Modern Spanish Lyrics by Various - HTML preview

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De la casa en hombros
Lleváronla al templo,
Y en una capilla
Dejaron el féretro.

5 Allí rodearon
Sus pálidos restos
De amarillas velas
Y de paños negros.

Al dar de las ánimas 10 El toque postrero, Acabó una vieja

Sus últimos rezos; Cruzó la ancha nave, Las puertas gimieron,

15 Y el santo recinto Quedóse desierto.

De un reloj se oía
Compasado el péndulo, Y de algunos cirios

20 El chisporroteo.
Tan medroso y triste, Tan obscuro y yerto
Todo se encontraba... Que pensé un momento:

25 «_¡Dios mío, qué solos Se quedan los muertos!_» page 126

De la alta campana
La lengua de hierro,
Le dió, volteando,
Su adiós lastimero.

5 El luto en las ropas,

Amigos y deudos
Cruzaron en fila, Formando el cortejo.

Del último asilo, 10 Obscuro y estrecho, Abrió la piqueta
El nicho á un extremo. Allí la acostaron,
Tapiáronle luego,

15 Y con un saludo Despidióse el duelo.

La piqueta al hombro, El sepulturero
Cantando entre dientes

20 Se perdió á lo lejos. La noche se entraba, Reinaba el silencio; Perdido en las sombras, Medité un momento:

25 _«¡Dios mío, qué solos Se quedan los muertos!»_ page 127

En las largas noches
Del helado invierno,
Cuando las maderas
Crujir hace el viento

5 Y azota los vidrios
El fuerte aguacero,
De la pobre niña
Á solas me acuerdo.

Allí cae la lluvia
10 Con un son eterno; Allí la combate
El soplo del cierzo. ¡Del húmedo muro Tendida en el hueco,

15 Acaso de frío

 

Se hielan sus huesos!...

¿Vuelve el polvo al polvo? ¿Vuela el alma al cielo? ¿Todo es vil materia,

20 Podredumbre y cieno? ¡No sé: pero hay algo
Que explicar no puedo, Que al par nos infunde Repugnancia y duelo,

25 Al dejar tan tristes,

 

Tan solos los muertos! page 128

 

DON VICENTE W. QUEROL

 

EN NOCHE-BUENA

 

Á mis ancianos padres

 

I

Un año más en el hogar paterno Celebramos la fiesta del Dios-Niño, Símbolo augusto del amor eterno, Cuando cubre los montes el invierno

5 Con su manto de armiño. 5

 

II

Como en el día de la fausta boda Ó en el que el santo de los padres llega, La turba alegre de los niños juega, Y en la ancha sala la familia toda

10 De noche se congrega. 10

 

III

La roja lumbre de los troncos brilla Del pequeño dormido en la mejilla, Que con tímido afán su madre besa; Y se refleja alegre en la vajilla

15 De la dispuesta mesa.

 

IV

Á su sobrino, que lo escucha atento,
Mi hermana dice el pavoroso cuento, page 129 Y mi otra hermana la canción modula
Que, ó bien surge vibrante, ó bien ondula

Prolongada en el viento.

 

V

Mi madre tiende las rugosas manos 5 Al nieto que huye por la blanda alfombra; Hablan de pie mi padre y mis hermanos, Mientras yo, recatándome en la sombra,

Pienso en hondos arcanos.

 

VI Pienso que de los días de ventura

10 Las horas van apresurando el paso, Y que empaña el oriente niebla obscura, Cuando aun el rayo trémulo fulgura

Último del ocaso.

 

VII

¡Padres míos, mi amor! ¡Cómo envenena 15 Las breves dichas el temor del daño! Hoy presidís nuestra modesta cena, Pero en el porvenir... yo sé que un año

Vendrá sin Noche-Buena.

 

VIII

Vendrá, y las que hoy son risas y alborozo 20 Serán muda aflicción y hondo sollozo. No cantará mi hermana, y mi sobrina No escuchará la historia peregrina

Que le da miedo y gozo.

