Filosofía Fundamental, Tomo III by Padre Jaime Luciano Balmes - HTML preview

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Aquí encontramos otra prueba de la profundidad luminosa que se oculta enlos dogmas de la religion cristiana. ¿Quién pudiera sospechar que lareligion nos enseñase una distincion tan importante {77}en la cienciaideológica? y sin embargo esta distincion se halla en el catecismo.

Elniño, si se le pregunta quién es Dios, responde enumerando susperfecciones y por consiguiente manifestando que le conoce; cuando áeste mismo niño se le pregunta cuál es el fin para que el hombre ha sidocriado, responde que para ver á Dios etc.; hé aquí la distincion entreel conocimiento discursivo ó por conceptos, y el intuitivo; al primerose le llama simplemente conocer, al segundo ver.

[2] Véase lo dicho sobre la representacion, inteligibilidadinmediata, y representacion de causalidad y de idealidad en loscapítulos X, XI, XII, XIII. del Libro 1.º de esta obra.

CAPÍTULO XII.

El SENSUALISMO DE KANT.

[80.] Kant asegura que mientras estamos en la presente vida solo tenemosintuicion sensible, y considera dudosa la posibilidad de una intuicionpuramente intelectual, ya sea para nuestro espíritu, ya sea para otros.Como por otra parte, segun hemos visto ya (Cap. IX), Kant no atribuyeningun valor á los conceptos separados de la intuicion, se infiere queel filósofo aleman, no obstante sus largas disertaciones sobre elentendimiento puro, es profundamente sensualista; y que el autor de la Crítica de la razon pura y el del Tratado de las sensaciones, distanentre sí mucho {78}menos de lo que pudiera parecer á primera vista. Sinuestro espíritu no tiene mas intuicion que la sensible, y los conceptosdel entendimiento puro son formas enteramente vacías mientras noencierran una de dichas intuiciones; si cuando se prescinde de estassolo se encuentran en el entendimiento funciones puramente lógicas, quenada significan, que de ningun modo merecen el nombre de conocimiento,resulta que en nuestro espíritu no hay mas que sensaciones, las que sepueden distribuir ordenadamente en los conceptos, como si dijéramos enuna especie de casillas donde se registran y conservan. Segun estateoría, el entendimiento puro queda reducido á tan poca cosa, quehubiera podido admitirle el mismo Condillac.

[81.] En efecto: en el sistema de la sensacion trasformada se supone enel espíritu una fuerza trasformadora; pues de otro modo no seria posibleexplicar todos los fenómenos ideológicos por la mera sensacion; y hastael título del sistema resultaria contradictorio. Ahora bien:

¿hubieratenido Condillac ningun escrúpulo sensualista, en admitir la síntesisde la imaginacion, las relaciones de todas las intuiciones sensibles ála unidad de la apercepcion, y por fin la variedad de funcioneslógicas para clasificar y comparar las intuiciones sensibles? Parece queantes por el contrario el fondo de estas doctrinas se halla en elsistema del filósofo francés, cuyo principio fundamental se cifraba enno ver en el espíritu {79}mas que sensaciones, sin negar por esto unafuerza capaz de trasformarlas, clasificarlas y generalizarlas.

[82.] Hé aquí pues un nuevo quebranto para la originalidad del filósofoaleman: al combatir el sensualismo habia dicho en substancia lo mismoque repitieron siglos antes todas las escuelas (V.

Cap. VIII); y luego,queriendo seguir un nuevo camino para explicar el órden intelectualpuro, vuelve á caer en el sistema de Condillac: sus conceptos vacíos,sin significado, sin aplicacion ninguna fuera del órden sensible, nodicen nada mas de lo que enseña Condillac al analizar la generacion delas ideas, explicando cómo estas dimanan de la sensacion, por medio detrasformaciones sucesivas. Si alguna dificultad pudiera haber, versariasobre los nombres, nó sobre las cosas: ningun sensualista debe tenerinconveniente en adoptar por entero la Crítica de la razon pura,cuando haya visto las aplicaciones que hace de sus doctrinas elespiritualista aleman.

Seria de desear, que se penetrasen de estasobservaciones los que nos presentan enfáticamente el espiritualismo deKant arruinando el sensualismo de Condillac.{80}

CAPÍTULO XIII.

EXISTENCIA DE LA INTUICION INTELECTUAL PURA.

[83.] No es verdad que el espíritu humano, aun en esta vida, no tengamas intuicion que la sensible. En nuestro interior hay muchos fenómenosno sensibles, de los cuales tenemos conciencia muy clara. La reflexion,la comparacion, la abstraccion, la eleccion y todos los actos delentendimiento y de la voluntad, nada encierran de sensible. Curiosofuera saber á qué especie de sensibilidad pertenecen las ideasabstractas y los actos con que las percibimos; así como esos otros: yoquiero, no quiero, elijo esto, mas quiero esto que aquello. Ninguno dedichos actos puede ser presentado en intuicion sensible; son hechos deun órden superior á la esfera de la sensibilidad, y que sin embargoestán presentes á nuestro espíritu en una conciencia clara, viva;reflexionamos sobre ellos, los tomamos por objetos de nuestros estudios,los distinguimos perfectamente entre sí, los clasificamos de milmaneras. Estos hechos nos son presentados inmediatamente; los conocemos,nó por discurso, sino por intuicion: luego no es verdad que la intuiciondel alma solo se refiera á fenómenos sensibles, pues que dentro de símisma encuentra una dilatada {81}serie de fenómenos no sensibles, que leson dados en intuicion.

