro en pelo.[4-4]

—¿Y dinero?

25 —Tres duros y siete reales.

—Pues dejadnos solos.

Todos se alejaron.

—Ahora

dime

la

buenaventura—exclamó

el

ladrón,

tendiéndome

la mano.[4-5]

30

Yo

se