 

page 130 IX

No dará nuestro hogar rojos destellos Sobre el limpio cristal de la vajilla, Y, si alguien osa hablar, será de aquellos Que hoy honran nuestra fiesta tan sencilla

5 Con sus blancos cabellos.

 

X

Blancos cabellos cuya amada hebra Es cual corona de laurel de plata, Mejor que esas coronas que celebra La vil lisonja, la ignorancia acata,

10 Y el infortunio quiebra.

 

XI

¡Padres míos, mi amor! Cuando contemplo La sublime bondad de vuestro rostro, Mi alma a los trances de la vida templo, Y ante esa imagen para orar me postro,

15 Cual me postro en el templo.

 

XII

Cada arruga que surca ese semblante Es del trabajo la profunda huella, Ó fue un dolor de vuestro pecho amante. La historia fiel de una época distante

20 Puedo leer yo en ella.

 

XIII

La historia de los tiempos sin ventura
En que luchasteis con la adversa suerte, page 131 Y en que, tras negras horas de amargura,
Mi madre se sintió más noble y pura

Y mi padre más fuerte.

 

XIV

Cuando la noche toda en la cansada 5 Labor tuvisteis vuestros ojos fijos, Y, al venceros el sueño á la alborada, Fuerzas os dió posar vuestra mirada

En los dormidos hijos.

 

XV

Las lágrimas correr una tras una 10 Con noble orgullo por mi faz yo siento, Pensando que hayan sido por fortuna, Esas honradas manos mi sustento

Y esos brazos mi cuna.

 

XVI

¡Padres míos, mi amor! Mi alma quisiera 15 Pagaros hoy la que en mi edad primera Sufristeis sin gemir lenta agonía, Y que cada dolor de entonces fuera

Germen de una alegría.

 

XVII

Entonces vuestro mal curaba el gozo 20 De ver al hijo convertirse en mozo,
Mientras que al verme yo en vuestra presencia Siento mi dicha ahogada en el sollozo

De una temida ausencia.

 

page 132 XVIII

Si el vigor juvenil volver de nuevo
Pudiese á vuestra edad, ¿por qué estas penas? Yo os daría mi sangre de mancebo,

Tornando así con ella á vuestras venas 5 Esta vida que os debo.

 

XIX

Que de tal modo la aflicción me embarga Pensando en la posible despedida, Que imagino ha de ser tarea amarga Llevar la vida, como inútil carga,

10 Después de vuestra vida.

 

XX

Ese plazo fatal, sordo, inflexible, Miro acercarse con profundo espanto, Y en dudas grita el corazón sensible:
--«Si aplacar al destino es imposible,

15 ¿Para qué amarnos tanto?»

 

XXI

Para estar juntos en la vida eterna Cuando acabe esta vida transitoria: Si Dios, que el curso universal gobierna, Nos devuelve en el cielo esta unión tierna,

20 Yo no aspiro á más gloria.

 

XXII

Pero en tanto, buen Dios, mi mejor palma
Será que prolonguéis la dulce calma page 133 Que hoy nuestro hogar en su recinto encierra:
Para marchar yo solo por la tierra

No hay fuerzas en mi alma.

 

DON RAMÓN DE CAMPOAMOR

 

PROXIMIDAD DEL BIEN

 

En el tiempo en que el mundo informe estaba, Creó el Señor, cuando por dicha extrema

5 El paraíso terrenal formaba,
Un fruto que del mal era el emblema
Y otro fruto que el bien simbolizaba.

Del miserable Adán al mismo lado 10 El Señor colocó del bien el fruto; Pero Adán nunca el bien halló, ofuscado, Porque es del hombre mísero atributo Huir del bien, del mal siempre arrastrado.

El fruto que del mal el símbolo era 15 Puso Dios escondido y muy lejano; Pero Adán lo encontraba donde quiera, Abandonando en su falaz quimera, Por el lejano mal, el bien cercano.

¡Ah! siempre el hombre en su ilusión maldita
20 Su misma dicha en despreciar se empeña, page 134 Y al seguirla tenaz, tenaz la evita,
Y aunque en su mismo corazón palpita,
¡Lejos, muy lejos, con afán la sueña!

¡QUIÉN SUPIERA ESCRIBIR!