[84.] Nada vale el decir que estos fenómenos internos son formas vacíasque nada significan, sino en cuanto se refieren á una intuicionsensible. Sean lo que fueren, son algo distinto de la misma intuicionsensible; y este algo lo percibimos nosotros, nó por discurso sino porintuicion: luego á mas de la intuicion sensible, hay otra del órdenintelectual puro.

La cuestion no está en si estos conceptos puros tienen ó nó algun valorpara hacernos conocer los objetos en sí mismos: trátase únicamente desaber si existen y si son sensibles. Que existen es cierto; así loatestigua la conciencia, así lo confiesan todos los ideólogos; que seansensibles no puede sostenerse, sin destruir su naturaleza; y menos quenadie puede sostenerlo Kant, puesto que con tal cuidado distingue entrela intuicion sensible y dichos conceptos.

[85.] Ese piélago de fenómenos no sensibles que experimentamos ennuestro interior, es como un espejo en que se reflejan las profundidadesdel mundo intelectual. Es verdad que los espíritus no se presentaninmediatamente á nuestra percepcion, y que para conocerlos necesitamosun procedimiento discursivo; pero si bien se observa, en esa intuicionde nuestros fenómenos internos hallamos la representacion, aunqueimperfecta, de lo que se verifica en inteligencias de un órden superior.Aquí tenemos en cierto modo {82}ideas-imágenes, pues que no cabe mejorimágen de un pensamiento que otro pensamiento, ni de un acto de voluntadque otro acto de voluntad. De esta suerte conocemos á los espíritusdistintos del nuestro, por una especie de intuicion nó inmediata sinomediata, en cuanto se presentan en nuestra conciencia como la imágen enun espejo.

[86.] La comunicacion de los espíritus por medio de la palabra, y porotros signos convencionales y naturales, es un hecho de experiencia,íntimamente ligado con todas las necesidades intelectuales, morales yfísicas. Cuando un espíritu se ha puesto en comunicacion con otro, elconocimiento que tiene aquel, de lo que pasa en este, no es por merosconceptos generales, sino por una especie de intuicion, que aunquemediata, no deja de ser verdadera. El pensamiento ó el afecto de otro,que entran en nuestro espíritu por medio de la palabra, excitan ennosotros un pensamiento ó afecto semejantes á los del espíritu que noslos comunica. Entonces, en la conciencia propia, no solo conocemos sinoque vemos la conciencia ajena: siendo á veces tan perfecta lasemejanza, que adivinamos todo lo que se nos va á decir,desenvolviéndose en nuestro interior la misma serie de fenómenos queestán verificándose en el espíritu, con quien nos hallamos encomunicacion. Así sucede cuando decimos: «comprendo perfectamente lo queV.

piensa, lo que quiere, lo que intenta expresar.»{83}

[87.] Esta observacion me parece importante para dejar fuera de duda queen nuestro espíritu, independientemente del órden sensible, hayconceptos, nó vacíos, sino que se refieren á objeto determinado. El quese nos trasmita el conocimiento del órden de los fenómenos intelectualpuro, por medio de la palabra ó de otro signo, no destruye el carácterde la intuicion: pues que se reunen todas las condiciones necesarias,cuales son: la representacion interna, y la relacion de esta á un objetodeterminado que nos afecta.

[88.] De esta análisis de hechos ideológicos, cuya existencia no sepuede poner en duda, resulta demostrada la falsedad de la doctrina deKant, de que solo hay en nuestro espíritu intuiciones sensibles, asícomo la no existencia del problema del filósofo aleman sobre si esposible ó nó que á otros espíritus les sean dados los objetos en unaintuicion diferente de la sensible. Este problema se halla resuelto ennosotros mismos; puesto que la atenta observacion de los fenómenosinternos y de la recíproca comunicacion de los espíritus, nos ha dado áconocer no solo la posibilidad sino tambien la existencia de intuicionesdiferentes de la sensible.{84}

CAPÍTULO XIV.

VALOR DE LOS CONCEPTOS INTELECTUALES, PRESCINDIENDO DE

LA INTUICIONINTELECTUAL.

[89.] Aun cuando admitiéramos que para nuestro espíritu no hay otraintuicion que la sensible, no se inferiria que los conceptos del órdenintelectual puro fuesen formas vacías, inútiles para el conocimiento delos objetos en sí mismos. Siempre se habia entendido que las ideasgenerales no eran intuitivas; pues por lo mismo que eran generales nopodian referirse inmediatamente á un objeto determinado; pero á nadiese le habia ocurrido que no pudieran servir para darnos verdaderosconocimientos.

[90.] Es cierto que las ideas generales por sí solas, no conducen áningun resultado positivo, ó en otros términos, no nos hacen conocer losseres existentes; pero si se las une con otras particulares, seestablece entre aquellas y estas una influencia recíproca, de donderesulta el conocimiento.