 

I

--Escribidme una carta, señor Cura. 5 --Ya sé para quién es.
--¿Sabéis quién es, porque una noche obscura Nos visteis juntos?--Pues.

--Perdonad; mas...--No extraño ese tropiezo. La noche... la ocasión...

 

10 Dadme pluma y papel. Gracias. Empiezo: _Mi querido Ramón_:

--¿Querido?... Pero, en fin, ya lo habéis puesto...
--Si no queréis...--¡Sí, sí!
--_¡Qué triste estoy!_ ¿ No es eso?--Por supuesto. 15 --_¡Qué triste estoy sin ti!_

_Una congoja, al empezar, me viene_...
--¿Cómo sabéis mi mal?
--Para un viejo, una niña siempre tiene El pecho de cristal.

20 _¿Qué es sin ti el mundo? Un valle de amargura. ¿Y contigo? Un edén._

 

--Haced la letra clara, señor Cura;

 

Que lo entienda eso bien.

 

page 135

 

--_El beso aquel que de marchar á punto

Te di_...--¿Cómo sabéis?...
--Cuando se va y se viene y se está junto
Siempre... no os afrentéis.

5 _Y si volver tu afecto no procura,_ _Tanto me harás sufrir..._

 

--¿Sufrir y nada más? No, señor Cura, ¡Que me voy á morir!

--¿Morir? ¿Sabéis que es ofender al cielo?... 10 --Pues, sí, señor, ¡morir!
--Yo no pongo _morir_.--¡Qué hombre de hielo! ¡Quién supiera escribir!

II

¡Señor Rector, señor Rector! en vano Me queréis complacer,
15 Si no encarnan los signos de la mano

Todo el ser de mi ser.

Escribidle, por Dios, que el alma mía Ya en mí no quiere estar;
Que la pena no me ahoga cada día... 20 Porque puedo llorar.

Que mis labios, las rosas de su aliento, No se saben abrir;
Que olvidan de la risa el movimiento Á fuerza de sentir.
page 136
Que mis ojos, que él tiene por tan bellos, Cargados con mi afán,
Como no tienen quien se mire en ellos, Cerrados siempre están.

5 Que es, de cuantos tormentos he sufrido, La ausencia el más atroz;

 

Que es un perpetuo sueño de mi oído El eco de su voz...

Que siendo por su causa, el alma mía 10 ¡Goza tanto en sufrir!...
Dios mío ¡cuántas cosas le diría Si supiera escribir!...

III

 

EPÍLOGO

--Pues señor, ¡bravo amor! Copio y concluyo: _Á don Ramón_... En fin,
15 Que es inútil saber para esto, arguyo,

Ni el griego ni el latín.

 

EL MAYOR CASTIGO

Cuando de Virgilio en pos Fué el Dante al infierno á dar, Su conciencia, hija de Dios,

20 Dejó á la puerta al entrar.

Después que á salir volvió,
Su conciencia el Dante hallando, page 137 Con ella otra vez cargó,
Mas dijo así suspirando:

Del infierno en lo profundo,

 

No vi tan atroz sentencia

 

5 Como es la de ir por el mundo

 

Cargado con la conciencia.

 

DON GASPAR NÚÑEZ DE ARCE

 

¡EXCELSIOR!

¿Por qué los corazones miserables, Por qué las almas viles,
En los fieros combates de la vida 10 Ni luchan ni resisten?

El espíritu humano es más constante Cuanto más se levanta:
Dios puso el fango en la llanura, y puso La roca en la montaña.

15 La blanca nieve que en los hondos valles Derrítese ligera,

 

En las altivas cumbres permanece Inmutable y eterna.

 

TRISTEZAS

Cuando recuerdo la piedad sincera
20 Con que en mi edad primera
Entraba en nuestras viejas catedrales, page 138 Donde postrado ante la cruz de hinojos

Alzaba á Dios mis ojos,

 

Soñando en las venturas celestiales;

 

Hoy que mi frente atónito golpeo, Y con febril deseo 5 Busco los restos de mi fe perdida, Por hallarla otra vez, radiante y bella Como en la edad aquella, ¡Desgraciado de mí! diera la vida.

 

10 ¡Con qué profundo amor, niño inocente,

Prosternaba mi frente
En las losas del templo sacrosanto! Llenábase mi joven fantasía

De luz, de poesía,

 

15 De mudo asombro, de terrible espanto.

Aquellas altas bóvedas que al cielo Levantaban mi anhelo;
Aquella majestad solemne y grave;

Aquel pausado canto, parecido 20 Á un doliente gemido,
Que retumbaba en la espaciosa nave;

Las marmóreas y austeras esculturas
De antiguas sepulturas,
Aspiración del arte á lo infinito; page 139 La luz que por los vidrios de colores

Sus tibios resplandores

 

Quebraba en los pilares de granito;

Haces de donde en curva fugitiva, 5 Para formar la ojiva,
Cada ramal subiendo se separa, Cual del rumor de multitud que ruega,

Cuando á los cielos llega, Surge cada oración distinta y clara;

 

10 En el gótico altar inmoble y fijo

El santo crucifijo,
Que extiende sin vigor sus brazos yertos, Siempre en la sorda lucha de la vida,

Tan áspera y reñida,

 

15 Para el dolor y la humildad abiertos;

El místico clamor de la campana Que sobre el alma humana De las caladas torres se despeña, Y anuncia y lleva en sus aladas notas

20 Mil promesas ignotas

 

Al triste corazón que sufre ó sueña;

Todo elevaba mi ánimo intranquilo
Á más sereno asilo:
Religión, arte, soledad, misterio... page 140 Todo en el templo secular hacía
Vibrar el alma mía,

Como vibran las cuerdas de un salterio.

Y á esta voz interior que sólo entiende 5 Quien crédulo se enciende En fervoroso y celestial cariño,
Envuelta en sus flotantes vestiduras

Volaba á las alturas,

 

Virgen sin mancha, mi oración de niño.

 

10 Su rauda, viva y luminosa huella

Como fugaz centella
Traspasaba el espacio, y ante el puro Resplandor de sus alas de querube,

Rasgábase la nube

 

15 Que me ocultaba el inmortal seguro.

¡Oh anhelo de esta vida transitoria! ¡Oh perdurable gloria!
¡Oh sed inextinguible del deseo! ¡Oh cielo, que antes para mí tenías

20 Fulgores y armonías,

 

Y hoy tan obscuro y desolado veo!

Ya no templas mis íntimos pesares,
Ya al pie de tus altares
Como en mis años de candor no acudo. page 141 Para llegar á ti perdí el camino,

Y errante peregrino

 

Entre tinieblas desespero y dudo.

Voy espantado sin saber por dónde; 5 Grito, y nadie responde
Á mi angustiada voz; alzo los ojos Y á penetrar la lobreguez no alcanzo;

medrosamente avanzo,

 

Y me hieren el alma los abrojos.

10 Hijo del siglo, en vano me resisto Á su impiedad, ¡oh Cristo!
Su grandeza satánica me oprime.
Siglo de maravillas y de asombros,

Levanta sobre escombros

 

15 Un Dios sin esperanza, un Dios que gime.

 

¡Y ese Dios no eres tú! No tu serena

Faz, de consuelos llena,
Alumbra y guía nuestro incierto paso. Es otro Dios incógnito y sombrío:

20 Su cielo es el vacío,

 

Sacerdote el error, ley el Acaso.

 

¡Ay! No recuerda el ánimo suspenso

Un siglo más inmenso,
Más rebelde á tu voz, más atrevido; page 142 Entre nubes de fuego alza su frente,

Como Luzbel, potente;

 

Pero también, como Luzbel, caído.

 

5 Á medida que marcha y que investiga

Es mayor su fatiga,
Es su noche más honda y más obscura, Y pasma, al ver lo que padece y sabe,

Cómo en su seno cabe

 

Tanta grandeza y tanta desventura.

10 Como la nave sin timón y rota Que el ronco mar azota,
Incendia el rayo y la borrasca mece

En piélago ignorado y proceloso, Nuestro siglo--coloso,

 

15 Con la luz que le abrasa, resplandece.

¡Y está la playa mística tan lejos!... Á los tristes reflejos
Del sol poniente se colora y brilla. El huracán arrecia, el bajel arde,

20 Y es tarde, es ¡ay! muy tarde Para alcanzar la sosegada orilla.

¿Qué es la ciencia sin fe? Corcel sin freno,
Á todo yugo ajeno,
Que al impulso del vértigo se entrega, page 143 Y á través de intrincadas espesuras,

Desbocado y á obscuras,

 

Avanza sin cesar y nunca llega.

¡Llegar! ¿Adónde?... El pensamiento humano 5 En vano lucha, en vano
Su ley oculta y misteriosa infringe.
En la lumbre del sol sus alas quema,

Y no aclara el problema,

 

No penetra el enigma de la Esfinge.

 

10 ¡Sálvanos, Cristo, sálvanos, si es cierto

Que tu poder no ha muerto! Salva á esta sociedad desventurada, Que bajo el peso de su orgullo mismo

Rueda al profundo abismo

 

15 Acaso más enferma que culpada.

La ciencia audaz, cuando de ti se aleja, En nuestras almas deja
El germen de recónditos dolores. Como al tender el vuelo hacia la altura,

20 Deja su larva impura

 

El insecto en el cáliz de las flores.

Si en esta confusión honda y sombría
Es, Señor, todavía
Raudal de vida tu palabra santa, page 144 Di á nuestra fe desalentada y yerta:

--¡Anímate y despierta!

 

Como dijiste á Lázaro:--¡Levanta!--

 

¡SURSUM CORDA!

 

INTRODUCCIÓN

 

Á mi buen amigo el ilustre poeta Manuel Reina

 

I. Á ESPAÑA

Nunca mi labio á la servil lisonja
5 Parias rindió. Ni el éxito ruidoso,
Ni la soberbia afortunada, oyeron
Falaz encomio de mi humilde Musa.
Dióme su austeridad la honrada tierra
Donde nací, y el presuroso tiempo

10 Que arrastra y lleva en sus revueltas olas
Las grandezas humanas al olvido,
Á mi pesar me enseña que en el mundo
Tan sólo á dos excelsas majestades
Puedo, sin mengua, levantar mi canto;

15 La Verdad y el Dolor.

En estas horas
De febril inquietud, ¿quién, Patria mía,
Merece como tú la pobre ofrenda
De mi respeto y de mi amor? Postrada
En los escombros de tu antigua gloria,

20 La negra adversidad, con férrea mano,
Comprime los latidos de tu pecho page 145 Y el aire que respiras envenena.
Como tigre feroz clavó sus garras
La catástrofe en ti, y en tus heridas
Entrañas sacia su voraz instinto.

5 ¿Quién, al mirar tus lástimas, no llora?
¿Puede haber hombre tan perverso y duro,
Ni aun concebido en crapulosa orgía
Por hembra impura, que impasible vea
Morir sin fe, desesperado y solo,

10 Al dulce bien que le llevó en su seno?

 

¡No existe, no!

Perdona si movido
Por la ciega pasión, allá en lejanos
Y borrascosos días, cuando airada
Mi voz como fatídico anatema

15 Tronó en la tempestad, quizás injusto
Contigo pude ser. Pero hoy, que sufres,
Hoy que, Job de la Historia, te retuerces
En tu lecho de angustia, arrepentido
Y llena el alma de mortal congoja,

20 Acudo ansioso á consolar tus penas,
Á combatir con los inmundos buitres,
Ávidos del festín, que en torno giran
De tu ulcerado cuerpo, y si lo mandas,
¡Oh, noble mártir! á morir contigo.

25 Pero ¿quién habla de morir? ¿Acaso
No eres, Patria, inmortal? Tendrás eclipses
Como los tiene el sol. Sombras tenaces,
Cual hiperbórea noche larga y fría, page 146 Sobre ti pesarán, mientras no llegue
Tu santa redención. ¡Hora dichosa
En que verás con júbilo y ternura
Nacer el alba, el tenebroso espacio

5 Inundarse de luz, la tierra encinta
Estremecerse en éxtasis materno,
De armonías, aromas y colores
Poblarse el aire, y palpitar en todo
La plenitud eterna de la vida!

10 ¡Ten esperanza y fe! Descubridora
De mundos, madre de indomada prole,
Tú no puedes morir, ¡Dios no lo quiere!
Aun tienes que cumplir altos destinos.
Busca en el seno de la paz bendita

15 Reparador descanso, hasta que cobren
Tus músculos salud, y en cuanto sientas
El hervor de tu sangre renovada,
Ponte en pie, sacudiendo tu marasmo,
Que como losa del sepulcro, oprime

20 Tu enferma voluntad. Surge del fondo
De tu aislamiento secular, y marcha
Con paso firme y corazón resuelto
Sin mirar hacia atrás, siempre adelante.
Sean la escuela y el taller y el surco

25 Los solos campos de batalla en donde
Tu razón y tus fuerzas ejercites.
Entra en las lides del trabajo y vence,
Que entonces de laureles coronada,
Más fecunda, más próspera y más grande, page 147 Seguirás, fulgurando, tu camino
Por los arcos triunfales de la Historia.

II. Á AMÉRICA

 

¡Ésta es España! Atónita y maltrecha Bajo el peso brutal de su infortunio,

5 Inerte yace la matrona augusta 5
Que en otros siglos fatigó á la fama. La que surcó los mares procelosos Buscándote atrevida en el misterio, Hasta que un día, deslumbrando al mundo,

10 Surgiste, como Venus, de las ondas. 10 Cegada por tu espléndida hermosura, Al engarzarte en su imperial diadema España te oprimió; mas no la culpes,

15 Porque ¿cuándo la bárbara conquista Justa y humana fué? También clemente 15 Te dió su sangre, su robusto idioma, Sus leyes y su Dios. ¡Te lo dió todo, Menos la libertad! Pues mal pudiera Darte el único bien que no tenía.

20 Contémplala vencida y humillada 20 Por la doblez y el oro, y si te mueven Á generosa lástima sus males,
El trágico desplome de una gloría
Que es también tuya, acórrela en su duelo.

25 ¡Es tu madre infeliz! No la abandone 25 Tu amor, en tan inmensa desventura. page 148

 

DON MANUEL DEL PALACIO

 

AMOR OCULTO

Ya de mi amor la confesión sincera Oyeron tus calladas celosías, Y fué testigo de las ansias mías La luna, de los tristes compañera.

5 Tu nombre dice el ave placentera  quien visito yo todos los días, Y alegran mis soñadas alegrías El valle, el monte, la comarca entera.

Sólo tú mi secreto no conoces,

 

10 Por más que el alma con latido ardiente,

Sin yo quererlo, te lo diga a voces; Y acaso has de ignorarlo eternamente, Como las ondas de la mar veloces La ofrenda ignoran que les da la fuente.

DON JOAQUÍN MARÍA BARTRINA

 

ARABESCOS Y COMPOSICIONES ÍNTIMAS

15 Oyendo hablar á un hombre, fácil es Acertar dónde vió la luz del sol;
Si os alaba á Inglaterra, será inglés,
Si os habla mal de Prusia, es un francés, Y si habla mal de España, es español.

page 149 Si cumplir con lealtad
Nuestra última voluntad

Es sagrada obligación,
Cuando mis ojos se cierren,
5 He de mandar que me entierren

Dentro de tu corazón.

Para matar la inocencia, Para envenenar la dicha, Es un gran puñal la pluma

10 Y un gran veneno la tinta.

Quien vive siempre entre pena Y remordimiento y dudas,
No sabe ver más que á Judas En el cuadro de la cena.

DON MANUEL REINA

 

LA POESÍA

 

Á Teodoro Llorente

15 Como el raudal que corre en la pradera
Copia en su espejo pájaros y flores,
La alada mariposa de colores,
El verde arbusto y la radiante esfera,

La sublime poesía reverbera
20 Combates, glorias, risas y dolores,
Odio y amor, tinieblas y esplendores, page 150 El cielo, el campo, el mar... ¡la vida entera!

¡Así Homero es la lid; Virgilio, el día;